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¡Pobre! por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estén muy bien, especialmente con esta enfermdad. Y finalmente termina la fiesta, espero les haya gustado!

 

Nos leemos :D

 

Día 56: Cuando lo olvide

 

-Solo pásala si no quieres –mencionó Roberto riéndose.

Me había dicho que me cuidaría, que nada malo me iba a ocurrir y que no debía hacer nada que no quisiera. Podría haber dejado pasar la oportunidad, tan solo que la curiosidad ya había anidado en mi mente. ¿Y si la probaba? Digo, mi amiga lo había hecho y la veía de lo más normal a mi lado, con los ojos diminutos y rojos, pero reía feliz en las piernas del moreno.

Y, ayudado un poco por el alcohol, decidí fumar marihuana. Me quemó la garganta un montón, tanto que mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Por eso Julieta los tenía rojos? No quise más y se lo pasé a la rubia, que como era novata como yo, tosió como tuberculosa.

-No siento nada –le susurré a Roberto, quien se rio en mi cara.

-No es inmediato, de a poco lo irás sintiendo-

Pasaron diez minutos y nada había sucedido, por lo que cuando la colilla volvió a pasar (la misma u otra, ya ni idea) volví a fumar. Quizás había sido muy poco la primera vez.

-¿Estás seguro? Quizás qué viaje astral te vas a llevar –Roberto solo sonreía. Sus ojos ya estaban diminutos, ya estaba drogado.

Nada ocurrió de nuevo. ¿Qué pasaba conmigo? Se supone que debería ver estrellas, colores sicodélicos y esas cosas ¿no? ¿Por qué no experimentaba de esa manera?

-¿Vamos a bailar? –me preguntó Roberto, y sin pensarlo, dije que sí.

Me levanté como un rayo y nos paramos en medio de la sala a bailar. Era divertido porque no tenía ni idea de qué canción estaba puesta, pero trataba de moverme lo mejor posible. Comencé a hablar mucho, a decirle a Roberto que me sentía bien por haber ido, que era grandioso que la gente se juntara para reír y pasarlo bien, que nunca antes me había sentido mejor. Mis piernas estaban relajadas, mi rostro solo sabía sonreír y cada palabra que el tatuado me decía parecía el chiste más divertido del mundo.

-¿Estás muy arriba? –me preguntó de pronto.

-¿Arriba de qué? –

-¿Qué si te sientes muy en onda? –

-¿De qué mierdas hablas? No entiendo ni puta – ¡Por dios! ¿Ese había sido yo? Me sorprendió que hablara de forma tan vulgar y es que las malas palabras las suelo pensar, no pronunciar.

-No te preocupes, si se nota que si te pegó la marihuana – y ahí comprendí a lo que se refería.

Tenía razón, no estaba como normalmente me siento y supongo que ese era el efecto de la hierba. No es que haya visto marcianos ni perdido la memoria, solo estaba sumamente relajado, me costaba pensar como suelo hacer y me sentía lento, era como estar recién despertando después de una siesta de diez horas.

-¿Te gusta? ¿O te sientes mal? –

-Pensé que era diferente, pero está bien.... Creo. Lo estoy pasando bien –

-Así veo... ¿Sabes qué sería mejor? – de pronto, se me acercó mucho a la cara, sus labios estuvieron muy cerca de los míos, pero no me besó. Se acercó a mi oreja y me susurró. -¿Quieres ir a una pieza de arriba? –apuntó las escaleras, quería ir al segundo piso, a la zona "privada".

¡Mierda! Pensé en mi estado. Quería tener sexo, eso era seguro. ¿Y yo quería? De pronto me sentí muy excitado y es que la idea me... me... gustó mucho porque Roberto es tan sexy, no de la forma tradicional erótica como lo es Rafael, sino que, del rudo rebelde algo roquero con su motocicleta y su chaqueta de cuero, su tatuaje y su aro. ¿Estaba preparado para eso?

-Ok, subamos- nada me importó, solo quería hacerlo. ¡Que la vida es una!

Subí apenas las escaleras y me reía con cada tropezón, hasta que abrimos una habitación que estaba vacía. Cerramos la puerta y nos sentamos en la cama. Me relamí los labios y me recosté. ¡Ven por mí tigre! ¡Soy todo tuyo!

-Toma, come – dijo de pronto Roberto, todavía con ropa y con una expresión de inocencia en su rostro. ¿Comer comida o era la forma sucia de invitarme a hacerle un oral?

¿Qué te pasa? ¿Por qué no me follas salvaje? Me quedé mirándolo, mientras me percataba que me extendía un pedazo de chocolate.

-¿Para esto subimos? ¿Para comer? –le pregunté descolocado.

-Sí, es que me queda poco y no quería compartir... ¿Por qué? ¿Tú que habías pensado? –el muchacho hablaba en serio, eso era lo que quería, solo comer chocolate.

-No, nada... qué rico, ¿dónde lo compraste? –

Roberto se quedó unos segundos mirándome, como si intentara dilucidar qué es lo que había ocurrido ahí, hasta que finalmente unió los cabos sueldos y descubrió mi error.

-No, no puede ser. Acaso... ¿Tú? –lo insinuó y yo quedé colorado, se había enterado de mi perversión, que había imaginado que follaríamos.

-Lo siento, es que... como veníamos solos a un cuarto, supuse que querías que tuviéramos relaciones, pero... no me vayas a malinterpretar –

-¿Qué? ¿Quieres tener sexo conmigo? Pensé que querías dormir porque te había dado sueño, como eres tan niño bueno y ya son las dos de la madrugada... Entonces, ¿al final subiste porque querías follar? –y metí la pata de forma monumental, porque ni siquiera en la segunda ocasión se había enterado de la verdad. Yo y mi gran boca.

Me quedé callado para ver si eso cambiaba, le di tiempo para que lo olvidara, tan solo que en ese preciso momento comenzamos a escuchar los gemidos de una chica que estaba teniendo sexo. ¡Por dios! Que gritaba como si la estuvieran apuñalando y justo estaba en la pieza contigua. El catre de la cama se mecía como si hubiera terremoto y golpeaba la pared que nos separaba. Era todo un espectáculo.

-¡Oh sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Kevin!- en ese momento me di cuenta que la que estaba gimiendo era Julieta, que por fin había perdido la virginidad con el moreno bien dotado.

-Lo están pasando bien al lado –se mofó Roberto.

-Sí, qué loco – yo seguía muy avergonzado.

-¿Tú gimes mucho? – y me quedé paralizado. ¿Por qué preguntaba eso? Si ya había quedado claro que todo era un malentendido. -¿Te gusta el sexo? ¿Qué me ibas a hacer? ¿Me la ibas a chupar o también querías que te cogiera? – y la conversación pasó a ser como de fono erótico.

-No me molestes, ¿quién pensaría que un chico de dieciséis te invita a un cuarto solo para comer chocolate? –

-¿Y si te digo que he fingido todo este tiempo y que en realidad si quería follar, solo que me pones muy nervioso y no quería arruinarlo? –

-¿Hablas en serio? –

-No, tonto... pero te veo muy entusiasmado de nuevo –se burló en mi cara el muy desgraciado. -Lo vamos a hacer cuando hayas podido olvidar a tu ex, no me gustaría que mientras lo hacemos me llames por su nombre – y tras decirlo me besó en la boca.

Era agresivo, me mordía el labio inferior mientras me sujetaba el rostro con las dos manos, aunque tampoco era un abusador, sino que un apasionado. No sé, fue un beso totalmente diferente a los que había dado antes.

-¿Vamos a seguir bailando? –

Nos divertimos hasta las cinco de la mañana, y aquel tema no volvió a surgir, solo lo pasamos bien y nos reímos un montón. El sol ya estaba apareciendo por las montañas cuando me fue a dejar a mi casa en su motocicleta.

-Nos vemos. Lo pasé muy bien esta noche contigo, espero que lo hagamos más seguido –comentó antes de volver a arrancar.

Me quedé mirando cómo se perdía a lo lejos en el camino. ¿Lo haremos cuando olvide a Rafael? ¿Y eso es posible? ¿Algún día olvidaré a mi primer amor?

 


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