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¡Pobre! por jotaceh

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Día 10:  Besos 

 

Aparte de ese beso delante de todos y caminar tomados de la mano, no ha sucedido nada más con Joaquín. No hemos vuelto a unir nuestros labios, aunque sí pasamos la mayor parte del día juntos y es como un buen amigo. ¿Eso es lo importante no?

 

No pude contener más el secreto, así es que decidí contarle todo lo sucedido a Olivia.

 

-Y me defendió. Dijo que le gustaba y todo eso...-

 

-¿Y él te gusta? –

 

Mi amiga no comprende mucho de las relaciones humanas, por lo que no es tan sencillo que comprenda lo que puedo llegar a sentir por otro chico atractivo.

 

-Sí, o sea, es alguien guapo, simpático y se preocupa por mí –

 

-Ok, pero una vez me trataste de explicar qué significaba que alguien te atrajera. Y me dijiste que era cuando sientes que tu corazón late más rápido al verlo y piensas seguido en él... Por eso estaba segura que quien te gustaba era Rafael –

 

-¡¿Qué?! Claro que no –

 

Me alteré mucho al escuchar eso. ¿Cómo se le puede ocurrir? 

 

-Siempre andas pendiente de mi hermano, le andas espiando por la casa y te gusta olfatear su ropa, especialmente sus calzoncillos. Siempre que vemos a Sehun me dices que es guapo, igual que Rafa. Eso se ajusta mucho a tu definición, eso quiere decir, que te gusta –

 

Me quedé mudo. ¿Quién me manda a contarle tantas cosas a la chica? No se me ocurrió una manera de contradecir lo que había deducido, y es que me dejó meditando profundo.

 

Comencé a hacerme preguntas, ¿acaso si no me hubiera defendido me hubiera dado cuenta que existía? Solo me llamó la atención después de enterarse de mi orientación, entonces ¿podía decir con seguridad que estaba atraído por el muchacho?

 

Al otro lado del análisis, tenía a Rafael. El chico más guapo que he conocido, que, aunque es un tarado, suelo quedarme boquiabierto al verle, suele ser mi modelo de referencia para saber quién es atractivo y quién no, porque... es mi primer amor.

 

Supongo que lo normalicé, que para mí era común verle y es que crecimos juntos, tan solo que los pensamientos que tenía guardados en mi cabeza significan algo que solo ahora podía definir. Me sonrojé al comprender que había estado enamorado de Rafael, pero solo puede ser eso, porque él jamás se fijaría en alguien como yo.

 

-Eso era antes, porque ahora siento todo eso por Joaquín –respondí finalmente, no muy convencido, tan solo que quería terminar la plática, no me era grata.

 

Tras ello, me quedé con la duda en mi cabeza. ¿Puede ser que me guste alguien solo por saber que siente algo por mí?

 

Al día siguiente era sábado, por lo que me levanté temprano para ayudar a mi mamá con la limpieza de la casa. La verdad, es que salió de fiesta y tenía tan mala salud al despertar, que la tuve que cubrir.

 

-Gracias hijo, eres el mejor. Cuando te cases, tu mujer será muy afortunada-

 

Me dijo como si eso pudiera ser posible en algún universo paralelo. Ahora estaba más cercano a tener un hombre afortunado, más que una mujer.

 

Primero me dediqué a hacer el desayuno, ya que a las nueve tenía que estar lista la comida para la familia. Herví el agua para el té, tosté el pan, hice huevos con tocino, exprimí las naranjas y piqué en cuadraditos la fruta. Logré tener todo listo y servir la mesa antes que los patrones llegaran.

 

-Buenos días Pablo, ¿cómo amaneciste? – me preguntó la señora Cecilia.

 

Ya ni siquiera se inmutaba que un joven estuviera sirviéndole, y es que es tan normal que Carmen tenga resaca, que ya casi todos los sábados soy yo quien les sirve la primera comida.

 

-Qué milagro que te has despertado temprano, ¿qué sucedió? –

 

Don José Miguel hacía alusión a su hijo mayor, quien, en un acto nunca antes visto, madrugó un sábado. Se sentó en la mesa sin hacer caso a las burlas de su padre y dejó que le sirviera.

 

-Muchas gracias, Pablo –

 

Pronunció luego de colocar frente a él la porción de fruta y el jugo recién exprimido. Un fuerte escalofríos recorrió mi cuerpo y es que era la primera vez que el rubio me trataba bien. ¿Acaso se sentía mal de verdad?

 

Tras ver que todos habían comido, retiré los platos y los fui a lavar a la cocina. Tenía las manos mojadas y el sonido del agua chorreando me impidió percatarme que tenía visitas.

 

-¿Desde hace cuánto que estás ahí? –

 

Volteé y me percaté que Rafael estaba parado detrás, mirándome muy serio, como si fuera un inspector de patio en el colegio.

 

-Te estaba viendo –

 

-¿Por qué? ¿Temes que me robe la vajilla de plata? – bromeé y es que aunque tienen dinero, no son tan millonarios como para poseer aquello.

 

-Pensaba en lo que me contó Olivia ayer –

 

Aquello no tenía pinta de ser algo bueno. Mierda, tal vez a mi amiga se le escapó lo que le había confesado, que antes me había gustado su hermano y ahora el muy desgraciado tenía material para molestarme.

 

-¿Qué te contó? –

 

-Que te enamoraste de un compañero de clases –

 

Respiré aliviado, parecía que no tenía de qué temer.

 

-Por tu expresión pareciera que es verdad –

 

Y solo en ese instante recordé que, aunque todos en el colegio saben que soy gay, en mi casa seguía siendo un secreto. No podría reconocer mi relación con Joaquín.

 

-No, eso es mentira –

 

-¿Me quieres engañar? Le diste un beso y han andado de la mano –

 

Le había contado con lujos de detalle al parecer.

 

-Solo somos buenos amigos, nada más –

 

-Pero le diste un beso –

 

Ya en ese momento había soltado el plato que estaba lavando, tan solo que no había podido cortar el flujo de la llave. ¿Qué se supone que estaba haciendo? Si era una broma, parecía que estuviera actuando muy bien.

 

-¿A dónde quieres llegar? ¿Te vas a burlar? –

 

-Se suponía que estabas enamorado de mí, ¿por qué andas besándote con otros? –

 

Y esa pregunta me sorprendió, porque realmente parecía como si estuviera celoso. Sin embargo, no tenía razones para estarlo, porque él tiene novia, le gustan las mujeres y yo solo soy el hijo de su sirvienta.

 

-Eso es mentira, nunca he sentido nada por ti –

 

-Estás loco, eres el único que nunca se ha dado cuenta de esto –

 

Pronunció antes de empujarme contra el mueble, presionándome con su cuerpo grande y caluroso, antes de tocar con sus labios mi boca. Me besó con fuerza mientras yo no sabía qué hacer, todo eso me pillaba de sorpresa.

 

Miraba sus cabellos dorados que desordenados se entrelazaban, su piel tostada y aquellos grandes ojos azules que en ese momento se encontraban cerrados. Era el muchacho más guapo que jamás he visto y estaba besándome. ¿Acaso merecía tanta felicidad en mi vida?

 

-Lo ves, siempre me has amado –

 

Es todo lo que dijo antes de irse corriendo. Su voz no demostraba la misma seguridad de siempre, como si hubiera caído en su propia trampa, como si hubiera buscado humillarme y en medio de su treta, se haya dado cuenta que aquel beso que me dio era sincero, como si realmente hubiera deseado hacerlo.

 

 


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