Día 28: Hermosamente cierto
-¿Qué hacen ustedes dos juntos? - Escuché de pronto, mientras conversaba con Julieta.
Nos juntamos después del colegio y nos fuimos caminando a nuestras casas. Cuando estábamos frente a la puerta de entrada, nos topamos con Rafael, quien no podía creer que ahora fuéramos amigos.
-Conversamos, ¿qué tiene? -la rubia le respondió.
-Que es muy extraño que estés tan cercano de Pablo, siendo que nunca lo soportaste -
-Bueno, uno cambia de opinión. Ahora me cae muy bien -
-No te creo, debe ser alguna trampa que has ideado para estar cerca de mí -
-Ay, pobrecito... Piensa que todo el mundo está pendiente de él. Pues yo no, ya te superé y no me importas nada -
-Eso no te lo creo. Soy difícil de olvidar -
-Me di cuenta que hay muchos otros chicos allá afuera, mucho mejores que tú -
Me sentía incómodo en medio de aquella discusión. Ambos eran expareja y estaban expresando todo su rencor.
-Además, cuando me enteré que estabas con la hija de la pescadera, entendí que no valías la pena-
-¿Estar con quién? Si no me he juntado con nadie -
-Con Emilia, ella nos dijo que ustedes estaban saliendo - intervine ante la impresión del muchacho.
-No, solo la vi cuando entró a desvestirse a mi pieza y nada más, nunca ha sucedido nada entre nosotros -
-¿Qué? ¿Estás seguro de eso? ¿Entonces por qué terminamos? - Julieta no comprendía nada.
-Porque no confiaste en mí y porque ya no te soportaba -
-Pues yo tampoco a ti... Si lo mejor fue haber roto -
Ambos se miraron con desprecio, antes que mi amiga se arreglara el cabello y se fuera divina, como si pisara las nubes.
-Si esa tal Emilia entró a mi pieza porque alguien que conozco muy bien le dijo que lo hiciera - Rafael se refería a mí.
-Que gran mentiroso eres... Estoy seguro que te has metido con Emi y también con cuántas otras personas más -
-¿Estás celoso? -
-¡Para nada! Puedes hacer lo que quieras -
-Ese es el problema, es que no puedo - dijo con tristeza.
-¿Por qué? ¿Eres muy precoz? -
-Por Dios, qué pervertido eres. ¿En esa cabeza tan sucia solo hay sexo? Ahora entiendo por qué tienes la reputación que tienes... -
-Oye, sin ofensas que yo no te he tratado mal - me enojé.
-¿Ah no? Me acabas de tratar como si fuera puto... Aunque te cueste creerlo, no puedo estar con cualquier persona, necesito sentir algo... O sino pregúntale a tu nueva amiga, nosotros nunca hemos intimado -
En ese momento me quedé callado, y es que el rubio tenía razón. He sufrido por la mala imagen que el resto tiene de mí y yo he hecho lo mismo con él, y desde hace mucho tiempo. Claro, es un chico muy guapo y extrovertido, no le cuesta hablar con el resto y cualquiera pensaría que es coqueto, pero ¿y si no es así?
-Me cuesta creer que no haya sucedido nada entre ustedes dos después de tantos años -
-Julieta es muy católica, ella quiere llegar virgen al matrimonio -
Eso parece que era antes, porque ahora estoy seguro que mi amiga va a terminar violando a alguien. Pobre de quien sea su víctima.
-Ok, creo que te he juzgado mal... ¿Me disculpas? -
Intenté ser tierno, le sonreí ampliamente y puse mis manos en modo de oración, palma con palma. Rafael solo sonrió y se me quedó mirando un rato.
-Si eres tan lindo, por eso es que no puedo estar con nadie más. Es difícil encontrar a alguien que te supere -
Fue tan romántico que me sonrojé de inmediato, nunca nadie había sido tan dulce antes, ni siquiera Joaquín. ¿Y si esto era una broma? Me crié con el rubio y sé que es capaz.
-¿Cómo puedo confiar en tus palabras? Me has tomado el pelo desde niño -
-Por favor, me sudan las manos como condenado... Estoy nervioso aunque no lo creas - confesó.
-Deja ver... - y toqué sus manos para darme cuenta que estaban tan mojadas como adolescente dando besos a su novia. - Es verdad, qué loco... Sí tienes sentimientos -
-¿Qué? ¿Pensaste que era un monstruo? -
-Bueno... Quizás un poco - ambos nos pusimos a reír luego de eso.
Entramos a la casa para poder estar más cómodos. Como hacía calor durante esa tarde, decidimos sacarnos los zapatos, subirnos los pantalones y remojar nuestros pies en la piscina. Mecía mis piernitas mientras contemplaba el alegre sol que parecía alumbrar como nunca antes.
-Pero tengo una duda... ¿Por qué me dijiste que me querías y después me señalaste que en realidad querías follarme? -
-¿Acaso no puedes sentir lo mismo por una persona? Te quiero, te aprecio y también me calientas... Tengo diecisiete y nunca he cogido con nadie, y me gustaría hacértelo -
¡Oh por Dios! ¡Oh por Dios! Eso era tan... Romántico... Y cachondo a la vez. Veía su rostro todo perfecto, con su nariz respingada, sus ojitos claros y cabello dorado, todo príncipe azul diciendo que quería meterme el principito, mientras me derretía del calor. Todo era perfecto, como sacado de mis sueños.
-¿Y tú sigues con ese feo? - preguntó de pronto, al parecer un poco enfadado.
-¿Joaquín? ¿Por qué preguntas? ¿Estás celoso? -
-Sí y mucho... Tú eres mío -
¡Oh por Dios! Sé que es muy posesivo decir eso, pero me encantó y es que siempre he sentido cierta predicción por el macho dominante, ese que te toma por la cintura y te sube, te baja, te deja caer y te vuelve a llevar a las nubes. Ése era para mí Rafael, y me encantaba.
-No, ya no estoy con él, porque desconfió de mí, cayó en las trampas de Emilia y ahora estamos distanciados -
-Qué mal, creo que se va a arrepentir por siempre de eso... -
Y aunque intenté responderle, no pude, porque me besó en ese preciso instante. Nuevamente sus labios se unieron a los míos, sentí su calor avasallador, su lengua juguetona, mientras sus manos acariciaban mi cabello. Era apasionado, pero a la vez tierno y delicado.
-Te quiero - se me escapó al terminar.
-Y yo a ti... Mucho... Desde siempre -