Encuentro LIV:
Decisión Acertada
Profundamente frustrado, Eren vuelve a revisar entre los estantes de libros en busca de uno que sea perfecto para darle a Armin como regalo de cumpleaños. Aquella será la primera vez en su vida que le obsequie a su amigo algo de ese tipo, y tal vez por eso mismo se siente tan inseguro y lleno de ansiedad. Pasarse toda una vida viendo a alguien leer y oyéndolo hablar de ello, no lo ha preparado para ser él mismo quien deba hacer la elección.
La profunda e inconfundible voz de Levi llega claramente hasta el rincón de la librería donde Eren se encuentra en ese momento, fascinándolo. Encantado, toma un ejemplar tras otro mientras escucha a escondidas como su novio habla con sus clientes sobre las elecciones de libros que estos han hecho y las recomendaciones que piensa pueden interesarles. Levi es alguien de silencios tan largos, de esperas tan profundas, que cada vez que lo oye entusiasmado por algo, él no puede más que alegrarse.
Una vez acaba de elegir un gran número de libros, Eren se deja caer sentado en medio de uno de los solitarios pasillos del final de la tienda. Su pierna lastimada va sanando perfectamente, pero de igual forma esta le exige descanso cada tanto, por lo que, buscando la posición más cómoda para que esta no le duela, se prepara y comienza a rebuscar entre los tomos que ha elegido.
La voz de Levi se convierte poco a poco en suaves susurros mientras sus ojos viajan por las contraportadas y se sume en ellas. Para cuando deja de oírlo y escucha que las campanillas de la puerta vuelven a repiquetear, ya tiene todo separado en dos pilas diferentes frente a él.
Los pasos de su novio son ligeros y sigilosos como siempre que va a su encuentro, pero como si su presencia cambiara el aire que lo rodea, Eren sabe el momento exacto en que Levi llega a su lado y lo observa en silencio.
Al darse cuenta del estropicio que ha provocado, su mirada de inmediato vaga hacia el otro y lo contempla, culpable; sin embargo, al notar como el pálido gris de sus ojos se suaviza al verlo, como su rostro habitualmente inexpresivo se llena de una emoción que Eren conoce bien porque resuena con la suya, su arrepentimiento se mitiga y sus labios sonríen, contento no solo por estar allí a su lado en ese momento, sino también por saber que su amor es correspondido.
—Que sepas que voy a patearte el culo si no dejas todo en su sitio una vez acabes, mocoso. No pongas a prueba mi paciencia —le dice Levi regañándolo, pero sin lograrlo realmente.
Contento, Eren acepta obediente:
—Lo haré, lo haré. Ya estoy acabando, Levi, aunque luego te pediré que me eches una mano para corroborar mi elección final, ¿puedes?
Por supuesto, este cede a su petición, regalándole una caricia que acaba enredada en su cabello y hace que su corazón amenace con salir volando de su pecho; no obstante, es aquella interrogante que lleva días rondando su cabeza y alterando su tranquilidad la que lo embarga en un momento, llenándolo de una vergüenza para la que no hay motivo y por la cual acaba deteniendo al otro en su marcha antes de hablar atropelladamente:
—El mes que viene es tu cumpleaños, Levi, ¿deseas algo en especial?
La sorpresa que siente su novio ante su pregunta es evidente, y ni siquiera tiene tiempo de disimularla. Sus afilados ojos grises se abren con asombro y el pálido color invernal parece inundarlos. Levi no luce molesto por su atrevimiento, lo que hace que Eren suelte un suspiro de alivio, pero cuando nota como aquella mirada se suaviza al verlo, sus mejillas se enrojecen todavía más, sintiendo derramarse una cálida emoción en su interior que lo recorre desde la cabeza a los pies.
—Te tengo a ti, ¿qué más puedo desear?
Las palabras de Levi resultan tan sinceras que durante un momento su cerebro queda en blanco y no sabe qué hacer ni decir. Un poco tembloroso, emocionado en extremo, Eren se pone de pie con algo de dificultad y queda frente a este sintiéndose a punto de morir debido a la felicidad.
Es raro, se dice, como todas las apariencias en su relación han resultado tan engañosas. A pesar de que fue él quien dio el primer paso para acercarse, quien buscó incansablemente a Levi en un comienzo, cuando este parecía tan distante e inalcanzable, ha sido siempre su novio quien lo ha instado a dar sus primeros pasos: citas, besos, sexo, sus sentimientos. Aunque en un principio Levi se escudó en no estar interesado en una relación, de ambos ha sido quien más valor ha tenido, mientras que él, siempre tan confiado y seguro, ha temido equivocarse una y otra vez, una y otra vez, solo para acabar comprendiendo que no hay motivo para ello.
Acercándose para envolver a este entre sus brazos, roza aquellos labios que saben a té y propagan fuego dentro suyo. Por un momento Levi se lo permite, devolviéndole aquel gesto; pero, cuando su tormentosa mirada vuelve a encontrarse con la suya, está llena de interrogantes. Eren, besando su frente, le dice sin dudar:
—Te conformas con demasiado poco, Levi; podrías pedir más. Y te diría que sí.
Cuando los ojos de este se abren, comprendiendo lo que él realmente desea decir y no se atreve, el amor que Eren siente y ha ido creciendo y fortaleciéndose por todos esos meses finalmente se desborda.
Tiene miedo, por supuesto, porque es un gran paso, pero, ¿dónde llegará si nunca se atreve a dar un «sí» a causa de su temor?
Besándolo en los labios una vez más, Levi sujeta su rostro con una mano y lo mira muy serio, aunque la emoción que inunda estos es difícil de ocultar.
—Ya lo has prometido, mocoso, no lo olvides.
Eren ríe y lo abraza en respuesta; no necesita decir más. Aquella es su decisión más acertada.