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¡Pobre! por jotaceh

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Día 24: Amigos enemigos

 

No estoy seguro si solo me ha pasado a mí, pero cuando conozco a alguien me hago una imagen tan fija que me cuesta pensar que aquel sujeto tiene otras facetas. Por ejemplo, no puedo creer que Emilia sea distinta a la amiga desleal que resultó ser. Por eso, cuando se me acercó Julieta en la iglesia quedé en shock, nunca se había comportado así conmigo.

-Hola querido, te ves muy bien el día de hoy, ¿cómo estás? –

Su tono era calmado y hasta sonrió. ¿Qué le pasó a ésta? Parecía la reencarnación de la virgen, vestida como si fuera alguien decente y de alma noble.

-Yo bien, ¿y tú? –

-Bien también, querido Pablo –

-¿Estás segura? ¿No te has pegado en la cabeza últimamente? ¿Tienes amnesia? –

-Qué eres tontín… Quería hablar contigo porque necesito pedirte un favor –

De esto se trataba, claro. Estaba siendo amable porque quería algo de mí.

-¿Quieres ser mi amigo? –

Y en ese momento quedé impresionado más de lo que ya estaba. ¿Acaso hablaba en serio? ¿La reina de las malvadas quería ser mi amiga? No, eso debía ser una estrategia maléfica para acabar conmigo. Estaba siguiendo la misma táctica que Emilia.

-Ay Julieta, ya he caído en esa trampa antes y no lo volveré a hacer. ¿Crees que soy tan estúpido? Lo que tú quieres es estar cerca de Rafael, ocuparme para darte información y destruirme de paso –

-¿Qué? No, no soy tan inteligente como para idear algo así, además me cuesta fingir… Lo que sucede es que me había centrado tanto en mi relación con Rafa que me alejé de todos mis amigos y ahora nadie quiere estar conmigo. Lo que no entiendo, porque soy un amor de mujer –

Está bien, decidí creerle y es que tenía razón, es un pedazo de mensa.

-Pero El Sauce no es tan pequeño como para que no encuentres a nadie mejor, ¿por qué tengo que ser precisamente yo? –

-Porque tenemos una enemiga en común: Esa tetona que es amante de Rafael –

Así que de eso se trataba, quería venganza porque la hija de la pescadera había osado a quitarle su novio.

-¿Y tú cómo sabes eso? Vamos en colegios diferentes, no tienes cómo enterarte –

-Me lo contó tu mamá un día que fui a buscar un jugo a la cocina –

Verdad que Carmen es una chismosa. No me cuesta imaginar que es capaz de hablar de mis problemas personales con cualquiera. Cuando era un bebé, le mostró mi pene a medio pueblo porque creía que tenía un tumor en un testículo.

-¿Y qué quieres conseguir? ¿Qué quieres hacerle a Emilia? –

-Quiero destruirla, que nunca más un hombre se fije en ella. Desfigurarla o algo por el estilo –

-Am… No, en lo posible intentemos no irnos a un centro de detención para menores –

-¿Eso significa que sí quieres ser mi amigo? –

-Eso significa que te ayudaré a vengarnos de Emilia, pero no que seamos amigos. Eso no es algo que se decida, solo se da –

-Está bien, me conformo. Ven a mi casa hoy en la tarde para que podamos planificar nuestros pasos a seguir –

Y así es como quedé citado a la casa de una de mis peores enemigas, de la chica que siempre me ha humillado, y ahora tenía la intención que fuéramos amigos. La vida da muchas vueltas y a veces te termina mareando. Ahora soy amigo de mi enemiga para poder vengarnos de la que era mi amiga y ahora es mi enemiga. Un enredo.

 

 

-¿Y dónde vas un domingo en la tarde? ¿Acaso tienes una cita? – Rafael me vio en la entrada de la casa, encaminado para salir.

-Sí, me voy a juntar con Joaquín, dijo que quería volver –

Su rostro cambió de inmediato, se puso muy serio y me vio con odio. No le gustó mi broma.

-No sabía que te conformaras con tan poco –

-En eso te equivocas, él es mucho más de lo que piensas. Es tierno, amable, gentil, siempre se preocupa por mí…-

-Y la tiene chica – refiriéndose a su pene.

-Eso no lo tengo claro, porque no se la he visto, pero parece que da bastantes sorpresas –me reí con calor en las mejillas.

-Tú estás enamorado de mí, deberías reconocerlo –

-Ay, si te estoy bromeando. Me voy a juntar con Julieta –

-Ok, ¿y piensas que me voy a creer esa mentira?  Eso sí que es imposible –

-Bueno, allá tú si no me crees. Permiso –

Abrí la puerta y me fui. Me molesta que piense que me tiene asegurado, que estoy a sus pies y que puedo esperarlo por el resto de mi vida. Pues no querido, solo tengo tiempo hasta los cincuenta.

 

 

Caminé un par de cuadras para llegar a la mansión de los De la Sota, una casa mucho más grande y lujosa que la de Rafael. Toqué el timbre y esperé a que me atendiera la sirvienta que se encarga de eso. Me llevó hasta el cuarto de la muchacha, el que me impactó por ser completamente rosado.

-Hola Pablito, pasa. Siéntate en el sillón de Barbie si gustas –

¿Cuántos años tiene? No puedo creer que la pieza de una adolescente siga pareciendo la de una niña de seis años. Ni que fuera inocente.

-Lo mejor que podemos hacer es destruir su honra –

-¿Qué honra? Si todos saben que es una puta –

Es la única idea que se le ocurrió a la rubia. Claro, su familia es muy católica, por lo que piensa que todos desean ser serios y seguir lo que señala la biblia.

-Entonces debemos quitarle ese puesto –

-¿Y cómo lo vamos a conseguir? –

-Te gustan los hombres ¿verdad? Entonces esto es lo que haremos…-

Y así fue como ideamos la manera de hacer pagar a Emilia por todo lo que nos ha hecho. Bueno, ahora que lo pienso, a Julieta no le ha hecho nada, porque fui yo quien estuvo detrás de todo ese plan, pero mientras la rubia no se entere, creo que todo estará bien. ¿O no?


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