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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Seguía escuchando la dulce melodía de la caja musical.

Unos toques en la puerta hicieron que la dejara de lado.

—Hijo, ¿ocurre algo?.

—No pasa nada, sólo quería estar solo unos momentos.

—Hay alguien afuera que quiere verte. —Vio como las ojos del menor albino brillaron con ilusión. —No es él, hijo.

Ese pequeño brillo de ilusión desapareció.

Sí, había visto a Inuyasha Fushiko hacia unos minutos y había pensado que tal vez había vuelto, que al verlo había decidido quedarse pero desafortunada mente no había sido así.

—¿Quien es?.

—Mejor averiguarlo por ti mismo. —Contestó el albino mayor.

Ambos salieron al patio y vio a alguien destacar entre los niños y empleados del lugar.

—Sesshomaru, que alegría. Pensé que estabas indispuesto.

—Joven Ayakashi, es un placer verlo. —Contestó.

No entendía que hacía el heredero de la familia Ayakashi en el orfanato y todos los demás pensaban lo mismo.

—Me enteré por ahí que hoy era tu cumpleaños y quise venir. Ya eres parte del círculo de herederos y al ya no estar Fushiko yo soy el siguiente más poderoso. Mi deber y capricho era venir a verte en este día tan especial.

—¿Gracias?. —Contestó con algo de duda. Los demás los dejaron solos para que hablaran.

Ambos caminaban por las instalaciones.

—Fue una sorpresa saber que eres hijo de los Taisho, aunque tu parecido era extremadamente obvio.

—Bueno, pero por los acontecimientos era imposible deducirlo. Todos me creían muerto.

—Eso es verdad. Y desviando ligeramente el tema... Se rumorea que Takemaru Fushiko tiene algo que ver, también que la familia Fushiko ha sido derrocada por los Taisho y que Inuyasha se encuentra prófugo.

Eso lo sorprendió, nadie sabía nada acerca de eso pero supuso que fue por parte de los socios cercanos al ver el cambio en la documentación. No sabía como ellos habían descubierto lo de Takemaru e Inuyasha.

—Inuyasha no está prófugo, los Taisho no han derrocado a los Fushiko y Takemaru está en prisión por motivos entre mis padres y él.

—Ya veo. Sin duda te has vuelto el centro de atención en nuestro círculo. No dejes que ellos te destruyan, los herederos no siempre son de confianza.

Vio como Naraku se acercaba a él, instintivamente retrocedió un paso.

—Usted también es uno.

—Por eso mismo lo dije, Sesshomaru. Sin Fushiko estorbando creo que podríamos tener un acercamiento más satisfactorio para ambos.

Esa plática ya no le estaba gustando para nada, por cada paso que retrocedía el ojirubí se acercaba.

—¿A esto vino, joven Ayakashi?. —Lo encaró.

—Claro que no, Sesshomaru. Pero, según lo que mis fuentes me han informado sé que todo tipo de organizaciones están buscando a Fushiko. Se dice que escapó y que no planea volver. —Afirmó con una sonrisa al ver el semblante triste que había puesto el albino.

—¿Y que si eso es verdad? Inuyasha se culpa de algo que no hizo pero eso no dice que me ha dejado. Él sólo espera la oportunidad correcta para volver por mí.  —Trató de auto convencerse.

—Tranquilo, no te enojes. Eso es lo que se dice en nuestro círculo, deberías unirte para que te enteres.

—Si me disculpa joven Ayakashi, debo retirarme. Espero que para la próxima tenga temas de conversación que no involucren el tema de mi miseria.

El albino se retiró.

—¿Porque todos los niños ricos se interesan en Sesshomaru?. —El ojirubí volteo topándose con Kagura.

—Tal vez por su apariencia exótica, también puede ser por su forma de ser y en cualquier caso eso es algo que no te incumba. —Dijo levemente molesto.

—Entonces te repetiré lo mismo que a ese imbécil llamado Inuyasha, mantente alejado de Sesshomaru que él es mío. —Amenazó.

El ojirubí rió por la amenaza.

—Si le dijiste eso a Fushiko estoy seguro que te dijo algún comentario molesto pero... Yo soy diferente. —La tomo del rostro y la apretó causándole dolor.

—¡Suéltame, maldito!. —Se quejó mientras lo apartaba de su rostro.

—Eso sólo es un aviso a la próxima...

—¿Que se supone que hacen ustedes dos?.

Voltearon en la dirección de la voz, era Kagome.

—¿Que haces aquí, Kagome?.

El ojirubí sólo observaba.

—Estaba buscando a Sesshomaru y no pude evitar escuchar su conversación.

Ambos se tensaron.

—Ni se te ocurra decir nada, niña entrometida. —Ordenó el ojirubí.

—Kagome, mantén la boca cerrada.

—No se preocupen, no planeaba decirle a Sesshomaru que ambos conspiran a su espalda. Sólo quería saber una cosa, ustedes aman a Sesshomaru pero... ¿Que darían por Sesshomaru? ¿Que darían para que sea feliz?.

Los vio pensar en su respuesta.

—Yo daría todo lo que poseo por él. —Respondió el Ayakashi.

—Yo le daría todo mi amor incondicional. —Dijo ahora Kagura.

—Eso suena maravilloso y para que vean que estoy de su lado les daré la clave para que Sesshomaru sea sumamente feliz sin hacer esfuerzos innecesarios.

Ambos la miraron sorprendidos y esperaban su respuesta sin entender como una adolescente de quince años sabía algo como eso.

—¿Y bien?.

—Es sumamente fácil, dejen de pensarlo tanto y dejen que sea feliz en donde su corazón lo indica y ese lugar es al lado de Inuyasha. Sesshomaru le entregó su corazón a Fushiko, él ya no puede darles amor a ustedes porque ya lo entregó, dejen de sufrir y apoyenlo.

La cara de decepción que ambos pusieron le causo gracia, por respeto decidió no burlarse.

—Fushiko me gana en todo, no me ganara a Sesshomaru. —Afirmó el ojirubí.

—A mí ningún niño rico me va a quitar a Sesshomaru.

—Hay una gran diferencia entre ustedes y Fushiko. Ustedes ven a Sesshomaru como un premio, algo por lo cual luchar. Mientras Inuyasha, él mira a Sesshomaru como si fuera algo especial. Todos sabemos que se fue y tendrá sus razones pero eso no significa que deban recordárselo a Sesshomaru en cada oportunidad. Si quieren que él sea feliz no sean los causantes de su dolor.

Vieron a la chica irse, no hicieron caso a sus palabras pues, ¿que podía saber de eso una adolescente?.

...
...

Ya era de noche, los niños ya estaban en sus habitación y los Taisho se habían retirado. Todos se preparaban para ir a la cama.

Sesshomaru estaba en el patio. Estaba en uno de los columpios mirando el cielo estrellado.

—Al menos sé que estás bien. —Dijo con una pequeña sonrisa.

También sabía que aun le amaba, esa acción se lo había demostrado.

—¿Cuando lograrás perdonarte?. Nadie te reprocha nada, los Taisho Asakura siguen viéndote como de la familia y te extrañan, yo te extraño.

Se balanceó un poco. Le gustaban sus momentos a solas pues solía pensar en su vida.

Ahora tenía una familia, había descubierto su pasado aunque doloroso había ganado el amor de su familia pero, también había perdido a su amado azabache. Si ganaba algo perdía algo.

—Tres meses, te has ido por tres meses. ¿Acaso no pensaste en tu madre, en lo que iba a sentir? ¿No pensaste en lo que los Taisho sentirían? Ellos te quieren como si fueras su hijo. Tampoco pensaste en mí, no pensaste en lo que iba a sentir.

Sintió el frío que empezaba a hacer, la estación invernal estaba a poco de entrar.

—Tengo frío, este frío se parece al que siente mi corazón por tu partida.

Se levantó para ir a descansar, había sido un día muy largo y en cierto modo, increíble.

Continuará...

 


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