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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Minos al ver que Pan retrocedía ladeo la cabeza, elevando sus hilos, convocando su cosmos que ardió como nunca antes, sin darse cuenta de la expresión de Afrodita, únicamente del terror del sátiro, que retrocedió algunos pasos, antes de lanzarse en su contra, saltando en su dirección para intentar vencerle, como si eso fuera tan fácil. 

 

El juez esquivo a Pan con demasiada facilidad, después de todo era el primer juez de las almas, el más fuerte de los espectros de su dios Hades, aquel bendecido con un mayor cosmos, mayor sabiduría. 

 

Sosteniendo su brazo con sus hilos, para apretando los dientes, para lanzarlo lejos, haciéndole chocar contra varios pilares en el interior del templo de Piscis, cortando su piel en el proceso. 

 

E intentando realizar su técnica favorita, cuando convertía a su enemigo en una marioneta, para quebrar los huesos de Pan con sus hilos, sin embargo, en esta ocasión se liberó, respondiendo con una patada en el estómago de Minos, encajando sus pezuñas en su piel, después con un puñetazo en su mejilla, viendo como la sangre de su enemigo era derramada y finalizando al juntar sus puños, golpeando la cabeza de Minos. 

 

Quien logró esquivar ese golpe, apenas a tiempo, porque la fuerza del sátiro era increíble, dejando un cráter en el piso de mármol blanco, relamiendo sus labios cuando quiso tocar su flauta, que fue derribada con una rosa, que chocó contra su mano. 

 

Minos no se distrajo y voló en su dirección, golpeando a Pan con su hombro, chocando contra varias paredes, atravesando una por una, pues era sumamente poderoso, tanto como sus hermanos. 

 

Pero el no se detenía a fanfarronear, solo con la rosa, porque se prendó de su belleza, mas no así de su alma, esté siempre le había parecido sumamente aburrido, en cambio Afrodita tenía ese algo que necesitaba encontrar y no sabía que estaba buscando. 

 

Minos al chocar contra la última pared, sostuvo a Pan de los cuernos, para azotarlo varias veces contra el suelo, una y otra vez, escuchando como quebraban las baldosas debajo de su cabeza, sonriendo cuando parecía que esa criatura comenzaba a perder el sentido. 

 

Tomando una de las rosas entre sus dedos, recordando como esta se sintió cuando se clavó en su pecho, usándola contra Pan, atravesando su ojo, únicamente para hacerle sufrir, para que sintiera dolor. 

 

Escuchando un hermoso grito, que siguió a su maxima tecnica, con la cual quiso destruir Rodorio, pero apenas destruyó una de las habitaciones del templo de Piscis, sin darle tregua a su enemigo, quien cayó no muy lejos, cubierto de sangre, pero aun estaba vivo, sólo esperaba que esta vez ya no pudiera levantarse, quería que le dijera en donde se ocultaba Dionisio.

 

-Eres un maldito loco, Minos. 

 

Minos no dijo nada, acercándose a Pan, dispuesto a matarlo con sus propias manos, bañarse con su sangre por lo que le había hecho a su rosa, que estaba asustada en ese templo. 

 

-Defender a esa rosa que ha pasado por tantos jardineros es una locura. 

 

Afrodita al escuchar eso llevo una mano a su boca, sin saber cómo reaccionar, viendo cómo Pan se reía de su sorpresa, esperando ver el desprecio de Minos en sus ojos. 

 

-No sirve para nada más que calentar celos mi querido juez, anda, dile Afrodita, como es que nos conocimos. 

 

Minos abrió los ojos, su furia incrementando conforme pasaban los segundos, especialmente al ver el dolor de la rosa, como retrocedía. 

 

-Muchos te dirán que es la mejor cogida que han tenido, pero no vale que arriesgues tu vida por él. 

 

Sin embargo, al escuchar como Afrodita retrocedía, vestido con su armadura, para repentinamente correr en otra dirección, Minos dudo unos instantes, destruir el cuerpo de Pan, o seguir a la rosa, dándole una oportunidad para escapar, porque cuando volteo en dirección de su enemigo, este ya no estaba presente, había escapado.  

 

-¡Afrodita! 

 

*****

 

Al mismo tiempo en el templo de geminis, tanto Aioria como Ikki explicaban sus acciones, como si tuvieran todo el sentido del mundo, como si tuvieran cualquier clase de sentido, sorprendido a Shaka, que sabía que Milo y Camus eran una pareja muy antigua.

 

-¿Que es esta locura? 

 

Shun apenas comprendía lo que su hermano le decía, porque no tenía sentido para él, su hermano, su querido hermano deseaba a su omega, decia que seria suyo, su omega que estaba embarazado, que cargaba a Kanon, que veía a Ikki en la total incomprensión. 

 

-¿De que estas hablando? 

 

Shun fue quien preguntó, al mismo tiempo que Aiacos trataba de entender lo que sucedía, porque esos dos guerreros estaban atacando a Kanon, porque deseaban lastimar a una pequeña inocente y era para poseer a dos omegas. 

 

-Esto es una locura. 

 

Fue el primero en pronunciar, pero sus dos aliados de momento, compartían sus pensamientos, era una completa locura que quisieran separarlos de sus omegas, a quienes amaban por sobre todas las cosas, al menos, eso pensaba Shun, que veía a su hermano como si fuera un completo desconocido. 

 

-En serio piensas que Hyoga te habría elegido a ti, Shun, de no ser mi hermano, de no desearme a mi, pero tenerme miedo, pues soy un alfa mucho más fuerte que él, el no se habría fijado en ti que eres un alfa muy débil. 

 

Hyoga no comprendió porque decía eso, ni siquiera tenía sentido para él, apreciaba a Ikki, pero a quien siempre deseó fue a Shun, a su conejito, a su alfa, que miraba a su hermano como si fuera un completo desconocido, pero él creía que esa era una faceta del fenix que no conocían, que tenía bien oculta. 

 

-No Ikki, es mentira, ni siquiera se porque piensas eso, pero mi amor solo le pertenece a Shun, desde que salvó mi vida en el templo de Acuario supe que era él a quien deseaba como mi alfa. 

 

Aioria se rió, como si esas palabras le parecieran divertidas de cierta forma, Ikki negó eso, con la clase de sonrisa demente que verían demasiado, con una expresión que no era característica en su buen amigo, que apretó su puño con fuerza. 

 

-Eres un mentiroso, Hyoga, siempre lo has sido, como todos los santos de Acuario. 

 

Pronunció seguro, creyendo que Hyoga solo estaba mintiendo, avanzando un paso hacia él, modificando su expresión por una que podría ser tierna, si no le diera tanto miedo al cisne, que sostenía a Kanon, para tratar de mantenerlo seguro, alejado de sus enemigos. 

 

-Se bien que me deseas, que cuando hacer el amor con Shun, en quien piensas es en mi. 

 

Shun veía como Ikki se acercaba a su cisne y no pudo mantener la calma, usando su cadena, atacando a su hermano con ella, para tratar de mantenerlo quieto, recibiendo un fuerte contraataque de su propio hermano, que le tiró al piso, apartandolo de su omega, que aún estaba protegiendo a Kanon, cuya cabeza sangraba, nariz, boca, oídos, le habían hecho demasiado daño en muy poco tiempo. 

 

-Estas loco… 

 

Pronunció Hyoga, levantándose, aun cargando el cuerpo de Kanon, para apartarlo de su enemigo, que se trataba del Fenix, quien decía que lo amaba, pero no era así, nunca había estado interesado en él. 

 

-No te acerques a mi omega… 

 

Le ordenaron, elevando de nuevo la cadena, atacando a Ikki con ella, esta vez apartandolo de su cisne, que retrocedió, sin comprender muy bien qué era lo que estaba pasando, porque Aioria e Ikki actuaban como unos dementes. 

 

-No será tu omega por mucho tiempo. 

 

*****

 

Camus sintió el cosmos de su alumno, que veía mucho más como un hijo, elevarse como si estuvieran teniendo una pelea, un combate, pero debía calmarse, tal vez no era nada. 

 

No obstante, cuando Milo volteo en aquella dirección, sorprendido, supo que lo mejor era acudir con su alumno, asegurarse que estaba a salvo y seguro. 

 

-Es Hyoga, parece que está asustado. 

 

Susurró Milo, que también había tenido que ver con la educación del patito y reconocía como Camus, los mínimos cambios en su cosmos. 

 

-Vamos… 

 

*****

 

Shun por primera vez en toda su vida se enfrentaba a su hermano con la necesidad, con el deseo de derrotarlo, porque el no era su hermano, era alguien completamente diferente y quería lastimar a su omega. 

 

-No quiero hacerte daño Ikki. 

 

Pero Ikki si lo deseaba, al igual que Aioria quería lastimar o matar de ser posible a sus contrincantes, a Shaka y al espectro, que protegían a la pequeña niña de brazos, a la oscuridad misma.

 

-Pero yo si deseo lastimarte.

 

Aunque esa mentira era aquello que se decía para justificar sus acciones, porque lo único que deseaba era poseer a Milo, que llegó a tiempo para cortar la espalda de Ikki con su aguja escarlata, al mismo tiempo que Camus sostenía a Kanon en sus brazos, porque estaba asustado, necesitaba ayuda y Hyoga no sabía qué hacer, con su vientre abultado debido a su embarazo de gemelos. 

 

-¿Estás bien? 

 

Hyoga negó eso, no estaba bien, porque no entendía lo que estaba pasando en ese momento, porque Ikki había dicho lo que dijo, porque trataba de lastimar a su alfa. 

 

-No, no creo…

 

Lo único que Hyoga deseaba en ese momento era que Hades no decidiera ayudarles con ese combate, porque en ese momento su alfa estaría en peligro.

 

-No temas, Shun es mucho más fuerte de lo que parece. 

 

*****

 

Afrodita al principio quiso ayudarle, pero después fue dándose cuenta que Minos le había visto, que había sido testigo de su debilidad. 

 

Tal vez solo estaba haciendo lo correcto y cuando derrotará a Pan, le recordaría lo mucho que le despreciaba. 

 

Y ya no deseaba ver más desprecio en esos hermosos ojos, en ese alfa que encontraba como un sueño hecho realidad, debía ser fuerte, debía hacerse a la idea de que Minos no era para él. 

 

-¡Afrodita! 

 

Minos gritaba a todo pulmón, adentrándose en el jardín, aunque le tenía miedo a las rosas, porque estás se habían llevado su vida una vez al menos. 

 

-¡Afrodita! 

 

No quería dejarlo solo, no cuando Pan intentaba hacerle daño, mucho menos cuando después de siglos, por fin volvía a sentir algo, un cariño profundo por otro ser humano. 

 

-Perdona mi torpeza, mis palabras, Afrodita… 

 

Afrodita estaba oculto, escuchando sus gritos, como le buscaba sin encontrarlo, sin saber qué hacer para buscarlo. 

 

-Nunca he conocido a nadie como tú, nunca, y me temo que leí tu libro, tuve que hacerlo, tuve que comprobar que tú eres lo que necesito a mi lado. 

 

Minos al no escucharlo, al no verle en ninguna parte, suspiro, sin saber muy bien qué más hacer, tal vez creía que lo culpaba por todo ese daño, por todo ese dolor. 

 

-Se que te han lastimado Afrodita, que no lo has pasado bien y se que no tuviste nada que ver, yo… 

 

Minos suspiro, al ver que Afrodita no lo escuchaba, suponiendo que lo había arruinado, porque no quiso escuchar las palabras de Aiacos, la razón en ellas. 

 

-Yo estoy interesado en todo lo que tienes que ofrecerme, en pasar tiempo contigo, en ser tuyo… 

 

Sabía que eso no tenía mucho sentido, pero Afrodita se movió, al escuchar eso, al saber que le llamaba y estaba dispuesto a entregarse a él, pero no sabía de qué forma. 

 

-¿Entregarte a mi? 

 

Le pregunto con una expresión de tristeza, porque no deseaba tomar su cuerpo, el quería que no alfa. 

 

-Quiero ser tu alfa, un alfa demente, demasiado viejo y retorcido, con muchos esqueletos en el armario, pero tuyo. 

 

Minos espero por escuchar lo que Afrodita tenía que decirle, acercándose a la rosa, para acariciar su mejilla. 

 

-Yo te dejare poseerme, seré tuyo, y tú serás mío… 

 

Poco después besó sus labios, con delicadeza, esperando recibir una respuesta positiva de la rosa, que le miraba sin comprender sus palabras. 

 

-Y como somos nuestros, he ordenado a Lune buscar a cada uno de aquellos infelices, casi todos han muerto, para que tú decidas su castigó. 

 

No sabía si eso haría el truco, pero Afrodita volvió a besarle, sosteniendo su cabello plateado entre sus manos, enredandolo en sus dedos. 

 

-¿Me perdonas? 

 

Afrodita se recargo en su hombro, suspirando, con algunas lágrimas en sus ojos, suponiendo que debía ser sincero. 

 

-Tal vez puede sonar patético, pero… 

 

De nuevo le beso, suspirando cuando Minos respondió a sus besos, rodeando su cintura, pegando su cuerpo al suyo. 

 

-Te perdone cuando atacante a Pan, pero tenía miedo de ser rechazado de nuevo. 

 

Minos al escuchar esas palabras recargo su frente contra la de Afrodita, suspirando, pensando en lo estúpido que había sido. 

 

-¿Como podría?

 

Le pregunto, seguro de su deseo por la rosa, de su enamoramiento, pues le había encontrado bellísima, antes de leer su libro, después de leerlo, comprendía que su plantita carnívora era única en ese mundo. 

 

-Eres la criatura más hermosa que jamás he conocido, aunque no tienes buen gusto, porque te has fijado en un demente, un espectro... un idiota. 

 

Afrodita se rió, besando sus labios de nuevo, cerrando los ojos cuando Minos se apartó, para acariciar su rostro, su cuello, sus hombres y su cintura. 

 

-Pero, este idiota quiere saber lo que se siente compartir su lecho con un… como lo dijiste… si, ya me acordé, con un seme. 

 

Los ojos de Afrodita se abrieron de una forma cómica debido a la sorpresa, mirándole sin entender muy bien que le decía. 

 

-Pero tendrás que ser gentil, será la primera vez que lo haga. 

 

Afrodita estuvo a punto de preguntarle si estaba hablando en serio, pero el estallido de cosmos que sintieron lo evitó.

 

-Radamanthys… 


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