Encuentro XLIII:
El mejor Plan
Mediados de julio le resulta a Levi agotadoramente insoportable a causa del calor y la humedad que impregnan el ambiente debido al verano, pero de manera sorpresiva, casi mágica, sus planes de vacaciones con Eren tienen el efecto de mitigar todo rastro de amargo resentimiento en él. Si lo compara con el año anterior, antes de conocer al chico, Levi tiene claro que la diferencia en su estado de ánimo es notable. Pocas veces se ha sentido tan condenadamente feliz.
Y es así como esa mañana parten temprano de viaje, esperando aprovechar el escaso frescor de la madrugada para que la conducción no les resulte tan pesada. El viaje en coche les toma cerca de cinco horas antes de llegar a su destino, pero entre las risas y la incansable plática del chico, el trayecto resulta mucho más agradable de lo que él espera.
Una vez llegan al sitio indicado, un pequeño camping perdido en medio de una zona boscosa y a los pies de una impresionante cadena de montañas, siguen las indicaciones del encargado del lugar para, finalmente, dar con su cabaña.
Esta es una pequeña vivienda para dos personas, bonita y acogedora con su aire rústico y hogareño que, sin embargo, hace que Levi se ponga ansioso nada más poner un pie allí.
Mierda, su jodido TOC complicándole la vida como siempre que está en un sitio que no conoce y lo hace sentir inquieto.
—Creo que lo mejor será ordenar y limpiar un poco antes de hacer cualquier otra cosa —le dice Eren dejando sobre el sofá el bolso con sus cosas—. Aun es bastante temprano, así que si nos damos prisa podríamos cambiarnos tras acabar e ir a comer algo antes de recorrer los alrededores, ¿qué te parece?
Levi asiente, un poco cohibido por aquella muestra de buena voluntad y comprensión por parte del chico. Él es consciente de que su trastorno no es cosa fácil y que, por lo mismo, muchas veces puede volver un momento agradable en una verdadera mierda; no obstante Eren siempre, siempre se lo toma a bien, sin críticas de su parte ni intentos fútiles, como los de Erwin, para que comprenda que nada malo ocurrirá porque él mismo no haya limpiado un sitio. No, Eren simplemente sonreirá y lo ayudará, como si su obsesión por la limpieza y la pulcritud fuera lo más normal del mundo y él estuviera muy bien con ello.
Y es así como pasan las siguientes dos horas hasta que da el mediodía, dejando la pequeña cabaña en condiciones óptimas para que Levi no se desquicie y con Eren riendo como un loco cada vez que él se queja de lo mal que todo el mundo asea, sin llegar jamás a sus estándares.
Una vez él sale del cuarto de baño, duchado y apropiadamente vestido, se encuentra con la imagen del chico tumbado en la cama y profundamente dormido. Por un momento Levi piensa en despertarlo para que así pueda ocupar el baño, pero algo en la relajada expresión de Eren, en el suave vaivén de su pecho al ligero compás de su respiración, lo detiene, por lo que en cambio acaba tumbado a su lado observándolo dormir.
Levi no tiene idea de cuánto tiempo pasa así, tan solo perdido en la durmiente figura de su novio mientras piensa en lo extrañamente agradable que es el tener a Eren solo para él, sin familia ni amigos con los que compartir el tiempo ni responsabilidades que lo acorten aún más. De todo el tiempo que llevan saliendo, esta es la primera vez que en verdad están a solas, una idea que le resulta al mismo tiempo tan excitante como aterradora, porque en el fondo teme que mientras más tiempo el mocoso pase con él, más pronto comenzará a percatarse de sus aspectos negativos, como el de esa mañana.
Tan perdido está Levi en sus pensamientos, que apenas tiene tiempo de poner algo de distancia entre ambos cuando las largas pestañas de Eren revolotean antes de abrirse, permitiendo que sus impresionantes ojos verdes, aun brumosos por el sueño, se posen sobre él al tiempo que esboza una sutil sonrisa.
—Oi, ¿dónde han quedado todos esos grandes planes que tenías en mente para hoy? —le pregunta con burla al percibir la mirada de incredulidad que el chico le da al contemplar la ventana del cuarto y comprender que el sol ya está alto—. Tch, que mocoso más debilucho. Apenas has limpiado un poco y ya te has quedado sin fuerzas.
—¡Lo siento! —gime Eren cubriéndose el rostro con las manos durante unos segundos e intentando esconder su mortificación. Cuando decide volver a mirarlo, parece un poco compungido—. Realmente lo lamento, Levi; pero es que anoche casi no logré dormir nada —admite—. Estaba demasiado ansioso.
Por un instante él quiere preguntar, saber todo aquello que inunda la cabeza de Eren, pero se contiene. Al contemplarlo, Levi ha comprendido que lo que el otro siente es similar a lo que él mismo experimenta, porque en el fondo, y a pesar de sus evidentes contrastes, ambos no son tan diferentes.
—Entonces, ¿qué es lo que hacemos ahora? —pregunta Levi acariciando un mechón de cabello de este y obviando todo lo demás—. ¿Qué deseas hacer?
La enorme sonrisa de Eren es su inmediata respuesta, augurando problemas; pero antes de que pueda escapar de la cama, el brazo del mocoso lo aprisiona por la cintura apegándolo a él con fuerza.
Levi sabe que perfectamente podría obligar a este para que se aparte y volver a obtener su libertad, pero en el fondo no lo desea, permitiéndose aquel pequeño momento de debilidad.
—Estar contigo —murmura Eren respirando contra su cuello—. Si estoy contigo, Levi, todo parece un buen plan.
—Que mocoso más cursi —masculla él a penas; pero, a pesar de estar asombrado y un poco avergonzado por aquello, no puede negar que se siente del mismo modo. Para Levi, Eren también siempre es el mejor plan de todos.