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ESQUIZOFRENIA por juda

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No debería perdonarlo.

Franchesco lo había dejado sin darle ninguna explicación, él había intentado comunicarse para que le explicara quien era esa Nancy y desesperado porque no le contestaba los mensajes quiso al menos que le dijera porqué lo estaba dejando, pero Franchesco había hecho lo que quería sin importarle sus sentimientos y ahora pretendía regresar como si nada.

Franchesco se le había tirado encima y ahora estaba de espaldas en la cama, con su pelinegro a horcajadas sobre él, besándolo con violencia.

Se concentró en ese beso, en la desesperación que sentía por volver a probarlo, quería abrazarlo con fuerza pero era lo que su cuerpo menos tenía, eso accionó una alarma mental. Apenas podía levantar los brazos para acariciarle la espalda. Su cuerpo estaba respondiendo como la última vez en que se despertó con la cachetada de su madre, cuando se vio los nudillos rojos y a su padrastro con la nariz ensangrentada, no tenía fuerzas.

El cuerpo no respondía como debería.

¿Qué le estaba pasando?

La psiquiatra le había dicho que la crisis del año pasado podía ser un evento aislado por el estrés al que estaba sometido pero que tenía que hacer un control exhaustivo, que cualquier episodio fuera de lo común debía ser informado, y esa laguna mental era la segunda en unas pocas semanas... ¿eso qué significaba? ¿Qué su crisis del año pasado no era un evento aislado? Se sintió agónico, quería una vida normal... Dios!! ansiaba una vida sin pastillas, sin miedos, sin lagunas mentales, sin crisis.

Sentía la pija dura de su pelinegro apoyada firmemente en su cadera, pero la de él no respondía.

Franchesco bajó la mano y lo tocó, es más, sintió como le masajeaba la entrepierna intentando excitarlo, pero su cuerpo estaba dormido.

-¿Qué pasa? -se quejó el menor -¿ya no te caliento?

-No es eso, me tienes que dar tiempo, me dejaste porque sí. No te importó nada, ni siquiera si yo estaba bien o mal -le mintió mientras intentaba levantarse pero el muchacho que estaba encima se lo impedía.

-Ya te pedí perdón!

-Ok, y yo debo olvidar que me dejaste sin ningún motivo?

-Yo no te dejé, no sigas diciendo eso -se quejó haciendo un nuevo puchero mientras seguía besándole el cuello, lamiéndole el lóbulo de la oreja. Franchesco seguía palpando la entrepierna del pelirrojo y se desesperaba al no obtener respuesta.

La puerta se abrió y los dos miraron en esa dirección.

Mariana se quedó perpleja.

-Ok chicos. Franchesco vos no sabes, pero Seba si: están sobre mi cama y si hacen cositas, después me dará asquito dormir ahí.

-¿Cositas? -preguntó desde lejos Tomás y se escucharon sus pasos acercarse.

Seba intentó sacarse de encima a Franchesco pero el pelinegro ajustó las piernas en torno a su cuerpo y esperó que Tomás apareciera.

-Ya me voy -le dijo con una sonrisa de satisfacción cuando vio a Tomás observarlos con el ceño fruncido -estaba arreglando mi situación con mi Seba.

-Yo no tengo dramas con que se arreglen, pero no en mi cama -volvió a objetar Mariana, en cambio Tomás entró a la habitación y se paró cerca de la pareja para observar al pelirrojo que seguía tirado sobre la cama.

-¿Cómo te sientes?

-Bien.

-No te veo bien.

-Él está bien -protestó Franchesco.

Tomás ni siquiera lo miró.

-Párate Seba, quiero verte de pie. -una de las características después de una crisis era la falta de fuerza muscular.

El pelinegro se paró de inmediato y esperó.

Sebastián se sentó en la cama e intentó levantarse pero le fallaban las piernas.

Miró tímidamente a Mariana que lo observaba desde la puerta, a Franchesco y luego con ojos llorosos a Tomás.

-Si voy a estar bien, no fue nada -casi grita y el pelinegro se asustó.

-¿Qué le pasa? -preguntó mirando a los hermanos.

-Tuvo una crisis -expuso Tomás sin sacarle los ojos de encima a Seba que ahora lloraba a lágrima viva. -Sebastián, mañana iremos al psiquiatra.

-No puedo faltar al trabajo, soy nuevo, no puedo darme ese lujo.

-Seba...

-No puedo, Tomás, perderé el trabajo. Necesito pasarle plata a mi madre!!! -se tapó el rostro y comenzó a sollozar. Mariana corrió hasta él y se sentó a su lado mientras lo abrazaba con todo el cuerpo, como queriendo protegerlo con la totalidad de su ser.

-Hablaré para que el psiquiatra nos atienda mañana a la noche -le dijo mientras le acariciaba el rostro, secándole las lágrimas y obligándolo a mirarla. -Ahora tomarás tus pastillas y mañana estarás mejor. No fue una crisis, estoy segura que sólo fue un bajón de presión -le mintió para calmarlo. -Te desmayaste porque algunos no estamos preparados para todo esto, no te preocupes, estoy con vos en esto, a veces tenemos recaídas, eso no significa que estemos mal, Seba.

El pelirrojo la abrazó para llorar en su cuello y Franchesco reaccionó poniéndose de rodillas, le puso una mano en el hombro a Mariana y delicada pero firmemente, la apartó, mientras que con la otra mano tomaba a su pelirrojo por el brazo y lo atraía hacia él.

-¿Puedo llevarte mañana al psiquiatra? Quiero estar con vos.

-No -negó Tomás.

Franchesco no lo miró.

-Seba, yo sé que no merezco que me perdones, pero quiero estar con vos mañana.

El pelirrojo aun lloraba cuando afirmó con el rostro.

-Si quieres puedes acompañarme, pero quiero que me lleve Mariana -le respondió intentado aferrarse nuevamente al cuerpo de la mujer. Mariana lo atrajo para que se acurrucara en su pecho y con la mano libre le acarició el cabello a Franchesco.

-Estará todo bien, mañana iremos los tres.

Franchesco se sintió más seguro, el abrazo que Mariana le daba a Seba era protector, no había nada de posesividad en él.

-¿Puedo quedarme esta noche? Prometo no molestar, dormiré con él y lo cuidaré, no se enterarán que estoy aquí, juro que no causaré problemas.

-Ni sueñes -casi grita Tomás.

Franchesco seguía implorando el permiso con los ojos a Mariana, cerró con fuerza los puños para no enfrentar a Tomás.

-¿Te va a hacer bien si él se queda? -le preguntó la mujer a Seba, tomándolo del rostro para que la mirara sólo a ella -no importa lo que sienta Fran, en este momento tu eres lo más importante. ¿Quieres que él se quede?

Seba intentó mirar a Tomás pero Mariana se lo impidió.

-Seba, quieres que Fran se quedé? -volvió a insistir la mayor y el pelirrojo afirmó tímidamente.

***

Se bañó antes de meterse en la cama con Sebastián.

Lo atrajo a su cuerpo y lo besó delicadamente mientras lo acariciaba.

-Todo va a estar bien -le susurró.

El pelirrojo respiraba con normalidad.

Cuando recuperó las fuerzas y las pastillas lo calmaron, él también se había duchado y ahora estaban los dos con el cabello húmedo, acostados en una cama pequeña, enredados con brazos y piernas.

-Mañana cuando regresemos del psiquiatra te ayudaré a llevar tus cosas a mi casa.

Seba tragó saliva.

-No puedo mudarme a tu casa, Franchesco. No haré eso, qué pensará tu mamá.

-No pensará nada, hablaré con ella.

-No, Franchesco. No estoy enfermo, puedo solo.

-No quiero que estés aquí con Tomás.

-Pero...

-No! No quiero -recalcó mientras lo abrazaba fuerte -Eres mío, no de él.

-Es mi amigo!

-No me importa.

Seba suspiró cansado y se pegó a su cuerpo mientras cerraba los ojos.

-¿Ya me perdonaste por lo que hice? -preguntó tímidamente Franchesco.

-Si -respondió sin fuerzas.

-¿Volvemos a estar juntos?

Lo abrazó fuerte y aspiró el olor de la piel de su cuello.

-Si!

-Entonces no quiero que estés aquí.

-Mi casa no me hace bien.

-NO QUIERO QUE ESTÉS AQUÍ -dijo firmemente, haciendo un puchero notorio, casi un berrinche. -o vives conmigo o regresas a tu casa. Tu madre también te necesita -insistió, manipulándolo sin ser plenamente consciente de eso.

Franchesco aun no vislumbraba el alcance de la situación mental de su novio.

Franchesco estaba actuando con egoísmo sin proponérselo.

-Está bien -se rindió Seba -mañana regresaré a mi casa.


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