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Corre Noah, corre. por Neko_san

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Notas del capitulo:

¡Hola! Espero que estén muy bien :D

Y bueno, sin más, –sólo con el deseo de que este capítulo los atrape–; ¡A leer!

–Noah, espera  –Mica me detiene justo cuando estaba a punto de salir. –. ¿Puedes darme tu número? –Me pongo a pensar; tengo el número de Mica, recuerdo haberlo agendado cuando me devolvió a casa.

      Tomo mi móvil y marco a su número. Su celular no tarda en vibrar.

      Me sonríe. La sonrisa de Mica no es una de esas que son fingidas, exageradas, o rebosantes. Es una pequeña sonrisa. Siempre con el mismo estado o, con aquel aura tranquilizadora que transmite.  Es extraño; pero me hace sentir bien.

      –Gracias.

      Le devuelvo la sonrisa, y finalmente salgo. Adele llega justo a tiempo.

      – ¿Cómo te ha ido? –Pregunta mientras maneja entre la llovizna.

      –Ha sido un funeral. –Digo.

      Mi mamá se golpea brevemente la frente. Se da cuenta que es inapropiado preguntar cómo ha ido un funeral; se ha muerto una persona ¿qué podemos decir? ¿Qué todo ha ido  sobre ruedas?

      Ahora ella sabe que debe quedarse en silencio. Seguramente debe estar mirándome por el retrovisor. Mirando mi rostro sin expresión. Mirando un rostro después de un funeral.    Mirando un rostro que se desconoce así mismo. Es aquí cuando se debe guardar silencio hasta que el rostro recupere su color.

      Al llegar, subo a mi cuarto arrastrándome por las escaleras. Me tiro sobre el espumoso colchón y me envuelvo entre las sabanas.

      Puedo sentir como una o dos gotas de lágrimas resbalan de mi cara hasta dar en el colchón, y luego ser absorbido dejando una mancha de humedad que después se secará.

      – ¿Así que James? –Susurro. –James. James. James... ¿por qué? ¿Por qué yo?

      ¿Por qué yo? ¿Por qué James? ¿Se habrá tocado con mis fotografías? ¿Se habrá reído de mí? ¿Se habrá retorcido por el dolor de estómago por las carcajadas?

      Mi celular suena. Por el tono, puedo deducir que es un mensaje de texto.

      Extrañamente no siento miedo. Tomo sin dudar el celular y lo mantengo firme.

      «Hoy toca la banda de James. ¿Irás? » –Es Simón. Y justo el nombre que no deseaba ver en cualquier forma aparece.

      Recuerdo... haber escuchado a James mencionarlo el día del risco. Tendría un pequeño concierto en el Club «Another »; me había preguntado si iría y le contesté que sí. ¿Por qué es que hasta ahora lo recuerdo? ¿Acaso estoy teniendo lagunas mentales?

      Doy una risa seca, fría. No... Solamente ya me estoy volviendo loco, pienso. Solo es eso.

      Aun mantengo mi celular entre mis manos. Mirando a la resplandeciente pantalla.   Delineando las letras.

      Algo en mi pecho, algo que nunca había sentido, se instala. No sé qué sea, pero presiento que es más fuerte que yo. ¿Defraude? Ya lo he sentido. ¿Miedo? Como nunca antes. ¿Resentimiento? Una respuesta: Rory. ¿Locura?... quizás debamos averiguarlo.

      « Claro :) » –Contesto.

      No puedo esperar a que llegue el anochecer para ir. Bueno, no tarda mucho en oscurecerse.

      Llegan las diez de la noche. Tomo unos jeans vaqueros, la camisa que me regaló James –la cual siento como se me pega al cuerpo de una manera tan desagradable– y unas zapatillas deportivas. Me observo en el espejo; estoy todo moreteado. Así sí parezco un chico malo. Me desconozco.

      Me pregunto qué estoy pensando hacer. No hay respuesta para esa pregunta; pero algo en mis adentros sabe exactamente a lo que debo ir.

      ¿Acaso no me doy cuenta de que puede ser peligroso ir? Mi cuerpo lo ignora, no se detiene a pesar de las advertencias. Me tiene domado.

      – ¿Tú adónde vas? –Al bajar de mi habitación, Adele me pilla. Mi padre está del otro lado del comedor.

      –Iré a un concierto de James –A mi madre parece no agradarle la respuesta. –. No es la primera vez que voy y he regresado con vida.

      –Lo sé pero...

      –Iré con Simón. Él me espera allí. Me quedaré en su casa.

      –.... Está bien. No bebas mucho. –Para ella el contraste de James es Simón. Él sí es una buena   persona, además de ser mi amigo de la infancia.

      –Okay, gracias. –Le propino un beso en la mejilla y saludo a mi padre desde la puerta. – ¡Adiós!

      – ¡Disfruta!
Me siento extrañado. No poseo en mi interior ningún estado de ánimo irascible; como lo debería. Tampoco siento cosquillas en mi panza que reflejarían un miedo desmedido o ansiedad. Es... raro. No se siente como cuando me pelee con Rory. Es como tener una misión desconocida que sé que debo cumplir.

     Me tomo un taxi y llego sin tardar mucho. El club está repleto. Hay una infinita cola que envuelve toda la manzana. El club es un lugar algo pequeño y se sitúa en un sótano. Pasando desapercibido en el día pero derrochando toda su presencia en forma de música fuerte y retumbos en el suelo por las noches. Es un lugar muy popular aun así.

     – ¿Nombre? –Ni siquiera hago fila. Sé que mi nombre debe estar en la lista.

     –Noah Payne.

     –Pasa. –No da ni un vistazo al papel. Es como si hubiera estudiado los nombres.

     Bajo las escaleras oscuras y me adentro al sótano. Está inundado de personas. No me perturba.

Mi mente divaga entre mis recuerdos. Aquí había sido la primera vez que escuché a James. Cuando le conocí. Y apenas tenía los oídos preparados para escuchar tremendo escándalo. Me acuerdo que me había cubierto las orejas por tan potente sonido de las guitarras, la batería y las voces. Por suerte, mis ojos eran mis fuertes: podían tolerar las enceguecedoras luces de todos colores; sino, ya me habría mareado y dado contra el suelo.

     – ¡Noah! –Es Simón. Debe haberme gritado con todo el aire de sus pulmones para que yo le haya oído.

Ambos nos acercamos y nos damos un fuerte pero rápido abrazo. Ya lo extrañaba. Extrañaba su calor.

     Él no luce como los chicos malos, tampoco se mezcla con ellos. Sólo está aquí por la buena música.

     Tenemos la misma estatura, la misma edad y... la misma deficiencia; o eso era antes. Él ya puede hablar, yo ya puedo escuchar. Ambos dejamos aquel pasado atrás.

     Tiene el mismo color de mi cabello: castaño, aunque el suyo es más corto. Los ojos de un intenso color chocolate y una mandíbula notoriamente cuadrada.

     Él es más maduro que yo. Mucho más tímido o, como él dice, inaccesible. También es muy frío, aunque no lo aparenta. A veces, suele escupir palabras hirientes sin darse cuenta. Pero es buen chaval.

     Fue él quien me invitó aquí. Y no habló de esta ocasión; sino de la primera vez, cuando conocí a James. Él también lo conocía, pero no mucho. Había venido una vez aquí y lo escuchó cantar, y me dijo que definitivamente tenía que venir la próxima vez que su grupo tocara de nuevo.

     – ¿Estás bien?

     –Sí. –Creo que me estoy empezando a tomar esa pregunta a mal. Me encantaría responder a gritos: No.

     Simón es mi amigo, el mejor. Pero no estoy seguro de contarle.

     –La banda de James ya va a comenzar a tocar. –Asiento ante su aviso.

     Los dos tomamos asiento en unos altos taburetes mientras esperamos a la actuación de James.

     – ¿Te has caído de las escaleras? –No tardé en captar que se refería a mis moretones.

     –Algo así. –Le sonrío.

     Sé que algo anda mal. Yo no actuó de esta manera. Es como si empezara a ocultarme cosas a mí mismo. Estoy consciente de que he venido para algo, pero no sé para qué. Presiento que será algo malo.

     –Bien, damas y caballeros, sé que están ansiosos, hambrientos, de deleitarse con la banda que se presenta esta noche –Los gritos no tardan en emitirse; en especial gritos femeninos. Gritos locos y desesperados. –. Los hemos traído desde lo lejos... pero aquí están: ¡Musa!

     Los gritos empeoran y la gente comienza a beber del alcohol para disfrutar aún más de la música. Allí está James, sobre el escenario.

     Comienzan las guitarras eléctricas en un sonido repetitivo, su voz es tranquila hasta ahora.   Hace el esfuerzo de aumentar el volumen para no ser acaparado por el bullicio de los espectadores. Luego el baterista golpea fuertemente uno de los tambores. Y James da la nota fuerte.

     El mundo se vuelve loco; menos Simón y yo que permanecemos intactos como una estatua.

     Me observa. Da una leve sonrisa.

     No hay rastros de que ya no tenga intenciones de pensar en él como “esa persona”. Ahora todo me resulta posible. Tal vez en este mundo solo tenga a Simón, ¿no es así? O... quizás, solamente ya he perdido la cabeza.

     Pasa como una hora y la banda decide tomarse un descanso. La mayoría de ellos bajan para tomar algo y perderse entre la multitud; pero James se dirige hacia nosotros.

     – ¿Cómo estás? –Se ve feliz de verme. Me recibe con un cálido abrazo al igual que a Simón.

     –Estuviste bien. Pero tu voz está más ronca, debiste suavizarte en la nota alta. –Comenta mi amigo; ha pasado tanto tiempo en compañía de la música que se volvió exigente.

     –Ya querrás cantar tú ¿no? A ver si pones en práctica lo que dices. –Más allá de ofenderse se lo toma a bien.

     Me uno a ellos emitiendo el mismo sonido de risas.

     Veo una botella de vidrio cerca: es cerveza a medio beber. Lo tomo entre mis manos y, con mi corazón a mil por segundo, lo golpeo contra el cráneo de James, partiendo en miles de pedazos el refresco.

     La música para, y las personas se quedan congeladas dirigiéndonos sus miradas boquiabiertos. La espuma de la cerveza se desliza sobre el rostro de James; no se ha desmayado, o siquiera tambaleado ante el impacto. Se ha quedado en la misma posición, pero con la cabeza agachada.

     Más allá de sentirme como todos a nuestro alrededor: atónitos, confundidos o, incluso, enojados contra mi accionar; no hay pizca de algún sentimiento en mi ser. Solo puedo visualizar las fotografías.

     – ¿Pero qué diablos has hecho?

     – ¡Vete de aquí! ¡Idiota!

     – ¡sáquenlo!

     James sigue en trance, al igual que yo. ¿Me pregunto en qué estará pensando? ¿Sabrá que lo he descubierto?

     –Ven, ven. –Simón me arrastra hasta fuera, casi a toda prisa.

     Llegamos a un lugar un poco alejado. No puedo divisar dónde estoy en específico ya que casi no le he prestado atención al camino. Mi pecho sube y baja con demasiado éxtasis.

     – ¿Por qué hiciste eso, Noah? –En vez de actuar como cualquier persona que ha sido testigo de un accidente fatal, él está calmado. No me inunda de preguntas o se toma el pelo para luego gritarme si estaba loco. Seguramente piensa que tuve una buena razón para haber hecho eso, a pesar de que James también es su amigo.

     – ¿Me llevas a tu casa? –Exclamó casi con tono de súplica, aun, en mi trance.

     –... Vale. –Así es él. No es como los demás: reconoce cuando deber dejar un espacio, por mal que haya actuado.

     El golpe parece haber absorbido toda mi fuerza. Me poso junto a Simón llevando mi brazo derecha hacia su hombro para que así me ayude a desplazarme.

     – ¿Has bebido?

     –No.

     Arribamos a su casa, nos adentramos a su cuarto y nos postramos sobre su cama. Uno al lado del otro.

     –No pensé que llegaría tan tarde. –Noto un deje de sarcasmo en su voz, lo que me provoca preguntar sobre la hora. –Es recién la medianoche.

     – ¿Cómo está tu madre?

     –Seguro debe estar durmiendo. –Da una breve pausa. –Me sorprende que no me haya esperado desvelándose. –Dice casi en un susurro, sin saber si habrá querido que yo escuchara o no.

     – ¿Y Melanie? –Pregunto por su hermana pequeña.

     –... No le va mal. –Se sienta sobre la cama, apoyándose sobre sus brazos, y me dirige la mirada. – ¿Y a ti te va mal?

     Me quedo unos segundos pensando en una buena respuesta; no se me ocurre ninguna.

     Pero no me alarmo, como lo haría con cualquiera. No me siento entre la espada y la pared.

     Lo miro con la misma intensidad con la que me observa. Expando mi sonrisa poco a poco y le ataco para comenzar a jugar con él.

     –Espera, no hagas eso.

     – ¿No te gusta? –Suelto una que otra risa mientras estoy sobre él.

     –No, por algo te lo digo, idiota.

     –Entonces detenme.

     El pleito infantil que había iniciado se concluye cuando Simón cae sobre el suelo después de estarle quitando territorio de la cama. Se escucha un estruendo con su impacto. Permanece inmóvil; eso sí me alarma.

     – ¿Simón? –Asomo mi cabeza para ver mejor.

     Me sobresalto un poco cuando lanza unos ronquidos fingidos aludiendo que se quedó dormido.

     –Serás un payaso. –Sonrío sin ser visto por nadie.

     Cuando estoy por acomodarme en la cama, Simón habla:

     –Tú lo serás. Vaya espectáculo hiciste, ¿no? A ver si me enseñas hacer el mismo numerito.

     En mi mente se proyecta lo sucedido. Pero... en vez de haber recibir el comentario de Simón como una patada en donde más duele, me provoca gracia. Una extraña gracia.

     Esta vez doy una risa más auténtica y extendida. Puedo percibir como Simón hace lo mismo pero con su respiración.

     –Está bien, pero cobro mucho. –Mi comentario queda suspendido en el aire; no me vuelve a contestar.

     Doy por sentado que es una forma de expresar que quiere descansar, lo cual cumplo otorgando mi silencio.

     Me quedo mirando el techo color azul cielo. Tratando de pensar en nada, incluso de preguntas tan importantes como: ¿Se habrá dado cuenta que lo descubrí? ; ¿Contraatacará? ; ¿Debería esperar un mañana soleado sin ningún movimiento peligroso? ; ¿Debo notificarle a Mica sobre mi imprudencia? Y el más significativo: ¿Por qué lo hice? ¿Acaso no se me ocurrió pensar algo tan lógico como que de esa manera estallando una botella de vidrio sobre la cabeza de alguien, mi enemigoestaría declarando la guerra?

     Guerra... las fotos.

     Me incorporo rápidamente.

     Qué estúpido. Sí es él, sí James es “esa persona”  publicará las fotos.

     Mi pecho se comprime de una forma tortuosa, se estruja cada vez más hasta ya no poder.

     Debo arreglar esto, me digo. Soy un idiota.

     Tengo pensado volver al club, arreglar el problema que causé. No tengo un plan brillante para resolverlo pero aun así ya estoy colocándome mis zapatillas con gran cuidado de no ser escuchado, e ir allá.

     Ya a punto de salir, me acuerdo de Simón. Muevo mis pies en su dirección para avisarle que me iré, pero su rostro está relajado, dormido.

     Le mandaré un mensaje luego.

     No perturbo sus sueños y me encamino hacia la salida. Bajo las escaleras y salgo desde la puerta del fondo.

     Justo cuando estaba preparado para irme a pie al club, puedo escuchar los motores de una motocicleta acercándose. Una luz amarillenta que casi quema mis ojos, aparece moviéndose con equilibrio entre la calle, al compás del ruido.

     James. Es James.

     Se detiene en frente de la casa de Simón. No apaga los motores y me dirige una mirada... autoritaria, enojada, me da miedo declarar.

     No me muevo de mi lugar, sobre el abundante y húmedo patio, hasta que pronuncia:

     –Sube. –Sin más.

     El tono desconocido de su voz me congela. Mil y un pensamientos violentos se me pasan por la cabeza; ¿A dónde me quiere llevar? ¿Qué me quiere hacer? ¿Y si quiere matarme? Me va a matar, lo he provocado. ¿Me va a hacer eso, cierto?

     –Noah, necesito que te subas.  –Sólo eso necesité para recordar que de todos modos estaba a su merced; que me iba a ir a disculpar en el club y... que él aún tiene en su poder mis fotografías.

     Caminé robóticamente, paso por paso, sintiendo con gran concentración el aire fresco del ambiente.

     James se ubicó en la motocicleta sin pronunciar nada, y yo le seguí. Sosteniéndome del asiento para no caer.

     Arrancó con violencia, mientras yo trataba de que las lágrimas no se me escaparan. De aquí mi destino es incierto, no sé lo que me hará pero... anhelo una gran necesidad de que todo esto termine; aunque eso signifique mi muerte.

Notas finales:

¡Hola de nuevo! Espero mucho que les haya gustado la actualización.

¡Simón hizo su aparición! Ya era hora. Y como todas la veces en que aparecen nuevos personajes en este fanfic.... ¡Aquí les va!

Simón: https://www.okchicas.com/wp-content/uploads/2018/04/Datos-curiosos-de-Nick-Robinson-1-1.jpg

No voy a afirmar que el nombre y el actor fue pura coincidencia Jajaja. Si han visto "Yo soy Simón", entenderán; y los que no, se los recomiendo, les encantará. 

¡Nos leemos! 


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