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¡Pobre! por jotaceh

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Día 89: Allá te voy San Pedro.

 

Mientras Emilia esté rechoncha no puedo buscarle novio. O sea, sí se puede, porque hay gente que se fija en los sentimientos y no en el físico, pero usualmente son solo gente fea, así que mejor descartarlos e ir por los que sí valen la pena. Lo siento, es que, si comparo a todos con Rafael, me parecen unos monstruos.

Lo bueno es que Ruka las está ayudando con determinación y ya está produciendo efectos, porque las lonjitas de ambas chicas comienzan a disminuir.

-A mí me gustas de todas formas. Por mí no te mortifiques -le dijo Federico a Julieta el otro día.

¿No ven? Si mis planes no son tan descabellados. Esos dos van viento en popa, estoy seguro de que para el invierno ya estarán comprometidos y buscando fecha para el matrimonio. Acuérdense de mí.

-¿Y ahora en quién nos tenemos que centrar? -me dijo Cristián tras definir que Emilia quedaría relegada para el final.

-Creo que ahora nos toca el reto mayor: mi abuela –

Y sí, será el más difícil porque no hay ancianos en Tinder. Le he creado un perfil y todo, pero no hay caso, el hombre más viejo que encontré tenía cuarenta y cinco, y no hicimos match. Y eso que coloqué la mejor foto de doña María, si hasta estaba usando su mejor placa, esa blanquita que se pone para ir a misa, porque no le va a abrir la boca al cura con la placa mala, esa que ya está amarilla.

-¿Y tú crees que ella ande buscando el amor? A su edad las personas ya no quieren nada de problemas románticos – el moreno era escéptico.

-Que feo que pienses así. No porque estén viejos significa que han muerto. Están cerca sí, pero necesitan un poquito de adrenalina también, para recordar los buenos tiempos –

-Si Tinder no nos sirve, ¿entonces qué haremos? –

-Lo haremos a la antigua… -Es todo lo que le dije antes de citarlo el sábado a las doce del día en la plaza.

El pueblo es pequeño, lo sé, pero existe un lugar en específico que es ideal para conocer viejitos melancólicos, tristes y necesitados de amor: el cementerio.

-¿Por qué estamos en el cementerio?  La idea es que el novio de tu abuela esté vivo ¿no? –

-No vinimos por los difuntos, menso. Sino que por los viudos. Aquí suelen venir los señores que han perdido a sus esposas, se sienten solos y las extrañan, entonces compran flores y vienen a hablarles. ¡Son ideales! Como necesitan del amor que perdieron, yo les voy a ofrecer a mi abuela, que todavía camina y puede agitarse un poquito, para darle un poco de acción en sus últimos alientos –

-Pablo, eres maquiavélico. ¿Te das cuenta de que cualquier paso en falso terminamos matando a un pobre viejo solitario? –

-No me vengas con eso, que también cabe la posibilidad que la que estire la pata sea mi abuela, pero los riesgos existen y hay que tomarlos. ¡Entremos! –

Recorrimos los pasillos del cementerio, entre las tumbas abandonadas y las flores secas echadas en los tarros de basura. Al parecer no mucha gente va a visitar a sus difuntos, porque para ser fin de semana había pocos visitantes.

Y cuando ya estaba perdiendo las esperanzas, encontré al anciano perfecto. Lo divisé a lo lejos, sentado frente a una tumba que acababa de ser decorada con claveles rojos. El hombre arrugado y calvo parecía estar hablando tristemente a la persona que ahí había enterrado. ¡Por Dios! Que era el viudo perfecto para doña María.

-Mira ese viejito de ahí, le veo en el altar con mi abuela –

-¿Cuál? ¿El que está llorando? –

-¿Está llorando? No alcanzo a ver tan al detalle, pero si tiene los ojos lubricados significa que no está tan mal de salud ¿no? Puede que le dure un par de años a mi abue –

No quise esperar más, así que me dirigí hasta el elegido.

-Buenas tardes, ¿cómo se encuentra? – me senté a su lado, olvidando que estaba llorando y que interrumpí su momento de reflexión.

-¿Quién eres tú? -un hombre muy educado.

-Me presento, soy Pablo Soto, nieto de doña María González, una mujer muy agradable que vive cerca del…-

-¿Eres el nieto fleto de la vieja maraca de la María? Que mujer más desagradable, siempre me robaba los membrillos en los recreos, y me pegaba cuando no estaban maduros –

-¿Fueron compañeros de colegio? -pregunté asombrado por la coincidencia.

-¿Habían colegios? -comentó Cristián.

-Claro, si era la matona de la escuela, todos le tenían miedo porque golpeaba peor que el diablo. Mi pobre esposa también sufrió por esa vieja peleonera… Me alegra saber que le salió una hija puta y un nieto maricón -sí, muy agradable del ancianito. Y se veía tan tranquilo.

-Sí, en fin… ¿y usted está soltero? –

-Pablo, que te trató de maricón y de putas a tu abuela y a tu mamá. No creo que sea buena idea… -mi amigo me habló al oído.

-Ay, para qué nos vamos a engañar. Ha dicho solo la verdad…. Ya, dígame, ¿está soltero o ya está remojando el cochayuyo en otra cuca? – fui al grano, que a lo lejos vi a otro viejito entrar al cementerio y si este viejo deslenguado no me servía, iría por él.

-¿Y a ti que te importa qué hago con mi pichula? ¿Acaso me estás coqueteando, pedazo de maricón? –

-Mire aborto de cocodrilo, si le estoy hablando es porque mi abuela ha estado mucho tiempo sola y le estoy buscando novio, y como le vi llorando porque extraña a su esposa, pensé que sería buena idea reunirlo con ella… -

-¿Yo con esa vieja desgraciada? Prefiero morirme antes que intentarlo –

-Ya, pero para eso queda poco, no tiene que esforzarse mucho… Entonces ¿lo dejamos en un tal vez? –

-El carácter de esa vieja es insoportable, todavía recuerdo sus golpes cuando era niño… Además, quedó viuda muy joven, estoy seguro de que mató a su esposo. Si es la reencarnación del mismísimo diablo –

-Sí, tiene un humor bastante peculiar, pero le gana a su difunta esposa en algo… -

-¿En qué? Si mi señora era una santa –

-En que mi abue sí respira… -

Sí, tuve que arrancar porque el viejo quería pegarme con su bastón.

-Te dije que era mala idea -me dijo Cristián cuando logramos escapar del viejo cascarrabias.

-¿Quién iba a imaginar que justo ese viejo iba a conocer a mi abuela? Si pensé que ella no se relacionaba con nadie –

-Lo conoció cuando eran niños. A él no le vas a poder mentir, la conoce bien –

Me estaba resignando, debería buscar otro método para conseguirle pareja a doña María, cuando de pronto, el anciano se nos acercó. Esta vez, de manera pacífica.

-¿Y qué tal está de enfermedades? ¿Todavía puede caminar? –

Me sorprendió su actitud y es que, al parecer, había recapacitado.

-Claro que sí, si sigue haciendo ella misma los deberes de la casa. Cocina y limpia como una veinteañera. No tiene diabetes, solo un poco de hipertensión, pero toma pastillas… De los huesos está bien. Si quiere le muestro los exámenes que le acabo de sacar de su velador – metí mi mano a la mochila.

-¿Trajiste esos documentos al cementerio? -otra vez mi amigo me habló al oído.

-Sí, si los abuelitos son como los autos, debes demostrar que han pasado la revisión técnica para que los compren –

-No, no hace falta… si con que camine me conformo. Supongo que con los años se ha vuelto más dócil – poco a poco el viejo daba su brazo a torcer.

-Sí, claro que sí, si ahora es toda una princesa -recordé que en la mañana me regañó porque no bajé la tapa del inodoro, pero cualquiera se enojaría con eso ¿no? Si yo la veo más tranquila, solo me persiguió media hora con el palo de la escoba.

-Bien, me parece bien… Puedo ir a su casa esta tarde a las seis, dígale que me gusta el té con galletas, pero de esas livianas sin azúcar, porque tengo que controlar la glicemia –

-Sí, caballero… le prometo que no se arrepentirá de darle una oportunidad al amor –

Y otra vez, Pablo Soto acaba de acertar. Si soy el cupido de El Sauce, esto se me da mejor de lo imaginaba. Me fui dichoso del cementerio, y es que ya le había conseguido una cita a mi abuela.

-¿Tú crees que acepte cenar con ese hombre? –

-No seas aguafiestas Cristián… Le diré que vendrán de la Municipalidad a entrevistarla por ser una anciana moderna que utiliza las redes sociales. Que se vaya dando cuenta de la realidad en el curso de la tarde –

-Te da miedo decirle la verdad ¿cierto? –

-Sabía que tenía que comenzar por mi mamá. Esa vieja me va a cortar los dedos con el cortaúñas y se los dará de comer a los cerdos cuando se entere que le estoy buscando novio –

¿Qué acabo de hacer? Me quedan los días contados.

 

 

 

 


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