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No escuches a las sombras. por AGR

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Notas del fanfic:

Informo que los personajes de Saint Seiya no son de mi autoría. La historia plasmada en el fic es original y de mi autoria. 

Notas del capitulo:

Estas fueron mis palabras para sobrellevar el cáncer y las quiero compartir con ustedes.

“Es el diez por ciento de medicación y el noventa por ciento de actitud”

No escuches a las sombras.

 

La vida es un conjunto de sucesos que te muestran caminos distintos y el que elijas para andar te llevará a ciertas circunstancia con los aspectos de lo bueno, malo y el siempre buen quizás. No importa que rumbo llegues a seguir todo eso se resume que la vida es eterna que continua su curso, pero nosotros solo nos extinguimos como la llama en la vela.

 

No sirvo para la filosofía, pero tengo mi propia manera de ver los eventos, solo puedo decir: Morir es la parte de vivir y el vivir es solo un recolector de recuerdos. Te hablan del positivismo, la fe, el siempre luchar sin miraras atrás para agarrar impulso, te explican los detalles de lo largo y duro del proceso, que debes o no hacer durante y después de ese tiempo al que te aferras por seguir existiendo.

 

El ser cruel no es parte de mi personalidad, pero todos lidiamos con este entorno de una manera diferente, prefiero utilizar el humor negro a que llorar la tristeza del ¿por qué yo? en un rincón. No es que ignore o me deje de importar el sentimiento de los que me rodean cuando intentan darme esa fortaleza que bien saben no me podrá salvar, solo tengo el momento y a él es que me aferro hasta la hora de mi deceso.

 

La debilidad es una constante desesperación, no poderte incorporar para dar un paseo o hacer sus propias cosas, siempre es necesario la ayuda de otros y sí es molesto cuando eres alguien independiente, pero al final te vez sujeto a permitir a ese ya mencionado alguien a que nos de su mano más aún cuando el tratamiento aumenta la fatiga y los dolores.

 

Mi hermano en todo momento intenta alejar las sombras de la muerte con sus malos chistes y optimismo de que el tratamiento hará el milagro de sanarme, sus expectativas son de gran magnitud, debo darle crédito por ello y es comprensible su actuar ya que soy su única familia, podremos tener un círculo de amigos, pero nada llena el vacío de perder a un lazo de sangre tan fuerte como el de nosotros.

 

Para mantenerlo lejos del llanto solitario le mantengo ocupado con cualquier cosa que se me venga a la cabeza por ejemplo: mi trabajo. Lo alejo con el pretexto de que vaya a supervisar a los trabajadores del taller, no es necesario, ya que Seiya sabe desempeñar muy bien su trabajo como el segundo socio que es en nuestro negocio, pero me da el espacio suficiente para meditar, ¿a quién quiero engañar?, me gusta la soledad. No me mal entiendan amo a mi hermano, cuidé de él a muy temprana edad de cinco años, tras el inesperado fallecimiento de nuestros padres, pero de eso no pienso hablar.

 

No me queda mucho tiempo, quizá un par de meses o solo días, el cáncer es más agresivo y es inevitable detener su avance arrollador, no le culpo, debe estar ansioso por consumir todo de mí para continuar con vida antes de que todo llegue al fin. Quiero hablarles de un hombre, alguien tan especial no es mi hermano por si tenían el nombre de Shun en sus mentes. Este sujeto es distinto y al que tanto amo.

 

La parte inicial es del cómo nos conocimos y con ello se vino el desarrollo de la historia entre Shiryu y yo, pero solo me interesa relatar el final de toda una relación, sé que para ustedes no tiene sentido cuando lo más lógico es contar todo con lujos de detalle, pero es algo aburrido en cambio el final con todo y su punto es mucho mejor para saborear.

 

Ignora el amargo sabor que esto te dejará, solo recuerda que es una realidad y que es parte de esos acontecimientos de los caminos que elegimos en la vida. Bastó un fuerte dolor y una carrera al hospital, exámenes tras exámenes y un resultado que todo lo cambiaría.

Con gran profesionalismo, delicadeza y elocuencia a la esperanza me diagnosticaron cáncer, pero tanto el doctor como Shiryu y yo entendimos que no había cura, solo un tratamiento paliativo para hacer más tolerable la enfermedad que se había apoderado de todo mí ser. Aquí es cuando todo se pone interesante y como ya les informé el final es lo mejor de todo.

 

Shiryu lloró y se aferró en un abrazo lleno de angustia y dolor, me decía que no podía con esto, que debía estar mal los resultados, se negaba a creer lo que yo ya estaba listo para afrontar. Un buen día Shiryu no volvió, ese buen día comencé el tratamiento de quimioterapia y a la segunda invasión del veneno en las venas mi cabello se fue desprendiendo, pero Shiryu, no estuvo a mi lado para darme su mano.

 

Muchos enfermos de cáncer reniegan por su estado odiando a todos a su alrededor, están los depresivos, resignados y así hay de todo, pero entre tantos estoy yo. La actitud de como enfrentes estos hechos es lo que cuenta, por eso mi pensamiento ante ello es muy simple. Es el diez por ciento de medicación y el noventa por ciento de actitud, de lo contrario no podrás lidiar con la enfermedad.

 

Una persona negativa se deja morir más rápido que aquella continua teniendo fe, esperanza y una forma positiva de ver todo. No digo que es cansado y que por momentos te derrumbas, pero tienes el derecho de hacerlo, pero se debe levantar y seguir: puede ser que muchos no compartan mi forma de pensar, pero es lo que siento, con respecto a lo que me ha sucedido.

 

Fui intolerante a una de las quimioterapias, así que me cambiaron la medicación, los dolores que esta me produjo fueron terribles aunque ya no había vómitos o diarrea, al menos ya podía disfrutar de la comida y a pesar de no tener fuerzas me las ingeniaba para buscar a Shiryu, no le encontré, no respondió a ninguna de mis llamadas, él simplemente desapareció de mi vida llevándose con él el amor que aún le tengo.

 

No era para menos que la mayoría escapa cuando se avecina tormentas como estas, no todos tienen las agallas para quedarse hasta el final y dar ese apoyo incondicional que tanto se espera por la persona que amas, ese motivo para soportar los embates de un tratamiento, pero no todos están construidos de esa manera que esperamos.

Podrán odiar a Shiryu por dejarme solo en esta bahía de muertos, por no regresar una sola de mis llamadas, por no darme la oportunidad de suplicar a nuestro amor o al menos decirme adiós frente a frente. Nada más se dio que un simple alejamiento en el silencio.

 

En los momentos más estables en que el dolor me daba un respiro me iba al negocio, Seiya no se inmutaba por el contrario era tosco y se burlaba por verme sin cabello, cuanto le he agradecido eso aunque se notaba la tensión en su mandíbula oprimiendo alguna fuga de emoción doloroso. Hyoga la pareja de mi hermano era distinto, creo que

Shun supo envolverlo en esa burbuja de sentimentalismos, pero había algo en ellos tres que no podían ocultar la pena en sus miradas un secreto en el cual yo no estaba incluido, pero eso no resultó ser de mi interés.

 

Yo solo pensaba en Shiryu y esas noches fogosas en que nos entregábamos al amor, escucharle gritar mi nombre cuando llegaba a la cumbre del máximo placer, sudados y sumergidos en exquisitas caricias, ese momento pleno después del coito. Shiryu sabía cómo calentarme la piel y hervirme la sangre.

 

Los meses pasaron y me iba deteriorando más ya medio año padeciendo de cáncer y no respondía al tratamiento, según los médicos ya no había nada que hacer, así que opté por dejar todo y esperar al que todos temen cuando su hora les llega. Me creció el cabello y me dispuse a trabajar no a tiempo completo, pero al menos daba alguna asesoría a los chicos nuevos, por momentos si me sentía débil regresaba a casa y aunque no lo crean podía estar horas en actividad, como si nunca hubiese estado enfermo.

 

Así me la pasé por una temporada hasta que volví a caer y fue cuando el cáncer me obligó a estar en cama arrancándome a pasos agigantado la vida que se me prestó al ser concebido y yo solo esperaba que se me diera la posibilidad de ver a Shiryu antes de morir, pero se me negó tal anhelo.

 

El impacto fue imprevisto, sentí morir ante cada palabra que ellos tres susurraban, me dije que no debía ocultarme y escuchar, pero aun así lo hice. Les miré como si fuesen las sombras que acompañan a la muerte en su labor, ellos me consiguieron que mi corazón sangrara.

 

Todo era borroso los susurros se volvían gritos, pero resultaban ser lejanos, me entregué a la oscuridad y así pasé por varios días hasta que hace al menos tres semanas regresé de esa inconciencia. Lo primero que hice al despertar fue llorar por mi amado Shiryu, que injusto fui ante el primer pensamiento, que verdugos fueron ustedes que igual juzgaron, pero es entendible porque es una realidad que se da.

 

Me estoy muriendo y llevó la más grande de las penas como un amargo recuerdo, el deseo de volverlo a ver se cumplió en los más fríos cimientos que forman el oscuro encierro en que te dejarán hasta llegar el olvido. La estructura era simple solo su nombre y la fecha de nacimiento. No había un epitafio que se elevara como consuelo para los vivos.

 

No hubo consuelo para mí al pasar estos dolorosos dedos por la fría estructura de su lápida rodeada por el verde y pisoteado zacate. Se fue sin despedida, se marchó antes que yo y sin tener un cáncer en fase terminal, sucumbió a los brazos de la muerte por amor; de seguro estarán pensando que se suicidó por darse cuenta de que estaba desahuciado, cuando digo que murió de amor resultó ser de una manera muy distinta.

 

Shiryu corrió lejos de mí con un solo fin de conseguir el abogado para adelantar nuestra ceremonia de unión que habíamos planificado un mes antes de que todo iniciara, sacó sus ahorros con el fin de pagarme el mejor especialista en cáncer y fue asesinado al salir del banco en un inesperado asalto.

Seiya llegó a presenciar todo, él esperaba en el estacionamiento y estaba ayudando a Shiryu con los preparativos que nunca se llegaron a concluir. Ahora que saben el final me siento mejor, ustedes sabrán qué hacer con mi historia si atesorarla o dejarla en el olvido como suele pasar con los muertos y que recordamos solo por una fecha.

 

Haré mi epitafio quizá no solo diga mi nombre y a su lado la fecha en que nací y la de mi muerte, esa placa dirá: “La vida inicia y la muerte nos transforma. Shiryu e Ikki”.

La vida es un conjunto de sucesos. Shiryu y yo no somos un recuerdo, solo elegimos un camino con inicio y final. Cada instante me es más difícil respirar o mantenerme despierto, los dolores son más intensos, no tengo miedo a la muerte, estoy deseoso de que venga por mí, así podré reunirme con el hombre que amo, con los seres que me dieron la vida y cuidar desde donde me encuentre a los que siguen con vida.

 

No consigo ver solo escucho a esas sombras que me hablan, no puedo ya formular una palabra completa sin ahogarme sin gritar de dolor. Sé que ellos lloran que imploran porque continúe luchando, que no me deje vencer, deben saber que lo intento, pero es tan difícil cuando en cada exhalación se acorta más la vida.

 

No me gustaría ser parte del olvido, quiero ser parte del recuerdo y no de las sombras.

 

 

-Fin.-         

 

Notas finales:

¡Hola!

Les dejo este nuevo fic, espero que les guste, un tema algo duro para muchos. Es parte de mi experiencia y que hoy comparto como una simple pincelada,  pero si es duro tener cáncer y que personas importantes te den la espalda.

Kisus pervertidos.  

 


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