Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ESQUIZOFRENIA por juda

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Seba sonrió hacia Cesar.

-Gracias Cesar, pero no lo llames, ya me comunicaré con él después.

-Y encima me refriegas en la cara que lo vas a volver a ver -gritó Franchesco, golpeando nuevamente la mesa.

Ale abrió grande no sólo los ojos sino la boca también, tapándosela con la mano.

-No te estoy refregando nada en la cara. Nico es un amigo. No como tu Mark.

-Si, me imagino. Si a Mark casi te lo coges en medio del pasillo sin conocerlo, no quiero ni pensar como serás de fácil con tu puto Nicolás.

-RETRACTATE -gritó Seba y Ale se paró de golpe, tirando la silla en el ínterin y sobresaltando a todos.

-FRANCHESCO -gritó, apoyando las manos en la mesa con todo el rostro rojo de la rabia, César se paró e intentó calmarlo poniéndole las manos sobre los hombros -HIJO DE PUTA, HIJO DE REMIL PUTA, TE ESTUVISTE COGIENDO A MI HERMANITO???

Franchesco lo miró y trago saliva.

Seba giró el rostro totalmente avergonzado para ver si la gente los miraba... y si, los estaban mirando.

-TE VOY A MATAR, FRANCHESCO -gritó nuevamente intentado tirarse sobre su amigo y siendo sostenido por Cesar.

-Si lo dices de esa manera suena mal, pero en realidad Seba es mayor que yo, y si vamos a ser sinceros, yo lo cogí sólo una vez, él era el que me cogía siempre y en cualquier lado. -se defendió Franchesco.

El pelirrojo casi sufre un infarto cuando el pelinegro reveló ese detalle, se paró y se inclinó en reverencia hacia Cesar.

-Fue un placer conocerte, sé que serán felices, adiós -gimió y se marchó apurado.

Franchesco se levantó de golpe para seguirlo y Ale lo detuvo empujándolo.

-Te quedas -le gritó.

-Ale, eres mi mejor amigo, pero no puedes meterte en esto, es algo de Seba y mío.

-Si puedo!!! El Esqui es mi hermano y estaba llorando hoy, lo hiciste llorar Franchesco y no voy a dejar que te le acerques. Quiero que me digas que pasó con Mark, le hizo algo a mi hermano? hoy tenía la nariz rota. Quiero saber todo, Franchesco!!!

El pelinegro inclinó el cuerpo para mirar en la dirección en la que Seba había huido pero su pelirrojo estaba subiendo a un taxi y se marchaba.

Ale no dejó que se fuera hasta que le explicara lo de Mark, Franchesco se lo dijo y Ale casi intenta matarlo nuevamente.

Fue difícil para el rubio aceptar que Franchesco se había metido con su hermano menor, pero el pelinegro estaba desesperado y le juraba por todos los dioses que no quería hacerle daño a Seba.

-Me dices que no quieres lastimarlo pero hoy lo vi mal, estaba llorando. Franchesco, él necesita alejarse de las situaciones que lo estresen y si vos lo estresas, te voy a pedir que te hagas a un lado.

Franchesco tenía la cabeza gacha mientras Ale daba su perorata, luego de diez minutos aproximadamente el pelinegro golpeó la mesa con la palma de la mano.

-Mis mensajes no le llegan, creo que me ha bloqueado -gimió y el rubio abrió grande los ojos, se paró lentamente para mirar.

Franchesco estaba con la cabeza gacha porque había estado toda la hora escribiéndole a su hermano con el celular escondido debajo de la mesa.

El rubio miró desconcertado a Cesar, que sonreía divertido.

-El imbécil no me ha estado escuchando -le dijo y Cesar le dio la razón. -FRANCHESCO -gritó y el pelinegro saltó sobre su silla.

-No te metas Ale -le rogó Franchesco cuando vio que Ale se sentaba nuevamente y se agarraba de la cabeza -Quiero arreglar las cosas con él o va a verse de nuevo con ese Nicolás.

-Franchesco -expuso Cesar que hasta el momento solo había sido espectador -No quiero meterme en algo que no me concierne, pero deberías darle un poco de tiempo, si es como dice Ale que estaba mal, deberías cuidarlo, Ale me contó sobre el problema que Seba tiene y no creo que sea conveniente que sigas estresándolo.

Franchesco lo observó un momento y luego a Ale.

-Tienes razón, Cesar... no deberías meterte. -le contestó mientras se levantaba y se iba.

Oyó cuando Ale lo llamaba, pero ya no quería seguir escuchando que él era el que ponía en riesgo la salud mental de Sebastian.

Estaba por ir a buscarlo, pero a último momento decidió que esperaría a que Seba decidiera dar el primer paso. Le dolía saber que se venía otro fin de semana frustrado. Nunca habían podido tener ese fin de semana juntos, durmiendo hasta tarde, pasando el día embobados el uno en el otro. Le dolió también darse cuenta que estaba pensando en ellos en tiempo pasado.

***

Lunes - Martes - Miércoles - Jueves - Viernes...

Los días era una repetición de rutinas dolorosas: cepillado de dientes con encías ensangrentadas, puñetazos en la pared para recuperar un poco la cordura, pastillas, somnolencia, cansancio, tristeza, la vida misma en un pañuelo de papel tissu.

El martes comenzó con la costumbre de ir a almorzar a la casa de Nicolás y dormitar un rato antes de volver a trabajar. Nicolás le agradaba, podía hablar de literatura, películas, política y salir satisfecho, con un subidón de energía que le duraba hasta que llegaba al trabajo y recordaba que no todo en la vida eran libros y que su pelinegro era demasiado para él, que no podía seguirle el ritmo de esa juventud sana, entonces le brotaba la tristeza por los poros y llegaba a la noche con el mal humor en cada una de las falanges.

Franchesco por su lado había decidido no molestarlo, habló con Ale y le pidió perdón por haber mantenido en secreto su relación, pero le aclaró que no se arrepentía. Mantuvo la mente ocupada en el trabajo, en el estudio, en mentirse que la tristeza que le hacía tropezar con todas las cosas, era sólo un poco de descuido, de despiste, de soñar despierto.

Un viernes, luego de tres semanas, decidió que era momento de comenzar a salir nuevamente. Ale le había dicho que El Esqui estaba más calmado y que su vida transcurría con normalidad. Le aconsejó que hiciera lo mismo, porque su hermano definitivamente estaba en otra, y Franchesco comprendió. Franchesco supo que eso debía ser así. Eran diametralmente opuestos, ni en sus mejores sueños iban a poder quedar de acuerdo en algo. 

Sebastian era hermoso e interesante, él: mundano y común. Era normal que la relación hubiese acabado ni bien comenzó.

Se dio cuenta de que no se sentía tal mal. Que poco a poco lo iba olvidando. Ahora pensaba en Seba solo por las noches, cuando la mente se rendía, cuando se tiraba cansado en la cama y no había otra cosa que hacer... que pensar, que recordar, que sentir!

En cambio Sseba había dejado de pensarlo, las tres semanas sin Franchesco habían sido la nada mental. Iba a la casa de Nicolás  para almorzar pero no aceptaba invitaciones de otra clase y el flaco alto se conformaba con lo que le daba.

Los fines de semana pasaba con Tomás porque todos en su casa sabían que el borracho armaba jodas con sus amigos así que tanto Ale, como su madre y él, desaparecían.

En su día a día, para calmarse y mantenerse receptivo (porque juraba que había días que se le perdían en la mente y no lograba recordarlos) había tomado la costumbre de dibujarse en la piel del pecho con un pedazo de alambre, haciendo presión, dejando la piel inflamada. Era su ritual nocturno: antes de dormir tomaba el metal y en la oscuridad se lo pasaba por la piel, una y otra y otra y otra vez, hasta que el dolor se hacía casi insoportable y podía darse cuenta de que existía, que no se estaba alejando de este mundo.

Ya había comenzado a reír nuevamente, aunque a Mariana no le gustaba esa nueva sonrisa casi psicótica, le había valido más de una discusión con su novio celoso cuando llegaba para buscarla y la encontraba en su cama con Seba en posición fetal casi arriba suyo mientras Mariana le acariciaba la cabeza y le leía algún libro.

La primera vez que los encontró así, Oscar entró y en dos pasos de sus piernas larguísimas llegó hasta la cama, agarró del cuello a Seba, lo levantó por el aire y lo tiró fuera de la habitación, esa vez Mariana le dejó en claro que nunca más debería hacer eso, le había golpeado tantas veces la cabeza con el libro que un segundo antes le había estado leyendo al menor, que Oscar no solo tuvo que disculparse con Seba sino que comprendió que la muchacha bonita que hablaba solo de historias ficticias era la que mandaba en la relación.

Creo que Mariana... No! Estoy segura que Mariana era la única que se daba cuenta que Seba no pensaba en Fran, no porque lo hubiese olvidado, sino porque su cerebro estaba haciendo una lenta involución, una grieta se abría en su cordura. Sólo Mariana percibió que una catástrofe estaba cerca, pero tuvo la esperanza que las pastillas y sus manos que daban caricias sanadoras, tal vez lo podrían mantener atado a la realidad, pero la grieta avanzaba y destruía. Seba, poco a poco, dejaba de ser Seba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).