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¡Pobre! por jotaceh

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Día 81: Soy una buena persona.

 

-Me ofreció dinero, mucho dinero… Yo lo acepté y se fue –es lo que me dijo en clases Emilia luego de preguntarle por el japonés.

-¿Qué? ¿Así de fácil? Por Dios Emi, que eres una regalada –le hubiera dicho la verdad, así me hubiera dado plata a mí.

-Tenía que aprovechar, no todos los días llega un millonario a ofrecerme dinero. Además, la condición era que me alejara de Rafael, pero eso lo hice hace bastante y gratis. Lo que no entendí, es cómo se había enterado de eso –miró al cielo como si quisiera descubrir una verdad fundamental del universo.

-Es que en este pueblo todos son tan chismosos, que yo creo que le fueron con el cuento – puto y chismoso, cada vez me parezco más a mi mamá.

-¿Y no te molesta esto? –

-¿Por qué me molestaría? –no entendía.

-Si ese chino me ofreció dinero para que dejara a Rafael, es porque está interesado en él románticamente. Además, se vino a vivir a su antigua casa. Todo es muy extraño ¿no crees? A mí me da la impresión que esos dos tuvieron algo –maldita castaña, que me cagó toda la semana con su cizaña.

Ahora no puedo quitarme de la cabeza al rubio besándose con el tal Ruka, ambos vestidos con yukata y con sus partes pixeleadas a modo de censura. Ya saben, al estilo porno japonés. Y eso me parte el alma, porque por más que trato de recordar el pene de mi ex novio, ya no puedo, es como si el chino ése me hubiera tirado una maldición y lo haya olvidado para siempre.

Estuve triste un par de días, hasta que una tarde, mientras caminaba rumbo a mi casa, me encontré de frente con el oriental.

-Ey tú, ¿quieres dinero? –fue la forma en que saludó.

-Ojalá todo el mundo me saludara de esa manera. Sí, sí que sí quiero –el dinero es un asunto y el romance otro. Mi amor por Rafael no me va a dar de comer.

-Me siento solo en esa casa, necesito a alguien a quien gritar –

Lo miré fijamente esperando el momento en el cual comenzara a reír, imaginando que era una broma.

-Seré pobre, pero tengo algo de honor y no voy a aceptar tu dinero a cambio que me humilles. Así que, adiós –me di media vuelta y me fui con el mentón en alto. –Verdad que vivo para el otro lado –tuve que regresar porque iba camino a mi casa.

-Está bien, está bien. Te ofrezco dinero para que finjas ser mi amigo. Prometo que te trataré bien… solo hazme un poco de compañía –me tomó del brazo antes que me fuera.

Me detuve no porque la oferta parecía mejor, sino que debido a los ojos del oriental. Usualmente parece tener la mirada fija y un tanto distante, como si estuviera en un nivel superior a todos nosotros como mortales. Sin embargo, en ese instante, pareció estar desesperado, como si hubiera abierto la puerta de sus miedos y sus peores temores hubieran afloraron. Sus ojos se llenaron de pena.

Fui hasta su casa, la que fue mi hogar por muchos años. No vayan a creer que fue por el dinero, porque mi espíritu católico me guio para hacer el bien a un alma necesitada. Aunque el dinero era bastante tentador, pero no, lo hice por la buena acción. Aunque la ropa que me compré es tan linda, pero no, lo hice para darle un poco de luz a la triste realidad de ese japonés. Aunque la comida que comí…

-¿Te gusta la casa? Es más chica que la mansión de mi familia en la ciudad, pero está cómoda – fue su primer comentario luego de hacerme pasar.

Dios, si viera la casa de mi abuela, diría que es del porte de su baño.

-Es muy linda, ¿por eso la elegiste para vivir? –además del dinero, me intrigaba saber más de aquel muchacho que parecía una amenaza.

-No, fue por otro motivo – y siguió avanzando.

Me dio un tour por cada habitación, como si fuera de lo más divertido. En un momento estuve a punto de pararlo y decirle que conocía la maldita casa de memoria, que se detuviera un rato y me contara más de su vida, que era el chisme que me interesaba. Tan solo que eso significaría perder mi jugoso pago, así que me contuve. ¡Siempre profesional!

Como ya no tenía más piezas que mostrarme, me llevó hasta la sala de estar. Nos sentamos en el sofá y nos quedamos ahí viéndonos a la cara como si esperáramos la micro en el paradero. La química no se creaba entre nosotros, por lo que tuve que forzar un poco la conversación.

-A mí me gusta mucho la música coreana, mis grupos favoritos son EXO, Red Velvet y NCT…-

-Me carga ese tipo de música –dijo con su rostro de hielo.

-¿Y eso por qué? –

-Porque los coreanos con una raza inferior que solo sabe copiar nuestra tecnología y llorar porque los conquistamos hace unas décadas. No logran entender que queríamos mejorarlos –

¿Han visto las noticias sobre neonazis latinos alguna vez? Sí, ese mismo sentimiento tuve al escuchar a Ruka. ¿Qué mierda la pasa? ¿Era la reencarnación de Hitler o qué? Entiendo que ese haya sido un pensamiento hace un siglo, pero ahora no tiene fundamento (jamás lo tuvo), especialmente con alguien que es un inmigrante.

-Yo podría decir lo mismo. Mucha gente en este país discrimina a los orientales –

-A los orientales pobres sí, pero mi familia siempre ha sido adinerada. A mí nunca me han tratado mal, al contrario, todos siempre buscan halagarme

Su frialdad me impactó, nunca me había relacionado con alguien tan individualista. Era como si todo lo que importara en el mundo era él mismo.

-Bueno, todos menos Rafael… -comenté al recordar el mensaje que me envió en mi cumpleaños. Me seguía prefiriendo a mí.

-¿Qué? ¿Y cómo sabes eso? –se puso en alerta, me miró decidido a atacar en cualquier momento.

-Am, bueno… porque Emilia me contó que le diste dinero para que se alejara de él. Supongo que es porque lo quieres solo para ti, tan solo que no te hace caso –no ven, si no soy tan tonto.

-Sí, buen punto, me descubriste. De hecho, soy tan patético que compré la que fue su casa… Ha sido la primera persona en este mundo que me importa de verdad, y aunque haga todo lo posible para tenerlo a mi lado, nada funciona –volvió a ser el niño débil, había bajado el escudo.

-¿Estás enamorado de él? –

-Sí, me enamoré desde el día en que su padre me lo presentó – decía con pena.

-¿Te lo presentó su papá? – esto ya me olía a podrido. Sabiendo que Ruka es millonario y Rafael guapo, cabe la posibilidad que don José Miguel intentara vender a su hijo como un pedazo de carne. Uno bien jugoso y apetecible.

-Sí, en una reunión de negocios con mi familia. Fue amor a primera vista y aunque estuvimos saliendo un par de meses, él me rechazó. Le confesé que me había enamorado, pero él me dijo que no me correspondía, que seguía sintiendo algo por una persona de su pasado, alguien de este pueblo… Por eso me vine hasta El Sauce, porque estoy seguro que Rafael vendrá aquí en algún momento. Y yo le estaré esperando, ofreciéndole toda la vida que perdió y habiéndome deshecho ya de Emilia –

Me contó todo sin siquiera presionarlo, ya sabía todo lo que ocurría, y eso me dio miedo.

-¿Deshacerte de ella? ¿La vas a matar? –

-¿Qué? No, claro que no. Le voy a seguir ofreciendo dinero si es necesario con tal que olvide a mi hombre. Le compraré una casa en el rincón más alejado del mundo si es necesario – lo parecía, pero no lo era. Asesino no es.

-Pero… ¿no sería mejor que te dieras por vencido? –

-¡Jamás! Siempre consigo lo que me propongo… pero no quiero hablar más de eso. ¿Te apetece un poco de pizza? – Y yo que quería sushi. ¿No que era japonés?

Esa tarde me fui con un par de billetes en mis bolsillos y con la extraña sensación que toda esa relación que estaba entablando con Ruka no iba a terminar de la mejor forma. ¿Qué pasará cuando se entere que soy yo a quien ama Rafael?

En fin, por ahí en lenguaje aprendí sobre el Carpe Diem. Por mientras, ¡a vivir la vida! Que mi nuevo amigo me está llenando de dinero. Ya después veré cómo le hago para enfrentar el odio del pequeño chino. ¿De eso se trata el aprovechar el día no? O eso entendí yo mientras intentaba no quedarme dormido en clases.

 

 


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