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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Después de haber aclarado todo era hora de que el Fushiko se marchara a su departamento. Sesshomaru lo acompañó a la acera.

—Hoy fue un día pesado.

—Lo sé, pero fue un buen día. —Contestó.

Pocos segundos después ya estaba recargado en el auto del azabache siendo besado de manera demandante. Ese beso que robaba el aliento se sentía distinto a los que antes recibía.

Aun así no lo evitó, correspondió al beso tan repentino. Trataba de pensar en lo que le podía suceder al Fushiko, una idea fugaz pasó por su mente.

Al separarse del beso se formó en sus labios una pequeña sonrisa burlona.

—¿Que sucede, Sesshomaru?. —Preguntó algo intrigado ante el gesto.

—Estás celoso. —Afirmó convencido de sus palabras.

Sabía lo posesivo que llegaba a ser el heredero, y con Kagura declarándole su amor –quizá por última vez – frente a él podría haber causado esa pequeña y casi imperceptible molestia.

—No sé de que hablas.

Le dio la espalda y se cruzó de brazos. El albino se dio cuenta que incluso alguien tan seguro de sí como lo era el Fushiko podía llegar a tener inseguridades. Aunque admitía que era divertido verlo celoso, no era la primera vez ya que cuando los socios de la empresa le hablaban tan animada mente lograba verlo con el ceño fruncido. También había sentido celos en su momento pero nunca lo demostraba.

—Vamos Inuyasha, no deberías estar celoso.

—¿Desde cuando lo sabes?.

Fue lo único que salio de los labios del azabache, nunca lo admitiría pero estaba ardiendo en celos. Siempre había creído que Sesshomaru no tenía idea de los sentimientos de la ojirubí pero había comprobado que no era así. No podía evitar pensar que él lo dejaría para irse con ella, después de todo ella siempre estuvo con él.

—Desde que tenía quince años, no debes sentirte así. Recuerda por todo lo que hemos pasado. —Le recordó.

El azabache exhalo profundo y le hizo frente.

—Tengo miedo, Sesshomaru. —Soltó al fin.

El albino lo abrazó, lo comprendía. Después de encontrar algo que amar era lógico temer, temer que se te fuera arrebatado de las manos sin poderlo siquiera evitar.

—¿A que le temes?.

—Temo que te des cuenta de que soy un idiota y me dejes por ella. Le temo a eso, quiero mantener conmigo mi fuente de felicidad. No quiero perderte, hoy enserio creí que te apartarían de mi lado.

—Inuyasha, yo ya me he dado cuenta de que eres un idiota. —Soltó sin más.

—Te lo dije. —Suspiró.

—Eres un idiota pero, tú eres mi idiota, eres el idiota que amo y que no dejaría nunca.

Juntaron sus frentes ante ese momento, escucharon sonido parecido a un –awww– al darse cuenta notaron que eran observados por Kagome, Miroku, Koga y Suikotsu.

—Pueden llegar a ser tiernos cuando se lo proponen. —Dijo la única chica del grupo.

—Koga, ¡Largo de aquí!. —Exigió el azabache.

—No molestes perro, sólo queríamos ver con nuestros propios ojos algo de su amor.

Y así terminaron ambos con un ligero rubor en las mejillas.

Después de que el azabache se quejara y maldijera a ese grupo se fue, necesitaba descansar y reunir ánimos para así darle frente a su familia.

Mientras Sesshomaru miraba el auto rojo perderse en la lejanía suspiró, se sentía cansado física y mentalmente.

—Se ve que están enamorados, apenas se fue y ya estás suspirando. —Comentó Koga con cierto aire burlón.

—Koga tiene razón. —Apoyó el médico.

—Sabía que ambos terminarían juntos, sólo que eran ciegos y no lo notaron antes. —Añadió Kagome.

—Concuerdo con ustedes, hermanos. Pero... Ya es hora de entrar, Bankotsu es capaz de venir a buscarnos. —Finalizó Miroku.

Todos entraron, Sesshomaru y Miroku partieron juntos hacia la habitación que compartían. Necesitaba descansar, después de todo una inmensa dicha llenaba su ser, su familia lo apoyaba y no había nada mejor que eso.

...
...


Inuyasha llegó a su departamento, dejó sus llaves y tomó su teléfono, necesitaba crear una "cita" para que sus ocupados padres pudiesen atenderlo.

Un tono, dos tonos y al tercero logró escuchar la voz de su madre.

—Hola madre, ¿como está?.

—Muy bien, querido. ¿Que ocurre? No sueles llamar a menos de ser una emergencia.

—No se preocupe madre, sólo quiero organizar una reunión familiar, tengo algo importante que decirles a usted y a mi padre.

Bien, ahora estoy en Kōbe con tu padre, estamos reuniendo nuevos socios. Según mi agenda tenemos un espacio en una semana.

—Gracias madre, la reunión familiar será en la mansión. Por favor asistan, es importante para mí.

Ahí estaremos.

Colgó. La reunión estaba acordada y sus padres se enterarían de su relación con Sesshomaru.

No sabía lo que le dirían después de todo Sesshomaru no pertenecía a su círculo social ni era alguien reconocido. Tampoco imaginaba la reacción de sus padres al decir que se había enamorado de un hombre y que no les daría el heredero que tanto añoraban.

Y pensar que había jurado no volver a acercarse a un hombre de esa manera, se lo había jurado a sí mismo luego de lo que pasó pero la mirada libre de malicia de Sesshomaru lo había cautivado ese día que chocó con él.

A veces solía pensar que todos los hombres eran igual a "ellos" por eso los evitaba pero el día que conoció a Sesshomaru y sus oscuros ojos se perdieron en esos ojos color oro fundido había visto todo de una forma distinta.

Ese día su visión del mundo había cambiado. Sabía que había pruebas por venir, también que era posible que sus padres no aceptaran una relación así.

En un mundo como ese necesitaba de alguien a su lado, alguien que al verlo caer no lo deje atrás sino que se acueste a su lado a esperarle y sabía que eso era algo que el albino de ojos dorados haría por él.

La pelea apenas iniciaba, las complicaciones y demás problemas estaban por venir pero, mientras el albino tomara su mano no importaba lo demás, después de todo ese albino era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Mientras Sesshomaru estuviese a su lado las cosas no cambiarían. Aun si la sociedad o sus padres se opusieran estaría junto a él.

No había motivo lo suficiente mente fuerte para separarlos y dudaba que llegara a haberlo. Ahora sólo quedaba esperar el día en que les contara a su familia de su amor.

Aunque tuviese un mal presentimiento lo haría, esperaría esa semana, iría a la mansión que tanto odiaba y encararía a su padres contándoles de Sesshomaru. Estaba ansioso y algo nervioso pero aun tenía una semana para calmarse y confiar en que todo saldría bien y que no había nada de que preocuparse.

Continuará...

 


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