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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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—Sesshomaru... Yo... —Ella acercó su rostro al suyo, sintió como sus respiraciones se mezclaban y lo supo ella planeaba darle un beso.

Kagura estaba nerviosa pero segura de lo que haría, lo besó, un beso corto pero con todo su amor.

La chica abrió los ojos avergonzada pero lo que vio le partió el corazón, el albino tenía la boca cubierta con su mano y en el dorso de la misma se veía la marca del labial, había besado su mano y no sus labios como siempre lo soñó.

—Kagura, no sé que es lo que te pasa pero... ¿Por qué has tratado de besarme? Estos es muy confuso, no podemos hacer esto ¡somos hermanos!. —Se levantó bruscamente, casi le robaba su primer beso, para él eso era algo casi sagrado.

—¡No lo somos!. —Sus ojos derramaban silenciosas lágrimas arruinando su maquillaje.— ¡No somos hermanos! ¿¡Que no te has dado cuenta!? ¡Me he enamorado de ti!. —Tras decir eso salió corriendo, llorando por el rechazo del albino.

No entendía nada, ella no podía estar enamorada de él, nunca le había dado esperanzas. Suspiró. Se sentó nuevamente y abrazó sus piernas, recargo su mentón en ellas. Estaba algo sorprendido por lo ocurrido, jamás imagino que Kagura gustara de él. Aun eran jóvenes, no hace mucho había cumplido quince años y sentía que ella no era el amor que tanto estaba esperando.

Desde pequeño se había prometido a sí mismo guardar su primer beso para esa persona especial, tal vez leía mucho y tenía esas fantasías del amor verdadero, pero para un huérfano como él eso era algo valioso, era un ser necesitado de cariño y lo tenía pero no era el mismo amor que tenía de parte de Bankotsu, Suikotsu y su nana Kaede, quería ese amor que solo una pareja podía dar pero hasta la fecha no lo había encontrado.

Un suspiro más. La vida era complicada y eso lo sabía desde siempre. Quería ir a ver a Kagura y tratar de arreglar las cosas pero era preferible esperar a que las cosas se tranquilizaran un poco, no sería prudente molestarla ahora. Aunque no sabía si era culpable o no. 

Escuchó pasos y levanto la mirada, la directora estaba frente a él.

—¿Ella aun...?.

—Sí, se ha encerrado en su habitación. Realmente esta destrozada. —Respondió la mayor, sabía que el albino no tenía la culpa pero le dolía ver a alguno de sus hijos sufrir.

—Yo no sé que hacer. —Habló bajo, no lo entendía. No quería que su hermana sufriera pero tampoco podía corresponder a sus sentimientos puesto que él sufriría y ya no quería sufrir más, se sentía egoísta por ello.— Todo esto paso por mi culpa, nana Kaede.

—No es tu culpa Sesshomaru pero debes entender que en el amor no se manda, nadie tiene la culpa. A veces nuestro corazón no sabe elegir con cuidado y termina dañándonos. Descuida, ya se le pasara a Kagura y por el momento es mejor no molestarla.

—Gracias por entender nana Kaede.

—No hay problema pero ve con tus hermanos a celebrar, te están esperando Miroku y Kagome.

Ambos fueron adentro, como bien lo había dicho la mujer fue recibido por sus hermanos menores y se unió a la celebración pero aun estaba algo inquieto por lo sucedido con Kagura.

¿Por qué se había enamorado de él? Al principio lo evitaba y/o molestaba, algunas veces le decía lo extraño que era su rostro pero a partir de un tiempo había empezado a congeniar con él. Sinceramente creía que las mujeres eran demasiado complicadas.

Al principió le sorprendió que ella se le acercara pero había decidido no ponerle cuidado a eso, un día paso, ella ya era apegada a él y la verdad no sabía como reaccionaría ahora, ¿le odiaría por no corresponderle?.

En momentos como ese necesitaba de Koga, estaba seguro que el moreno sabría que hacer en un caso de esos. Pese que ya tendría trece años estaba seguro que le diría que le dejara en claro a Kagura que no gustaba de ella y que respetara su hermandad.

Ya habían pasado cinco años sin saber del moreno y enserio lo extrañaba pero no podía hacer nada, no sabía nada sobre él y según escuchó este se había mudado con la familia que lo adopto y Kaede no tenía la nueva dirección para buscarle en cuanto creciera y Kaede le permitiera salir del orfanato por su cuenta.

Al día siguiente todo marchó con normalidad, lo único extraño era que la ojirubi no había abandonado su habitación y Kagome la había estado consolando la mayor parte de la noche. 

Sesshomaru tenía la esperanza de que el dolor de Kagura cambiara y se transformara en el perdón que su afectada conciencia necesitaba y no sabía si lo merecía.

Ya pasados unos días decidió ir a ver a Kagura, no le gustaban las disputas entre sus hermanos y él.

—¿A donde vas Sesshomaru?. —Volteo y se encontró con Miroku. — ¿Vas con Kagura?.

—Sí. Yo debo hablar con ella y tratar de arreglar las cosas.

—En mi opinión las mujeres son muy complicadas, solo se entienden entre ellas. Espero que no arruines todo hermano. —Coloco su mano a la altura de su pecho y le dijo todo con voz sabia. Sesshomaru no sabía si reír o enojarse por las palabras de su hermano menor.

—No lo haré tonto, ¿Que tan difícil puede ser?.

—Si tú lo dices. —Vio al albino marcharse hacia los dormitorios que las mujeres usaban, por suerte Kaede estaba ocupada o lo reprendería por ir sin la supervisión de un adulto. No creía que Sesshomaru les fuera a hacer algo a sus hermanas pero era parte del reglamento.

Habían pasado unos minutos y decidió ir a ver. Al llegar vio a Kagura bañada en llanto y arrojándole cada objeto que tenía cerca al albino que usaba sus brazos para protegerse y a Kagome riendo a carcajadas y no pudo evitar unirse.

—¡Maldito insensible! ¡Te he repetido que no somos hermanos más de mil veces!.

La lluvia de objetos no cesaba y tampoco las risas de los menores.

—Ya te lo dije, no puedes ser otra cosa más que mi hermana. —Esquivo las almohadas que le arrojaron.— Te lo he repetido hasta el cansancio, yo quiero amor y contigo no lo tendré.

—¡Eres un maldito! ¡Nadie te va a amar por lo que eres! ¿¡No lo entiendes!?.

—¡Tú no sabes eso!. —Grito molesto, eso si le había afectado.

—¡Claro que lo sé! ¡Mira tu rostro y lo veras! ¡Todos sentirán asco de ti!.

Los menores pararon de reír al escuchar lo que la mayor dijo, voltearon a ver al albino, este tenía los puños apretados y la mirada en el suelo.

Sesshomaru sintió algo dentro de sí quebrarse, tal vez ella tenía razón y nadie lo aceptaría por su peculiar aspecto. De igual manera sus padres lo habían dejado y sentía que era por su aspecto, algo dentro de él se lo decía.

—Sesshomaru. —Hablaron los menores al unisono, sabían que eso le había afectado, siempre había sido algo inseguro respecto a su aspecto y Kagura lo sabía.

—Sesshomaru yo... —Kagura se había dado cuenta de lo que había dicho y trató de remediarlo.

—Yo debo irme, nana Kaede se molestara si me encuentra aquí. —Dijo para después salir rápidamente de la habitación, le había afectado demasiado y lo notaron pero era mejor dejarlo solo para que pensara en él mismo.

—¡Mira lo que hiciste!. —Reclamaron Kagome y Miroku al unísono al ver al albino partir.

—Perdoname, Sesshomaru. —Susurró la ojicarmin mirando por donde el albino se había marchado.

.

Caminó hasta llegar a los viejos columpios, al llegar se sentó en uno y empezó a mecerse.

Sabía que era diferente a los demás y prueba de ello era que jamás fue adoptado por una familia, dolía pensar que tal vez lo que ella había dicho era la verdad, seguramente se quedaría solo y rechazado por todos.

Escuchó pasos a su espalda pero no le tomo importancia, seguramente era alguno de sus hermanos queriendo burlarse de él.

—¿Estas bien?. —Escuchó una voz gruesa, era su hermano mayor.

—Sí Bankotsu, no te preocupes.

—No lo estas. —Se sentó en el columpio de al lado y al igual que él empezó a mecerse.

—¿Soy un fenómeno?. —Su voz se encontraba apagada, se sentía deprimido pero eso ya era parte de él.

—Sesshomaru, ¿Porqué crees que eres un fenómeno?.

El albino llevo sus manos a sus mejillas y cubrió sus  marcas a la atenta mirada del hombre de trenza.

—Solo mira mi rostro, soy diferente y Kagura tiene razón. Tal vez nadie va a amarme como soy y sólo tendré desprecio de la gente normal.

—Si tu respuesta es esa... ¿Te parezco un fenómeno?. —Giro su rostro para verlo directamente a los ojos, el albino vio su frente, para especificar a la marca en forma de cuatro estrellas que tenía. El albino se dio cuenta de que tal vez sus palabras también dañaban al mayor.

—¡No! ¡No es eso!.

—Pues eso parece Sesshomaru, ¿Recuerdas la promesa que le hiciste a Koga?.

Recordó la promesa del moreno...

"Sessh, cuando te vuelva a ver quiero que seas diferente, quiero que seas un vencedor. No bajes la mirada ante las burlas y el rechazo, no te avergüences de lo que eres. No estaré aquí para apoyarte y animarte pero pensare en ustedes siempre, hasta entonces no se separen."

—Tienes razón, Bankotsu. Yo había olvidado eso pero no volverá a suceder, cuando vea a ese lobo estará orgulloso de mí.

—Así se habla, hermano. No dejes que nadie te haga menos, tú vales mucho aunque no lo creas y algún día lo entenderás por ti mismo.

—Eso espero. —No podía dejar de sentirse inseguro respecto a su aspecto, toda su vida había sido molestado por eso, era tachado por su aspecto.

—Bien debo marcharme, sólo había tomado un descanso. Ya debo volver al trabajo.

—De acuerdo, yo veré que hago por ahí.

.
.

Con el paso del tiempo el albino se había vuelto reservado, guardaba dentro de sí sus inseguridades ocultándolas con una pequeña sonrisa.

Todos notaron su cambio pero no dijeron nada, sabían que era algo inseguro respecto a su imagen y mientras no solucionara eso no podrían ayudarle.

Sabía que era diferente pero había decidido no avergonzarse, ¿cuantas veces había dicho eso? Muchas, pero no podía evitar sentirse excluido. Ver a sus demás hermanos marcharse de la mano de una familia le dolía, ¿no merecía tener una madre y un padre que le amaran? ¿No merecía ser feliz?.

Si seguía pensando en su vida prácticamente se deprimiría, esa era la triste realidad de un huérfano y nada la cambiaría y menos a él.

Continuará... 

 


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