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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! 

Muchas gracias por todos sus comentarios tan alentadores.  ¡Son enormemente apreciados y motivadores!

Antes que nada, una disculpa,  debí haber subido capitulo el lunes de la semana pasada -  no me gusta perder el ritmo-  pero se me atravesaron unos reportes.

¡Espero les guste!

Cápitulo IV 

Sentimientos 

 

Shun cerró la puerta de la casa con mucho cuidado, tratando de que el seguro metálico de la cerradura hiciese el menor ruido posible; cuando se sintió seguro finalmente suspiró y se recargó la pared, sonrisa bobalicona en el rostro húmedo.  Poco le importó que su empapado cabello aun soltase gotas en el piso de madera.  Recuperaba el aliento después de la adrenalina, y de las emociones que había experimentado. 

El sonido de la motocicleta ya no se escuchó, había pedido que le dejasen unas casas atrás para evitar despertar a Ikki con el ruido; Hyoga había accedido estacionando la maquina atrás, pero le había acompañado hasta la puerta en un gesto que mismo Shun encontró reconfortante.  Mas segundos para su presencia, y aunque Hyoga se había retirado hacía bastantes, el mismo recuerdo de todo lo ocurrido en el día le hacía sonreír y sentir una extraña emoción que subía desde el vientre y se esparcía por el pecho y los brazos.

Una extraña forma de plenitud mezclada con la aventura.

Caminó hasta la escalera de madera con sigilo, de nuevo, intentando hacer del silencio su mejor aliado. Pronto llegó a la planta alta.

­— ¿Vienes llegando?

Shun dio un brinco que lo hizo aferrarse del pasamanos, y llevarse la mano libre directo al pecho — ¡hermano!… me va a dar un infarto.

­— ¿Por qué tanto silencio Shun? — Preguntó, más que molesto, curioso, poniendo los brazos en jarra con las manos en las caderas.

Algo que para nada le agradaba el menor,   porque sabía que vendría a continuación una larga racha de preguntas cuyas respuestas preferiría guardarse para sí.

— Pensé que dormías, no quería despertarte — contestó de manera sencilla, ligera sonrisa culposa en el rostro, técnicamente no estaba mintiendo.

Ikki asintió, la respuesta media satisfactoria pero aún requería más información. Shun ya no era un niño, podía bien cuidarse a sí mismo, era prudente y bastante sensato, pero cuando estás en un lugar nuevo que apenas conoces, salir a dar la vuelta y llegar pasada la meda noche no parecía lo más coherente.  El mayor se aclaró la garganta, suavizando el tono de su voz para que no saliera similar a la de un paranoico padre sobre-protector, sobre-preocupado, más bien, de cómplice. Shun era joven, quería hacer cosas, vivir experiencias, no podía negárselo, él mismo era del tipo de personas que se iban sin un plan directo, mochila al hombro y a la aventura.   Pero él era el hermano mayor, tenía que asegurarse de que Shun estuviese bien.

Ikki arqueó una ceja — ¿A dónde fuiste?

Shun, aun con la ropa mojada y el pelo pegado a su cara, alzó la vista con la esperanza de que su hermano al ver ese estado dejara el tema para otro momento. No funcionó.

—Bueno…- vaciló un poco, no le gustaba mentir, no a Ikki sobretodo— Fui a muchos lugares… a un lugar de comida rápida ya sabes…fui por un helado, y a jugar…

— Sí que te ha tomado tiempo.

­— El helado estaba enorme…— Sonrió y no precisamente por el helado. — Luego llovió ¿Ves? — señaló su cuerpo con ambas manos. — Más que nada eso me retrasó.

­Ikki asintió y caminó hasta su cuarto, dispuesto a dejar el tema por el momento — Báñate o te vas a resfriar.

Shun asintió arrastrando los pies hacia el cuarto de baño — Siii — Pero indudablemente complacido de que su hermano dejase el tema por la paz.

Al menos por ese momento.

 

**********************************************************************

 

La mañana del sábado fue significativamente diferente para cada uno de los santos.  Hyoga era quien se había sentido con más energías al despertar, cómo si le hubiesen cambiado la batería por una nueva; hasta se había despertado más temprano de lo usual,  había desayunado,  salido a correr,  lavado a Cygnus y hasta se había tomado un buen baño refrescante.

Se encontraba de un humor tan magnífico como hacía meses no se sentía. El recuerdo de los suaves labios sobre los suyos, una acción tan inesperada como maravillosa, la sensación de la lluvia como una forma de asegurarle que no se estaba inventando aquel beso, y al mismo tiempo enalteciendo al rebeldía del momento.

La sonrisa auto complacida y el brillo de sus hermosos ojos azules, difícilmente desaparecerían de aquel atractivo rostro… Al menos no en un par de horas.

No es que estuviese hablando específicamente de un encuentro fortuitamente romántico –aunque bien lo era, con todas sus letras - Pero Hyoga tendía a pensar en sí mismo como una persona más realista que idealista; Shun le gustaba y mucho, de aquello no había duda alguna, le había llamado su físico, no iba a negarlo, pero sobretodo el aura misteriosa y a la vez tan sencilla que emanaba.  Contentarle con un helado; hacerle correr por la lluvia, descubrir sus aficiones; defenderle, verlo defenderse, ver su lado de ternura al avergonzarse de ciertos rumores, y al mismo tiempo recibir la grata sorpresa de su beso, robado.

Shun era, en sí mismo, una paradoja que envolvía a Hyoga de una manera un tanto confusa.  De manera tal que incluso si sonaba un poco absurdo era incapaz de sacárselo de la cabeza aun con las pocas horas de convivencia. 

Es más, ni siquiera se lo había podido sacar de la cabeza desde el momento en que lo vio, con su porte delicado y fiero al mismo tiempo, cargado de un erotismo tan sutil, y al mismo tiempo un ápice de aire inalcanzable.  Había jugado muy bien.

No iba a negarlo eso también lo hacía sentir vulnerable. Pero de una forma tal en que estaba dispuesto a exponerse más y más.  Aunque tuviera que enfrentar a Ikki por un helado más, una salida más, verlo comer una cereza más y obtener un beso más.

Aquel pensamiento lo hizo abrir los ojos sorprendido ante sus propios impulsos.  Llegar lejos por una persona con la que apenas había interactuado. Desde luego deseaba que Shun mismo lo eligiera, amaba sentirse especial de una manera tal que Andrómeda fuese quien lo había buscado.

Oh, si aquello agasajaba su ego en la manera correcta.

Más allá de la leyenda que se arremolinaba entorno a la identidad de Shun, y de las palabras de despechados en el bar de Misty, Hyoga se hinchaba de orgullo como pavorreal por la noche anterior.   Quizás dejándose llevar por sus emociones, pero al final de cuenta eran emociones nuevas, que jamás había experimentado.

Y si eso significaba pecar de ridículo, bien lo valía.

De alguna forma insospechada, Hyoga se encontraba descubriendo facetas nuevas de su propia personalidad. Quizás ahora se encontraba aterrado de su disposición para ir más allá de lo pensado.  Descubrió que se encontraba abierto a la posibilidad de que Shun de verdad podría convertirse en su persona favorita.

Y se descubrió a sí mismo como un romántico empedernido.

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Por otra parte, Seiya se encontró a si mismo quemando su furia – una furia inexplicable-dando las vueltas en Pegaso raspando el pavimento de la carretera hacia la montaña, dejando marcas.

Era sábado y el club solía reunirse, sin embargo no los había llamado, se había reservado hacerlo.  Seiya, se sabía, incapaz de manejar ciertas emociones a discreción.  No podía negarlo, era su temperamento de sagitario el que le hacía no guardarse las cosas y a veces ser terrible y estúpidamente honesto.

Seiya no era tibio, jamás lo fue. Era apasionado en todo lo que hacía, pensaba, decía…  Haber llamado una reunión de los tres santos bien habría significado un encuentro áspero con Shiryu. Aun cuando sabía que no tenía derecho a reclamarle absolutamente nada.

Pero le irritaba, eso no podía negarlo.

Había despertado con el sabor amargo en la boca de aquel que se levantó a media madrugada a empacarse un cigarrillo para calmar su absurda ansiedad. Shiryu, su buen amigo Shiryu se encontraba en su casa, donde se suponía estaba solo, con Ōko. 

¿Por qué le molestaba a sobre manera? Seiya analizó las respuestas, cada una a la luz escasa de la farola que entraba a su recamara. Las sopesó con cada trozo de ceniza que se desprendía. No tuvo resolución, tuvo que dormir con la duda en sus pensamientos.

 Y se encontraba buscándola con el viento en contra, con la velocidad y la adrenalina.

Preocupación, eso fue lo que le vino a la mente.  No sólo porque al haber estado en una relación, Shiryu había prácticamente dejado de asistir a sus reuniones, salidas y carreras. Ōko le absorbía tanto al grado que era ridículo… pero más allá del egoísmo que le dictaba que le robaban a su amigo y compañero de batalla…mucho más allá de eso, la forma en que Shiryu había sufrido por ese sujeto.

El solo recuerdo de ver a su amigo Dragón tan falto de motivación por las estupideces de ese otro sujeto, le hicieron acelerar al sentir la sangre hervir.  ¡Las ganas que había tenido entonces de buscarlo y romperle la cara! 

Para su sorpresa no se habían desvanecido en lo más mínimo.   Cuando llegó a un claro donde se reunían todos los corredores, Seiya se dirigió a tomar algo de comer sin realmente interactuar con los presentes.  Escuchaba que estaban llevando a cabo apuestas, pequeñas carreras de improviso, nada complicado.  Pero Seiya se encontraba demasiado enfrascado en sus iracundos pensamientos para prestarles atención…de momento.

Su Omurice sufrió los embates de su ira al ser cortado sin piedad con los palillos. Un suspiró salió de los labios del chico a la par que tomaba el celular.  Tenía que hablarlo con alguien, alguien que le dijera que tenía la razón en enojarse, en sentirse desesperado.

En preocuparse.

Mandó un mensaje, sabía que podía hablarlo con Hyoga, después de todo él había estado presente durante todo el calvario y pesado episodio del año pasado, había sido fuel testigo de todo el caos desencadenado, de cada desplante y plantada, de cada palabra de Ōko y de cada mal momento de su amigo Shiryu en momentos de desesperación.

Quería pensar que no estaba siendo irracional.

[Adivina qué, Hyoga, ayer fui a casa de Shiryu, y el idiota ese estaba ahí]

La respuesta fue casi inmediata. [¿Ōko? ¿Volvió? ¿Dónde estás?]

Después de mandar su ubicación dedicó tiempo a devorar su desayuno y emberrincharse por unos minutos más en los que su amigo rubio tardaba en llegar. 

Sin embargo el drama de Ōko no era exclusivo del moreno, si había que hablar con honestidad, era más bien el problema de Shiryu.

Para el pelinegro, el regreso de su ex novio había resultado en una enorme sorpresa que él mismo no podía encontrar una forma de catalogarla. ¿Era agradable? Ciertamente, ¿Oportuna? No. Era terriblemente confusa, y le hacía sentir que en cualquier momento se iba a partir por la mitad, gritando.

Tratar de superar a Ōko había sido lo más difícil que había tenido que hacer.  Olvidar los mensajes de cada mañana, las caricias, las risas. Cada dulce compartido y cada pequeño y gran beso recibido. Hacerse a la idea de que no habría más visitas inesperadas, paseos nocturnos y cenas improvisadas…

…Hacerse a la idea de que alguien había elegido por sobre de él.

…Aceptar que no había sido amado de la misma forma en que él había entregado el corazón.

¿Cuántas noches había pasado llorando? ¿Pidiendo que todo fuera un mal sueño? ¿Cuántas veces había mirado las cosas que Ōko había olvidado en su cuarto esperando que volviera?

¿Cuántas tardes de ansiedad habían pasado cuando alguien le preguntaba al respecto?

¿Cuantas veces y cuánto había pasado hasta el momento en que fue capaz de seguir con su vida para darse cuenta que ya no le dolía tanto?

Arrojar la maleta con las cosas de Ōko a la basura, había sido el paso que marcaba lo definitivo. Deshacerse de cada detalle que le recordase su existencia y sin embargo…ahora se encontraba ahí, con insomnio, con el aroma de Ōko aun, tan cerca, con la sensación de sus fuertes labios contra los suyos.

Se sintió tan débil, tan frágil, tan fragmentado.

Porque una parte de sí le pedía llamarle, escribirle, pedirle que volviese, que no había nadie en casa que se encontraba asustado de sí mismo y necesitaba de su abrazo.

Porque la parte más sensata de todo su organismo le gritaba, que tuviera más fuerza, que alzase el rostro con dignidad, que no se permitiera caer; que lo habían dejado en el pasado una vez y que ese hombre debía entonces permanecer en su pasado.

Fue como regresar el tiempo.  Un año entero, de frustraciones y batallas internas, cuando por fin pudo sentirse bien, cuando por fin pudo volver a disfrutar de lo que hacía antes, cuando tras entregarse por completo a la pista la adrenalina le había hecho sentir que un podía sentir de manera positiva.

Fue como si todo se volviese añicos en un instante. Como si los meses de pelea con sus conflictos internos desapareciesen en un pestañeo.  Shiryu trago saliva, pesadamente, con el ardor en la garganta.  ¿Qué podía perder? ¿Qué podía ganar?

Había aferrado el teléfono, incapaz de realizar la llamada, de mandar el mensaje. Y Cerró los ojos, a las 7:00 am después de cavilar toda la noche. 

Despertó a las dos de la tarde con el ánimo por los suelos, pero finalmente, cediendo a su instinto básico más simple, dejando que el corazón ganase sobre todo ápice de razón, marcó el número que se sabía de memoria.

­— ¿Ōko? …¿Puedes venir?

 

**********************************************************************************************

 

— ¿Y? ­— Ikki remojaba un trozo de pescado en salsa antes de llevárselo a la boca. 

Su hermano frente a él, acomodaba los trastos en sus respectivos lugares. Ya había almorzado, y dedicaba tiempo a otras labores.

— ¿Y? — ­Shun repitió, con poco ánimo de seguir charlando, sabiendo a donde se iba a dirigir la charla. Se sirvió algo de jugo de lichi y se sentó enfrente, intentando parecer más seguro.

Ikki le miró con gesto de obviedad, queriéndole decir no te hagas.  Pero conocía a Shun, esa faz de inocencia bien podía esconder cierta testarudez. Y cinismo, mucho cinismo.

­— ¿Ese es el nuevo incauto?

Shun abrió los ojos en un burdo intento de fingir demencia, ladeó la cabeza — ¿De qué hablas?

Cygnus

El otro se atragantó levemente con el jugo. ­— ¿Así que te asomaste?

— Te vino a traer que amable — dijo con sarcasmo — ¿Ya lo engatusaste?

El peliverde frunció el ceño — Yo no hago eso.

Ikki suspiró y lo miró de frente, apuntándole con los palillos — ¿Qué paso con el último la otra vez? Tuve que golpearlo.

­— No tenías que—

Shun — dijo severo, aun apuntándole — Te faltó al respeto.  

Hermano es de mala educación apuntar a alguien con los palillos…— se llevó la mano al pecho.

Ikki bajó los palillos. — Así que después de todo ese sujeto si te buscó.

Shun no pudo evitar sonreír. Él lo había buscado, técnicamente. Cerró los ojos con cierta autocomplacencia — Hyoga.

— Ah, ¿así que ya tan personal el asunto?  Después de estrepitosa derrota debería darle pena…me lo voy a madrear

­— ¡No!… ­— suspiró — El en realidad es un buen chico, me defendió de unos sujetos que me molestaban… Y-

— ¿Quién te molestaba? — Ikki frunció el ceño.

Shun movió la mano para restarle importancia ­— nadie, los golpeamos, Hyoga los golpeó, y después nos echamos a correr — comentó divertido.

Ikki le miró intrigado ­— ¿Sabe tu verdadero nombre?

El menor de los dos asintió, mirando con calma el contenido de su vaso —Lo sabe.

Ikki sabía que su hermano se reservaba decir su nombre para evitar que personas molestas lo buscasen. Shun creía que el nombre propio conllevaba a tener nombre sobre las personas, podría ser pronunciado con enojo y despecho, con odio y rencor, o ser pronunciado con ternura, con dulzura y cuidado.

Justo de la forma en que Hyoga lo hacía.

Shun-Shun-Shun

El chico sabía que su nombre y su persona estaban seguros en los labios del ruso.  Y esperaba poder darle la misma sensación, acariciando su nombre de forma delicada. Como besando el sonido. Hyoga.

Pero para Ikki, verlo tan metido con una persona, significaba problemas. No sólo por aquello del reto y de la eventual platica del “dime qué carajo buscas con mi hermano menor” sino por la situación que ambos arrastraban. La inestabilidad de sus vidas, lo móvil, lo inesperado.

No quería ver a Shun con el corazón destrozado.  Jamás lo habían enamorado, jamás alguien lo había hecho sonreír ante sus ojos de una manera tan cristalina, tan iluminada.  Jamás alguien había logrado que el joven muchacho de 17 años, entregase una parte tan importante de sí mismo tan rápido.

Ikki temió, temió por su hermano, ¿Y si no era fructífero? Pero más que nada, no lo podía evitar, la cosquilla de celos, de que alguien robase el tiempo de su hermano menor justo cuando lo había recuperado.

¿No había podido ocurrir un año más adelante? Vaya vida la suya.

. — Shun. Recuerda la razón por la que estamos aquí…

Aquello hizo que el semblante del muchacho peliverde se entristeciera, sus brillantes ojos se miraron faltos de vida por un instante, pero asintió acongojado.

­— Estoy consciente de eso… — respondió aferrando el vaso —pero hasta entonces, por favor, permíteme estar a su lado…

Ikki le miró con tristeza — Shun… es demasiado pronto, no te enamores.

De momento la tierna sonrisa del rubio se apareció en el recuerdo del chico, su corazón se aceleró, la angustia era cada vez más sobrecogedora.  “No te enamores, hagas lo que hagas no te enamores” se repitió a sí mismo.

— No lo haré, no te preocupes —afirmó levantándose y terminando su jugo— Después de todo ¿Cuándo lo he hecho?  

Ikki asintió levemente y lo miró partir a través del arco de la cocina hacia las escaleras, luego lo escuchó bajar con sus cosas y supo que en la puerta, cierto rubio lo estaba esperando.

Cygnus… Hyoga… todo parece que tendré que ponerle un ojo encima.

 

Pero Shun, para el momento en que había visto al ruso en su máquina, dejo de lado la pesadez y la angustia, trepándose, ésta vez usando su casco rosa abrazando con fuerza a su acompañante. Cerrando los ojos, disfrutando su esencia, refrescante, joven y varonil.

Si tan sólo Shun hubiera podido sentir cómo el corazón de Hyoga se había acelerado de manera tan salvaje al solo verlo, y como se dio un vuelco cuando lo rodeo por la cintura. Cuando sintió su calor a través de la ropa, cuando su aroma se mezcló con su perfume, cuando su suave saludo, le llenó de calidez.

Hyoga rio, tocando las finas manos antes de regresarlas y encender a Cygnus. ¡Cuántas ganas tenia de besarlo! De tomar una curva en un paraje solitario, de sentarlo sobre Cygnus y darle uno y mil besos, breves, tiernos, y profundizar en un par de ellos.  En más, en más.

Pero el deber llamaba y tuvo que acelerar. La verdad es que el texto de Seiya lo había dejado sumamente contrariado, él había sido testigo de que tal mal la había pasado Shiryu cuando Ōko había tenido la osadía de no valorarlo. ¿Cómo es que ahora sin vergüenza se paseaba enfrente de el con toda pretensión de volver?

Cuando subieron el paraje, a lo lejos se divisó el punto de reunión de aquellos corredores, la actividad continuaba y se había convertido en un centro de intercambio de placas, servicios, o venta de accesorios.

Hyoga detuvo la marcha unos metros más atrás, para explicar. Se quitó el casco y se pasó los dedos por el cabello color trigo.

Shun lo notó tenso, básicamente desde el momento en que subieron la carretera. ¿Pero qué se suponía que debía preguntar?  ¿Estaba en posición de hacerlo?  Se mantuvo en silencio esperando.

—Perdón…— Por fin habló Hyoga — sé que habíamos hecho planes pero uno de mis amigos me mensajeó pidiéndome ayuda, creo que necesita hablar…pero no te preocupes… no será mucho.

Shun soltó una risita por lo bajo, en parte apenas escuchable por el casco — Hyoga — dijo con suavidad — No es necesario que te excuses de esa manera… te acompaño si gustas, otro día iremos allá

Otro día, otro día.

Hyoga sonrió bobaliconamente, agradeciendo que Shun no podía verlo.  Otro día, aseguraba que se volverían a ver, volverían escapar por ahí, ser cómplices una vez más.

Cómplices

Que bella manera de describir el tipo de encuentros que tenía con él y que esperaba mantener.

— ¿Puedo preguntar si pasó algo grave?

Hyoga salió de la ensoñación, no supo si la respuesta sería negativa. — No necesariamente, pero no estoy seguro.

Lo sabrían al llegar.  Hyoga se colocó el casco y avanzó por el camino con más suavidad, con Shun aferrándose a su cintura, dando curvas con suavidad.  De alguna manera su presencia le hacía sentir tranquilo.

El lugar se alzó sobre el camino y ambos caminaron hasta donde Hyoga había divisado a su amigo.   Naturalmente muchos los voltearon a ver.  — Demonios ­— musitó Hyoga con un rasgo de enojo, sabía por qué los volteaban a ver.

Corredores, corredoras.  Era imposible que una pareja de ese tipo pasase desapercibida.

Hyoga pasó el brazo por la cintura de su acompañante pasándolo por enfrente suyo sin soltarlo, una manera muy suya de trazar la línea. 

Seiya más adelante reconoció a Hyoga pero al ver al otro chico, a quien él ubicaba como Andrómeda el hermano del Fénix arqueó la ceja, con mucha, mucha curiosidad. Una sonrisa un tanto burlona se dibujó en su rostro. 

No importaba cuanto Hyoga se había empeñado en negarles su interés en el chico de cabellos verdes, para Seiya todo mundo había visto y había notado que se había quedado prendado y embobado con él.

Hyoga rodó los ojos y bufó por lo bajo, ya sabía la clase de burlas que vendrían de parte de Seiya cuando pudiera platicar con su amigo a solas y contarle que, después de toda su negación, se encontraba aún más fijado con Shun.

— Vaya, vaya… — Seiya se incorporó para saludarles cuando los recién llegados tomaron asiento.  

Shun se sentó frente a él después de una ligera reverencia a modo de saludo.  — Disculpa la intromisión

Hyoga hizo lo mismo — habíamos quedado pero decidió acompañarme acá.

Seiya entonces asintió y miró a su amigo — mejor pide algo de beber que la queja será larga.

Shun fue quien se puso de pie, considerando que si los amigos tenían que chalar, el sería de ayuda ordenando algo de beber.   Tres sodas de frutas y un par de choux de crema, después volvió a la mesa con la orden en una charola.  Para entonces los otros de encontraban ya charlando.

— No tiene vergüenza en aparecerse así por acá de nuevo en la vida de Shiryu… — Oh vaya que se sentía mal hablar de la vida privada de un amigo, pero para ellos era justificable.

— ¿Crees que vaya a…? — Seiya preguntó nervioso.  

Shun los miraba de reojo, intentando concentrarse en su bebida de durazno, pero Hyoga se incorporó... — Creo que necesitas algo de contexto.

Yeah— Seiya añadió — Creo que también un punto de vista más neutral sería importante.

Shun les prestó atención, sabía que si ellos le contaban su versión de la historia, para nada haría que su punto de vista fuera neutral, pero ellos buscaban integrarlo, no podría ser tan insensato.  Además, en serio quería servir de algo ya que se encontraba siendo tan inoportuno en un asunto tan interno. 

Hyoga habló, obteniendo la atención de los otros dos. — Verás… Hace un par de años, cuando de hecho aún no existía el club, llegó un… idiota, un curandero a la tienda de Dohko, el padrino de Shiryu, nuestro amigo…

Dragón…

 — Exacto — Seiya continuó— resulta que ese sujeto, no tuvo mejor idea que metérsele entre los ojos y antes de darnos cuenta todo era ‘Ōko esto, Ōko lo otro’ No hubiera de verdad, de verdad representado un problema, sino hasta que pasados unos meses, empezaron a salir de verdad.

Hyoga intervino — Entonces se fue al carajo, no porque no nos agrade la idea de que traigan una pareja al grupo…

Ante esa frase, Seiya señalo levemente a Shun — De hecho es agradable — y tanto el peliverde como Hyoga se sonrojaron.

Hyoga se aclaró la garganta — Es más bien — Buscó distrae sus pensamientos. — Es más bien que Ōko absorbía a Shiryu.

— Lo empezó a controlar, poco a poco le fue pidiendo que dedicara su tiempo a ‘cosas útiles’ — Seiya dijo con sarcasmo — y no a estar perdiendo el tiempo con nosotros.

Hyoga gruñó de sólo recordar — básicamente lo alejó de nosotros. Pero Shiryu se veía feliz, ¿Qué podíamos hacer nosotros? Más que decirle con honestidad lo que pensábamos.

Shun los miró sorprendido — ¿Qué les dijo?

Seiya y Hyoga se miraron con tristeza. 

— Que era hora de que también nosotros buscásemos hacer algo de provecho y que madurásemos — Dijo Hyoga.

Seiya se talló la cara —   que tenía suerte que alguien como Ōko se había cruzado en su camino, pero ¡Sabíamos que Shiryu no era quien decía esas cosas! Era ese estúpido novio suyo… quien lo presionaba para que hiciera cosas…

— Aunque no lo supimos sino hasta más adelante — añadió Hyoga.

Shun les miraba completamente entregado a la historia, los miró preocupado — ¿Qué pasó?

—Un día, el fulano obtuvo una oportunidad de negocio en otra ciudad y así como vino se fue ­— Dijo Seiya — Se disculpó con Shiryu diciéndole que él tenía un futuro pensado para sí  mismo y quedarse aquí no lo era…

— Que tenía que renunciar a él si él no se iba con Ōko.

Shun los miró apesadumbrado, pero permitió que continuaran. 

Hyoga continuó — Shiryu planteó la posibilidad de que mantuvieran una larga distancia, que en un año lo seguiría

Shun entonces preguntó — ¿No lo aceptó?

Seiya negó con la cabeza — El muy infeliz le dijo que no podría estarlo esperando, que era ahora o nunca.  Y Así se fue, dejándolo atrás.

Hyoga continuó   — Shiryu la pasó muy mal ¿Sabes? Porque había imaginado que podría formar una vida con él, ir al colegio en la capital, con el tiempo vivir a su lado, ¿yo que sé?   Lo único que sé es que nuestro amigo estaba desecho, lo despersonalizaron, le hicieron cambiar lo que hacía por gusto, lo obligaron a elegir y al final lo habían dejado atrás sin ningún problema.

— Y ahora ese idiota, está de regreso, ¡como si lo que le hizo pasar a Shiryu fuera poca cosa! Tengo tantas ganas de ir a romperle la cara…

Shun negó levemente — ¿Cómo lo tomo Shiryu?

Seiya entonces respondió con amargura — Nos ocultó su regreso, y seguramente estará debatiéndose entre verlo o no… —No pudo evitar el tono de decepción en su voz.

Miles de cosas atravesaron por la cabeza del peliverde, pero intentó hacer caso omiso por el momento.  Eran otros asuntos.

— Creo que es momento que busquen a su amigo y sean honestos con él, no le hablen mal de Ōko, más bien háganle ver que se preocupan por su bienestar…

— El asunto es que la gente siempre escoge lo que les es toxico. —Dijo Hyoga con pesimismo. Shun lo miró con tristeza —a excepción de ti. Tú jamás lo serías. —soltó una risita baja y Seiya mirando esas muestras públicas de afecto, rodó los ojos.

Shun sonrió levemente pero desvió la mirada —…claro…

Hyoga entonces regresó al tema — Nos preocupa que lo vuelvan a lastimar, pero tienes razón, tal vez debamos decirle nuestras inquietudes

Seiya bufó un poco.  Shun mirándolo de reojo, apretó levemente la mano de Hyoga que tenía más cerca — ¿Me puedes traer otro? —agitó el vasito de soda de durazno, sonriendo con cierta inocencia.

Que más bien era coquetería

Seiya, alcanzó a notar eso, y no pudo evitar sonreír burlonamente.  Hyoga con un visible sonrojo asintió resoplando para calmarse. Shun rio levemente y regresó la vista a Seiya una vez que el rubio se alejó rumbo al mostrador.

­ — ¿Sabes? — Se dirigió a Seiya, y el moreno lo miró curioso — En tu caso lo mejor es que seas honesto con tu amigo y le digas lo que sientes.

El chico asintió — Si, eso haremos…— le miró, reiterativo.

— No… — Shun negó levemente — Me refiero a que seas honesto con lo que sientes.

Seiya frunció el cejo — Por eso…

— El cariño que le tienes no es de amigos solamente. ¿O sí?

Seiya iba a replicar pero se quedó confundido, de pronto un extraño temblor le invadió, el nerviosismo hizo que sintiera las piernas como si fueran de goma.  Movió los labios sin decir gran cosa inteligible.

— Tal vez si tu amigo ve que es amado de una forma tan honesta, no se deje deslumbrar por cualquier otra persona que intente venderle vidrio a precio de diamante. No sé si me explico.  Cuando estamos en oscuridad cualquier luz nos deslumbra…

— Tú crees que… ¿Ōko no lo quiere?

Shun se encogió de hombros — Puede que sí, puede que no. Pero se trata de amar mejor. Él lo limitó, lo aisló, lo dejó atrás y ahora viene como si nada… ¿Te parece que lo quiere de la mejor manera?

— No…definitivamente no— Por eso mismo se encontraban preocupados.

Seiya lo miró confundido. ¿Quién era ese chico? ¿Por qué hablaba con tanta seguridad sobre los sentimientos de Seiya? Más aún, ¿cómo es que era posible ordenar en palabras lo que él no había sido capaz de entender por sí mismo?

Hyoga regresó con ellos, y tomó asiento entregando el preciado vaso a Shun quien sonrió con dulzura y colocó su mano sobre la del rubio. —Gracias

De alguna manera, aunque Hyoga tomó ese gracias como parte del favor concedido, Seiya supo que le agradecía por algo más, algo mucho más profundo que se estaba desenvolviendo. 

Aquel chico tenía razón, tenía que armarse de valor.  Aclarar sus propias dudas, y decirle a Shiryu lo que sentía.  —Los dejo solos chicos — por fin habló — Debo ir a hacer unas cosas y estoy seguro que les gustará seguir con su cita sin un mal tercio.

Shun rio — ¿Seguro?  ¿Pensarás en todo esto?

Seiya asintió — Yeah…

— ¿No prefieres venir con nosotros? Igual iremos al cinema al aire libre.

El moreno rio — Hyoga no ha tenido una cita en años, no se la eches a perder ~

— ¡Cállate! ‘¡no le digas eso!

Shun rio tanto que tuvo que taparse la boca con ambas manos, Seiya se unió a las risas y Hyoga no tuvo más remedio que tallarse la cara, completamente evidenciado y sonrojado.  Seiya se las habría de pagar más adelante, claro que sí.

 

Fin del Capítulo IV

Notas finales:

Me vi la pelicula de Lucifer  y no puedo,  me encanta como Hyoga y especialmente Shun estan grite y grite los nombres el uno del otro. ¡Soy debil! 

 

 

¡Muchas gracias por tomarse la molestia de leer! 

Como siempre, sus palabaras, comentarios son bien recibidos. 

~  


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