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El Error que Cometí por AniBecker

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Notas del capitulo:

¡Holichis! 

¡¡Aquí traigo la continuación!! Me moría de ganas de escribir que pasé de todo esta tarde para poder tenerla hoy mismo jejeje. 

Nuevamente, un millón de gracias por todos vuestros preciosos comentarios, los amo muchísimo y adoro leerlos y responderlos. 

Sin más, espero les guste el capi ^^

Por fin había llegado el fin de semana, y con ello la fiesta tan esperada de cumpleaños de Mamoru. El pequeño se sentía feliz de poder celebrarlo con todos sus amiguitos. Pero lo que le hizo pensar al Uchiha mayor, fue cuando su hijo le dijo que había invitado también a Keiichi.

Sí es cierto que él le dijo que invitara a todos sus amiguitos, sin excluir a ninguno porque eso no estaba bien, pero se sentía nervioso de saber que podría volver a tener que encontrarse con Naruto, o peor aún, que le haga menos caso aún a su hijo del que le hacía ya.

También pensó que quizá no dejara que el niño viniera al cumpleaños, sabiendo ahora de quién se trataba, y esperaba que, independientemente de tener nada en contra del pequeño, todo lo contrario porque le había parecido de lo más tierno y encantador, Naruto decidiera no llevarlo al cumpleaños.

La celebración se haría en un local de diversiones, en el que los niños tenían piscinas de bolas, colchonetas e infinidad de toboganes y pequeñas atracciones para pasarlo en lo grande. Menma había querido que fuera ahí diciendo que él, cómo padrino del niño, eso sería una parte de su regalo de cumpleaños.

Los amiguitos tanto de clase como de su nuevo equipo de fútbol fueron llegando poco a poco, saludando a Mamoru y entregándole el regalo que traían para él, quién no quitaba de su rostro una gran sonrisa al ver cómo todos sus amigos habían venido a celebrar con él.

Cuál fue el sobresalto de Sasuke al ver llegar a Naruto junto con Keiichi. Tenía la esperanza de no tener que cruzárselo más.

—¿Sabes? —se acercó a él, después de saludar al pequeño rubio e indicarle dónde se encontraba Mamoru y que fuera hasta él—. Parece un poco hipócrita de tu parte presentarte aquí.

—Hipócrita, por qué, a ver-dattebayo —se cruzó de brazos molesto por ese recibimiento.

—Porque vienes como el padre del amigo de Mamoru, en vez de como padre de Mamoru. ¿No se te hace extraño venir como el padre de un amiguito al cumpleaños de tu propio hijo?

—No me ataques que yo no lo hice contigo —el de ojos oscuros fijó su vista en el gran paquete envuelto en un bonito papel de dibujos. Keiichi, que se había acercado a saludar a Mamoru, le indicó que fuera con él junto a su padre para entregarle su regalo.

—Mamoru-kun, ven a abrir mi regalo —lo llevó medio a rastras, tirándole del brazo con alegría.

—¡Qué grande! —exclamó con sus ojitos azules bien abiertos—. ¿En serio es para mí? —el rubio asintió, dándole permiso para que lo abriera—. ¡Qué genial, es una bicicleta! ¡Mira papi, es una bicicleta! ¡Muchas gracias, Naruto-san, me encanta! —el corazón del Namikaze se estrujó al ser llamado de esa forma.

—Es un regalo costoso, ¿por qué se lo compraste? ¿Te sientes culpable de no haber estado con él ni haber celebrado más cumpleaños que, al primero que asistes es cómo el padre de su amigo?

—Yo… sé que he sido y sigo siendo un desgraciado, y que renegué de Mamoru desde que nació, pero… yo quería hacerle un gran regalo. Lo he hecho mal, lo sé, y después del otro día, quisiera enmendar al menos mi error, y decirle a Mamoru quién soy.

—No —negó con rapidez—. No quiero que le digas quién eres, no quiero que nunca sepa que eres el padre que renegó de él. No quiero que sufra ni que sienta el dolor de haberse visto rechazado.

—¡Pero yo tengo derecho de decirle que soy su padre-ttebayo!

—El derecho lo perdiste en el momento que pensaste, dudaste y creíste que no era tu hijo —respondió molesto—. A ti lo que te pasa es que desde que tu hermano te dijo que él quisiera ser el padre de Mamoru, quieres evitarlo, por eso ahora quieres aparecer como padre, pero no porque lo sientas, sino porque no quieres que tu hermano llegue a ocupar el lugar que tú mismo no quisiste ocupar.

—¡Eso no es así! Quitando de que mi hermano no debe meterse en este asunto, porque Mamoru no es nada de él, yo quiero al menos que sepa que soy su padre.

—¿Y qué excusa le pondrás cuando te pregunte por qué en estos cinco años no apareciste? ¿Y por qué cuándo lo viste por primera vez no le dijiste nada y actuaste como un desconocido? Te prohíbo que te acerques a Mamoru.

—Sabes que si quiero, puedo quitarte la custodia, ¿verdad? —Sasuke tragó seco, al saber que el rubio era capaz de hacer una cosa así, pero no iba a permitirlo tan fácil.

—¿Qué le dirás al juez cuando vayas a pelear la custodia? ¿Qué no quisiste saber nada de él porque una supuesta prueba salió negativa pero ahora sí quieres su custodia? ¿De un niño que supuestamente no es tu hijo?

—Quizá no debí dudar de esa prueba tan fácil, pero exijo la custodia de Mamoru como no me permitas decirle que soy su padre.

—Inténtalo —interrumpió una voz a su espalda. Se giró y se encontró con Shisui, acompañado de Itachi—. Tú sólo inténtalo si eres capaz, porque el que tiene las de perder, vas a ser tú.

—Vaya, ya estaba tardando el querido hermanito mayor a la defensa de su amado Ototo. ¿Y vosotros quiénes sois para meteros dónde no os llaman?

—Cuidado como te diriges hacia notros, ya que somos la autoridad —El Uchiha mayor sacó su placa policial—, y cómo empieces con amenazas verbales o a comportarte de una forma que no deberías, no dudaré en llevarte detenido.

—Naruto, si lo que querías era montar un espectáculo, es mejor que te marches —habló ahora Sakura, acercándose a ellos al ver cómo alguno de los niños habían dejado de jugar para observar cómo los adultos discutían—, porque no voy a consentir que destroces la fiesta de Mamoru-chan.

—Y si tanto que insistes en querer decirle quién eres, arruinarle su fiesta de cumpleaños, que vea como le gritas a su padre y hacerlo que se entere de la peor manera de quién eres, sólo vas a conseguir, si ya de por sí me imagino que te rechazaría, lo haría de esa forma más aún —dijo Menma, también interviniendo en la conversación.

—Lo mejor será que te vayas, no voy a permitir de que Mamoru tenga un mal recuerdo de su fiesta de cumpleaños —tanto Shisui como Itachi lo sujetaron de los hombros haciéndolo salir del local.

—¡Un momento! No me voy sin Keiichi.

—No te preocupes por él, yo me encargo de llevarlo a tu casa después de la fiesta, pero tú te tienes que marchar —sin darle tiempo a seguir reprochando, fue sacado del lugar.

—¿A dónde fue mi papá? —preguntó el pequeño Keiichi acercándose junto con Mamoru—. ¿Es que pasó algo malo?

—Tranquilo, se tuvo que ir para atender unos asuntos de la empresa, pero yo luego te llevo hasta tu casa, ¿vale? —Menma le acarició los cabellos con ternura para tranquilizarlo y hacerle ver que no pasó nada malo con su padre.

El niño asintió no muy convencido, pero se le pasó la preocupación al ver cómo algunos amiguitos lo llamaban a él y al pelinegro, por lo que se marcharon con rapidez a la zona de juegos.

Sasuke se dejó caer en una silla, completamente preocupado. Si Naruto llevaba a cabo su amenaza y pedía pelearle la custodia de Mamoru, temía que fallaran a su favor y se la dieran. Si le quitaban a su hijo, él se moría.

—No debes preocuparte, ningún juez le daría la custodia —le dijo Shisui—, después de que él mismo renegó desde que nació a Mamoru.

—Además, nosotros no lo vamos a permitir —abrazó a su hermano—, tiene todas las de perder.

—Yo creo que fue por la cosa del momento, pero en el fondo no creo que sea capaz de hacerlo.

—Y si se atreviera, ya tendría yo un as bajo la manga —aseguró Menma, sentándose en la silla de al lado suya y abrazándolo también. El Uchiha se deshizo del abrazo de su hermano y se dejó abrazar por el pelinegro.

—Alegremos esas caras, o al menos lo intentemos, no hagamos que Mamoru-chan se preocupe por verte triste en su cumpleaños, este momento es solamente de él, y no dejaremos que se vea opacado por un pequeño percance por el idiota de Naruto.

—Sakura tiene razón, olvidémonos de esto por el momento y ve con tu hijo, que es momento de que sople las velas de la gran tarta de cumpleaños —le sonrió.

El resto de la tarde transcurrió con total normalidad, Mamoru terminó de abrir todos los regalos que recibió con una gran sonrisa de agradecimiento, y después de divertirse y jugar con sus compañeros, llegó el momento de soplar las cinco velitas que adornaban el gran pastel que le hizo su tía Sakura.

Después de la fiesta, Menma llevó hasta su casa al pequeño Keiichi, quién se sentía feliz de tener por primera vez trato con su tío, porque sabía que él, era el hermano de su papá, se le parecía muchísimo, sólo se diferenciaban en el color de cabello.

El niño le fue relatando cosas de su vida que el mayor le iba preguntando, hasta que llegaron a un gran edificio de apartamentos. Keiichi le indicó su vivienda y subieron hasta ella, llevándose una sorpresa que quién le abrió la puerta fue Kurama.

—¿Qué haces tú aquí y por qué traes a mi hijo? —preguntó a modo de saludo—. ¿Dónde está Naruto?

—Hola a ti también, cuñadita, cuánto tiempo sin vernos —respondió, con sarcasmo—. Mi querido hermanito no sé dónde esté, tuvo que marcharse del cumpleaños y por eso yo le traigo.

—Ah, claro, el bastardo del Uchiha lo retuvo, es eso, ¿verdad? ¿se quedó con él?

—No digas estupideces, no se quedó con él.

—Es verdad, mami —habló con algo de temor Keiichi—, papá se tuvo que ir en mitad de la fiesta por un asunto de la empresa —corroboró el niño, y Menma sonrió satisfecho.

—Ya ves que, con Sasuke, no está. De todas formas, si así fuera, yo no se lo permitiría.

—Entra dentro —le tomó de la muñeca con falta de delicadeza al rubio, para que entrara dentro de la casa—, y ve a tu habitación.

—Oye, no lo trates de esa forma, le haces daño —se quejó el de orbes azules.

—No me digas cómo tratar a mi propio hijo, no le hice nada, sólo lo tomé de la muñeca.

—Sí, pero con fuerza. Eso se puede considerar maltrato, ¿lo sabías? —la pelirroja refunfuñó.

—Lo que me faltaba, primero el bastardo de Uchiha me acusa de maltrato, y ahora tú me insinúas que maltrato a mi hijo. ¡Por favor, desapareced de una buena vez y dejad de decir tonterías!

—De tonterías nada. Y créeme que como yo me entere de que le haces daño, tomaré cartas en el asunto, no pienso quedarme quieto si me entero de que maltratas a mi sobrino —la amenazó.

—No tienes pruebas de que yo le haga nada, ¿tan mala madre me ves, para que sea capaz de maltratar a mi propio hijo?

—Por eso mismo es por lo que dudo de ti —se cruzó de brazos, encarándola.

—¿Qué se supone que estás insinuando?

—¿Yo? Nada, sólo son conjeturas mías. ¿Le dijiste a mi hermano que antes de supuestamente estar con él, te acostaste conmigo? Bueno, conmigo y con media empresa y vete tú a saber con quién más.

—¿Me estás llamando zorra? —el moreno se llevó a su barbilla, como pensando.

—Creo que ese calificativo, te vendría de perlas —una mano se estrelló en su mejilla.

—Ni te atrevas a insultarme, maldito bastardo. De todas formas, puedes decirle lo que quieras, porque ya no serviría de nada, él está casado conmigo, y con un hijo en común, como puedes ver.

—Fíjate que yo que pensé que le ibas a encasquetar a un hijo que no era suyo… Pero aún así tengo mis dudas.

—Si te sientes dolido porque no me quedé contigo y sólo fuiste un pasatiempo para mí, mala suerte, porque tu hermano es mil veces mejor que tú —le dijo con sorna, intentando herirlo en su orgullo de hombre, pero Menma sonrió.

—¡Já! Si piensas que me siento rechazado por ti o dolido porque te hayas conseguido a mi hermano, la llevas clara, porque no me interesas en lo más mínimo, nunca me interesaste, tú también fuiste para mí sólo un pasatiempo, porque además, yo fui quién dijo que nuestra relación sólo se basaría en sexo y nunca en algo más —Kurama fue quién se sintió dolida en su orgullo con las palabras del Namikaze, pero aún así, contraatacó.

—Vaya, parece ser que como te sientes solito ya tienes con quién entretenerte… ¿ya te abrió las piernas el bastardo del Uchiha? No me puedo creer que prefieras a un hombre antes que a una mujer, seguro que él, no es capaz de hacerte todo lo que yo te hacía —le insinuó, muy cerca de su oreja.

—No te permito que insultes a Sasuke, y mira, sí, lo prefiero a él mil veces antes que a ti, porque él, sí es una persona que se hace respetar, y no se acuesta con el primero que pasa, cómo por ejemplo tú, sólo mírate, estando casada con mi hermano, y bien que te me insinúas, eso tiene una palabra, ¿lo sabías?

—No te creas tanto, por nada volvería a acostarme contigo, como ya te dije, tu hermano es mucho mejor que tú.

—Pues que te aproveche. Los dos sois en verdad tal para cual, pegáis como pareja, sí —afirmó, cruzándose de brazos sin dejar de sonreír, cosa que molestaba a la mujer.

—Si no tienes ninguna estupidez más que decir, puedes irte por dónde viniste, porque aquí, no eres bien recibido.

—No te preocupes, ni que me fuera a querer quedar a ver tu cara por más tiempo. Te lo advierto, te mantendré vigilada, no me creo para nada de que no le hagas nada a mi sobrino —sin más, se empezó a alejar, ignorando los gritos de aquella mujer molesta.

El haberla visto le había afianzado aún más su duda, que a toda costa quería resolver cuanto antes.

.

.

Sasuke estaba preparando todo para marcharse a trabajar mientras esperaba a que Menma viniera a quedarse con Mamoru, ya que tenía una guardia de 24 horas por delante y el pelinegro se ofreció a cuidarlo como hacía en más de una ocasión. No pasó mucho tiempo cuando el Namikaze llamó a la puerta, quién lo saludó con una sonrisa y un beso en la mejilla, demasiado cerca de la comisura de los labios.

—Gracias por quedarte con Mamoru, y perdón por hacerte madrugar en domingo, si te supone algún problema se lo puedo decir a mi hermano.

—No te preocupes, no me supone ningún problema quedarme con Mamoru-kun, yo encantado me quedo con él —le sonrió, sentándose en el sofá.

Había pasado ya algunos días de aquel beso y todavía no habían hablado de ello. Quería dejarle en claro que ese beso para él sí significó algo, y que tenía sentimientos por él y quería que le diera una oportunidad y empezar una relación, pero sabía que ese no era el momento, ya que el azabache estaba a punto de irse a trabajar.

Quizá para el próximo fin de semana lo llevaría a cenar y a confesarse como debía ser. Sólo esperaba no ser rechazado.

—¿Y Mamoru-kun?

—Aún está durmiendo, está muy cansado de ayer, cuando pase una hora, si no se ha despertado, lo levantas, no quiero que duerma mucho sino en la noche le costará dormirse.

—Es que se lo pasó muy bien en su fiesta, se sentía muy ansioso de que llegara el sábado para poder celebrarlo con sus amiguitos —sonrió, recordando la carita de felicidad del pequeño.

En ese momento, sonó el timbre nuevamente, y se sorprendió Sasuke, ya que no esperaba a nadie en domingo. Al abrir la puerta, se llevó una gran sorpresa.

—Pregunto por Uchiha Sasuke, ¿es usted? —dijo un mensajero uniformado, y por inercia el azabache asintió—, le traigo una notificación del juzgado. Firme aquí, por favor —más por mecánica que por otra cosa—. Gracias, que pase un buen día —y dicho esto, el hombre se despidió y marchó.

—¿Qué mierdas es eso? —preguntó Menma levantándose del sofá y yendo hasta él, que aún estaba delante de la puerta, quieto y con el sobre entre sus manos—. ¿Mandan una notificación un domingo?

Sasuke abrió con dedos temblorosos el sobre, para ver que la notificación del juzgado era ni más ni menos que la pedida de la patria potestad de Mamoru por parte de Naruto. Sus palabras se habían cumplido y había actuado con suma rapidez, ¿qué iba a hacer ahora si le quitaban a su hijo?

Estaba seguro de que a Naruto no le importaba en lo más mínimo tener la custodia de Mamoru, no le hizo caso en estos cinco años, y si ahora la pedía, sólo significaba que quería competir con su hermano Menma, intentando que de ese modo, si él tuviera algo con el pelinegro, éste nunca llegase a ser una figura paterna del niño.

—¡Será desgraciado! —rugió el Namikaze, furioso—. ¡No lo creí tan bajo!

—¿Qué se supone que voy a hacer ahora? ¿Y si me gana la custodia?

—No lo voy a permitir, lo hace por un maldito orgullo y capricho. Escúchame bien, pase lo que pase, no voy a permitir que Naruto gane la custodia de Mamoru, aunque sea lo último que haga.

—Pero tú no podrás impedirlo, él es su padre —dijo con frustración.

—Tranquilo, yo me encargo de todo. Todo va a estar bien —lo abrazó, tratando de tranquilizarlo.

Quería primero investigar y hacerlo de una forma desapercibida, pero esto era algo muy urgente, debía adelantar sus ideas y planes por el bien de Sasuke y Mamoru. No iba a permitir que ninguno de los dos sufriera, y mucho menos que su hermano, se saliera con la suya de esa forma.

Notas finales:

Gracias por leer :) ¡Saludos! ^^


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