Encuentro LIX:
Punto de Partida
A pesar de tener pareja y ser feliz con ella, a pesar de estar enamorado como nunca antes en su vida, para Levi San Valentín llega siendo la misma mierda de todos los años: amor comercial y estrafalario, unido a la demente de Hange que lleva toda la mañana insistiéndole para que asista al evento que habrá ese día en la cafetería.
Sí, claro.
Terminando de envolver un libro que acaba de vender, responde de forma educada a la pregunta que hace su cliente y le entrega su compra antes de dirigir una breve mirada a la tienda del frente, sin suerte.
La mañana ha estado tranquila, y él ha aprovechado para planear la cita que tendrá con Eren esa noche, sintiéndose tan nervioso como anhelante por lo que esta significará. Un año atrás Levi ni siquiera tenía deseos de conseguir una pareja, mucho menos formalizar y compartir su vida con alguien; y ahora, sin embargo, ni siquiera puede imaginar que haría si aquel condenado mocoso de ojos verdes no estuviese a su lado.
Jodido karma.
La entrada de Isabel lo pone de inmediato en alerta, ya que esta llega llena de sonrisas y energía vibrante. Cuando la mirada de ambos se encuentra finalmente, durante una fracción de segundo Levi tiene la tentación de huir como un animalillo asustado, pero esta es más rápida y lo acorrala tras el mostrador, echándole los brazos al cuello para estamparle un sonoro beso en la mejilla antes de comenzar a reírse muy contenta.
—¡Hermano, feliz San Valentín! —le dice la prima de Eren estampándole una caja, de lo que él supone son chocolates, contra el pecho—. Espero que los disfrutes. Los he hecho especialmente para ti.
Sintiéndose algo conmovido por el gesto a pesar de que no desea hacerlo, Levi agradece con un cabeceo y acaricia la pelirroja cabeza de esta antes de dejar el paquete sobre el mostrador.
—¿No se supone que deberías darle esto a Farlan? ¿No es ese pobre idiota tu novio?
Izzi asiente, bullente de felicidad, y le regala otra de sus enormes sonrisas.
—¡Lo es! Y ya tengo su regalo listo, ¿quieres verlo? ¡Le he tomado una foto! —se apresura a decirle mientras saca su móvil y comienza a buscar hasta dar con la famosa fotografía.
Levi no puede evitar fruncir el ceño al ver una pesadilla de bombones en forma de coloridos corazones y flores que dejan en claro las altas habilidades de la chica en la cocina y también lo cursi que es. Repentinamente siente deseos de llamar a su amigo y avisarle sobre lo que le espera, aunque también puede ser simplemente para burlarse de él, no está seguro.
—Son… interesantes —añade, intentando fingir amabilidad. Isabel, no obstante, lo observa con aquellos ojos verdes, tan parecidos a los del mocoso, y suelta una vibrante carcajada que resuena por el local.
—No hay necesidad de mentirme, hermano. Los encuentras espantosos. —Compungido por haber sido descubierto, chasquea la lengua; pero Izzi solo sonríe aún más y le da una palmadita en el brazo—. Puedes estar tranquilo, los tuyos son totalmente normales y aburridos. Temí que no te atrevieras a comerlos si eran más divertidos.
Nuevamente sorprendido por su consideración, tira cariñosamente de una de sus coletas y esta vuelve a abrazarlo para despedirse, prometiéndole que le enviará fotos de lo que sea que Farlan le obsequie.
Tch, como si a él le interesase.
La partida de la bulliciosa Isabel deja, como siempre, una silenciosa estela de soledad en la tienda. Sintiéndose algo melancólico, lanza una nueva mirada a la cafetería de Hange pero sigue sin haber rastro de Eren.
Joder, le tocará esperar.
Durante los minutos siguientes, Levi se dedica a reponer algunos productos y a ordenar un poco aquí y allá. El repiqueteo de las campanillas de la puerta le indica de la llegada de un nuevo cliente, y tras avisar que irá enseguida, se apresura a la entrada… para no hallar a nadie.
Soltando un bufido de molestia por aquella pérdida de tiempo, voltea para regresar a su trabajo; sin embargo, con sorpresa nota que sobre el mostrador hay una pequeña caja blanca atada con una cinta azul. De inmediato desprende la nota que viene junto a esta, sonriendo y emocionándose como un tonto por el contenido de aquella misiva escrita con una letra alargada y caótica que conoce muy bien.
«¿Quieres ser mi San Valentín?», es todo lo que el mocoso ha escrito en ella, pero al ver de qué se trata aquel obsequio, un sentimiento cálido se expande dentro de su pecho. También fueron brownies el primer obsequio que Eren le dio, meses atrás, cuando este buscaba por todos los medios que él lo dejara ser parte de su vida, mientras que Levi solo pensaba en cómo conservar la distancia entre ambos.
Poniendo a calentar un poco de agua para hacer algo de té, saca uno de los pastelillos y lo coloca en un plato. Si ese es su obsequio de San Valentín, va a disfrutarlo. Que deteste aquella fecha no significa que no valore lo que Eren hace por él.
Sin embargo, su plácido momento de paz se ve interrumpido por la llegada de una nueva clienta, quien lo mira directamente nada más entrar.
Durante unos segundos Levi tarda en reconocerla, porque en esta ocasión no hay tintineantes pulseras de cuencas, ni chales brillantes, ni cabello trenzado; frente a él, simplemente, hay una anciana como cualquier otra, la cual sonríe al verlo como si fuese conocedora del mayor secreto del universo.
—¡¿Usted?! —suelta lleno de incredulidad, pero esta solo asiente con toda la calma del mundo.
—Sí, yo. Cuanto tiempo, ¿no? —Observando con atención la caja que aún está sobre el mostrador, sus velados ojos lo miran curiosos—. Vaya, ¿así que ya lo has encontrado? ¿No te dije acaso que lo harías?
Levi, sin poder creérselo, solo piensa en lo curiosa que es la vida, dando vueltas y vueltas para solo llegar, una vez más, al punto de partida.