Encuentro XXXVIII:
Una Promesa
La respuesta de Levi al explicarle que no solo tiene un tío, sino que este lo crio y se aparecerá allí al día siguiente, desconcierta a Eren más que un poco.
Desde que se conocen, y a pesar de la confianza que habitualmente se tienen, lo que él ha descubierto del pasado de su novio son apenas unas cuantas cosas, como el hecho de que su amistad con Farlan se remonta a su adolescencia y que su madre murió antes de que cumpliera los diez años, por lo que un familiar se hizo cargo de su crianza hasta que Levi acabó la escuela e ingresó a la universidad. Solo son pequeños retazos de la vida del hombre al que ama y que poco a poco le han ido dando a Eren una idea de lo que puede esperar y lo que no en su relación, y tal vez por eso nunca se preparó para la aparición de una familia política que no sabía existiera.
—Prepararé un poco de té, porque temo que esto será para largo —le dice con toda la calma que logra reunir, poniéndose de pie y tendiendo una mano para ayudar a su novio a hacer lo mismo y que así le siga.
Una vez en la cocina, pone a calentar el agua. No comprende como una tarde perfecta pudo arruinarse en tan poco tiempo, pero sabe que debe mostrarse tranquilo y seguro, algo que no resulta tan fácil cuando la mirada expectante de Levi sobre él aumenta su ansiedad, como si el anuncio de esa visita fuese el presagio del apocalipsis.
—Ya sabes que mi madre murió cuando era pequeño y que un familiar se hizo cargo de mí. Pues ese era Kenny —explica Levi mientras saca las tazas de la alacena, dejándolas sobre la isleta—. Es el hermano mayor de ella y un completo bastardo. El peor ejemplo de padre y adulto responsable que podría haber tenido un crío.
Tragando duro, Eren lo mira preocupado y pone un par de cucharadas de té en la tetera en espera de que el agua hierva.
—¿Tan malo fue?
Tomando asiento en uno de los taburetes Levi asiente, aunque luego niega, encogiéndose posteriormente de hombros.
—Tch, un horror. Kenny no es precisamente alguien con un gran instinto paternal y bueno, para él la disciplina se imparte con mano dura. —Este suelta un pesado suspiro, pareciendo abatido y un poco malhumorado—. Aun así, me cuidó a su terrible manera, preocupándose de que tuviese siempre lo que necesitara y encargándose de que estudiara para que contara con una buena educación a futuro. Nuestros verdaderos problemas comenzaron después.
Algo en la forma que su novio dice aquello, como si su evidente enfado estuviese mezclado con cierto dolor y resentimiento, hace que sus palabras cobren inmediato sentido dentro de su cabeza, haciéndole comprender la verdadera razón que generó el desacuerdo y distanciamiento entre esos dos. El motivo por el cual Levi parece tan inquieto a pesar de fingir que aquello no le importa en absoluto.
—¿Se enfadó contigo cuando descubrió que eras gay? —pregunta él dubitativo, obteniendo un suave gruñido de afirmación mientras acepta la taza de té que acaba de servirle.
—Joder que sí. Al comienzo intentó hacerme comprender por las buenas, y no tan buenas, que estaba equivocado respecto a mi orientación; que solo era una pequeña confusión que pasaría una vez me consiguiese una buena novia. Después, al ver que sus consejos no iban a servir de nada en mí, se dio por vencido, pero a regañadientes. —Levi soltó otro suspiro cargado de exasperación y lo miró muy serio. Una enorme preocupación enturbiando sus ojos grises que hizo sentir a Eren lleno de impotencia—. Durante el tiempo que salí con Erwin, cada vez que Kenny vino de visita se comportó como un total bastardo con él. Temo que no haga mucha diferencia contigo, mocoso.
Y es en ese momento, al ver su gesto apesadumbrado y su evidente desánimo, que él comprende el porqué de la enorme preocupación del otro: Levi, porque lo ama, no quiere que pase un mal rato a causa de su familia.
Dejando su taza intacta sobre la isleta, Eren acerca su mano hasta la de este, entrelazándolas para reconfortarlos así a ambos.
Él sabe que a diferencia de muchos es afortunado al tener una familia que desde un principio aceptó y no juzgó su preferencia respecto a su elección de pareja, pero entiende que no siempre es así, Levi es el mejor ejemplo de ello; y aunque es algo que le gustaría cambiar para que no le hiciese daño a quien ama, comprende que no está en sus manos el poder hacerlo. Lo único que Eren puede hacer es ofrecerle seguridad y una promesa. Una que espera baste para acallar sus dudas y su preocupación creciente.
—¿Sabes, Levi? Siempre he agradecido lo mucho que te preocupas por mí, que desees tanto cuidarme y protegerme; eso me hace muy feliz. —Sus manos unidas siguen estándolo y una sutil sonrisa asoma a sus labios bajo la atenta mirada de aquellos pálidos ojos—. Sin embargo, no soy alguien débil, y así como tú puedes cuidarme, yo también puedo hacerlo contigo. Por eso, te haré una promesa: pase lo que pase con tu tío, no va a afectarme. Confía en mí.
—No conoces a Kenny, Eren —masculla este, pero en esa oportunidad su miedo ya no enturbia su mirada, siendo remplazado por algo cercano a la admiración por él.
Eren no puede sentirse más feliz.
—No, no lo conozco aun, pero sí te conozco a ti, Levi Ackerman; y a pesar de lo terrible que puedes ser a veces, igualmente acabé enamorándome de ti. Debo ser un chico muy valiente, ¿no crees?
—Tch, eres un puto mocoso demente —suelta este.
Aun así, Eren nota la sonrisa bajo sus labios al besarse y sabe que aquella promesa, por pequeña que sea, ha significado algo importante.
Por primera vez en aquella relación, son total y completamente iguales.