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ESQUIZOFRENIA por juda

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En ningún momento pensó en llamar a su hermano mayor, ya bastante tenía con cuidarlo a él. Sentía que al menos le estaba devolviendo parte de todo lo que hacía por él si se encargaba del problema.

Corrió como si su vida dependiera de ello.

Cuando faltaba unos 500 metros escuchó las risotadas de los borrachos.

Se detuvo y observó el lugar. Estaba junto al muro perimetral de la casa de su vecina. Pegó un salto e intento asirse del borde pero no llegaba, la pared era demasiado alta.

Miró el árbol, tal vez si se trepaba por ahí... observó con detenimiento las ramas, había unas bastantes fuertes que se acercaban al muro.

Cuando giró para encarar al árbol se topó con Franchesco que también inspeccionaba la rama y pegó un grito asustando también al menor.

-Dios mío, Franchesco!! -gritó luego del alarido.

El pelinegro había retrocedido un par de pasos y se tocaba el pecho.

-¿Por qué gritas de esa manera, imbécil? -le reprochó el menor.

-¿Cómo que por qué grito? ¿Qué mierda haces detrás mío?

-Estamos viendo como vamos a entrar... no?

-Y para que quieres entrar vos??!!!

-No sé!! en realidad no sé para que carajo quieres ir a tu casa, pero no te voy a dejar solo, Ale me dijo que tu padrastro estaría con sus amigos.

-¿Ale está aquí? -preguntó mirando alrededor.

-No, está en la fiesta.

-¿Y como es que me viste?

Se le puso la mente en blanco durante dos segundos y luego funcionó al 150% de su capacidad.

-Me iba a comprar cigarrillos cuando te vi correr hasta aquí. No sabía qué pasaba.

Seba lo hizo a un lado con el brazo y comenzó a trepar por el árbol.

-Ya regreso, te agradecería que no le cuentes a mi hermano, no quiero preocuparlo con macanas.

-Ok -contestó Franchesco y se dispuso a subir por detrás.

Seba lo miró.

El pelinegro esperaba que los pies del pelirrojo siguieran subiendo para poder subir el también, cuando vio que no avanzaban, levantó la mirada.

-Franchesco no sé que pretendes hacer pero ni sueñes que me vas a seguir.

-¿Por qué?

-Estoy por entrar a mi casa.

-Yo también voy a entrar.

-¿Puedo preguntar para que vas a entrar? mi vieja está adentro, no puedo perder el tiempo con vos.

-No sabía que estaba tu mamá ahí! si te preguntaba pensé que no me lo dirías, te voy a ayudar. ¿Qué quieres hacer?

Duda.

-Me escribió. No sé porqué regresó y ahora esta escondida en el cuarto de Ale, tengo que entrar por aquí y sacarla.

-Vamos, no perdamos tiempo, entre los dos va a ser más fácil.

Desde donde estaba y a pesar de la oscuridad, podía ver los ojitos del pelinegro que no titubeaban y a la vez rogaban por un sí.

Bufó.

Bufó molesto porque ahora aparte de preocuparse por su madre, también debería hacerlo por el niño que lo seguía. Pero no podía seguir perdiendo el tiempo en intentar que Franchesco no lo siguiera así que trepó, se aferró a la rama, se paró en ella, caminó haciendo equilibrio y luego dio un pequeño salto hasta caer en el borde del muro. Cuando giró tuvo que hacerse a un lado con rapidez porque Franchesco ya estaba saltando en su dirección. Una vez que los dos estuvieron sobre la tapia perimetral, la recorrieron hasta llegar a la casa de Seba y saltaron al patio trasero. No se molestaron en caminar sin hacer ruido, el bullicio que venía desde el interior de la casa tapaba cualquier sonido que pudieran ocasionar mientras corrían hacia la ventana que daba al cuarto de Ale. Seba luchó un poco con la persiana de madera pero con la ayuda de Franchesco la abrió en seguida y entraron los dos. El cuarto estaba oscuro.

-Mamá -susurró el pelirrojo y un sonido de notificación entró a su celular provocando que los dos saltaran en el lugar.

Seba tomó el aparato antes que hiciera ruido nuevamente, era un mensaje de su madre:

"Seba, diviertete con Tomás, ya logré salir, estoy tomando un taxi para ir a la casa de mi hermana, no regreses mañana tampoco. Cuando vea que las cosas están calmadas yo te aviso"

El pelirrojo desvió el rostro lentamente hasta Franchesco y se miraron.

El pelinegro sonrió, pero Seba pegó una patada a la cama.

-Me cago en la mierda! ¿no podía escribirme antes?

-Seguramente recién pudo agarrar el celular. Dile algo o vendrá a buscarte! -le aconsejó Franchesco.

"Ok. Mamá, que suerte que me avisas, estaba por saltar la tapia, nos vemos después"

Los dos habían girado en dirección a la ventana cuando la puerta del cuarto se abrió.

Seba agarró del cuello a Franchesco y lo tiró en una esquina del cuarto, al costado de un mueble que su madre tenía para organizar las sábanas. Se acurrucaron los dos pegados a la pared.

La puerta se cerró, se escuchaba la risita gangosa de una mujer y el jadeo de un hombre. El ambiente instantáneamente se llenó de olor a alcohol.

-pará, pará -se quejaba ella en medio de una carcajada boba.

-vení, sentate aquí, te voy a partir en dos ese culito -contestó el tipo.

Franchesco transpiraba, estaba apoyado en la pared con casi todo el cuerpo de Seba sobre el suyo.

Los jadeos comenzaron a ser mucho más audibles, ella gemía fuerte y se quejaba. Se escuchaban los chupeteos babosos.

-Me haces doler -susurraba ella.

-Callate, sentate y metételo entero -gemía él.

El pelinegro tragó saliva.

Una nueva notificación entró al celular de Seba y casi mueren los dos del susto.

El pelirrojo lo agarró con manos temblorosas y lo apagó.

-¿Ese celular ha sido el tuyo? -preguntó ella.

-No se ni me importa, seguí moviéndote -jadeó.

Los sonidos fueron aumentando en intensidad, ella era puro grito hasta que él gruñó fuerte y los sonidos cesaron de golpe.

Los borrachos respiraban de manera agitada.

En la oscuridad se escuchó el ruido de las ropas que se acomodaban, luego la puerta se abrió, salieron y la cerraron nuevamente.

Seba se separó de su cuerpo lentamente.

Cuando el susto pasó, el pelinegro notó que la respiración de ambos estaban alteradas.

-De quien era el mensaje -susurró Franchesco.

-No sé.

-Fijate, mirá si es tu mamá preocupada por vos y vuelve a entrar, esta vez si ya no te acompaño.

-Nunca te pedí que vinieras, imbécil -contestó Seba incómodo, prendió el celular, era un mensaje de Tomás preguntando donde estaba, le respondió que ya se había desocupado y que en quince minutos estaba de nuevo ahí.

Apagó  el celular nuevamente para que no los asustaran nuevos sonidos y lo puso en su bolsillo.

La escena que acababa de escuchar lo había dejado tenso y con la pija semierecta, ahí se dio cuenta que aun tenía a Franchesco casi acorralado contra la pared.

-¿Quien era la mina a la que cogieron? -preguntó el pelinegro.

-No tengo ni idea -respondió el pelirrojo, el calor del aliento del menor le había erizado los vellos de la nuca.

-Se ve que la cogió bien cogida, estaba como loca -repuso Franchesco. Seba giró el rostro hacia la dirección de donde provenía su voz. La pieza estaba muy oscura y apenas adivinaba los contornos del menor.

-¿Te calentó? -preguntó sin pensarlo, estirando la mano, encontrando la cintura del menor y sosteniéndola.

-¿A vos no?

Se quedó en silencio, pensando en que tenía que calmarse y pensar en otra cosa porque el que estaba con él en ese escondite era el amigo de su hermano y era poco ético.

-Vamos Franchesco, salgamos antes que vengan más a coger.

-Cerrá la puerta con llave o se va a llenar de borrachos, después tu hermano no va a poder dormir de nuevo en la cama.

El pelirrojo afirmó con el rostro, se acercó a la puerta, le dio unas vueltas a la llave y cuando giró para dirigirse a la ventana se topó con el cuerpo de Franchesco.

No dijo nada, estaba demasiado cerca y sentía la respiración agitada. Él mismo estaba así.

Cuando la boca del menor se pegó a la de él, Seba abrió la suya, metió su lengua en la boca contraria, lo sostuvo por la nuca y lo hizo retroceder hasta que cayeron los dos en la cama.


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