Día 70: Que si, que no
Las cosas van muy bien con Roberto, lo pasamos bien cuando nos reunimos y cuando estamos a solas, las cosas son bastante interesante, si es que saben a lo que me refiero. Sin embargo, no tengo claro si somos amigos o si ya somos novios.
-Quizás deberías preguntarle –me aconsejó Julieta.
-¿Estás loca? Va a creer que estoy desesperado por una relación-
-¿Y no lo estás? –
-No, no lo estoy… Solo que… quiero saber qué somos, si es algo serio o solo pasajero –
-¿Y si le pides ser novios? – fue la solución de la rubia.
Me quedé congelado en ese instante. ¿Deberías hacerlo? Digo, no lo he hecho antes y por eso me coloco muy nervioso tan solo del pensarlo. ¿Y si me rechaza? ¿O se ríe de mí en la cara?
-No seas paranoico, si se nota que está loco por ti. Quizás no te ha pedido formalizar por el tema de Rafael –
-¡No! Juli, llevaba como dos semanas sin pensar en él y ahora me lo recuerdas –rompió mi marca personal.
-Ves, por reacciones como esta es que el pobre de Roberto no quiere ser tu novio. Se nota a leguas que sigues enamorado de tu ex. En serio, ya olvídalo –
-Pero si con la distancia lo he dejado de pensar, tan solo que fueron muchos años enamorado de él en secreto y justo cuando todo iba bien, se va. Entiéndeme, no es algo que pueda superar con tanta facilidad –
-¿Entonces por qué estás con el chico ahora? Si no estás seguro de querer estar con alguien porque no puedes olvidar tan fácilmente tu relación anterior, tal vez, simplemente deberías estar soltero ¿no crees? –
Sé que es mi amiga y que sus consejos son para ayudar, tan solo que sus palabras me dolieron profundamente y es que sonaron como si me estuviera aprovechando de Roberto.
-¿Desde cuándo te volviste tan inteligente? Antes eras más simple –
-En cosas del corazón soy una experta, así que no me trates de burra –
Dejamos el tema hasta ahí y es que era evidente que necesitaba pensarlo mejor. Estúpida indecisión, nunca sé qué hacer, me cuesta elegir, especialmente con temas tan serios como lo son las relaciones románticas.
-Pablo, yo… necesito contarte algo – la rubia se veía nerviosa.
-¿Qué sucede? –
-Es que… creo que me ocurrió algo y tengo miedo que sea verdad –me veía con terror, como si estuviera a punto de confesarme que tiene un cadáver escondido.
-Me asustas, ¿qué hiciste ahora? –
-¿Yo? No he hecho nada. Digo, creo que ese fue el error. Mi mamá no sabe que yo… perdí la flor y que tengo relaciones con el Kevin. Así es que no he ido el ginecólogo y solo hemos utilizado los métodos normales para no quedar embarazada –ay no, no tenía que ser un genio para saber qué es lo que le aquejaba.
-¿Qué tipo de métodos? –
-El condón, y cuando se nos olvida… bueno, él solo se va fuera – no le cuesta hablar de mi vida sexual, pero de la suya es tan conservadora que se sonroja por completo.
-¿Se va afuera? –
-Sí, ya sabes. Hacemos todo normal y eyacula afuera –
-Ay Dios mío. ¿Acaso no sabes que antes de llover chispea? –
-¿A qué te refieres con eso? –
-Que existe el líquido preseminal y que, de todos modos, tienes que tener muy buen control y que igual puedes quedar embarazada. Eso es tan estúpido, no sirve de nada. Quieres ir al ginecólogo porque tienes un retraso ¿verdad? –
-Ay, no me digas eso que estoy aterrada, soy muy joven para ser mamá –
-Lo sé, pero primero necesitamos saber si es así o no. ¿Vamos a la farmacia por un test? –
-¡¿Estás loco?! Si hago eso es lo mismo que gritar que estoy embaraza en la misa del domingo, todo el pueblo se enteraría. Había pensado que fuéramos el fin de semana al pueblo para ir con un ginecólogo particular, si le doy el dinero suficiente no llamará a mis papás, unas compañeras del colegio me lo recomendaron –
-Está bien, vamos juntos…
-Gracias amigo, en serio que necesito a alguien que me apoye ahora –
-¿Y el Kevin lo sabe? –
-No he querido decirle…-
Nos abrazamos después de eso. Ella me ha apoyado mucho y lo mínimo que puedo hacer ahora es acompañarla para que no se sienta tan aterrada.
Llegó el sábado y salí temprano de mi casa rumbo a la plaza.
-Tu novio debe estar bien caliente para que se junten tan temprano –comentó mi mamá al verme.
-Voy con Julieta al pueblo, regreso en la tarde – no quise darle más explicaciones y me fui.
Ahora que lo pienso ni siquiera le pedí permiso. Bueno, ella nunca se ha enojado tampoco. Supongo que son los beneficios de tener una madre tan relajada.
Me senté en una banca de la plaza para esperar a mi amiga y es que, como suele suceder, se atrasó. De pronto vi caminar hacia mí a una chica que llevaba una pañoleta en la cabeza y unas grandes gafas negras. Ay por favor, que se había intentado camuflar.
-Julieta, llamas más la atención así –
-No me importa, con que no me vean la cara basta –
Así nos dirigimos hasta la parada del bus y lo esperamos por media hora. Como El Sauce es un asentamiento tan pequeño, la locomoción es escasa y debemos esperar mucho tiempo para que llegue. Nos sentamos hasta atrás y así viajamos hasta llegar al pueblo más cercano. Un lugar un poco más grande que el nuestro, pero que tiene parques, discotecas y un centro comercial.
Julieta sabía la dirección, por lo que me guio hasta allá, siempre intentando taparse el rostro por si es que nos encontrábamos con un conocido. Llegamos hasta el despacho del doctor, una oficina muy apartada en una galería comercial. Nos atendió una secretaria que más parecía una momia.
-¿En qué les puedo ayudar? –nos preguntó con su voz chillona y clavándonos la mirada.
-Tengo una cita con el doctor, soy Julieta de la Sotta – la voz de mi amiga se entrecortaba por los nervios.
-Sí, te tengo anotada, el doctor la atenderá pronto. ¿Y este muchachito quién es? –
-Es solo un amigo –sonrío la rubia.
-Claro, andan follando como si el mundo se fuera a acabar y después vienen preocupados. Que, si está preñada o no, que él no tuvo la culpa. Malditos hombres, son todos unos irresponsables. Ya verás cuando sepas que tienes una cría en la panza, este desgraciado desaparecerá y te quedarás solita con el bebé, mientras él seguirá preñando a otras por ahí –la vieja comentaba mientras iba a buscar al médico.
-Qué miedo, pensé que me iba a pegar. Ni siquiera me dejó explicarle que no soy tu novio –le dije a mi amiga mientras nos sentábamos a esperar.
-Pablo, tengo miedo. Estoy casi segura que estoy embarazada –
-Juli, no te preocupes, quizás es solo una falsa alarma, tal vez un desarreglo hormonal, un retraso loco, algún cáncer, se te adelantó la menopausia. No sé, puede haber muchas explicaciones –le tomé de las manos y es que la pobre temblaba.
-Señorita de la Sotta, entre por favor –apareció el especialista. Ambos nos levantamos, tan solo que no me dejaron acompañarla –Disculpe, pero, aunque sea su pareja ella debe entrar sola. Le haré una revisión general y unas pruebas. Puede entrar cuando le dé los resultados –
Así, tuve que quedarme esperando afuera, con la mirada acusadora de esa momia reseca que pensaba que éramos pareja.
-Ella no es mi novia –le dije para que se tranquilizara.
-Aún peor, tuvo que ser un polvo de una noche. Así es cómo está la sociedad, los jovencitos ahora no respetan nada –
-Que solo somos amigos. Señora, de hecho, soy gay –necesitaba que dejara de criticarme.
-Y además no se define. O sea, que andas con hombres y con mujeres… -ok, mejor me callé porque estaba empeorando todo.
Pasaron los minutos y me ponía más nervioso. No era mi problema, tampoco sabía si sería un inconveniente, pero afectaba a mi mejor amiga y solo deseaba que todo saliera bien.
-Ahora puede entrar –finalmente el hombre me dejó ingresar y encontré a Julieta sentada en frente del escritorio, esperando los resultados.
-¿Ustedes dos son pareja? – esta vez fue él quien preguntó.
Nos quedamos mirando a los ojos un rato.
-Sí, somos novios –respondí, total, no era nada formal.
-Bien, entonces esto les incumbe a ambos. Sus dudas eran ciertas, Julieta está embarazada…- creo que ambos no seguimos escuchando lo que decía porque quedamos en shock. Solo atiné a tomarle de la mano como para hacerle entender que pase lo que pase, estaré a su lado.