Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los lazos que nos unen. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Yo confío en ti. 

 

Para Aldebaran esas palabras sonaban como una mentira que no podía creer, porque esperaba que Mu le ayudará, no que le encerrara en su templo, que le volviera un prisionero. 

 

-¿Porque no me dejas salir y ayudarles a mis amigos? 

 

Mu guardó silencio por unos instantes, antes de  sostenerle de la cintura, pegando su cuerpo al suyo, suspirando desesperado, teniendo miedo de perderlo. 

 

-No quiero perderte, no puedo perderte, y si sales afuera sé que morirás, pero esta vez ya no podré hacer nada, ya no tendremos una segunda oportunidad y jamás volveré a verte. 

 

Aldebaran colocó una de sus manos en la cabeza de Mu, acariciando su cabello, tratando de encontrar una forma para convencerlo de salir de ese templo, pues ese era su deber, ayudar a quienes lo necesitaban. 

 

-Pero en esta ocasión tú nos cuidas, no es verdad, tú nos proteges y nos amas, por eso no sufriremos ningún mal. 

 

Mu se mantuvo en la misma posición, sin saber muy bien qué estaba pensando, lo que ocurría en su mente, solo que estaba asustado, tenía miedo de verle morir de nuevo frente a sus ojos. 

 

-Pero si yo fallo, que sucederá con nosotros, conmigo, me perderé, se que no podré resistirlo. 

 

Aldebaran no estaba del todo seguro como responder eso, porque sabía que era cierto, Mu no estaba pensando con claridad y tal vez, al intentar mantenerlo en ese templo, era su forma de protegerlos, pero era una locura, completamente absurdo. 

 

-No fallarás, porque yo te ayudare a eso, Kiki también, entre los tres somos poderosos, es cierto, yo no soy el más fuerte de los santos de Athena, e intento mejorar, pero mi cosmos no es tan brillante como el tuyo o el de los demas, asi que comprendo tu preocupación, pero se que a tu lado, estaremos seguros. 

 

Mu al escuchar esas palabras, suspiro, dejando ir las barreras de cosmos, suspirando al sentir las manos de su alfa sobre su cabeza, acariciando su cabello, besando su frente cuando por fin le soltó. 

 

-Pero tu eres el más fuerte de ellos, eres realmente impresionante, tu defensa es casi perfecta y tu ofensiva, eres el que más daño provoca cuando te lo propones, además, eres hermoso, muy deseable. 

 

Eso último logro que Aldebarán sonriera, pero no la clase de sonrisa que muestra la calidez de un corazón emocionado, sino que parecía no creer en las palabras que Mu, que se sorprendió demasiado al verla. 

 

-¿No me crees? 

 

Mu acariciaba la mejilla de Aldebarán con lentitud, dibujando cada detalle de su rostro, paseandose por su nariz, sus labios, sus cejas, todo aquello que encontraba sin duda alguna hermoso. 

 

-¿Porque no me creerías? 

 

Le pregunto de nuevo, besando sus labios con ternura, sosteniéndose de sus hombros, sin comprender su escepticismo, tal vez era algo que él había hecho lo que hacía que su omega se sintiera como lo hacía, débil, poco agraciado, cuando no era de esa forma, él era muy atractivo, para sus ojos era hermoso, especialmente por la bondad en su corazón. 

 

-Para mi y para varios más, tu eres hermoso, eres todo lo que yo busco en una pareja, pero tienes razón, no es justo que desee mantenerte encerrado en mi templo, que no te deje pelear, porque eres un guerrero poderoso y de un corazón de oro, no podrías dejar a nadie a su suerte, pero, puedo acompañarte, para asegurarme de que todo esté bien o para poder admirarte, por favor. 

 

Con eso decidieron partir al templo de géminis, para brindar la ayuda que pudieran, acompañados de Kiki, que se había atrevido a escuchar esa conversación y estaba cada vez más seguro del amor de sus padres, sintiéndose culpable por haberles hecho que se alejaran, seguramente para protegerlo. 

 

Porque él recordaba como había sido cuando Arles gobernaba el santuario, recordaba vivir en Jamir, porque era un lugar seguro y se parecia mucho mas a su alfa, que a su omega, por lo cual, para él, sería mucho más fácil que Mu lo cuidara, a que lo hiciera su omega. 

 

*****

 

Kanon le ordenó marcharse con la niña en sus brazos, porque sabía lo que deseaban, querían el cosmos de su cuerpo, la fuerza de su pequeña, para restaurar el poder del dios del vino que oculto en el santuario, planeaba la destrucción de su omega, únicamente, porque se atrevió a negarse a él. 

 

Podría enfrentarse sin dudarlo con Aioria, aun en ese momento estaba seguro que su cosmos era suficiente para eso, pero Ikki, él podía costarle un poco más de trabajo, a pesar de tener su cosmos disminuido, el problema era que mandaron a los dos soldados enloquecidos para buscar a su hija. 

 

Su niña, con quien se había quedado a solas durante el descanso de su omega, a la que había colocado un sello con su cosmos, una forma final de protección para ella, un golpe que esperaba fuera mortal, para quien se atreviera a intentar hacerle daño, una técnica que había aprendido en las bibliotecas de la atlantida, buscando la forma de matar a su hermano, cuando quería conquistar el mundo, pero lo usaba para proteger su mundo, que era su familia. 

 

-No dejare que le hagan daño a mi niña, mucho menos mi omega lo permitirá. 

 

Como respuesta Aioria corrió en su dirección tratando de darle un puñetazo en el estomago, pero no pudo, pues le esquivo, sin embargo, Ikki lo atacó usando la “Ilusion Diabolica” una técnica que ya había usado antes con él, así que no funcionó como debería, pues ninguna técnica funcionaba dos veces con un caballero de Athena, aun asi, le hizo sumirse en un mar negro como la noche, sin estrellas, sin nada, solo oscuridad, aunada a una sensación como de asfixia, como si se sumiera en el agua del mar. 

 

Dejando su cuerpo a la merced de sus enemigos, mientras que su mente nadaba en las sombras, buscando, llevándolo al principio de esa larga pesadilla, pues, se vio a sí mismo caminando en las concurridas calles de Creta, vestido con la miserable ropa de un mendigo, perdiendo a su gemelo entre la multitud, porque buscaban algo que robar, para mantenerse esa semana. 

 

Tendría la misma edad que tenía cuando lo encerraron en cabo sunion, pero se sentía como todo un hombre, después de todo él y Saga habían estado viviendo solos desde que tenían memoria, además, podian presumir que hasta el momento, no les había ido nada mal. 

 

Kanon buscaba alguna persona distraída, pero quien se distrajo fue él, observando como un niño, unos años menor que él, se escabullia entre la gente, vestido con una túnica demasiado larga que se le figuró mucho más un lienzo de tela, observando hacia todos lados, vistiendo algunas joyas en sus muñecas, un collar de oro, pero como nadie más estaba buscando que robar, no lo habían notado. 

 

Al mismo tiempo empezaban a gritar un nombre algunos guardias, llamándole a una persona que al escuchar esos gritos, se cubrió un poco mejor el rostro, ingresando a un callejón que parecía oscuro, donde se recargo, maldiciendo en voz baja. 

 

-Te van a cortar la cabeza para robarte ese collar tan bonito, si no es que… 

 

Lo conservaban para ellos, se dijo en silencio, tragando un poco de saliva, porque debajo de esa manta estaban las ropas típicas de un omega de su edad, de una clase alta, haciendo que se preguntará qué demonios hacía en esas calles. 

 

-Eres un omega. 

 

El chico de cabello negro al escuchar esa palabra se enojo demasiado, formando un remolino en la unión de sus cejas, que le hizo parecer mucho más lindo aun, al mismo tiempo que lo empujaba, descubriendo su rostro, dejándole ver su cabello dorado que estaba adornada con joyas. 

 

-¡Estoy cansado de esa maldita palabra! ¡Pareciera que eso es lo único que soy desde hace unos días! 

 

Kanon trago saliva chocando contra una pared, desviando la mirada, para ver a un sujeto de cabello negro bebiendo una botella, acompañado de otros más, que no parecían atentos a nada más que a su licor. 

 

-¡Ven conmigo! 

 

No le gustaba la mirada de ese sujeto y aunque debería estar pensando en robar esas joyas, sostuvo la mano de Radamanthys, para salir de allí corriendo, utilizando algunos pasadizos para llegar a su lugar seguro, una casita pequeña, un cuarto muy alejado del centro de la ciudad, donde vivía con su hermano. 

 

-La próxima vez al menos trata de vestirte como cualquiera y no con esas cosas, menos esas joyas, podrían matarte o algo peor, Radamanthys. 

 

Jadeo al escuchar su nombre, haciendole reir, mientras buscaba ropa de su hermano para darle, prendas que le quedaban algo grandes, pero no eran llamativas como las que usaba, aunque deberían ser sumamente costosas. 

 

-Mi padre llevaría a mis hermanos a ver la ciudad, se suponía que iríamos los tres, pero desde hace dos días no dejan de decirme que soy un omega, que los dioses han deseado esto y que no debo comportarme como ellos, que debo cuidarme para cuando me entreguen a mi alfa. 

 

Esas palabras sonaban muy mal, aun para él, pero suponía que asi debia ser, un omega de su clase se casaba con un alfa del mismo rango, o tal vez uno superior, así eran las cosas, pero decirle que debía olvidarse de todo lo que sabía, eso era demasiado cruel para cualquiera. 

 

-Así que te escapaste pensando que lograrias… 

 

Radamanthys desvió la mirada, suspirando, cambiandose por la ropa que Kanon le había dado, por alguna razón, confiaba en ese chico de cabello azul, que le miraba como si fuera un completo idiota, haciéndole sonrojar. 

 

-Ver la ciudad… sólo quería ver la ciudad. 

 

Kanon guardó las pertenencias de Radamanthys en un saco, sin saber muy bien porque estaba haciendo eso, cuando seguramente recibiría una jugosa recompensa de llevar al omega a sus guardias, o una paliza cuando lo culparan de haberle secuestrado. 

 

-Yo podria enseñarte la ciudad, te ayudaria a pasar desapercibido, pero debo advertirte que cobro caro. 

 

Radamanthys en un principio pensó que no tenía nada con que pagar, pero entonces recordó sus joyas, de las que se había desprendido sin más, porque para él no tenían valor alguno, pero sabía que eran costosas. 

 

-Te dare todo lo que traigo, si me enseñas la ciudad, te parece bien. 

 

Era mucho más de lo que pensó que podía obtener, pero aun asi asintió, tomando un poco de la tierra del suelo, para manchar el rostro de Radamanthys con está, haciendo que los dos se vieran en la misma precaria situación. 

 

-¡Kanon! ¡Kanon! 

 

Saga ingreso angustiado, observando a su hermano, sonriendo al ver que estaba a salvo, pues en el mercado estaba repleto de guardias, todos ellos buscando a una persona, dando ordenes de revisar los edificios de pies a cabeza, decían que era un omega, un omega muy rico y muy joven, que se había perdido o se había fugado. 

 

-¡El mercado está lleno de guardias, parece un avispero, hoy no podremos hacer nada, un omega rico se perdio y lo estan buscando! 

 

Kanon al escuchar la desesperación de su hermano, se levantó de su sitio, colocando una mano en su boca, para que dejara de gritar o para que no lo reprendiera al escuchar lo que acababa de hacer. 

 

-Ese omega rico, está conmigo, quiere conocer la ciudad y nos pagó todo esto para eso, así que no tendremos que hurtar nada en al menos un año. 

 

Radamanthys también se levantó, para tratar de convencer a Saga de guardar silencio, quería ver la ciudad y cuando lo hiciera, regresaría a casa, sin que nadie tuviera que meterse en cualquier problema, mucho menos, hacerle regresar tan rápido. 

 

-Yo les regalo mis joyas, mi ropa, eso vale mucho dinero y solo tienen que enseñarme la ciudad, nada más, como si fuera cualquier ciudadano. 

 

Saga no estaba contento con eso, viendo únicamente los problemas que tendrían, no aquello que obtendrían de cuidar al joven omega, enseñarle la ciudad y después, regresarlo a su casa, probablemente para ese momento, su familia estaría ofreciendo una jugosa recompensa, era un ganar, ganar desde su punto de vista. 

 

“Vamos, es un omega, sabes la clase de educación que le darán, esta sería una buena acción, darle libertad, antes de que se la arrebaten por completo”

 

En ese momento Kanon usaba el idioma que ellos habían inventado, al ser gemelos, esperando que Saga aceptara que tenía razón, al final de todo eso tendrían dinero suficiente para unos años, para viajar y abandonar esa horrible ciudad, pero sobretodo, le darían la libertad que ese omega no tendría nunca. 

 

“Por favor” 

 

Saga por un momento quiso negar eso, pero no lo hizo, porque necesitaban el dinero y no podrían robar en varias semanas, por culpa del omega en esa habitación, Kanon generalmente nunca le pedía nada y ese omega, dentro de algunos años, tal vez cuando cumpliera la edad que ellos tenían, ya tendría un esposo, con niños, nunca volvería a salir de la casa de donde se había fugado. 

 

-Esta bien, pero si veo que las cosas se ponen difíciles, lo regresare a su hogar. 

 

Eso era suficiente para él supuso, porque no tendrían porqué complicarse las cosas, como lo decía Saga, tenían dinero, tenían sus habilidades, la ciudad era suya para mostrarsela a su joven mecenas y tal vez en el futuro. 

 

-Entonces… 

 

Radamanthys sonreía y esa sonrisa le parecía sumamente hermosa, radiante, aunque estuviera vestido con algunos andrajos, pero esos también podían cambiarlos, solo tenían que usar la bolsita de monedas que traía el chico rubio con el, era suficiente dinero para una semana. 

 

-¿A dónde iremos ahora? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).