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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Ya habían pasado unos días, y ambos hombres estaban recluidos en su respectiva habitación. Todos estaban preocupados por ellos.


Uno quería callar sus pensamientos para escuchar su corazón. El otro quería callar su corazón para escuchar sus pensamientos.


Koga estaba en medio de todo. Al ser hijo de uno de los socios más cercanos a Fushiko Inc. había tomado el cargo de la misma, no quería que el patriarca de esa familia notara que su hijo se había encerrado en su departamento dejando de lado sus deberes.


Sabía la responsabilidad que el Fushiko cargaba en sus hombros y eran amigos, aunque al inicio había sido una amistad forzada esta se había vuelto real.


Estaba en el orfanato, había ido a ver a sus hermanos y ver en que situación estaba su hermano, le habían contado que estaba igual o peor que el Fushiko.


—Y bien... ¿Como va Fluffy?.


—Pues Sesshomaru no ha salido de su habitación, Miroku se encarga de llevarle comida. —Contesto Bankotsu preocupado.


—Dejenlo tranquilo, sólo debe asimilarlo y estará bien. ¿Y que tal va Inuyasha?. —Se unió Miroku a la conversación.


—El perro holgazán no ha salido de su departamento en días. La última vez que lo vi menciono un montón de tonterías sobre escuchar a su corazón y me echo del lugar. Esas cursilerías sólo pudieron provenir de Kagome. —Volteo a ver a su hermana de manera acusatoria.


—Oye, yo sólo quería ayudar. —Contesto ofendida.


—¿Que cosa podría pasar? Eres bueno en lo que haces y podrás con el trabajo. —Añadió el médico.


—La peor parte es que se enteré el señor Fushiko o el presidente de "Taisho Asakura" ya que Inuyasha será el heredero de su imperio por razones desconocidas para mí.


—No creo que sean tan duros con él.


—Bankotsu, Inuyasha tiene un pasado por el cual se avergüenza. El señor Fushiko se ha encargado de disciplinarlo con mano dura ya que en sus hombros recae Fushiko Inc. y Taisho Asakura Corp. Si fuera alguien común no pasaría nada pero no lo es y debe comportarse como lo que es, un Fushiko o podría irle muy mal con su familia.


—Entonces debemos hacer algo. —Dijo el hombre de trenza decidido. No permitiría que ese par siguiera lamentándose y causando problemas por su ausencia, no le gustaba el acercamiento del Fushiko y su hermano pero si ambos querían estar juntos debía ceder, después de todo su hermano merecía ser feliz.


Habían decidido sacar a Sesshomaru de su encierro y al Fushiko por igual, sabían que ambos debían hablar sobre el tema, después de todo Kagome y Miroku sabían lo que en verdad pasaba.


—Muy bien Kagome, tú iras a ver a Sesshomaru y le dirás el mensaje que te di.


—Entendido, Miroku.


—Bien. Koga, tú llamaras a Inuyasha y harás lo que te ordené y debes sonar convincente para que te crea, Inuyasha es más listo de lo que aparenta.


—Lo haré.


Los mayores veían a sus hermanos planear estrategias, les recordaba a esos tiempos de la niñez donde patear una pelota era suficiente para ser feliz.


Era el turno de Koga en actuar, sacó su teléfono y busco un contacto y dio con "Perro amargado".


Espero que sonara hasta que una voz somnolienta contesto.


Soy Inuyasha, ¿Quien habla?.


—Perro holgazán, el señor Fushiko irá a la empresa a inspeccionar tu trabajo y tú no has aparecido en días.


—¿Padre irá?.


—Sí. Menciono que en Taisho Asakura quieren un informe de su próximo heredero.


¡Demonios!.


Colgó y sonrió con arrogancia, la primer parte del plan estaba lista y sólo faltaba que Sesshomaru saliera de su encierro.


Mientras tanto, Kagome se dirigió al ala de hombres para ver a su hermano.


Al llegar tocó la puerta y a la falta de respuesta decidió entrar.


—¿Que haces aquí? Respeta las reglas. —Reclamo el albino.


Estaba sentado frente al pequeño escritorio leyendo.


—Como sea Sessh. Inuyasha llamó, dijo que necesita tu ayuda en la empresa ya que los socios mayoritarios irán y no cuenta con la ayuda necesaria.


—Tiene personal capacitado para eso.


—Pero tú eres el único que puede estar cerca de él sin temer por tu vida, ya sabes como se pone cuando se estresa.


—De acuerdo, le ayudare.


—Bien, Koga te va a llevar.


Ambos hombres se prepararon para ir a la empresa, sus amigos querían que se reencontrarán ya hablaran respecto al tema.


Después del viaje que se le hizo eterno estuvieron frente al gran edificio comandado por el Fushiko.


Ambos entraron y con ayuda de la credencial especializada del moreno lograron llegar a la presidencia.


El azabache estaba tras una pila de documentos.


—Por fin haces tu trabajo, perro holgazán. —Recriminó mientras entraba y tomaba asiento seguido del albino.


—Sólo me tome unos días. Por cierto, me han informado que padre no vendrá y que el tío Inu no me necesita. —Reclamó molesto.


—Mira perro, Kagome me dijo que te dijera esto; Sólo deja de pensar y haz que pase.


El albino no entendía que era esa frase pero el azabache parecía entender todo, algunas veces su hermana hablaba cosas sin sentido y esta no era la excepción.


Koga se fue dejándolos solos, el silencio reinaba en lugar pero decidieron enfocarse en los documentos. A pesar de saber que Koga posiblemente lo hubiese engañado, quería ayudar al Fushiko.


Las horas pasaban, ambos seguían enfocados en el trabajo hasta que le Fushiko rompió el silencio.


—Yo soy el jefe, yo hago lo que quiero y tengo lo que deseo. —Murmuró y se levanto de su asiento.


El albino vio el comportamiento del azabache algo confundido. Lo vio pararse frente a él e inclinarse frente a su rostro. Sus mejillas enrojecieron levemente.


—¿Que ocu...?. —El Fushiko se apodero de sus labios.


¡Lo estaba besando!. Trató de alejarlo pero al estar sentado el Fushiko tomó ventaja de ello y coloco su rodilla en medio de sus piernas para evitar que huyera nuevamente.


Ese beso estaba cargado de ese sentimiento que tanto anheló, sin poderlo evitar, empezó a corresponderlo.


Sus lenguas se acariciaban entre sí y el azabache trataba de acercarse lo más posible y el albino trataba de seguirle el ritmo.


Leves jadeos se le escapaban debido a la intensidad del beso pero esta vez no planeaba apartarse.


Como todo ser viviente necesitaban respirar, lentamente se fueron separando hasta que un delgado hilo de saliva los separaba.


—Yo... —Trató de decir algo pero el azabache lo impidió, nuevamente estaba devorando sus labios.


Resistirse era inútil, sin más se aferró al cuello del mismo tratando se acercarlo y a su vez el Fushiko trataba de tocar más allá de su ropa pero no tenía pensamientos cuerdos como para apartarlo.


—De haber sabido que así se sentía... Te hubiera robado un beso antes. —Confesó el Fushiko al separarse.


—Calla idiota. —Contestó al comentario del chico algo apenado, sabía que su corazón quería al Fushiko pero no quería admitirlo por lo obvio, eran hombres y de diferentes clases sociales.


—Esto es lo único que me calla.


Una vez más lo besó, tal vez podía dejar de pensar por un rato y disfrutar de ese contacto tan repentino pero necesario.


Continuará...


 


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