Mientras tanto en Viridian Green acababa de llegar, se dirigió a su gimnasio, entró, dirigiéndose a una de las habitaciones que poseía. Se quedó allí hasta la noche. Aquella tarde no hubo muchos retadores, por lo que estuvo pensando en Red todo el tiempo durante su estancia.
Habían pasado los días, 4 para ser específicos, Green seguía con sus labores en el gimnasio y Red se dedicaba a entrenar a aquel Eevee entre el frío, esperaba que Green regresara, aunque ciertamente dudaba que este lo hiciera.
Era un día cualquiera, Green esperaba retadores, estaba muy aburrido. Igual que su Jolteon, que estaba acostado en sus piernas.
– ¿Deberíamos tomarnos unas vacaciones no crees? – dijo un muy aburrido Green a su eléctrico compañero.
Jolteon soltó un bufido mientras asentía, dándole la razón a su entrenador, de repente se levantó y saltó delante de su entrenador, viendo la puerta que estaba delante de ellos.
– ¿Qué sucede? – preguntó levantándose.
Las puertas fueron abiertas, revelando una figura masculina con un Pikachu en su hombro, Cuando las luces del exterior le permitieron ver bien contempló aquella gorra y esa mirada gélida. Era Red. Sintió una felicidad inmensa dentro de sí, mariposas revoloteaban en su estómago, no pudo evitar sonreír enormemente. Corrió a su encuentro saltando sobre él para darle un abrazo, lo había hecho, Red había ido a visitarle.
El peli café recibió aquel efusivo abrazo gustoso, si tan solo hubiera hecho eso años atrás ambos seguirían siendo pareja. Le pareció gracioso que básicamente estaba cargando a Green, no pesaba tanto. Salió de sus pensamientos cuando el castaño en sus brazos comenzó a hablar:
– Red, viniste a verme – dijo completamente feliz – creí que nunca lo harías… – El campeón de Kanto no pudo evitar sentirse mal por su pobre castaño, todo por su culpa, siguió abrazándolo en silencio.
Green no quería separarse de Red, pero sabía que en cualquier momento se cansaría, así que se separó de aquel misterioso chico.
Mirándose a los ojos por un instante, Red lo volvió a abrazar, no sin antes darle un beso en la mejilla, provocando un sonrojo notorio en el castaño, lo estrujó fuertemente, recargando su mentón en la cabeza del más bajo.
– Toma, te traje esto – dijo al momento que se separaron y sacaba unas rosas de su mochila para dárselas con una sonrisa apacible.
– A-Ah… Gracias Red qué lindo detalle – dijo completamente avergonzado, se había sonrojado más y no pudo evitar sonreír con ternura viendo sus flores favoritas, aquel joven aun recordaba sus gustos.
– Me alegra que te gusten, creí que me las lanzarías a la cara – dijo divertido. Sin embargo, Red estaba más que determinado en recuperar el corazón de Green.
– Y… ¿cómo has llegado aquí sin que te acosen las personas? – dijo sentándose en el centro del campo de batalla, donde Red se sentó a su lado.
Tomó su mochila y de ella sacó unos lentes negros, un abrigo gris y un gorro de lana negro – ya que hacía frío pensó que era buena idea para camuflarse, aunque le diera calor con todo eso puesto – miró al castaño como si se tratara de algo obvio, el cuál rió.
– No tiene importancia – dijo encogiéndose de hombros y lanzando las prendas mencionadas a cualquier parte– yo me preguntaba si querías ir conmigo al cine –
En este preciso momento podemos ver a un Green con cara de sorpresa, parpadeó varias veces; tras de sí había un fondo rosa y salieron estrellitas a sus espaldas (ya saben, al estilo anime). – Esa no la veía venir – pensó.
Pero es que, a decir verdad, Green estaba que se moría por dentro, no se resistió un momento más y aceptó. Red, sintiéndose victorioso, se levantó y le tomó de la mano ayudándolo a levantarse.
– Pero me gustaría ir a casa a bañarme, ha sido un día largo – dijo al mismo tiempo que se estiraba y escuchaba el tronar de sus huesos.
– Me parece bien, ¿te acompaño? – dijo al momento que Green le miraba.
– Gracias – dijo sonriéndole – además sé que no tienes a donde ir – mencionó esto último tratando de mofarse.
Red ignoró ese comentario, poniéndose la ropa para pasar desapercibido y salieron del gimnasio, tras ellos iban Pikachu y Jolteon, después de todo volvieron a ser amigos a pesar de la competitividad con la que aquel cachorro de erizado pelaje cargaba.
Charlaban tranquilamente, la casa donde vivía el castaño no estaba muy lejos. En realidad era una casa pequeña, pero con un patio enorme más que nada.
– No sabía que vivías en ciudad Viridian –
– Tuve que mudarme, había días en los que salía muy tarde del gimnasio, parece que los nuevos entrenadores nunca descansan –
– Tal vez como nosotros – musitó nostálgico.
– Si… –
Estaban delante de la puerta. Cuando Green la abrió Red susurró:
– Todavía no estoy listo para volver a pueblo Paleta… –
El único que había escuchado eso fue Pikachu, que solo bajó las orejas.
Green le invitó a pasar.
– ¿Quieres algo de tomar? ¿Algo de comer? – preguntó a lo que entraban y lo invitaba a sentarse.
– Hmmm – expresó tomando asiento – No te preocupes Green, ve a bañarte –
– Bien – dijo Green sintiéndose muy entusiasmado, casi corriendo se dirigió al baño.
Red lo miró curioso para luego buscar su mochila, que yacía a su lado, la tomó y sacó unos chocolates y un dibujo, quizá no era el mejor, pero tantos años en el monte plateado, no podía vivir de solo ejercitarse, por lo que el dibujo se convirtió en un pasatiempo, colocó ambos regalos sobre la mesita de la sala, esperando pacientemente a que Green saliera de bañarse.
Pasaron 5 minutos. Por inercia miró su hombro, no encontrándose con Pikachu, cuando en ese momento se escuchó que se caía algo, Red volteó rápidamente y pudo divisar a su pequeño ratón junto a Jolteon observando la maceta rota en el suelo.
– ¡Pikachu! – gritó en voz baja Red pues Green podía escucharlos – ¡¿Qué hiciste?! – preguntó nuevamente en voz baja, levantándose y acercándose.
Tanto Pikachu como Jolteon sonrieron nerviosos, se miraron entre sí y le devolvieron la mirada a Red, que les miraba con reproche. No lo dudaron ni un momento y salieron corriendo.
– ¡No! ¿¡A dónde creen que van!? –
Mientras tanto Green en el baño…
– Ah qué estúpido, no agarré mi ropa antes de bañarme… Al menos tengo toalla… Bueno, correré al cuarto y ahí me cambiaré con calma – dijo mirándose al espejo.
Green tranquilamente abrió la puerta del baño, viendo al dúo eléctrico ir hacia su habitación, sonrió, pensando que estaban jugando. Salió algo rápido del baño, volteó disimuladamente a la sala, cuando Red iba corriendo a su dirección. El castaño no reaccionó correctamente, quedando estático. Era muy tarde para que el entrenador del silencio frenara.
– Noooo – exclamó Red cerrando los ojos.
Finalmente Red se estampó contra el de ojos claros, no muy brusco, pero lo suficiente para que Green se resbalara con la misma agua que su cuerpo destilaba. Tomó a Red por la camiseta y cayeron al suelo.