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Encadenado por Andromecat

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por todos sus comentarios, son geniales y muy muy apreciados. 

Nuevo capitulo algo tarde pero seguro~ 

Se viene un poco de cursilería jajá.   

Pero lo explicito sería mas adelante~ 

¡Gracias por leer espero les guste!  

Capítulo V
Reflexiones

Recorrer las autopistas juntos se había vuelto- aun en tan poco tiempo- una de sus actividades favoritas. Shun difícilmente lo hubiera admitido, incluso para sí mismo, pero la sensación de seguridad al aferrarse a Hyoga, a su cintura, su pecho en un movimiento juguetón en combinación con la adrenalina, el viento y la velocidad. Le conferían la sensación de absoluta libertad, seguridad; una sensación tan maravillosa que le afirmaba que todo estaría bien.

Se había hecho de un cómplice, en el momento más sorpresivo y un tanto inoportuno. Tenía un anhelo insuperable de hablar, de ser honesto y desnudar su alma; que Hyoga pudiera comprender, y besar esa alma desnuda. 

En ese momento, se dio cuenta que si la situación fuera ligeramente distinta- aunque sea un poco- el miedo sería poca cosa; y habría admitido a si mismo que su corazón –romántico- latía de forma irregular y que se estaba emocionando de manera incontrolable, con cada vuelta, cada sonrisa, cada palabra y cada toque de sus manos.

Suspiró profundamente arrojando sus temores al olvido aunque sea por un instante y se concentró en aferrarse a Hyoga. Sonreír para sí mismo, como un niño pequeño seguro y dichoso con algo tan simple y tan sencillo como lo era el contacto con él.

Al llegar al cinema abierto, ambos se tumbaron en el césped desesperanzándose sobre la hierba; la función aún tardaría un poco; habían optado por comer antes de llegar y se encontraban relajándose, esperando a que el sol bajase para poder ver la película. No eran los únicos en esa postura, desde luego.

A Shun le recordó a los días de su infancia cuando su madre aún estaba con ellos; a los días de la primavera cuando iban al parque, tirados en la hierba mirando los cerezos en flor. 

Cuando el mundo, su mundo, era más simple, más sencillo y desde luego más feliz.

Se mantuvo en silencio, con los ojos cerrados intentando regular su respiración cuando un ligero toque le hizo abrirlos con suavidad; su acompañante había rozado sus dedos con los propios y una sonrisa se dibujó en su rostro, girándose a la derecha para ver a Hyoga de frente, y encontrándose con un hermoso par de ojos azules.

También le sonrió y se acomodó con el codo como almohada, subiendo los delgados dedos de su mano libre por el rostro del rubio, de manera juguetona, como si caminasen, colocando el índice en la punta de la nariz del chico.

Hyoga rio y cerró los ojos, relajándose un poco con las caricias.  Aunque realmente para él, ver a Shun era un goce; teniéndolo ahí, tan cerca, con sus enormes y brillantes ojos curiosos y el sedoso cabello revuelto entre la hierba y en parte de su sonrosada faz. 

—Mmh — Hyoga se dejó mimar.  Realmente le gustaba ese chico. — ¿Te la estás pasando bien?

Shun sonrió un poco más a pesar que el otro mantenía los ojos cerrado — Mucho… hacía tiempo que no me relajaba así. ¿Tu?

Hyoga tomó su mano entrelazando los dedos, besando su mano, un gesto sorpresivo pero no mal recibido. Para entonces, Shun se había percatado de que Hyoga era también un ser bastante romántico.  Se sintió nervioso pero prefirió disfrutar el momento.  Si no hubieran estado en público, se le habría entregado con un beso. Uno profundo y anhelante que le hiciera olvidar la maraña de pensamientos negativos que traía en la cabeza.

— Muy bien — contesto Hyoga por fin — También hacía tiempo que no me entretenía sanamente.

Shun rio levemente, recordando lo que Seiya le había comentado, el rubio intuyendo el porqué de la risa rodó los ojos, riendo también.

— ¡Si he tenido citas! — continuó.  — Muchas.

Aja — Shun lo ‘molestó’ risueño — ¿Todo un experto?

— Ya lo creo, podría escribir un libro en las artes de la seducción.

— ¡Entonces no me convienes!

Hyoga rio aún más y aferró su mano — Tu podrías escribir uno, mas bien.

Shun le miró con sorpresa, se acomodó — ¿Yo?

Hyoga asintió, sonriendo pero presionando los labios juntos para disimular que se estaba divirtiendo — Yep, Te vi y desde el momento que te vi,  sé que algo hiciste para llamar mi atención, algo hiciste que… me quedé ido.

Shun se ruborizó intensamente, sin poder articular palabra alguna, moviendo los labios intentando decir algo.

—… me encanta como te pones nervioso o cuando te da pena — rio bajo — pero de verdad no me quito de la cabeza, que aquel día… 

— Tam…poco— musitó Shun, y respiró a profundidad — tampoco me fuiste indiferente… — dijo con timidez.

Hyoga abrió los ojos sorprendido, con un ligero sonrojo en sus mejillas, pero se mantuvo en silencio permitiendo al chico continuar.

— Los vi cuando llegaron y te veías tan seguro de ti mismo… y tan dominante, que cuando me apresuré y llegaste hasta donde yo estaba… no pude evitar observar lo expresiva que es tu cara — rio un poco — la curiosidad…

¡Oh! Así que sabías que me habías gustado…

— yo no lo diría así…

—No hasta que me fui a azotar al piso…

Shun rio y esta vez tuvo que taparse la boca. Hyoga fingió un puchero — ¡Eso no fue por mí!

Hyoga también rio — Oh si, si lo fue, todo porque no podía dejar de querer verte y ya sabes… al menos caerme hizo que me pudiera quedar cerca de ti.

Shun aun sonriendo continuó jugando — ¿Fue plan con maña?

Hyoga negó — no pero salió a mi favor.

Shun volvió a reírse, y Hyoga lamentó tanto no tenerlo sólo para él, le habría hecho cosquillas para escuchar más de esa armoniosa risa, y le habría besado tantas veces ya, que sus labios estarían aún más sonrosados.

Se moría de ganas de capturar esos risueños labios entre los suyos.

Shun regresó la vista hacía la copa de los árboles, colocándose boca arriba. — Así que…Esto es una cita ¿huh?

Hyoga también se acomodó boca arriba con ambas manos atrás de su cabeza, miró al aire mover las ramas y asintió — Mhm… me temo que sí, pequeño Shun, de alguna manera me las ingenié para salirme con la mía.

El aludido rio bajo mirándolo de reojo y se pegó un poco más a él. — Eso es bueno…me gusta que te salgas con la tuya.

El rubio arqueó una ceja y le miró brevemente antes de volverse a acomodar — No sé si eso te convenga…

Confundido, Shun tomó un par de segundos antes de responder — ¿Por qué lo dices?

— Por qué me gustas mucho…mucho… podría dejarme llevar.

Shun mordió levemente sus labios, aun sonriendo por las cosas tan maravillosas que le decía el rubio, con su corazón emocionado, cerró los ojos ­— Yo también…

Pero por el momento, con la pantalla por fin prendida, ambos tuvieron que controlar sus impulsos, sentarse y disfrutar del filme, aguantando las ganas de seguir tocándose, hablando; conteniendo el deseo de besarse y seguir perdiendo el control. Juntos.

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Ikki miró el reloj de su teléfono y no pudo evitar sentirse ansioso.  Shun había dicho que volvería de noche; no que Ikki fuese sobre-controlador y que él considerase que su hermano menor debía permanecer entre las paredes del hogar, pero para Ikki, Shun estaba bajo un peligro constante; independientemente del asedio de sujetos atraídos a él. Con esos bien podía lidiar con una mano amarrada.

El verdadero conflicto era Shun mismo, y el hecho de que se encontraba en una posición difícil, con Hyoga sabiendo el verdadero nombre de Shun, sabía que éste había bajado la guardia y se había puesto en cierta vulnerabilidad.  Ikki se talló la cara, fuera de la regla que decía – por sus ganas- que si un pretendiente de su hermano perdía en carrera debían agarrarse a golpes, y que eso significaba que debía medirse a golpes con Hyoga; el verdadero conflicto se alzaba más allá.

¿Debía hablar con el rubio?

¿Advertirle?

¿Amenazarlo?

Shun no era cualquier chico de 17 años buscando conocer la vida, vivirla, cometer errores, amar, disfrutar de su pequeño corazón humano.  Se encontraba en una situación desagradable, terrible.

Por culpa de la ambición de unos cuantos idiotas, se habían visto obligados a hacer algo tan arriesgado. 

Y Shun había terminado por esconder su nombre.

Ikki avanzó hasta donde un bulto permanecía cubierto con una manta metálica, lo destapó revelando a Andrómeda la máquina color rosado de su hermano menor.  Regalo de Ikki.  Éste, al pensar que su hermano menor era incapaz de disfrutar de ese regalo libremente, apretó el puño. Maldito el momento en que su libertad les fue condicionada.

Aun recordaba los días en que su hermano menor, corriendo con maletín escolar en mano, le buscaba por las calles de Narayama; entre los callejones, con la mirada confundida, el cabello revuelto, llorando. Aun recordaba las escapadas dominicales cuando se suponía que Shun debía estar en sus clases de regularización.

Aun recordaba cuando solía subir a su hermano en Fénix y dar interminables vueltas para calmarlo.

Aun recordaba…todo lo que tuvieron que pasar.

Pero si todo salía como ellos dos deseaban, pronto serían libres, completamente libres.

Fastidiado, tomó su propia máquina y emprendió un viaje sin destino, sólo con el deseo de hacer pasar el tiempo hasta que Shun decidiese aparecer en casa. 

Más allá, la manifestación de sus celos de hermano, ante la única familia que tenía.

Tendría que, a partir de ahora, controlar sus frustraciones.

— Ese pato idiota lo está enamorando… — rechinó los dientes.

Si Shun ya era difícil de controlar, enamorado, Ikki sintió, aquello se convertiría en una misión imposible.

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Durante el tiempo que Shiryu se perdió en sí mismo, lo que más había extrañado de Ōko había sido su aroma. Después de todo el olfato es el sentido mejor vinculado con la memoria, y el chico de manera inmediata recordaba cada segundo con él cuando encontraba algo que le oliese aunque fuera remotamente a su ex pareja.

Seiya a menudo se burlaba del olor del bálsamo del tigre, la verdad es que a Shiryu, aquella mezcla de eucalipto con canela y otras cosas, le parecía incluso relajante. A menudo se encontró a si mismo colocando un poco del gel en su mano para olerlo.

Aunque Seiya incluso lo mirase con hartazgo.

Seiya, que Shiryu recordase, jamás se había enamorado, por lo cual difícilmente podría haber entendido lo que él había pasado.  Ahora que Ōko estaba de vuelta, ya no necesitaba estar buscando la manera de recordarlo, bastaba llamarle para tenerle de frente.

Aun cuando no acabase de resolver el conflicto interno sobre si o no, considerar volver a su lado. 

Por un lado Shiryu había recuperado mucha fuerza, había aprendido de sí mismo, había descubierto nuevos y buenos rostros de la amistad de aquellos que lo apoyaron. Había aprendido que no pasaba nada si se quedaba solo, y que podía incluso volver a soñar.

Para Shiryu, había convertido el superar a Ōko en un reto, y había sido un reto superado. Se había vuelto, si bien no tan presto, en alguien del pasado; y había aprendido a aterrizar de pie de frente al dolor.

Pero por el otro lado, Ōko. Ōko y su sonrisa descarada de gruesos labios, Ōko y sus manos fuertes, Ōko y su piel dorada, Ōko y el cinismo de su labia tan elocuente, seductora y embelesaste.

Tan astuto, tan firme en su forma de ser. Tan empoderado como dominante.  Shiryu se sentía arrasado de sólo estar en su presencia.  Con deseos de nutrirse de él, de ser arropado por esa esencia. 

Y ahí lo tenía, de frente.

— Así que no dormiste…— Ōko no pudo evitar sonreír auto complacido el sólo hecho de saber que aun provocaba sendas reacciones en el otro, le hacía sentir que podía recuperarlo — ¿Fue por mí? — Preguntó a sabiendas de la respuesta.

— Si ya lo sabes ¿Para qué preguntas? — Shiryu ató su cabello en una larga coleta alta. Ōko respiró a profundidad. Amaba cuando Shiryu se peinaba así.  Shiryu mismo lo sabía también.

— ¿Pero ha valido la pena no es así?  — Aun con sonrisa socarrona, Ōko se puso de pie y se sentó en el reposa brazos del sofá donde Shiryu permanecía sentado con una taza de té de jengibre en las manos.  — Al final me has llamado… eso dice mucho de tu decisión.

Seguro de haber ganado su camino de regreso.

Pero Shiryu negó levemente, mirando el fondo de su taza a través del té — no necesariamente, no puedo simplemente dejar entrar de nuevo… es algo que no logras comprender. 

Después de haberse enfrentado a sí mismo y sus anhelos y temores, sentía que traicionaba a su misma persona si se arrojaba a los brazos de Ōko nuevamente.

Ōko simplemente le miró fijamente unos instantes, a sabiendas que Shiryu se pondría nervioso bajo su penetrante mirada; cuando éste flaqueó un poco, entonces el moreno sujetó la coleta y aunque firme pero con delicadeza, tiró de ella para que Shiryu levantase la cabeza, como tantas veces lo había hecho cuando estaban juntos. Le besó a profundidad tomando su mentón, después de deslizarla desde el cabello hasta la barbilla.

Shiryu le empujó levemente, cosa que sólo incentivó al otro para profundizar más aquél beso.

— Espera — logró mascullar el chico apenas pudo liberar sus labios. Pero su aun ex no hizo gran caso, ladeando su cabeza buscando besar la línea de la quijada y de camino al cuello — ¡Espera! — alzó la voz molesto, le empujó y le arrojó el té en la cara.

Ōko se quedó pasmado, visiblemente ofendido, limpiándose el té de la cara, por fortuna ya no estaba tan caliente. — ¡Hey!

Shiryu lo miró horrorizado, se miró así mismo horrorizado— ¡Ōko! Perdón… me dejé llevar— comentó tomando un paño te papel y limpiando el rostro del otro.  — Perdón es que me siento muy nervioso…

— ¿Así es como me recibes? Vengo desde muy lejos por ti y ¿Así es como me recibes?

Perdóname me, me... Abrumé, no sé lo que me pasó.

 — Tú me llamaste Shiryu. — Respondió molesto — No esperé terminar con té de jengibre. Tal vez sería mejor irme…

—…No. Eso no…— Le dijo sintiéndose culpable, entristecido.

— ¿Ah? ¿Quieres que me quede? — La sonrisa socarrona del hombre volvió a aparecer.  — Vaya… pero no me convence. Tú me llamaste… ¿Se supone que no actúe?

¿Se suponía que le estaba dando una puerta de entrada? El chico se llevó las manos al pecho tratando de calmar su acelerado ritmo cardiaco, frente a él, Ōko se veía aun molesto. 

No quería verlo molesto.

Que le dejara de hablar.

Que se volviera a ir.

Quería volver a verlo, ¿No era eso lo que tanto había pedido cuando lo perdió?

— ¿Por favor? — Shiryu le miró acongojado, de alguna manera débil., vulnerable. Con el labio inferior temblando.  A sabiendas de la traición que se estaba confabulando para consigo mismo.

Ōko aprovechó el titubeo para volver a besarlo.  — Creo que ya sé cómo podrás convencerme.

Y Shiryu supo en ese momento que había perdido, de todas las formas posibles.  Había perdido, pero entre los besos, los abrazos; su desnudez expuesta y los jadeos, difícilmente podía hacer caso a su intuición o prestarse al arrepentimiento.

Porque se encontraba complaciendo un bajo instinto, un capricho y un deseo que no era capaz de dilucidar para sí mismo. ¿Qué es lo que realmente buscaba? Mientras, Ōko le tomaba en el sofá de la casa una parte de su consciencia se preguntaba, ¿Era lo que esperaba? 

Seguro, había extrañado la conexión física con Ōko. ¿Pero era esa la forma adecuada?  Satisfaciendo necesidades físicas.  Decidió dejar todas esas preguntas para más adelante

Cuando recuperase sus cinco sentidos, aunque la culpa pudiera dominarle. 

Aunque para el momento en que todo pasó, cuando Ōko se hubo retirado de nuevo y Shiryu se relajó en la ducha. Una sola sensación le recorrió, de manera firme, certera y completamente verídica.

Se sentía vacío.

Y no era así como se suponía que debía sentirse el volver estar con aquella persona que tanto había deseado que volviera.

Se odio a sí mismo y optó por salir a caminar, despejarse un poco y alejarse de su propia estupidez.

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Seiya limpió el sudor de su frente y se estiró; uno de los muchachos con los que se encontraba pasando la tarde le lanzó una soda en lata y se sentaron a la orilla del improvisado campo de soccer que habían adaptado en un terreno colindante a una antigua fábrica siderúrgica. 

A veces, cuando se los topaba y no tenía nada mejor que hacer, solía juntarse con los otros chicos del barrio para quemar un poco de energía en una buena y complaciente partida. 

El sabor dulce con el picor del gas de la soda le refrescó.  Aún las palabras de ese chico amigo de Hyoga le rondaban en la cabeza.  No se las había podido sacar de la cabeza en todo el día.

También le frustró que alguien que acababa de conocer pudiera leerle como si se tratase de un libro abierto. O él era muy transparente o Andrómeda había resultado ser demasiado suspicaz y eso ameritaba soltarle a su rubio amigo una advertencia de que ese chico era mucho más de lo que su bonita cara aparentaba.

— ¿Y Shiryu y Hyoga? ¿Hoy no saliste con ellos?

Nah…— Seiya contestó con aburrimiento intentando esconder su frustración. — Andan de novios.

— ¡¿Son novios?!

Seiya se atragantó, las burbujas de soda le provocaron un par de lágrimas que resbalaron por sus mejillas al tiempo que se hacía aire — ¡Noooo! Ew, ¡rasgúñame los ojos!  No quiero ver eso siquiera en mi imaginación.

Maldijo su vívida y fructífera imaginación.  Se los había imaginado haciendo más que solo tomándose de las manos.  Ambos rieron un tanto escandalosamente.

— Hyoga está en una cita con un chico bonito — comentó Seiya cuando por fin se calmaron y volvió a beber de su lata.

— Hyoga, en una cita…— El otro lo miró incrédulo — Eso suena altamente incompatible. ¿Cuándo fue la última vez?  

Seiya se tomó unos segundos para recordar — ¿No fue cuando usó a la chica como escudo cuando un auto pasó por un charco con lodo?  —volvieron a reír.

— Bueno sabemos que tiene una maldición con las chicas, esperemos que con los chicos le vaya mejor.

— Ya lo traen bien pendejo, así que… por su bien espero que si —comentó divertido.

­­El otro chico cruzó los dedos — Que no le rompan el corazón a nuestro amigo cisne. Otra vez.

Seiya rio levemente — Aquella vez no estaba tan embobado, y si vieras…apenas lo conoce y ahí va detrás de él.

— Corazón de pollo.

Más risas.

— ¿Y Shiryu?

Ante tal pregunta el semblante risueño de Seiya cambió por completo a uno de total amargura. Seguro, comentar de los desasosiegos de Hyoga era una cosa, después de todo, sus experiencias anteriores no habían sido tan destructivas como con el Dragón.   Ante tal gesto su amigo supo que había dado en un clavo particularmente doloroso.

— Algo no está bien ¿huh? — Añadió el amigo.

Seiya negó levemente y suspiró cansado — Volvió con el imbécil ese que le dijo que no debería ser amigo nuestro; así que supongo otra vez no lo veremos tan seguido.

—Vaya…yo no entiendo por qué las personas siempre van detrás de quien les hizo daño.

—Ya sé, es muy frustrante… — El moreno se miró los dedos, jugueteando ansiosamente con ellos.  — Quisiera irlo a buscar pero sé que me lo encontraré con el infeliz y capaz que termino a golpes con él.

No sabía si eso era exactamente algo malo, molerlo a golpes era tentador, pero Shiryu no la iba a pasar nada bien. Si tan sólo ese chico supiera la cantidad de veces que Seiya se había auto dominado y medido por él…

…Muchas cosas serían distintas.

De pronto las palabras de Andrómeda volvieron a sonar en su mente. “El cariño que le tienes no es de amigos solamente, ¿O sí?”  

Tal vez, y sólo tal vez, Andrómeda estaba en lo correcto y debía sincerarse con Shiryu, corazón en mano y hablar de lo que estaba sintiendo.  Tal vez en verdad se trataba de demostrarle lo que era ser apreciado de manera autentica.

Sin restricciones y sin querer cambiarlo.

Seiya se mordió ansiosamente el labio superior, y terminó el contenido de su lata, aplastándola y arrojándola al contenedor — Debo irme —comentó estirándose avanzando hasta su Pegaso.

— ¿Irás a buscarlo?

— No lo sé, tal vez… — Fue lo último que dijo antes de emprender la marcha y avanzar por el camino hasta perderse en las calles del barrio.

 

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Faltaban un par de minutos para la media noche, el tiempo había ido volando y Shun no pudo evitar sentirse un tanto apenado por su hermano. ¿Lo habría estado esperando? Una ola de culpabilidad lo invadió, pero no se arrepentía, se había divertido como no lo hacía desde hace mucho.  Se había sentido incluso libre.

Gracias a Hyoga.

— Bien, aquí estamos. — Comentó el rubio— Te llevaré a la puerta otra vez.

¡Oh, cómo amaba hacer eso!

Shun le miró con ternura y un visible sonrojo en la faz — Me gusta eso.

— Me gusta hacerlo. — Ambos se miraron por unos instantes antes de tomarse las manos y caminar con calma hasta la entrada de la pequeña pero cómoda casa donde vivían Shun y su hermano mayor. ­ ­­— Aprendí rápido tu dirección.

El peliverde sonrió — Ya vi, eso es bueno. — Suspiró cuando estuvieron por fin en la entrada. —Bien… gracias por el día de hoy, fue muy fructífero y la comida fue genial y la película también… y la pasé muy bien y-

Fue interrumpido en su discurso por el impulso de Hyoga, quien tras no poder contenerse un poco más, le sujetó el rostro con ambas manos y depositó un suave y tierno beso en sus labios. Tras la sorpresa inicial, Shun respiró a profundidad y cerró los ojos, señal que el rubio tomó para intensificar el beso, ladeando el rostro, y besándolo como nunca antes había besado, con una entrega dulce, buscándole, deleitándose con la fricción, atrayéndole a sí mismo deslizando una mano por la espalda, sujetándole de la nuca mientras la otra divagaba hacía abajo, deteniéndose en la cintura.

Shun no había jamás experimentado sensación alguna que pudiera asemejarse. Ni siquiera en los sueños más intranquilos un beso de aquella naturaleza le había sido dado. Sintió sus rodillas temblar un poco, y lanzó sus brazos aferrándose al rubio.  Respondió al beso lo mejor que pudo, y de un momento a otro se sintió apenado por la inexperiencia.

No pudo evitar un pequeño gemido cuando buscó aire, pero el momento era tal que, aun con ello regresó al beso, sin deseo alguno de romper con aquel erótico momento que estaba viviendo.

Hyoga se separó lentamente, depositando uno, dos, tres pequeños besos más en los sonrosados labios del menor y sonrió satisfecho mirándole con una mezcla de ternura y deseo.

Deseó besarlo más y más.  No detenerse. Pero sabía que si continuaba, iba a despertar en sí mismo una fiera más que le costaría controlar –y le llevaría a frustrarse.  Necesitaba explorarlo más, sentirlo más y recorrer esa blanca piel beso a beso…

Tuvo que controlarse para no ser tan obvio. Sin embargo no lo soltó tan fácilmente de su agarre…

…o al menos hasta que…

— ¿Qué le haces a mi hermanito? — Ikki había abierto la puerta mirándoles con ojos pesados en el momento en que esos dos se miraban como borregos embobados.  El peli azul soltó un gruñido. 

Shun sonrió enormemente ­— ¡ya llegue!

YA VI — ‘Y vi mucho’ se abstuvo de decir.

El menor rio levemente ­— Mira te lo presento, él es Hyoga, sé que ya lo habías visto cuando les ganaste…

— Gracias…— dijo Hyoga sarcásticamente pero Shun continuó hablando.

— Hoy fuimos al cinema abierto y a comer. — Terminó su explicación e Ikki solo se talló el puente de la nariz al escucharlo.

— Haber, pato.

Cygnus, es Cisne.

Ikki movió las manos restándole importancia — Mira tú, pato, me parece que antes de que estés ahí intentando comerle la cara a mi hermano menor, tu y yo tenemos cuentas que ajustar.

Shun le miró con los ojos como plato — Oh no, hermano, con él no.

Oh, con él sí, Shun.  ¿Cree que puede traerte tan noche? ¿Ah? Y…— tragó saliva — ¿y encima dar estos shows?

— Hey, Shun ya no es un niño —replicó Hyoga cruzándose de brazos.

Ikki lo miró de frente —Oh no, tú no sabes nada.

Hyoga lo miró desconfiado — Sé que al menos sabe lo que hace.

—Al parecer no, Shun, ¿No habíamos quedado en algo? — replicó Ikki.

El rubio se giró a ver al menor, quien se alteró.

— ¡basta! Ya… — Shun alzó los brazos dejando a los otros dos en silencio — Hermano ahora no…

Pero Ikki no cedió ­— Me lo haces más fácil pato.  Ya te derroté en la pista, ahora sólo me queda medirte a puños.

— Basta, Ikki— Shun volvió a hablar poniéndose entre su hermano y su potencial novio. 

—Oh, ¿De eso se trata? —Contestó Hyoga — No estoy manco, sé defenderme. 

— ¡Hyoga! ­— Ahora Shun lo miraba molesto a él, con los brazos en jarra. — ¡Esto no tiene sentido!

Ikki movió a su hermano a un lado — Claro que lo tiene. ¿Cómo voy a saber si es digno de ti?

— ¿Hablándolo con él? ¿Conociéndolo? ¿Saliendo los tres juntos? — Shun dijo una larga lista de opciones mucho más sensatas que molerse a palos mutuamente. Pero jamás había podido con la terquedad de Ikki…

— Además si no lo hace, no los dejaré en paz y me volveré su sombra ¿Me oyen? — respondió Ikki.

— Si, esto ya es personal, te acepto el reto, pollo arrogante. El sábado próximo.

Shun se talló la cara, al parecer había escogido salir con alguien tan terco como su hermano.  — ¡No quiero que ninguno salga lastimado ¿Qué les pasa?!

Ambos se encogieron de hombros y el rubio caminó hasta Shun, abrazándolo brevemente.

— ¡Hey! — gritó Ikki, pero Hyoga le soltó un “Shh” 

— Pelearé por ti, para que veas que estoy dispuesto a mucho por salir contigo…— atestó el rubio.

— Literal, no te lo estoy pidiendo, es innecesario y – Fue interrumpido por un beso una segunda vez.  

— Tengo que defender mi honor baby.

Ikki se atragantó y jaló a Shun levemente para alejarlo de ahí. — Suficiente o te muelo a palos ya mismo. 

Hyoga sonrió burlón — No creas que me asustas. Llegaré hasta donde sea necesario.

Aquello, Shun no pudo negarlo, le alteró su corazón.  Llevó las manos al pecho y sonrió un tanto con coquetería, halagado por la estúpida valentía de su cisne. Además dentro de sí, sabía que Hyoga había respondido correctamente.  Ikki no quería a ningún cobarde cerca de su hermano.

Hyoga se marchó lanzando un beso más a Shun, con el obvio objetivo de molestar a Ikki quien se tronó los dedos listo para perseguirlo si era necesario, pero antes de que saliera del pórtico, el rubio-riendo- se había alejado por el camino.

— Quita esa sonrisa boba tan complacida, Shun.

El chico simplemente rio y se metió a su hogar — Te va a agradar y te va a gustar como a mi…

Ikki le miró con gesto de rareza — Por dios ¡Espero que como A TI, NO!

Shun rio tapándose la boca — Bueno, te va a agradar.

Ikki le miró y rodó en los ojos — ¿Tanto te gusta?

— Ajá… — El menor se balanceó en sus talones.

— Está bien, prometo no golpearlo en la cara…

Shun rio un poco — gracias… supongo.

— Al menos no mucho.

— ¡Ikki!

El mayor de los dos rio caminando de regreso a su habitación. Por ahora lo dejaría ser, se le veía contento, entusiasmado y lleno de vida.  No se lo iba a amargar con el terrible recordatorio del porqué habían llegado a esa ciudad en primer lugar.

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Seiya se perdió un largo rato por las calles de la ciudad hasta que cada vez miró menos gente en las afueras. La mayoría ya estaría en camino de descansar para el siguiente día.  Seika seguramente estaría furiosa, pero él no se encontraba aun con ganas de regresar a casa.

Le pasaban miles de dudas por la cabeza y un solo nombre frente a ellas: Shiryu.

Casi sin pensarlo, el manejo de sus llantas lo llevó a la casa de su amigo, un trayecto que él mismo se sabía casi a ciegas. Cuando llegó, vio todo apagado y supuso que el chico ya se habría ido a dormir. En el mejor de los casos.

— O está ya con ese imbécil de Ōko — Dijo para sí mismo.

De pronto el sonido de otro motor lo hizo alzar la mirada y la luz le hizo entornar los ojos, desviar la vista con dolor.  — Cafre — se quejó.

¿Seiya? — De inmediato reconoció aquella voz. — ¿Qué haces aquí?

Seiya entonces alzó la vista, viendo la elegante silueta de Shiryu, con su negro y espeso cabello largo suelto, y avanzando hasta él.  Nervioso, el chico se dirigió al moreno. — ¿Pasa algo?

— Shiryu… — Seiya se bajó de su máquina también y avanzó con paso firme al encuentro con su amigo.

Ambos se encontraron frente a frente a mitad del camino, mirándose fijamente con una y mil dudas en la cabeza y en los labios.  Por alguna razón Shiryu sintió tantos nervios que difícilmente podía mantenerse de pie.

La respiración agitada que le hacía sentir que su corazón saltaría de lugar en cualquier momento.

Pero Seiya mismo era también un manojo de nervios por su parte.  Una incómoda sensación viajó desde su bajo vientre hasta el pecho y amenazó con dejarlo caer de rodillas. 

Pero respiró profundamente — Quería verte…

Shiryu le miró extrañado y no pudo sentirse culpable al pensar en lo ocurrido en el día — Seiya… ¿Qué ocurre?

Admitiéndolo, le asustaba un poco. ¿Qué tal si algo malo le había pasado a su amigo? Se mordió el labio nervioso.

Seiya negó levemente pero alzando la mirada se armó de valor — Me gustas… y quiero que me des la oportunidad de estar contigo… Bien.

Shiryu abrió los ojos, sorprendido y se quedó pasmado intentando procesar la información…

 

Fin del Capítulo V

 

 

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por tomarse la molestia de leer! 

Se que habrá como 200 errores antes que los edite por que no siempre me doy cuenta X3 jajaja sorry 

 

¡Nos leemos pronto~! 


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