Encuentro LXI:
Pide un Deseo
Un año realmente puede pasar demasiado rápido, o por lo menos eso es lo que Levi siente. Treinta de marzo ha llegado una vez más, con la primavera haciendo su aparición y llenando de color las tristes calles pintadas de invierno; un presagio de lo que está por venir.
Recorriendo en su coche el camino hasta la universidad de Eren, no puede dejar de pensar en cómo las cosas han cambiado durante ese año. Por esa misma fecha ellos ya habían comenzado a salir, y la fiesta de cumpleaños fue su primera vez conociendo a la familia y amigos de este. Ahora, un año más tarde, él mismo acabó convirtiéndose en víctima de Carla y el grupo de mocosos, quienes decidieron que debía ayudar tanto como ellos para darle una sorpresa a Eren.
Sí, claro. Como si fuese tan malditamente complaciente.
Y es por ese motivo que se dirige a buscar a su novio, dispuesto a poner en marcha su propio plan. Levi está seguro de que la sorpresa de este al verle será enorme, y eso lo motiva aún más.
Casi nada más aparcar el coche, ve al chico salir junto a Armin y Mikasa, hablando entretenidamente y riendo por algo que acaban de decir.
Decidido a conseguir su objetivo, Levi baja el cristal de la ventanilla y le llama, captando su atención. Los ojos de Eren lo contemplan llenos de asombro, pero es la sonrisa que se dibuja en aquellos labios la que hace que su corazón enloquezca.
Jodido mocoso.
Antes de que él pueda decir nada, Eren llega corriendo y se monta en el vehículo con la total confianza que le brinda la costumbre, tan radiante y eufórico como un día soleado.
—¿A qué se debe la sorpresa de que vengas a recogerme, Levi? —le pregunta mientras abrocha su cinturón y hace un gesto de despedida a sus amigos.
—A que te estoy secuestrando, mocoso —responde él tranquilamente, encendiendo el coche para salir de allí—. Hoy, eres mío. No voy a compartirte.
El sonido estrangulado que escapa de los labios de su novio hace pensar a Levi que este no puede creer lo que está ocurriendo, pero al volver el rostro para observarlo, ve que Eren ríe a carcajadas, una alegría tan sincera y completa que lo hace pensar en todas las cosas maravillosas que aquel año les ha brindado.
—¡A mamá le dará un infarto! —señala este, sin dejar de sonreír, mientras selecciona algo de música—. Seguro se enfadará con los dos por no aparecer en la fiesta.
—Tch, ¿y quién mierda te ha dicho que vayas a tener una fiesta? A lo mejor Carla solo desea verte para regañarte.
Una de las dramáticas cejas de Eren se eleva con total sospecha y su verde mirada se entrecierra.
—Por favor, Levi, no creas que soy tonto. ¡Llevas días sufriendo de estrés cada vez que mi madre te llama! Además, ayer te llegó un mensaje al móvil de Historia, ¡de Historia! ¿Por qué otra cosa, aparte de mi fiesta «sorpresa», podrías mensajearte con ella?
Su brazo abandona por un momento los cambios y golpea el costado de aquel mocoso descarado. Eren vuelve a reír, atrapando sus dedos bajo los suyos durante unos instantes antes de dejarlo ir una vez más.
El resto del trayecto es agradable, recorriendo la playa silenciosa y con la puesta de sol ya casi en ciernes. El sitio que finalmente elige para aparcar es un punto tranquilo y alejado de miradas curiosas, pero antes de que pueda pedirle al chico que baje, este abre la puerta y se apea del coche, prácticamente corriendo hacia la playa solitaria para acabar tumbándose en la arena.
—No es que me queje, Levi, pero si esta es tu idea de un secuestro, es demasiado terrible. Es realmente fácil que puedan encontrarnos —dice Eren fingiendo seriedad, seriedad que desaparece en cuanto él le tira un puñado de arena al rostro que obliga a este a incorporarse, indignado.
—Tch, que mocoso más problemático. Esta es solo la primera parte del secuestro.
—¿Y la segunda? —pregunta su novio lleno de aquella expectación infantil que ha aprendido a amar.
—Un viaje, a donde y cuando quieras. Pide un deseo y te lo concederé.
Los brazos de Eren rodean su cuello, tumbándolo de espaldas sobre la fría arena e impidiéndole escapar de su abrazo.
Levi quiere protestar, pero como siempre que se trata del mocoso, su cerebro y su corazón no parecen ir a la par, por lo que acaba rodeando su cintura con un brazo y Eren sonríe, con aquellos brillantes ojos cargados de promesas y aquella maldita sonrisa que desde un principio volvió su mundo del revés.
—¡Entonces vámonos! ¡Ahora!
—¡¿Hoy?! —pregunta él lleno de incredulidad. El mocoso asiente.
—Sí, hoy. Vámonos a la aventura, Levi, ¡y casémonos! Has que mi cumpleaños valga la pena.
A pesar de sus mil dudas, porque ya han acordado su boda para Navidad y Carla está entusiasmada, a pesar de saber que es una locura, algo en su interior se enciende. ¿Acaso no son siempre así las cosas para ellos? Impulsos y situaciones imposibles; negación y aceptación a partes iguales. Dos opuestos que jamás deberían haberse encontrado y que, sin embargo, han decidido compartir su vida juntos.
—Está bien, hagámoslo —acepta con un suspiro—. Mierda, tu madre me matará.
—Probablemente; pero estoy dispuesto a compartir el castigo.
Y mientras su mano se enreda entre los cabellos de este y su boca busca aquella otra que conoce tan bien, Levi sabe que es lo correcto; lo siente en sus venas, lo siente en el alma, porque por mucho que desconfiara de «ese algo llamado amor», este llegó a su puerta de golpe, violentamente, brutalmente, y antes de darse cuenta siquiera, su frío corazón dejó de pertenecerle, cayendo en manos de aquel chico de enormes ojos verdes y sonrisa fácil que le dio la valentía suficiente para arriesgarse. Y él, en su infinita terquedad, sabe que no existe un mejor sitio para este.
FIN