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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Se sentaron en una banca, querían conocerse más pues si serían hermanos debían saber unos de los otros.

―¿Y cual es su pasado?. ―Inició Miroku con la mirada en el suelo, sus pies se balanceaban en la banca. Quería recordar y tal vez así deshacerse de sus malos recuerdos de una vez por todas, ya tenía nuevos hermanos y se veían agradables.

―El mío es algo común, mis padres murieron en un accidente de auto cuando tenía cinco años, recuerdo muy poco de ellos y creo que no tengo más familia, no me molesta, me gusta vivir aquí. No se que más haya en mi pasado o porque yo no termine como mis padres pero agradezco estar vivo y conocer a mis hermanos y a la nana Kaede. ―Contó Koga, no sabía porque estaba vivo o porque sus padres murieron, de lo único que estaba seguro era que quería estar ahí, vivir en ese lugar que se había vuelto su hogar.

―Y yo fui alejado de mi tío porque era un alcohólico y no era apto para cuidar de mí, mis padres fueron asesinados durante un asalto a un banco, eso fue lo que me dijeron unos oficiales, murieron hace dos años y pase unos meses con mi tío, una institución me alejo de él y termine en el orfanato anterior y el resto de la historia ya lo saben. ―Contó Miroku, sus ojos se volvieron acuosos, quería a sus padres, aun era muy pequeño como para perderlos. Aunque ahora no estaría solo, tenía una nueva familia.

―Un hombre dijo que mi mamá era una mujer de la vida fácil que se enredo con su jefe, un hombre peligroso. Ese hombre le pegaba y ella no podía defenderse, al cabo de un tiempo se entero que estaba embarazada de mí y se alejó de él. —Hizo una pausa, dolía recordar.— Cuando tenía tres años ese hombre malo la encontró y se la llevo, me dejo sola y oculta en nuestra casa y después de eso no se supo más de ella. Los vecinos me encontraron y los oficiales me llevaron al orfanato, Eso es todo.

―¿Y que saben de Kagome?. ―Dijo Sesshomaru haciéndose notar, la niña de ojos chocolate jugaba con las flores un poco apartada de ellos, así era mejor.

―Solo se sabe que la dejaron en la entrada del orfanato cuando apenas tenía un año de vida, de ahí en más nadie sabe, no lograron encontrar a su familia. ―Contestó Miroku.― ¿Y tú?.

―Pues es simple, nana Kaede me contó que alguien me dejo en la entrada del orfanato, apenas tenía unas horas de vida según Suikotsu, también dijo que no debieron apartarme de mi madre siendo tan pequeño. No sé porque me abandonaron o porque acabe aquí pero este lugar se ha vuelto mi hogar y me gustaría permanecer aquí siempre, con nuestros hermanos me siento a gusto, aunque ellos no me quieran.

―Tal vez te abandonaron por tus feas marcas. ―Dijo Kagura, Sesshomaru se cubrió las mejillas con las manos, tal vez ella tenía razón y su familia lo haya abandonado por eso, él quería ser normal no un fenómeno como solían llamarlo. Sin poderlo evitar sus ojos se volvieron cristalinos, Koga y Miroku lo notaron.

Dolía saber que no era normal a los ojos de nadie, que no lo aceptaran y odiaba sentirse mal por el rechazo, él no tenía la culpa de que esas marcas estuvieran en su rostro, no tenía la culpa de que posiblemente sus padres lo menospreciaran y abandonaran, al menos en ese orfanato se sentía querido por sus hermanos mayores y Kaede, incluso se sentía querido por Koga, su único amigo y hermano menor, al menos alguien si lo quería.

―Kagura, no seas grosera. ―La regañó Miroku, vio al albino derramar silenciosas lágrimas, sentía pena por él. Si bien también era huérfano había conocido a sus padres y recordaba sus rostros, el albino posiblemente ni siquiera los vio y aunque los hubiera visto, no los recordaría. Vivir encerrado en un hogar en el que te despreciaran y saber que jamás una buena familia te adoptaría debía ser duro, ser diferente debía ser duro, incluso vivir en su situación lo era, se repetía en su mente. Apoyaría a todos sus hermanos, aún si fuese menor que algunos los apoyaría, su hermano no se sentiría solo de nuevo.

―Descuiden, ella solo dijo la verdad. ―Alzo su rostro y sonrió, sus mejillas pálidas aún mantenían los rastros de sus lágrimas, no se dejaría vencer, su hermano mayor así lo dijo ''No muestres debilidad, se fuerte, serás único y nadie te molestara más''. Algún día sería tan fuerte como sus hermanos mayores, algún día sería tratado como una persona común. Mientras tanto debía aguantar todo, con algo de dignidad se limpió los rastros de su llanto, no volvería a llorar por algo así, demostraría su fortaleza. Ya no se dejaría someter por nadie, lo juraba.

―Oye Fluffy, vamos a jugar y esta vez te venceré. ―Koga se levanto y le apunto con un dedo, Sesshomaru sonrió levemente, sabía las intenciones del moreno, quería animarlo y había funcionado.

―Esta bien lobo, pero ten por seguro que te volveré a vencer.

―Vamos, únete Miroku, quiero a alguien más al que podré vencer. ―Habló convencido de su victoria, nadie más aceptaba unirse puesto que no querían al albino con ellos, era excluido por todos y odiaba ser la razón por la cual Koga estaba solamente con él.

―No, no me vencerás.

Los tres niños corrieron a buscar una pelota y jugar juntos, olvidando su doloroso pasado, solo se divertirían persiguiendo la pelota y riendo como solo unos niños pueden hacerlo. Sabían que era el inicio de una amistad, no pensarían en el futuro, mucho menos en el pasado, solo pensarían en su presente y como ser felices en él.

Los demás niños los miraban, el trío se veía bastante entretenido pateando la pelota, no podían creer que el recién llegado empezara a jugar con el albino sin hacerle una mala cara por su aspecto. Todos los niños tanto nuevos como los que ya residían lo molestaban, les gustaba verlo cubrir sus marcas avergonzado y hacer que huyera a esconderse, se escondía para que nadie viera su rostro, para que nadie lo juzgara.

Koga noto que su hermano reía, corría tras la pelota con una enorme sonrisa en su rostro, ¿hace cuanto lo había visto sonreír así? Ni siquiera lo recordaba, siempre estaba melancólico o escondiendo su rostro. Le gustaba verlo feliz y le alegraba que Miroku no lo despreciara, le caía bien el pelinegro y sabía que su amistad que empezaba a florecer sería duradera.

Continuara...

 


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