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La Cura por Sherlockwsh

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Notas del capitulo:

Steve llega a Vormir a Regresar la gema del infinito con la esperanza de que el intercambio pueda deshacerse.

Solo presionar la pantalla del brazalete el viaje programado lo llevó automáticamente a su siguiente destino en esa misma realidad, así que su paso por el reino cuántico fue casi efímero.

 

Nada más poner los pies sobre esa tierra un escalofrío le recorrió violentamente la espina dorsal. Aunque la mirada se le entorpecio un segundo, pudo apreciar el panorama lúgubre y sombrío, cómo si el planeta lamentara por siempre las pérdidas de aquellos dispuestos a obtener la gema del alma.

 

Steve comenzó su recorrido siguiendo las coordenadas trazadas por el dispositivo y observando a su alrededor. Era imposible no sentirse alarmado, sin embargo, había una sensación de que nada ocurriría.

 

Antes de venir aquí o hacer cualquiera de los siguientes viajes que aún debía realizar, todos aquellos involucrados en esta odisea se reunieron por última vez a la mesa de Tony, una semana después del funeral. Steve aún vestía de negro y estaba seguro que sería así hasta el fin de sus días.

 

Conversaron largamente sobre el destino de las piedras. Todos estaban de acuerdo en que tendrían que devolverlas, aunque ninguno lo puso en palabras, nadie quería revivir el suceso. Viajar al punto exacto en que las gemas fueron tomadas implicaba tener que enfrentarse a una nueva oportunidad de corregir errores, la tentación de evitar la pérdida de un ser amado o el riesgo de ser dominado por sus impulsos. Así que fue el capitán América quien lo puso sobre la mesa; este viaje debía realizarlo una sola persona. Bruce quedaba descartado porque entraba en falta el más brillante del equipo así que necesitarían toda la ayuda del segundo y tercer cerebro más potentes ahí presentes (contando el dr. Pym). Scott quedaba completamente fuera pues demostró que se alteraba fácilmente en situaciones bajo presión y esto requería de un temperamento firme.

 

Clint se negaba rotundamente a dejar a su familia, tampoco les aseguraba quedarse a mirar cómo Nat se arrojaba al vacío por segunda vez.

 

En cuanto a Rhodes y Nebula, estaban desechos. Nebula se marchó inmediatamente después del funeral en compañía de su hermana. Y Rhodes no quería saber nada más sobre asaltos al tiempo.

 

Por otra parte, Thor se propuso a sí mismo, pero fue totalmente distinto. Esta vez su voz era determinada y franca, no el ruego desesperado de un corazón roto intentando redimir sus propios demonios.

 

La idea no era descabellada ahora que regresaba a ser el dios del trueno de siempre (aunque aún con unos kilos de sobra). Además tenía razón; debían regresar el Mjolnir a su tiempo y él era el único que podía levantarlo.

 

A esto le precedió un silencio casi cómico, porque inmediatamente todos detuvieron la vista sobre Steve y no le quedó otro remedio que admitir que el capitán tal vez era "un poco digno".

 

Debatieron largo rato sobre enviar a Thor cómo también acerca de porque enviar al Cap era mejor opción, hasta que un punto emergió; Frigga.

 

Thor no pudo resistir el impulso de interferir en el curso de esa realidad conversando con su madre, enfrentarlo a Jane, por consiguiente, no era una posibilidad. Él les aseguró que era tema superado, pero no fue muy convincente cuando su voz se quebró al hablar demás sobre su gloriosa belleza ahora inalcanzable.

 

Estaba decidido entonces: Steve sería el viajero.

 

Fue así que cada uno habló, con lujo de detalle, sobre su experiencia al hacerse con la gema que le correspondía y el Cap estaba seguro que justo como él sobre Peggy, muchos de ellos omitieron detalles demasiado personales. Hablaron sobre ello con el fin de que Steve pudiera darse una idea precisa, para que juntos armaran un plan que permitiera regresar las gemas sin consecuencias graves para esa realidad.

 

Es por ello que, cuando Steve vio descender una figura espectral que descubrió su rostro rojizo, no se sorprendió. Sin embargo, Cráneo rojo sonrió con el brillo curioso de sus ojos negros.

 

— Steve Rogers, Hijo de Sara… — lo recibió. — … y mi viejo adversario; llegas tarde. — Steve no lo interrumpió. — Para tomar la gema debes perder aquello que amas; Un alma por un alma y ya ha sido obrado.

 

Steve lo siguió con la mirada, observando los jirones de sus harapos ondear con la brisa helada.

 

Cráneo rojo se acomodó más allá, a la derecha de un precipicio al que personalmente no se le apetecía acercarse.

 

— No vengo a obtener la piedra. — repuso con la sospecha latente. — He venido a devolverla.  

 

— El intercambio es irreversible una vez la gema ha sido otorgada.

 

Steve permaneció en silencio, con los ojos puestos en el precipicio. Había una luz de esperanza en su interior que se negaba a apargarse. Si tan solo hubiera una posibilidad de obtener a Nat de nuevo arrojando la piedra al vacío o algo similar…

 

— ¿Cómo sé que no me estás engañando?

 

— Ahh… nuestras viejas rencillas. — su voz carecía de aquel veneno que destilaba en esos tiempos. — Son ahora insignificantes. La codicia y mi ambición murieron hace tanto tiempo que apenas puedo recordar su amargo sabor. Estoy… eternamente atrapado aquí, guiando a otros hacia un tesoro que no puedo reclamar.

 

Bajó la guardia. Schmidt tenía razón. Ninguno de los dos era el mismo y por lo que escuchaba, desde el momento en que puso sus manos en el Teseracto, pasó el resto de su vida atrapado ahí. Podía imaginar la transición de la cólera a la desesperación y por último (tras sus fútiles intentos de escapar de ese planeta) a la resignación para formar a este ser que tenía por delante.

 

— ¿Cómo estás tan seguro? — le preguntó concediéndole el beneficio de la duda. — Debe haber alguna forma.

 

— Para llegar aquí, debes estar dispuesto a hacer el mayor de los sacrificios, la renuncia definitiva a lo que una vez dado no puede devolverse. De otra forma, la entrada a este lugar permanecerá cerrada. Para aquellos que convocan la gema, siempre tiene un propósito…

 

Steve sostuvo el maletín con el puño apretado.

 

Si Cráneo rojo no mentía, lanzar la piedra del alma por el precipicio no cambiaría nada. No podía regresarse donde fue tomada porque Natasha, en esta realidad y la suya, seguía siendo el sacrificio para obtenerla.

 

Steve sintió las piernas débiles cuando fue consciente de lo que esto implicaba.

 

No importaba al final si todas las piedras regresaban a su lugar, porque la gema del alma no podía regresarse. La habían tomado con el propósito de revertir el chasquido de Thanos, seguros de que arreglarían las otras realidades luego de salvar la suya.

 

Ahora estaba atorado aquí, con la piedra del alma en su palma luego de abrir el maletín para contemplarla.

 

Cerró el puño y los ojos, pensando en que apenas había iniciado, y ya se sentía como una derrota.

 

— Espero que no te pongas a llorar.

 

Steve abrió los ojos de golpe.

 

El precipicio, las montañas, el frío, Schmidt, habían desaparecido. A su alrededor un atardecer en colores cálidos y de frente, pelirroja, de labios gruesos, Natasha Romanoff.

 

Steve se incorporó, consciente del agua bajo sus pies y se precipitó hacia ella para estrecharla en un abrazo. Su cuerpo era real, su perfume, el volumen de sus pechos contra los pectorales y el sonido de su risa por lo bajo.

 

Cuando se separaron, los ojos le picaban. No podía evitar sentirse feliz por verla, al menos, una vez más.

 

— Entonces… ¿Está hecho?

 

— Si, Tony… las gemas… — Un tanto aturdido, decidió ordenar sus ideas. —  ¿Que es este lugar? ¿Es real?

 

Natasha también miró en derredor, pero no porque lo necesitara, sabía perfectamente donde se encontraban.

 

— Es real. — respondió provocando que Steve regresara su atención a ella. — ¿Los demás?

 

Steve asintió apenas convencido.

 

— Con vida, si eso es lo que preguntas. — esa respuesta se sintió rara en su boca. — Nos haces falta.— admitió con un nudo en la garganta.

 

Con sus grandes ojos astutos y la mueca por sonrisa  ella conseguía siempre hacerle sentir cómo un niño atrapado en el enorme cuerpo de un adulto. Justo ahora, le daba la impresión de que ella lo percibía como el pequeño en medio de una rabieta así que Steve sintió el impulso de explicarle. — Natasha… — comenzó porque no sentía que ella le tomara en serio.

 

— ¿Hmm?

 

— Tony consiguió desaparecer a Thanos y su ejército de la faz de la tierra, el mundo está en paz pero él… — tragó con la cabeza gacha y negó. —… él no lo consiguió.

 

— Lo sé. Lo sentí…

 

Steve levantó la cabeza mirándola con extrañeza.

 

— ¿A qué te refieres? — Ella pareció dudar mientras miraba más allá, al ocaso perpetuo, pero no respondió. El capitán tuvo la certeza de que no respondería nada relacionado con esa clase de preguntas.

 

— ¿Todos regresaron?

 

— ¿Eh?

 

— Cuando usaron el guante. — insistió. — las familias, la mitad de la población ¿Regresaron? ¿Todos?

 

— Si, todos.

 

— ¿La familia de Clint?

 

— Si… — Steve creyó entender sus sentimientos. — Nat… — pero no sé animó a continuar. Ella permanecía en ese silencio pacífico que le exasperaba. Sin embargo, se le unió contemplando el ocaso. Estuvieron en silencio por tanto tiempo que poco a poco algo de serenidad le fue conferida. — He entregado la primera gema. — se atrevió a decir.

 

— Si.

 

— Pero no la del alma. Cráneo rojo insiste en que no es posible revertir el intercambio.

 

— Eso es porque no es posible revertir el intercambio.

 

Steve frunció el ceño girándose para mirarla. ¿En serio había una sonrisa en sus labios?

 

— ¿Nat?

 

— ¿Qué? — preguntó divertida.

 

— Por favor. Necesito tu ayuda…

 

— No creo que eso sea necesario. — a penas pudo creer lo que estaba escuchando. De hecho, por una fracción de segundo, creyó que todo esto era una alucinación provocada por Cráneo rojo para confundirlo y hacerle abandonar la piedra, pero lo siguiente lo convenció de que realmente se trataba de su mejor amiga y confidente. — Cada uno de nosotros hizo su parte y logramos revertir lo que Thanos hizo, logramos eliminarlo por completo. ¿No es así? Ese era el objetivo, sin importar lo que costara. — se contemplaron a los ojos un breve instante, luego le guiñó. — Cumplimos nuestro propósito, todos nosotros. —  Sonaba decidida. La expresión que Steve detectó en su rostro le desconcertó; ella parecía no solo en paz consigo misma, sino contenta, plenamente satisfecha. — Tú no serás la excepción: Sé que encontrarás la manera.

 

— ¿Nat?

 

El siguiente parpadeó fue confuso.

 

El sonido de la brisa rompió de nuevo en sus orejas, la piel bajo la ropa se humedecia de frío. Las rodillas contra el suelo de piedra dolían y tenía el puño que sostenía la gema entumido. De hecho, no la sentía en la palma, así que lo abrió.

 

Para su gigantesca sorpresa, la gema no estaba ahí, tampoco dentro del maletín y cuando se giró a mirar sobre su espalda, Schmidt le miraba con total comprensión. Estuvo a punto de acusarlo de haberla hurtado, pero entonces la realización le golpeó.

 

Esto no se trataba de un intercambio de canicas.

 

No se daba un alma por otra, no era eso a lo que cráneo rojo se refería, sino al hecho de alimentar una alma (la piedra) con otra (la de Natasha). La gema consumía el alma que le era entregada y como recompensa por el tributo, está se materializaba para aquel dispuesto a hacer el sacrificio proporcionándole el poder necesario para operar el resto de las gemas. Esta alma residía dentro de la piedra y de alguna forma, Steve consiguió despertar la de Nat. Ella estaba en paz pues alcanzaron su objetivo principal, aquel por el que había dado su vida y era turno también para dejarla ir.

Notas finales:

Espero que se hayan dado cuenta, a estas alturas, que Steve va cerrando ciclos. Estén al pendiente porque cuando los termine de cerrar, ira por su Tony! 

 

AGRADECIMIENTOS:

Me gustaría mucho agradecer a Junno por ayudarme a ordenar mis ideas, por cuestionarme en cada una de ellas, por alentarme a seguir cuando me daba por vencida con la historia. También quiero agradecer a Poppy, mi amor, mi partner, por su eterna paciencia y comprensión. Ella me ayuda mucho con el carácter de Steve porque a mí no se me da bien, pero el de ella es perfecto. 


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