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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Entró, ambos lo hicieron. Debía enfrentar a todos y responder por lo que hizo.

No supo porque pero ese lugar lo intimidaba, no lo sentía tan ameno como lo recordaba. Y todo porque no quería enfrentar a las personas que había dentro. Su familia.

...
...

Ambos caminaron en silencio hasta llegar al patio trasero donde ya los esperaban. Inuyasha no había siquiera mencionado palabra cuando sintió los brazos de su madre rodearlo en un cálido pero apretado abrazo.

—¡Te extrañe tanto!. —Se sentía extraño tener a su madre llorando en sus brazos. No quería que esa sensación se repitiera.

—Tranquila, tranquila. No volveré a irme. —La abrazó.

La calmó susurrándole que se quedaría y que nunca intentaría escapar de nuevo.

Eran observados por los mayores del orfanato, Koga, Miroku, Kagome y el matrimonio Taisho Asakura.

Pasados unos momentos la mujer se calmó, sólo escuchó ligeros sollozos.

—No vuelvas a irte, no sabes cuan preocupados estábamos.

—No volveré a irme sin avisar, no le haré eso madre.

Al separarse de su madre, Irazue se acercó y al igual que ella le abrazó aliviada de que nada malo le hubiese ocurrido. La calmó diciéndole lo mismo que a su madre.

Y ahora siguió Inu no Taisho, el hombre peliplata estaba de brazos cruzados y una expresión severa, tragó en seco al acercarse. Sesshomaru lo miraba en silencio pero deseando que su padre no fuera tan duro con el Fushiko, no quería tener que eligir a uno de los dos. Todos esperaban aunque fuera un movimiento de ambos pero solo se observaban en silencio.

—Señor Taisho yo... —No terminó de hablar al sentir al hombre mayor abrazarlo con fuerza. 

Todos estaban impactados ante esa extraña escena, más de uno creyó que al menos le gritaría un poco pero no fue así.

—Muchacho, me alegra que hayas vuelto. —Lo liberó de ese abrazo y el azabache aun mostraba una gran confusión en su rostro al igual que todos los demás. —Además... ¿Que es eso de ''señor Taisho''? ¿Acaso no somos familia?. 

Inuyasha miró a los demás que negaron de inmediato ante la duda, ninguno sabía que le pasaba al patriarca Taisho. 

—Se... Tío Inu, lamento todo lo que hice. 

—Descuida, ya todo ha pasado y sé que mi hijo te ha perdonado y eso es más que suficiente para mí. —Colocó su mano en el hombro del menor, su sonrisa se borró de inmediato y su expresión se mostró sombría. Se acercó al oído del Fushiko para susurrarle algo. —Si vuelve a pasar no me haré cargo de mis acciones, estás advertido. Mi hijo vuelve a sufrir y tú sufrirás el doble.

El Fushiko tragó duro una vez más, la mirada que le dirigía el patriarca Taisho era intimidante. Inu no Taisho suavizó su expresión para mostrar de nuevo su sonrisa y hacer parecer que esa advertencia nunca hubiera sucedido.

Al final todos se acercaron para preguntarle sobre su ausencia, querían saber todo. Estaba contento al ver que ninguno lo odiaba como lo había creído en esos meses de soledad y que todos se alegraban al verlo de regreso.

Todo iba bien hasta que sintió una presencia que le erizó cada parte de su ser, sentía una mirada peligrosa en su espalda y giró lentamente. 

Recargado en un muro estaba Bankotsu, lo miraba con una mirada ansiosa de sangre y su sufrimiento. Podía jurar que un aura asesina lo rodeaba y temía siquiera moverse. El moreno de trenza tenía el derecho de enojarse, le había jurado que nunca haría sufrir a Sesshomaru y lo había hecho. Se armó de valor y lo encaró, no podía ocultarse por siempre y debía enfrentar sus actos.

—Bankotsu, sé que te juré que nunca haría sufrir a Sesshomaru. No espero que entiendas mis acciones ni que las justifiques porque estoy consciente de que hice mal pero ahora vengo a enfrentar mis acciones y demostrarte con hechos que no volverá a pasar. 

Todos miraban la escena. Era de esperarse que Bankotsu reaccionará así, él había estado con Sesshomaru desde que era un niño y había sido un hermano mayor, casi padre para el peliplata y era sobre protector con todos ellos. Sabían que le había hecho jurar al Fushiko sobre Sesshomaru y con la ruptura del juramento estaría molesto. Estaba furioso, eso era bastante obvio.

—¿Que fue lo que prometiste?. —Se sobresaltó al escuchar la voz grave del hombre pero se repuso de inmediato.

—Que no haría sufrir a Sesshomaru.  —Contestó de inmediato.

—¿Y que fue lo que hiciste?.  —Su voz había sonado molesta, eso aumentó las ansias del azabache.

—Yo... Hice sufrir a Sesshomaru. —Contestó después de unos minutos con la mirada en el suelo, no era capaz de verlo al rostro sin odiarse por sus actos.

—Mírame a la cara. —Ordenó.

Todos miraban la escena, murmuraban y Kagome junto a Miroku apostaban. 

El Fushiko alzó al mirada mostrando su orgullo y su actitud dispuesto a luchar con quien fuera con tal de quedarse junto a su amado albino. Segundos después estaba en el suelo con sangre saliendo de su boca, casi nadie se esperó que Bankotsu le soltará un poderoso gancho directo al rostro.

Sin decir nada más Bankotsu se marchó. El médico y todos los demás se acercaron de inmediato para auxiliarlo.

—¿Inuyasha estás bien?. —Sesshomaru se arrodilló a su lado, el mencionado estaba aturdido debido al golpe.

—Creo que he muerto, ya estoy viendo ángeles. —Murmuró y acarició el rostro del albino algo atontado.

—Está bien, Suikotsu. No necesitas revisarlo.

—No pensé que Bankotsu lo golpearía. —Reconoció el médico.

—Yo sí, paga Miroku. —Habló Kagome, el pelinegro le pagó a la chica.

—Bien, aquí está.

—¿Porque ese hombre golpeó a mi hijo?. —Izayoi estaba molesta ante esa acción. El azabache ya un poco más repuesto se sentó.

—Porque lo merecía, todo ha quedado aclarado. —Contestó Inuyasha mirando el camino que el moreno de trenza había tomado. Escupió algo de sangre pero sonrió, sabía que Bankotsu no se opondría ante su relación con Sesshomaru. Ese juramento seguiría en pie nuevamente y esta vez no lo rompería.

—¿De que estás hablando, Inuyasha?. —Preguntó el albino, todos esperaron su respuesta.

—Bankotsu no se opondrá, está de acuerdo de que siga contigo pero si vuelvo a arruinarlo me matará a golpes. —Se tocó el golpe, su labio estaba partido pero eso no le importaba. Estaba más que de acuerdo con ese golpe y sentía que merecía más.

—Y no será el único. —Dijeron Inu no Taisho y Suikotsu al unísono, le dirigieron una mirada severa al decirlo y él se tensó, por su amor y su seguridad no volvería a irse.

...

...

Inuyasha y Sesshomaru se encontraban en la acera frente al orfanato. Después de un largo y cansado día tenían que separarse.

—Después de lo que pasó entre nosotros no quiero separarme de ti. 

Estaban abrazados, se sentían menos cohibidos –en el caso de Sesshomaru– en la complicidad de la noche. 

—Lo sé, Inuyasha. Yo tampoco quiero hacerlo pero por ahora es necesario. Tenemos deberes que atender mañana y tú necesitas descansar para reponerte. —Tocó la mejilla enrojecida ganándose un quejido.

—De acuerdo, ansió volver al trabajo y tener a mi asistente favorito ayudándome. Nos vemos mañana. 

Ambos se despidieron con la promesa de reencontrarse nuevamente. 

Sesshomaru se encaminó hacia el orfanato hasta que la voz de Kagome lo hizo detenerse.

—Ya extrañaba estas despedidas tan melosas, son tan tiernos los dos. —Chilló algo emocionada. Hacia tiempo que esas despedidas no se llevaban a cabo y era gratificante verlas de nuevo.

—Acabó de recordar lo molesta y chismosa que puedes llegar a ser. —Sonrió, gracias a sus hermanos no se había dejado caer en la desesperación y el dolor.

—Así me amas, Sessh.

—Desafortunadamente. —Contestó.

Después de eso ambos entraron, un nuevo día les esperaba y ansiaban que todo volviera a la normalidad. Y estaban seguros de que así sería, el Fushiko ya estaba con ellos y eso era mejor que nada. Ya ninguno sufriría en vano, se tenían el uno al otro.

Continuara...


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