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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Empezaron a hablar sobre diversos temas, el Fushiko omitía su pasado del cual no estaba orgulloso, aunque el albino lo notó prefirió no mencionar nada, eso no era de su incumbencia.

—Tengo hambre Sesshomaru, ¿ya podemos ir al restaurante?.

—No hace falta, por aquí hay un pequeño puesto de comida y es muy buena. —Lo tomó de la mano sin percatarse y lo arrastro hacia el lugar mencionado, el azabache sólo miraba el agarre sorprendido pues no se esperaba algo así pero admitía que le gustaba.

Llegaron a un pequeño establecimiento donde el olor a diversos ingredientes de comida reinaban.

—Quiero dos platillos de ramen, por favor. —Se retiraron a una mesa para esperar su pedido, no lo había notado pero seguía sosteniendo la mano del azabache.

Inuyasha no podía dejar de mirar sus manos unidas, si eran suaves como lo había imaginado.

El albino notó un leve rubor en las mejillas de su acompañante y cayó en cuenta de lo que hacía, soltó su mano tan rápido como si esta le quemara.

—Lo siento. —Se disculpó de inmediato, estaba demasiado avergonzado, ¿que pensaría el Fushiko de él por ese incidente?.

—No te preocupes, Sessh. —Contestó una pequeña risa nerviosa.

No lo entendía, por ese pequeño gesto inocente se había puesto nervioso y un poco apenado, nunca le había pasado algo similar. A decir verdad, nunca había tenido un contacto así.

Les trajeron sus alimentos y se sorprendió por el sabor, el albino tenía razón, le había encantado y era la primera vez que consumía algo así, sus padres eran estrictos incluso con su dieta y eso solía ponerlo de mal humor.

Al terminar siguieron su camino, le gustaba recorrer ese pacifico lugar en compañía del albino, era gratificante hacerlo.

Sesshomaru aun estaba apenado por el incidente que había provocado y más aun porque a su lado escucho a un par de adolescentes que susurraron entre ellas un –Que bonita pareja hacen... ¿No lo crees?.– Sin duda las chicas se volvían extrañas, ¿porque todos insistían en que era una cita? No lo era, ya lo había repetido hasta el cansancio pero nadie era capaz de entenderlo.

Suspiró frustrado y el Fushiko lo notó, se sintió mal por ello, sentía que era todo su culpa y que le molestaba su presencia pero no mencionó nada.

Hablaron, se reían y se entretenían uno con el otro, cualquiera pensaría que ese par de jóvenes tenía una cita pero la triste realidad era que no entendían sus propios sentimientos, no veían lo que los demás veían en ellos.

Entre platica y platica se fue haciendo tarde, el sol ya estaba ocultándose y ambos estaban sentados bajo un árbol de cerezo.

De repente Inuyasha recargo su cabeza en el hombro del albino, este al sentirlo se avergonzó pero también sintió la respiración acompasada del mismo.

—Trabajaste duro para tener libre este día, ¿verdad?. —Susurró.

Sabía que el Fushiko era el líder y también que era prisionero de su trabajo, seguramente trabajó día y noche para poder tener un día libre y no ser molestado. Era un buen amigo.

No lo entendía pero de algún tiempo en adelante le causaba cierto sentimiento al nombrarlo como "amigo" y no sabía la razón, eran amigos y no debía pensar en otro término.

Con cuidado lo recostó en sus piernas, le gustó verlo dormir tan pacíficamente, parecía un ángel y nada que ver con el Inuyasha que conocía, tal vez podría compararlo con un demonio seductor, peligroso pero a la vez excitante.

Su rostro enrojeció, otra vez tenía esos pensamientos pervertidos y culpaba al Fushiko, por su culpa tenía esos extraños pero agradables pensamientos.

Pasados unos minutos el azabache despertó, se levantó y frotó sus ojos. Notó que la noche ya los cubría pero no le tomó importancia. Bostezó y se estiró.

—Perdón por quedarme dormido, por cierto... Tus piernas son cómodas. —Dijo al ver al albino, este sólo desvío la mirada apenado.

—Será mejor que nos vayamos, no sea que a Bankotsu se le ocurra llamar a la policía y a Koga mandar a buscarme. —Mencionó.

Ambos se levantaron y después de sacudir sus ropas emprendieron el camino de regreso.

El azabache noto pequeños pétalos de flores en el cabello del albino y lo detuvo.

—¿Que ocurre, Inuyasha?. —Preguntó confundido, el chico sólo acercó su rostro al suyo mientras miraba su cabeza. Sin previo aviso empezó a retirar los pétalos.

Estaban muy cerca uno del otro, sus respiraciones se mezclaban y ambos lo notaron pero no hacían nada para separarse.

Inuyasha acaricio la mejilla del albino, el mencionado sintió su respiración cortarse debido a eso, su corazón latía frenético.

Poco a poco la distancia entre sus labios se cortaba.

Sesshomaru sabía lo que sucedería, sus labios estaban muy cerca y sus respiraciones agitadas se mezclaban, sus labios iban a tocarse hasta que lo apartó con suavidad.

—Creo... creo que debemos marcharnos. —Finalizó. Empezó a caminar apresurado hacia el auto dejando a un azabache confundido.

—¿Que me pasa? Yo... En verdad quería que sucediera. —Susurró al viento. Miró al albino alejarse con rapidez, llevó su mano a la altura de su corazón, aún estaba acelerado.— Maldición.

Fue tras Sesshomaru, ya era de noche y presentía que no le iría nada bien en el orfanato.

El camino fue silencioso, aun no entendían sus emociones.

Al llegar vieron a los mayores afuera. Bajaron y se acercaron a ellos.

—Nos vemos luego, Inuyasha. —Se despidió el chico albino y entro rápidamente al orfanato dejándolo solo con sus hermanos mayores, sentía que no saldría vivo de ahí.

—¿Que fue lo que te advertí, Fushiko?. —Fue Bankotsu el primero en hablar. Estaba sumamente furioso y ver a su hermano prácticamente huir a su habitación no era buena señal.

—¿Que le hiciste a ni hermano, perro?. —Habló ahora Koga.

—Oye Inuyasha, Bankotsu llamó a la policía y Koga mando matones a buscarlos, si te resistías a entregarlo tenían la orden de torturarte hasta la muerte. —Agrego Miroku algo divertido por la actitud demasiado exagerada de sus hermanos.

—No pasó nada malo, Sesshomaru tal vez está cansado y por eso se retiró antes. —Contestó.

Estaba demasiado confundido sin no mencionar decepcionado pero lo único que se repetía era –¿Que me pasa?.– quería ese beso y por más que lo pensara no entendía la razón.

Después de recibir regaños y amenazas por parte de Bankotsu y Koga, decidió marcharse ya que ellos ya habían entrado.

Antes de irse alguien lo llamó.

—Fushiko. —Volteó. Era Kagome, esa chica siempre estaba cerca y eso era raro pero ya la consideraba extraña desde que la había conocido.

—¿Necesitas algo? No quiero que tus hermanos me maten.

—Sientate. —La vio sentarse en la acera y la imitó.— ¿Como les fue?.

—Nos fue bien, al menos al principio. —Se sinceró, una vez alguien le había contado que las mujeres lo sabían todo e intuyo que tal vez ella sabría lo que le pasaba.

—Explicate bien.

Le contó todo, las reacciones del albino y las propias, ella lo escuchó con atención.

—Sólo me gustaría saber que me ocurre, necesito  respuestas o me volveré loco. ¿Tú lo sabes?.

—Sí, sí lo sé. —Contestó la adolescente.

Los había observado desde que se conocían, había visto el comportamiento de ambos y sus reacciones. Sería tonta si no lo supiera, a decir verdad era frustrante ver a ese par siendo infelices separados, los consideraba ciegos pero no debía intervenir, sólo le quedaba ser una simple espectadora.

—Entonces dímelo.

—Lo siento, es algo que debes ver tú mismo. Sólo escucha lo que tu corazón grita con insistencia, él te lo dirá y tú sólo debes prestar atención.

Se levantó, después de despedirse se marcho antes de que sus hermanos o alguien más notara su ausencia.

El azabache la vio irse, sus palabras lo habían dicho todo pero a la vez nada, era confuso.

—¿Escuchar a mi corazón?. —Habló para sí.

Llevó su mano al pecho.

—Grita más fuerte, mis  pensamientos no me dejan escucharte—Susurró.

Finalmente se fue, sentía que sería una larga noche tratando de callar su mente y escuchar su corazón.

Continuará...

 


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