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¡Pobre! por jotaceh

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Día 16: Muy malo

 

 

Entré al colegio con un poco de nervios, sabía que tenía que contarle a Joaquín lo que había ocurrido en mi casa. Ahora mi mamá pensaba que mi novio era Cristián y lo había asumido tan bien, que no quise desmentirle. Siempre imaginé que me rechazaría y al saber que eso no ocurriría, me dio mucho miedo provocarle una desilusión. 

 

-¿Se lo vas a decir tú? – en la entrada me encontré con el moreno.

 

-Sí, es lo correcto – dije con pesar.

 

Respiré profundo antes de comenzar a caminar, tan solo que fuimos interrumpidos por una voz a nuestras espaldas.

 

-¿Qué tienen que decirle a quién? –

 

Se trataba de Emilia, de quien no habíamos sabido nada desde nuestra discusión y es que no había ido a clases. Las malas lenguas habían dicho que se había tratado de suicidar, aunque lo que mencionaba el profesor es que había sido operada por una apendicitis.

 

-Habíamos pensado que estabas muerta- Cristián seguía enojado con ella.

 

-No, querido... Sigo viva para tu desgracia – seguía altiva.

 

-Y regresaste igual de antipática por lo que veo –

 

-En realidad no quiero hablar contigo, feo. Quiero saber cómo está mi Joaquín, pensé en él todo el tiempo que estuve en el hospital, y me di cuenta que es el amor de mi vida – 

 

Seguía con su empecinamiento de tener el amor de alguien que ni siquiera la ve. El moreno no pudo resistir su presencia, por lo que se adelantó y entró al salón antes.

 

-Nosotros estamos juntos, por lo que no tienes ninguna opción –

 

-Eso lo veremos. Te conozco bien y sé que lo arruinarás todo, en ese momento apareceré yo y le demostraré a Joaquín que soy su mejor opción –

 

No dejó que le respondiera, ingresó al colegio como si se tratara de una pasarela, mostrándose ante todos y fingiendo una superioridad que solo está en su cabeza.

 

¿Y si tiene razón la tipeja esa? Pensé en eso toda la mañana, y es que tenía que contarle al castaño que mi mamá pensaba que mi novio era Cristián. Existía una alta probabilidad que se enojara y se cumpliera la amenaza de mi antigua amiga.

 

-¿Cómo te fue ayer? –

 

Fue Joaquín quién se me acercó primero, ya que ni siquiera había querido saludarle. En el primer recreo fue hasta mi puesto y se sentó a mi lado. Me miraba fijo, demostrando que en realidad quería saber lo ocurrido.

 

-Mal... no le gustó la idea que estuviera con un viejo y mucho menos que fuera gay... Se avergüenza de mí –

 

Tuve que pensar en perritos muertos, en niños con hambre y en la salida de Jessica de Girls Generation, para ser capaz de llorar y fingir que había sido rechazado por mi mamá. Era necesario y es que fue todo lo que se me ocurrió.

 

-Lo siento mucho. La idea era pésima, pero nada quita que ella no te quiera por tu orientación –

 

-Nunca va a aceptar nuestra relación –

 

Se lo recalqué y es que era justamente lo que quería que entendiera. Si él no iba a mi casa y teníamos una relación secreta, jamás hablaría con Carmen y no se enteraría que piensa que estoy con Cristián, y lo mejor, es que tendrá miedo de encararla. ¡Era el plan perfecto!

 

-Lo que importa es que nosotros estemos juntos, el resto lo iremos arreglando con el tiempo –

 

El muy tierno me abrazó con fuerza, creyendo en mis palabras y haciéndome sentir miserable. ¿Por qué mierda tengo que ser tan malo? Hubiera sido mejor decirle la verdad, pero no... Tengo que ser egoísta y mantener al castaño a mi lado, no voy a dejar que gane Emilia. La misma a la que vi triunfante mientras el muchacho me abrazaba. ¡Cómete tu apéndice, perra!

 

-Deja comprender... Te gusta mi hermano, pero piensas que es imposible, así que prefieres que te guste el tal Joaquín, aunque debes fingir que Carmen no te acepta ya que el que realmente es tu novio oficial es tu mejor amigo de infancia, que no te gusta ni tú a él, todo para que Emilia no se quede con Joaquín, mientras que Cristián sigue interesado en ella. ¿Eso? –

 

Cuando llegué a mi casa le conté todo a Olivia y es que necesitaba conversar con alguien, me sentía angustiado y cayendo a un precipicio muy profundo. Todo se me había complicado.

 

-Suena enredado, pero es así... Aunque debo recordarte que Rafael ya no me gusta, ¿ok? – Intenté hacer un mapa en mi cabeza para ordenarme.

 

-Si quieres seguir mintiendo, ya es decisión tuya. En fin, no entiendo por qué haces todo eso. ¿No sería mejor aclarar las cosas con Carmen? Si solucionas eso, no tendrás nada más de qué preocuparte –

 

-¿Estás loca? A ella le gustó Cristián, no Joaquín –

 

-Aceptó que fueras gay, solo eso, no creo que sea relevante con quién estés –

 

-Yo creo que sí, no puedo andar ilusionándola siempre, no quiero que piense que cambio de novio cada día –

 

-Ella hace eso –

 

-Pero yo no soy como ella –

 

-Te complicas la vida, Pablo –

 

Preferí salir de la habitación de mi amiga, porque me estaba molestando un poco. Así que seguí con mis tareas, debía ayudar a mi mamá con la limpieza del segundo piso. Tomé la aspiradora y el plumero para ir hasta la habitación de Rafael, tenía que ordenar aquel cuarto tan desordenado. 

 

Abrí la puerta y grande fue mi sorpresa cuando encontré al rubio saliendo del baño, enrollando sus partes solo con una toalla blanca.

 

-¿No se suponía que tenías entrenamiento hoy? –

 

-Me sentía mal, así que me vine a la casa... ¿por qué? ¿No esperabas que estuviera acá? –

 

-Claro que no, por eso venía a hacer la limpieza –

 

-Ah, yo imaginé que habías venido porque sabías que me estaba bañando y querías verme desnudo –

 

Me dijo eso y me sonrojé de inmediato, porque no solo me estaba bromeando, sino que lo estaba diciendo estando casi sin ropa. Podía ver sus brazos musculosos, sus pectorales duros y aquel abdomen esculpido por los mismos dioses. Ok, quizás no tenga la musculatura tan trabajada, pero en mi cabeza se ve como el David de Miguel Ángel.

 

-¿Quieres ver? –

 

Rafael sonreía coqueto mientras llevaba sus manos a la única prenda que llevaba puesta.

 

-¡No! –grité, aunque no fui capaz de irme.

 

El chico no me hizo caso y se destrabó la toalla que llevaba puesta, y en ese momento le vi por primera vez desnudo. Me quedé pasmado mirándole la entrepierna, aquella carne blanca que caía majestuosa. ¡Mierda! No soy experto, pero lo que veía era bastante grande, y es que tenía un elefante ahí.

 

-Es grande ¿verdad? –

 

-Sí... - no era capaz de pensar, solo respondía por inercia.

 

-¿Te gustaría lamerlo? –

 

-Sí... -

 

-Ven entonces...-

 

Una incipiente erección comenzaba a poner más tensa la situación. Al parecer estaba hablando en serio y quería que le diera una felación.

 

-¡No! ¡Aléjate Satanás! – grité cuando recobré la cordura.

 

Tomé mis implementos y salí del cuarto, cerrando la puerta con fuerza. No puedo ser tan débil, no puedo caer tan fácil en la tentación, porque se supone que quien me gusta es Joaquín y tengo que serle fiel. ¿Por qué me pasan este tipo de cosas a mí? Justo ahora que no puedo hacer chupitos, se me presenta una GRAN oferta. 

 

 


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