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Punto final por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo: Si hay una fecha en el que se puede cumplir  un pequeño milagro y la realización de un deseo, esa época es navidad, esos días mágicos en la que los deseos por cumplir están a la orden del día y solo hay una cosa que  tienes que hacer:
Pide un deseo de Navidad
Y si lo deseas con suficiente fuerza, seguro se cumplirá tu deseo de Navidad.

Ah, por fin libre. 


Si hay algo que me encanta son las vacaciones. Sin clases, sin trabajo, sin preocupaciones… el clima frio y las luces también me gustan.  No he podido comprar un pino este año, pero he puesto algunos adornos en las puertas y ventanas, para estar en sintonía con el ambiente navideño.  Las manos se me congelan cuando las lavo para comenzar a cocinar, aunque es tarde y más que una comida, será una cena. Hoy comienzan mis vacaciones en el trabajo a medio tiempo que conseguí para pagarme las clases y el departamento donde estoy viviendo. 


— Hey Jude— sonrió, y dejo que sigan tocando la puerta, porque sé que el único que me llama así es Reuben, el chico con el que salgo desde hace unos meses.


— Si sigues con eso harás que queme la comida— Reuben tiene llave de mi departamento, no necesita tocar, pero siempre llega de esa forma cantando esa canción de los Beatles con el mismo nombre, cuando nos conocimos lo primero que dijo fue precisamente eso “Hey, Jude”


— Lo siento— por fin aparece dentro de la casa, sus rizos oscuros, el rostro afilado y ojos verdes— ya tienes vacaciones ¿no?


— Si— Reuben también trabaja, aunque no en la misma empresa ni estudia en el mismo edificio que yo, aunque si en la misma universidad. Nos graduaremos en unos meses por fin y estamos planeando un viaje para celebrarlo— no llamaste antes ¿Pasa algo?


— ¿No puedo venir solo a verte?


— Puedes, pero siempre me llamas antes de venir— se para a mi lado para ver lo que estoy preparando— ¿comiste?


— No, eso huele bien— me da un beso en la mejilla y veo que estira la mano para tomar los platos. Reuben me ayuda a servir y sacar las cosas que nos faltan para la comida— ¿Cómo fue la fiesta de navidad?


— Solo una cena, nada especial, hubiera sido mejor si me acompañaras— Reuben tuvo que atender asuntos de su trabajo y no pudo acompañarme. Aunque tenemos unos meses saliendo, no muchos lo saben porque ni yo ni Reuben lo decimos con frecuencia, hemos acordado comenzar a salir a ese tipo de invitaciones para evitar malentendidos después.  No es fácil.


— Quizá la próxima ¿Tienes alguna invitación para año nuevo?


— No lo sé, no he revisado nada.


— Quizá deberíamos hacer una reunión nosotros— escucho su tono sugerente, cada que lo hace me causa risa, y no es la excepción. Él también se ríe— inicio mis vacaciones mañana, ¿crees que puedas ayudarme a decorar un poco mi departamento cuando salga? Ver todo lleno de luces y adornos me hace sentir mal.


— La navidad no es una competencia Reuben. Pero si, te ayudare ¿tienes algo ya?


— No.


— Entonces pasare a comprar por la mañana, y luego iré por ti— aunque no creo encontrar muchas cosas si todo lo navideño lo exponen en las tiendas meses antes de la navidad, para estas fechas ya no debe quedar mucho.  Conozco de memoria el departamento de Reuben, así que no necesito preguntarle más. Reuben se queda a dormir, aunque por la mañana me arrepiento porque se levanta temprano y hace que también despierte.


 


Hace unos días que ha comenzado a nevar y el aire de las calles me congela la cara mientras camino a la zona comercial en busca de los adornos para Reuben.  Ni siquiera el tumulto de gente en las calles hace que sea más cálido.


— Disculpa— me abro paso entre dos mujeres cargadas con regalos y empujando carritos de bebé. Las tiendas están peor, hay unas largas e interminables filas en casi todas las tiendas a las que entro y eso que aun no es navidad. Tampoco me equivoque al decirle que había pocas cosas y como no hay mucho de donde elegir, me llevo lo que encuentro y que no está maltratado. Aprovecho para comprar algunas cosas que me faltan para mi cena conmigo mismo de navidad ya que no pienso hacer fila de nuevo otro día más.


Termine justo para pasar por Reuben, en cualquier otra fecha haría solo un poco en llegar hasta donde trabaja Reuben, pero en estas fechas me lleva casi el doble de tiempo andar en el transporte público. Reuben ya me está esperando en la entrada, tarareando un villancico para variar.


— Saliste con vida de las tiendas— me muestra un video en el teléfono donde muestran como están las tiendas.


— No estuvo tan mal a donde fui, pero no pienso ir de nuevo, vamos que esto tomara tiempo— ninguno tiene auto, así que en esperamos otra vez el autobús, que ya no viene lleno y a una buena velocidad.


—  ¿Qué conseguiste?—  Reuben me quita las bolsas y se pone a revisar las como si fuera un niño pequeño, sacando todo y mirándolo con atención— no esta tan mal.


— Tampoco soy un decorador, pero para lo que durara, creo que puedes decir que tienes espíritu navideño— me pellizca una mejilla, y con el frio el dolor es más fuerte, le doy un manotazo— ¿Qué haces?


—  Suena a que no estás muy feliz con la navidad.


— Lo estoy— me sobo allí donde me duele— solo que no como todos esos de las películas. Me gusta la nieve y que haga  frio porque puedo quedarme en cama hasta tarde solo viendo la nueve caer— Ese es mi plan para navidad.


— Oh, suena muy bien ¿Qué harás para navidad, Jude?


— Todo pasa en navidad— le respondo, encogiéndome de hombros. No es una respuesta, pero continúo hablando de las luces y  las decoraciones. No quiero hablar con Reuben sobre mis planes de navidad. Hasta el año pasado, pase navidad en casa de mis padres con mi familia, siempre hacíamos una gran celebración con regalos y mucha comida, bebidas calientes y en fin, una navidad en compañía de la familia. Este año… por fin les dije que me gustan los chicos y no se lo tomaron bien. Por eso salí de casa y rento un departamento, conseguí becas y un trabajo para poder estudiar. No me han llamado, ni he recibido mensajes de ellos. Sé que están bien porque la única que me llama es mi hermana y no ha mencionado nada tampoco, así que este año toca tener una linda navidad a solas.


— Puedes dejar las cosas donde sea, comamos algo  primero antes de ponernos a decorar.


— Tienes un pino— digo, al entrar y ver un enorme pino natural en la sala— ¿Por qué no lo dijiste? Hubiera conseguido más cosas— la casa huele a bosque, a las ramitas del pino.


— Ah, no te preocupes. No es para eso, lo llevare a casa para navidad.


— Bien— Reuben señala la mesa, donde ya puso la comida que compro antes de que llegara y que ha calendado en el horno de microondas— nunca tuve un árbol de navidad natural, siempre los compramos en la tienda… o al menos uno que duraba muchos años. Incluso usábamos las mismas esferas hasta que se rompían.


— Suena agradable.


— Lo era— me distraigo mirando el pino, imaginándolo decorado. Siempre me gusto el árbol de navidad. Comemos hablando de las cosas que hacíamos en familia cuando éramos pequeños. El departamento de Reuben no es tan grande, así que solo descansamos un poco y luego comenzamos a sacar las cosas que compre— ¿Tienes cinta adhesiva?


— Debo tener…— revuelve uno de los cajones en el mueble de la entrada— también tengo hilo.


— Entonces ayúdame a ponerle a las esferas mientras acomodo esto en la ventana— conseguí guías navideñas de colores, que enredo para hacer una sola y ponerla en la ventana.    


— ¿Para qué es el papel brillante?


— No lo sé, para los regalos o la puerta— antes de que responda, comienzan a tocar la puerta con mucha fuerza e insistencia. Reuben suspira, y se apresura a la puerta. Entran dos niñas, envueltas en abrigos rosas y de rostro idéntico aunque en un principio no lo noto y tengo que parpadear y mirarlas varias veces para notar que son gemelas.  Las dos tienen el mismo cabello rizado y oscuro que Reuben, la misma forma del rostro… es como ver una versión pequeña y femenina de él.  Ellas giran alrededor de Reuben hablando sin parar al mismo tiempo y de diferentes cosas. No parecen tener más de doce años.


— Esperen, no entiendo nada— ellas se detienen.


— Mamá quiere saber si puedes conseguir el vino y si ya tienes el pino.


— Oh…— exclama la otra, yo pienso que ha visto el enorme pino que no puede pasarse por alto aquí, pero no, ella me está mirando a mí. La otra  también me mira, y al mismo tiempo, corren hacia mí y hacen lo mismo que hacían con Reuben— ¿Quién eres? ¿Eres amigo de Reuben? ¡Me gusta su cabello!— son algunas de las cosas que alcanzo a escuchar.


— Otra vez… Ya, paren ustedes dos— Reuben las detiene sujetándoles un brazo a cada una— son mis…


— ¿Hermanas?— sonrió.


— Haylee y kaylee… o Kaylee y Haylee…— se encoge de hombros cuando las dos se ríen sin dar una respuesta— él es Jude. Estábamos decorando un poco aquí.


— Ah ¿Podemos ayudar? ¡¿Podemos?! Mamá no nos dejo ayudar en casa— Reuben me ve, yo me encojo de hombros, no me importa si se quedan o no. las dos gritan cuando les dice que si, y otra vez comienzan los torbellinos rosas a andar por toda la casa. No queda mucho por hacer, pues hemos hecho las cosas más difíciles, pero a ellas parece encantarles ayudar a poner las imágenes navideñas en las ventanas y colgar una corona navideña con campanillas en la puerta.


— Jude, las tengo que llevar a casa y quizá no pueda regresar…


— Entiendo, no te preocupes— salimos al frio otra vez, deseo estar en un lugar calientito— nos vemos mañana.


— Si— llegamos a la calle, y tomamos diferentes caminos. No es muy tarde, y el ambiente pesado ha cambiado, ahora hay una sensación tranquila en las calles. O quizá yo me siento así. Pasar la tarde en compañía de Reuben y sus hermanas me ha hecho recordar mucho mi propia casa y el hecho de que no estaré con ellos esta navidad ¿Qué pasaría si me presento en casa?  Pero… estas no son fechas para crear problemas, si hago eso y peleamos, ese recuerdo se quedara para todas las navidades que vienen y no quiero eso para mí ni para mi familia, no lo merecemos.  Quizá sea muy pronto para ellos, quizá pasando las fiestas vaya e intente hablar de nuevo con ellos porque no me gusta ser un tema desagradable en casa.


— ¡Hola!— pego un brinco cuando alguien salta frente a mí. Una chica sonriente, con un abrigo y gorro de santa esta delante de mí— ¿Quisieras apoyar? 


— ¿Qué?— ella extiende sus manos, mostrándome una serie de pequeñas bolsas plásticas.


— Estamos vendiendo pulseras para poder llevar una cena a los menos afortunados. Son muy bonitas y pueden usarla todos, como puedes ver— no puedo ver nada, pero ella me pone una frente a mí. Dentro de la bolsa, sujeta  a un pedazo de cartón decorado con Nochebuenas esta un trozo de metal plateado del que cuelga un dije de estrella— el precio lo pones tu, lo que quieras pagar por ella, lo que importa es ayudar. Puedes comprarle una a tu novia— eso me hace reír, pero tomo la que me extiende.


— ¿Son iguales?


—Si— en el papel decorado, tiene unas letras:


Pide un deseo, y cuando la pulsera se caiga, tu deseo se hará realidad


Eso es tan… no sé que me hace sentir. Mas nostalgia quizá, porque sé que es lo que quiero pedir. Aunque ya tengo el regalo de Reuben, estoy seguro de que le gustara. Le tomo otro paquete al mismo tiempo que saco mi cartera.


— Llevare dos.


— ¡Gracias!— le doy un monto mucho mayor de lo que pagaría por un accesorio como este. No me puedo resistir y abro una.


— ¿Crees en esto?— digo, creyendo que ella se ha ido, pero veo sus manos delante de mí.  Ella me sonríe.


—  ¿Puedo ayudarte a ponerla? No olvides pedir tu deseo— le extiendo la mano, porque no puedo hacerlo sosteniendo la otra y usando solo una mano— No es tanto de que la pulsera lo haga, pero… — sus manos están frías, pero son hábiles cuando asegura la pulsera— ¿No piensas que en navidad hay magia? es como si todo pasara en navidad.


— Sí, supongo…— miro la pulsera plateada en mi muñeca. Cierro los ojos y pienso con fuerza.


— ¡Feliz navidad!— ella ya se esa yendo, buscando a quien venderle. Yo sigo caminando, sintiéndome más feliz.


 


*Deseo no estar solo en navidad, deseo estar con mi familia*


 


Los dos  días siguientes reviso cada momento si aún conservo la pulsera, pero a decir verdad no espero  que  pase gran c osa, solo es un pedazo de metal.


— Hey, Jude…— escucho la puerta justo después de eso.


— Es temprano aun, creí que iríamos a comer.


— ¿Es verdad?


— ¿Qué?


— Que estarás solo en navidad.


— Eh…


— No intentes negarlo, me lo dijo  Abby— esa… ella es mi amiga desde hace años, resulto que también es amiga de Reuben y la única que sabía todo el drama de mi familia. Estoy por darle una explicación que no altere a Reuben, pero su abrazo me sorprende— ¿Por qué no me dijiste nada? de tu familia…— intento hablar, pero no me salen las palabras. El espejo frente a mi muestra la espalda de Reuben, mi cabello rojizo despeinado y mis ojos intentando contener las lagrimas.


— Está bien, no es la gran cosa…


— ¡Pero…!


— Mi familia está bien,  muchos pasan la navidad peor que yo, yo solo estaré aquí viendo películas hasta la media noche para llamarte y hablar un rato para desearte feliz navidad y me iré a dormir, es un plan genial.


— No.


— Reuben…


— No voy a dejar que hagas eso— ah, por eso no quería mencionarle nada hasta después, se que Reuben es muy amable y que querría quedarse conmigo. Eso sería agradable, lo estuve pensando hasta que supe que tenía planes con su familia, como era de esperarse para estas fechas. Me separo, aunque el abrazo es cálido y me siento bien.  


— Reuben, está bien, solo es una fecha más, nada distinto a otros días. Además, yo no pienso ser yo quien te haga venir aquí— él hace una mueca— ¿Lo ves? Si te hace sentir mejor puedes enviarme mensajes o llamarme.


— No me hace sentir mejor— suspiro ¿Cómo voy a convencer al testarudo  de Reuben?


—  Se suponía que estaría con Abby, pero al final no podrá venir— le dejo allí, aún tengo cosas que hacer.


— Hey Jude…— le volteo a ver— mi familia quiere que vayas a casa— le arqueo las cejas, cruzo los brazos y suspiro otra vez.


— No quiero que inventes cosas, no me haces sentir bien.


— No estoy inventando nada. Desde que mis hermanas te vieron no paran de hablar de ti y han causado  que todos quieran conocerte, es verdad ¡Lo juro! Les dije que no podrías ir porque pensé que tenías planes y no quería hacerte sentir comprometido a ir— le miro, esperando que eso sea una mentira, pero Reuben no miente muy bien.


— ¿En la casa de tus padres?


— Claro, es una buena idea, estaríamos juntos en navidad.


— eh… Reuben…


— Vamos, es mejor a que te quedes solo— me mira con esos ojos marrones, poniendo esa expresión como de cachorro— ¿Vendrías a pasar navidad a mi casa?


—Ah, bien. Dime que debería llevar, que tampoco llegare a una casa ajena sin nada— Reuben sonríe y me abraza de nuevo— es en serio Reuben.


— A nadie le importara, creo que tenemos todo lo necesario pero puedes llevar cualquier cosa— no me había dado cuenta de lo mucho que no quería estar solo para navidad— vendré por ti mañana.


— Si me das la dirección puedo llegar por mi cuenta, no necesitas venir por mi— Reuben me mira con los ojos entrecerrados— ¿Qué?


— Si no llegas vendré por ti, o a donde quiera que estés— me rio, poniendo los ojos en blanco.


— Iré aunque será una tragedia para la cena que  había planeado para mí— Reuben se ríe, y me besa.


— Tienes que llegar antes de la decoración del árbol, te lo advierto— Reuben me explica que tienen la costumbre de dejar el árbol sin adornos hasta navidad, y es una tradición en su casa  decorarlo justo la noche de navidad, y parece ser importante por lo mucho que me lo recuerda antes de irse.


 


Sé que no debería  estar nervioso, pero lo estoy. No conozco a la familia de Reuben más que por nombres y llegar de repente en este día… hubiera preferido conocerlos otro día. Me dirijo a la dirección que me dio Reuben más temprano de lo que acordamos, primero porque no sé si encontrare transporte, y segundo porque no quiero perderme.  No es difícil encontrar la dirección, la casa tiene un jardín con dos árboles decorados con luces, así que me paro en la cerca y toco el timbre. No le avise a Reuben que venía antes.


— ¿Si?


— ¡Jude!— Reuben se asoma tras el chico que abrió la puerta. Se apresura a recorrer el tramo entre la puerta y la cerca y abre— no pensé que llegarías tan temprano.


 — ¿Es a quien esperabas?— de cerca, el chico es… vaya, casi idéntico a Reuben y sus hermanas, cabello oscuro y un poco rizado, delgaducho y con ojos marrones, a excepción de los anteojos que usa.


— Es mi hermano mejor, Isaac.


— ¡Es Jude!— las dos niñas vienen corriendo de la casa, saltado y gritando sin parar— ¡Jude llego!—  Reuben me hace pasar. La casa es muy grande, y huele a comida.  En la sala hay varias cajas de cartón y el pino que vi antes en la casa de Reuben, también dos personas más... es… extraño. Me giro a ver a Reuben y sus hermanos, pero los dos chicos que están en la sala son también muy parecidos, todos ellos.


—Gabriel y Michael, mis hermanos mayores— además de ser parecidos a los otros, ellos son idénticos entre sí, otro par de gemelos.


— Hola


— Así que tu eres Jude— les saludo con una sonrisa. Sabía que Reuben tenía hermanos, pero nunca me dijo cuantos— estábamos  por poner una película.


— ¡Sí!—  termino sentando en uno de los sofás, entre las dos niñas. Reuben me sonríe desde el otro sofá.  Terminamos viendo un maratón de películas navideñas infantiles, y luego un par de películas de acción, a las que casi no ponemos atención, pues los hermanos de Reuben son igual de inquietos que las gemelas y hacen todo tipo de comentarios y bromas que nos hacen reír. Un teléfono suena y uno de los gemelos mayores va a contestar.


— Mamá quiere que pasen por los bollos rellenos.


— ¿Ahora?


— Será más rápido.


— Reuben es tu turno de ir— me quedo viendo la discusión, hasta que Reuben se levanta con car de fastidio.


— Bien, iré yo. Hey, Jude ¿Vienes?— me levanto y le digo con si moviendo la cabeza— no está lejos, es a unas calles— me dice cuando salimos.


— No importa. Tus hermanos son muy enérgicos.


— Y eso que aun no comienza la celebración— se ríe.


— ¿Les dijiste que estamos saliendo?


— Si— bueno, eso me hace sentir mejor al no tener que explicar porque estoy allí con una mentira o algo— la verdad están emocionados por conocerte y se están comportando bien. Si algo te hace sentir incomodo por favor, no pienses que es otra cosa.


— Está bien, me agradan— la panadería es un local pequeño lleno de gente casi al borde de la histeria. Hacemos fila uno momentos antes de que nos atiendan y nos entreguen dos cajas con olor a pan que me hace agua la boca.


— ¿Qué es…?— Reuben señala mi mano donde tengo la pulsera— no sabía que te gustaban los accesorios.


— Se lo compre a una chica la otra noche, es una pulsera de pide un deseo.


— ¿Pide un deseo?


— Tienes que pedir un deseo cuando te la pones, y cuando se caiga es porque el deseo se cumplió. O eso decía el papel donde venia, solo la compre porque era para ayudar con una cena.


— Suena bien— llegamos a la casa, esta vez hay más alboroto, ya que una mujer esta regañando a las gemelas. La mujer se parece mucho a… no, todos se parecen a la mujer, debe ser la madre de Reuben.


— Al menos compórtense un poco… ¡Ah! Reuben y…


— Soy Jude— dejo la caja que venía cargando y le extiendo la mano— gracias por invitarme a su celebración— ella hace un gesto con una mano y me toma la mano que le extendí— si puedo ayudarla en algo…


— Diane, no te preocupes por eso— también me sonríe y me da una larga mirada antes de volverse con sus hijos—  ¿Por qué no son tan amables como él? —  eso causa un montón de quejas y que me sonroje. Reuben me da unas palmadas en el hombro. 


Al final solo Reuben, Michael y yo le ayudamos en la cocina.  Ella ya tiene casi todo preparado y solo estamos haciendo los últimos preparativos, aunque estoy preguntando mucho como debo hacerlo.


— Es solo un puré de papas, no es gran cosa— Michael me guiña el ojo mientras sigue cortando lechugas— aunque diga que no le ayudamos, nunca nos deja meter las manos en la cocina más que para hacer la ensalada y el puré. Cuando éramos niños ayudábamos con las galletas, pero ahora solo las decoramos.


— Decoramos las galletas antes de comerlas— me explica Reuben— con chocolate caliente— para cuando comienza a atardecer,  la señora Diane nos hace sentarnos en la sala rodeados de galletas y bolsas con pasta para decorar dentro.  A ratos me quedo mirando como todos conviven entre ellos, riendo y hablando, sin duda son una familia muy unida y lo que me hace no ponerme triste este día  es que actúan como si yo siempre hubiera formado parte de ellos, como si no fuera la primera vez que nos vemos y me hacen sonreír y sentir realmente la calidez de su hogar.  Un dedo lleno de betún azul me distrae de mis pensamientos cuando se frota en mi mejilla.


— Reuben…— le suelto un siseo mientras me limpio la cara. Le arrojo un puñado de dulcecillos de colores. Reuben se ríe, mientras iniciamos una pequeña pelea con los ingredientes para decorar las galletas.  Cuando terminamos Reuben me hace acompañarle a la entrada del patio.


— ¿La estas pasando bien?


— Nunca había decorado galletas, es divertido.


— Ah, tienes dulces en el cabello…— siento la caricia en mi cabeza, me dan ganas de abrazarme a él.


— ¡Hey, Jude!— algo me empuja, luego me jalan de las manos hacia afuera.  Las gemelas me llevan al patio sin que  pueda entender que está pasando— ¡guerra de nieve!— es lo único que me advierte de lo que está por pasar, muy tarde por cierto porque una masa helada se me estrella en la cara al mismo tiempo que gritan. 


— Oigan…— otra bola de nieve me da en la nuca— ¡Son dos contra uno, no es justo!— me agacho a tiempo para evitar otra y recoger un puñado de nieve  que arrojo a donde veo la sombra de una de ellas.  


Me encuentro riendo y corriendo por el patio, recogiendo nieve y lanzándola. Reuben y sus hermanos no tardan en llegar y pronto se convierte en una pelea sin bandos, todos contra todos.  Estoy por dejarme caer de cansancio, cuando la voz de las gemelas vuelve a interrumpir.


— ¡Llego papá!— eso da por terminada la pelea de bolas de nieve. Todos entramos temblando y húmedos. En la sala están las dos recibiendo a su padre, un hombre con el cabello oscuro un poco canoso y que no se parece mucho a ellos más que en el color de los ojos.


— Jude, te prestare otro abrigo— Reuben me  deja allí mientras saludo a su padre. Ya cuando nos hemos cambiado los abrigos, una de las gemelas me pasa un vaso son el chocolate caliente. Las galletas que dejamos decoradas comienzan a desaparecer de la mesa— ¿Qué pasa? ¿No te gustan?— me pregunta Reuben cuando me quedo mirando una de las galletas que hice.


— No es eso, es que... me da pena comerla, me quedo muy bien— todos ríen. 


 No puedo dejar de pensar en mi casa, en mi familia y en que si no fuera por Reuben ahora mismo estaría pasando la navidad a solas en casa, y sin duda me estaría sintiendo muy solo. Nadie debería sentirse solo en navidad.  


La cena en casa de Reuben al contrario de todo lo demás que hemos hecho es muy silenciosa, todos comen sin decir ni una palabra, y no me extraña cuando doy el primer bocado, pues la comida esta deliciosa.  Yo como hasta que siento que reventare si como más, y con esfuerzo regreso a la sala donde me quedo viendo el árbol.


— Lo decoraremos en cuanto podamos movernos— Reuben se sienta a mi lado. Su mano toma la mía, apenas siento su contacto por los guantes que usamos— me alegra que estés aquí.


— Me alegra mucho haber venido… gracias por ser tan terco y no dejar que me quedara en casa— se inclina y me besa. Reuben se reclina en mí, y nos quedamos así, esperando mientras vemos como afuera comienza a caer más nieve. No esperamos mucho hasta que todos entran a la sala y comienza el alboroto otra vez. El contenido de las cajas queda en las mesas. Esferas de todos colores y tamaños, moños y otros adornos coloridos. Hace años que no decoro un árbol de navidad, y ver la emoción con que todos buscan hace que quiera hacerlo también. En la televisión alguien pone el canal musical con villancicos. 


— Ten, puedes poner los adornos también— Isaac me pasa una campana dorada, pequeña— no tiene que decírmelo dos veces.


— Jude, levántame…— levanto a una de las niñas para que ponga una esfera en un sitio más alto.


— ¡A mí también!


— Volteen— el señor Thomas, el padre de Reuben, sostiene el teléfono celular frente a él. Todos sonreímos antes de que se dispare el flash para la fotografía. El árbol queda completamente lleno de adornos, y solo queda encender las luces y poner la estrella en la punta. Gabriel es quien pone la estrella, y Michael conecta las luces. Ver el pino encendido me hace sonreír con nostalgia. Reuben me pasa el brazo por los hombros, la cámara de su teléfono directo a nosotros. Sonrió mientras nos saca fotografías con el árbol de navidad.


— ¡También quiero una foto con Jude!


— Yo también— tomamos un montón de fotos alrededor del árbol y en la sala. Reuben me comienza a mandar las fotos a mi teléfono.


— Oh, esperen, yo lo hago— me ofrezco cuando intentan tomarse una foto familiar. Le pido el teléfono a Reuben y les tomo un par de fotos.


— Hey, Jude, tú también— Reuben me hace ponerme a su lado. Otra serie de flash que me dejan un poco encandilado y luego el sonido de una alarma. Veo la hora en mi teléfono, las doce en punto. Me giro hacia Reuben, pero él se me ha adelantado.


— Feliz navidad—me besa y me abraza. Le sonrió.


— Feliz navidad— le regreso el abrazo. Los demás también están deseándose feliz navidad y dándose abrazos. La ronda de abrazos continúa y así me encuentro dando y recibiendo abrazos también.  Michael se aleja a hacer una llamada, y los padres se apartan para ir a dormir a las gemelas. Después de estar haciendo cosas todo el día, me siento cansado y tranquilo.


—  Jude— Reuben me extiende un regalo, y recuerdo los regalos que traje antes y que deje olvidados en el mueble de la entrada de la casa.


— Espero que tus hermanas no tengan problemas con los dulces— pongo un par de regalos bajo el árbol— y estos son para ti.


— Ah…— no envolví la pulsera, así que Reuben la ve unos momentos antes de abrirla— ¿Me ayudas?


— Pide un deseo de navidad— le digo cuando la termino de sujetar. Reuben solo me besa otra vez.


— No hay mucho que pueda pedir ahora mismo.


— Como quieras al final solo es…— mi pulsera… no hay nada en mi brazo. Levanto el abrigo, pero no tengo nada. Se ha caído.  Reuben también me toma la mano.


— ¿Se ha cumplido tu deseo?— estoy por responderle que solo es una pulsera, pero pienso en todo lo que ha pasado hoy, en cómo me he divertido con Reuben y su familia. Aun pienso eso, cuando mi teléfono suena. He estado recibiendo mensajes de mis amigos, así que no espero otra cosa. Es una llamada. Sonrió antes de mostrarle la pantalla a Reuben


— Si, y mejor de lo que jamás pensé— me alejo para responder la llamada— Vamos, Jude, pide un deseo de navidad—En la pantalla solo se lee  “Casa”

Notas finales:

Para la navidad pasada hice dos historias, y ya estan aquí. A esta historia le falta una revisada todavía, disculpen  cualquier error que se colara.


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