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La Cura por Sherlockwsh

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Notas del capitulo:

Gracias a JunnoRA por su colaboracion, sin ella no habría podido abordar a Steve

Solo por oído, si cerraba los ojos, podía proyectar el motor ronroneante del Quinjet, el suave “flush” con el cambio de altura, el cambio de presión, los pistones y otro centenar de mecanismos que cobraban vida tomando como fuente el combustible.

Amaba la ingeniería mecánica, eléctrica y mecatrónica, no solo por la facilidad que tenía para desempeñar la tarea, sino por la belleza de sus formas y su armonía. 

Con la nuca descansando en el respaldo de cuero, suspiró.

Sus sentimientos encontrados remitieron un poco pero, si pensaba en la situación, la mecha volvía a encenderse. 

Tenía una decisión que tomar así como infinidad de pendientes,  encima, con limite de tiempo. Ross le concedió solo 36 horas (de las cuales ya había usado 6)para entregar al trío, de otra forma, enviaría un escuadrón especial con órdenes de ejecutar a quien se interpusiera en su camino con tal de capturarlos. Independientemente de sus diferencias y de que el maldito soldado de invierno hubiera colocado el broche de oro a la catástrofe en que se convertiría su vida al asesinar a sus padres (pues a partir de allí comenzaría su declive hacia los excesos y los vicios) Tony tenía claro una cosa; Los chicos buenos NO asesinan personas. Era su deber entregarlos a la justicia evitando cualquier daño colateral. Aunque, de nuevo, moler a golpes Barnes era un impulso casi insostenible. En repetidas ocasiones estuvo a punto de ordenar a Happy cambiar la ruta e ir directamente a plantarle cara, pero la idea de ver a steve de nuevo le provocaba una amargura tal, que podía saborearla en el paladar, al mismo tiempo, su pulso se aceleraba, las mejillas le ardían como a un colegial. Y es que era una ridiculez;

Esa simplona confesión de amor le venía a la cabeza inmediatamente cuando se tropezaba con el nombre de Steve. Se removió incómodo en el asiento presionando las palmas en los ojos y luego escurriéndolas hasta la boca. Era cierto que con el Steve del presente existió una fogosa noche, hubo coqueteo, algo de celos en subtexto y miradas indiscretas, pero nada que sugiriera algo más que un jugueteo. Si, si, tuvieron sexo en casa de Clint, más no significaba nada. Su época de playboy estaba pasando a la historia (era más que sabido) aunque una vez hecha una reputación es muy difícil quitársela de encima. Echaba de menos el sexo pasajero y eso era lo que sucedió ¿No? cómo decenas de mujeres antes que él. Además la conducta del Steve de la actualidad no daba ningún indicio de otras intenciones; discutían por todo y por nada (como ya era usual), aunque a esas alturas podían bromear o sostener una conversación casual, el capitán estaba siempre cuestionando sus hábitos alimenticios, su humor o hasta la ropa que llevaba puesta. Era como si buscase cualquier pretexto para iniciar una discusión. Tony trataba de poner su parte renovando el guardarropa de Steve siempre que estaban en buenos términos, le suministraba cualquier comodidad que pudiera hacerle la vida más fácil y adecuando la habitación a su gusto en la mansión de los vengadores. Con todo, estaban más distanciados que nunca, de manera que ¿Cómo podía, en algún universo paralelo, estar enamorado? el Steve del futuro parecía desesperado por retomar una oportunidad que dejó pasar ¿Era así? Steve del presente estaba enamorado y en algún punto del futuro se arrepentiría de no haber hecho algo al respecto. 

Esta conexión descubierta hizo un “click” en su interior que provocó la efervescencia de un calor punzante en la boca del estómago y que subió como lava hasta el rostro. El corazón le latía directamente en la cabeza, los ojos, los oídos y hasta la lengua. Escondió el rostro en las manos de nuevo ¿Por que? ¿Porque le afectaba de esta forma? No era nada más que un coqueteo, un ligue del montón en la lista ¿Cierto? 

 

« Estamos aterrizando, en 3 minutos tocaremos tierra »

 

La voz de Friday surgió del techo provocándole un respingo y un pretexto para ni siquiera pensar más en ello por el momento, ni en la hora siguiente mientras intentaba convencer a la tía May (increíblemente hermosa) de que su sobrino obtuvo una beca para industrias Stark. Ni más tarde cuando fue hora de entrevistarse con el niño jugando al héroe en pijama.

Por fortuna el chico aceptó unirse a la causa, fuere cual fuere. Tony sabía bien que era un potencial fan y como tal le seguiría. 

Con él en la bolsa, regresó al auto que le llevaría de vuelta al Quinjet para encaminarse hacia el aeropuerto. En este punto y en la soledad de la cabina de pasajero, fue difícil no volver a analizar la situación comenzando siempre a experimentar una indignación que en cuestión de nada pasaba a irá, poco después a determinación que al segundo siguiente se esfumaba dando paso a la tristeza y debilitando su convicción de ir directamente a romperle la cara Barnes y gritarle a Steve sus cuatro verdades. Para luego serenarse y ya decaído optar por la opción más sensata. Este círculo se repetía sin fin mientras sobrevolaba la ciudad y ya por la décima vez que experimentaba todas estas emociones, terminó por cuestionar si realmente deseaba esa confrontación. Si de verdad valía la pena invertir sus esfuerzos para enfrentar a sus amigos y ser partícipe de un conflicto que terminaría por dividirlos. Conocía el carácter de Steve y lo peligrosamente obstinado que podía ser cuando estaba convencido de tener la razón, sabía que quienes la apoyaban comparten este rasgo característico y todo terminaria en una batalla interna en lugar de enfocarse en lo que realmente importaba; la seguridad de los civiles, la seguridad del mundo.

Al decir verdad, Tony ya estaba cansado de todo esto. Ya no tenía ánimos, ni energía, ni inspiración para continuar una lucha contra los malos hora tras hora, día con día. Muchos años en ello le habían costado la paz. No necesitaba unas vacaciones, sino un retiro que le permitiera una vida tranquila, con alguien que buscase lo mismo y hasta entonces, Pepper era la mejor candidata. Era por eso, en primer lugar, que había intentado desarrollar a ultron. 

Ya cansado respiró profundamente con los ojos en el techo. 

Si el capitán estaba disponible, entonces ya no tenía porque pensar en Pepper cómo una opción. Además Steve, el viajero, le ofrecía todo cuanto había soñado; una vida tranquila, lejos de los conflictos, un amor que preservar y cuidar, sin ninguna preocupación. Le aseguró que el Steve del presente, barnes y Sam podrían hacerse cargo de todo ¿Por que no iba a creerle? El viajero ya había vivido esto, ya sabia como terminaria. Existía un futuro donde las cosas se arreglaban ¿no es así? aun si tony no quería estar en él…

 

— Friday

— ¿Si, señor? 

— Cambio de planes. Dile a Happy que tome una nueva ruta.

— Cómo usted diga, jefe. — Respondió la IA trazando las coordenadas de vuelta al viejo almacén para que Happy pudiera seguirlas. 

 

El trayecto hasta ahí se le antojó eterno y a la vez no era tiempo suficiente para asimilar la decisión que acababa de tomar. Le daba vueltas al derecho  y al revés (lo que realmente no era su fuerte, pues por lo regular actuaba a primer impulso) ¿No era una decisión egoísta? ¿No sé lo debía a los chicos cómo Charles Spenser? Por una parte si, pero no podía continuar acarreando ese equipaje. No más. 

Ya era suficiente la culpa que llevaba encima, todos los momentos que dió por sentado, todas las charlas de reconciliación que ya jamás tendría con su padre, jamás conseguiría una mirada aprobatoria cómo recompensa por los logros obtenidos, no vería a su madre sostener por primera vez a alguno de sus nietos, ni su sonrisa bondadosa o el beso en la mejilla que obtendría felicitándolo por lograr las paces con Howard, porque todo eso lo había perdido a causa de Barnes. 

Apretó el puño cómo si eso pudiera detener la formación del nudo en su garganta o las lágrimas peligrosamente anegadas. Se las tragó y prefirió dar paso al disgusto para no derramarlas. El viajero tenía mucho que explicar. 

 

No sabiendo a ciencia cierta cuál de entre los diversos sentimientos le dominaría, bajo del Quinjet con cierto resquemor. Era la hora de la verdad, más al llegar aquel almacén no encontró rastro de Steve. De ninguno de los dos. Miró a uno y otro lado, pero aún no lo encontró. Hizo un breve recorrido hasta llegar al punto dónde vio a Barnes sujeto de la prensa mientras hablaba con el capitán y con Wilson. Recordaba con tanta exactitud cada palabra que era casi cómo si tuviera a Barnes ahí mismo, recitando la historia para ellos una vez más. Se acercó a la prensa y a penas la acarició con los dedos, sus oídos ya sensibles y en alerta permanente detectaron unas pisadas a su espalda. En un giro tan rápido que casi se hizo daño, levantó el reloj para apuntarlo a la figura delante suyo, que no era otra que el capitán América. Aquel con los mechones rubios clareando y las líneas de expresión que añadían virilidad a su rostro. 

Steve no sé sobresaltó, pero Tony si. 

— Creí que te habías marchado.

— Y yo que no vendrías. 

— Creo que tenemos problemas de confianza. — el silencio del capitán le hizo saber a Tony que concordaba con él. — Aún no he decidido ir contigo. — Steve le miró con atención. — En la nota me dijiste que viniera aquí si necesitaba respuestas. — Interpretó la insistente mirada del otro cómo una pauta para continuar. — Y tengo cientos de ellas, toneladas de ellas.

— Con suerte tendré respuestas para todas.

— Más te vale, de ello depende lo que haré a continuación.

— Entiendo, Tony. 

Hubo un silencio que Tony usó para elegir la primera pregunta que le vino a la cabeza. 

— ¿Por qué lo defiendes tanto? Parece que el señor correcto desaparece cuando Barnes entra en la ecuación.

La sonrisita de Steve no le gustó nada.

— ¿Estás celoso?

— ¡¿Que?! — el corazón le dió un vuelco. Las mejillas ruborizadas en contraste con la piel morena. — ¡Yo hago las preguntas aquí! ¡Responde!

Aunque Steve habló, en el brillo de sus gentiles ojos azules era evidente la sonrisa.

— Bucky es una de las tres personas más importantes en mi vida…

— ¿Tu ex o algo así? — preguntó encogiéndose de hombros para aparentar que no tenía importancia, pero esto casi provocó una carcajada que Steve contuvo a duras penas. 

— ¿Eso piensas?

— Eso parece. Circula en cada diario que detuviste un helicóptero con las manos solo por él.

Entre risas Steve se las arregló para hablar. 

— En nuestra época las cosas eran diferentes, Tony. Bucky es mi familia, la única que tenía hasta que…

— Hasta qué ¿Qué?

— Hasta que tú me rescataste del hielo. 

Otro silencio y Tony deshizo el cruce de sus brazos.Había algo en este Steve que imbuía calma, cómo si fuese el hombre más paciente que charla con un niñito. Bueno, era cierto que Steve era mayor pero no tan mayor si le descuentas lo años en el hielo ¿No? 

Cómo fuere, más sus modos que sus respuestas lo hicieron sentir conforme, así que pasó a la siguiente ronda de preguntas.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Hace cuánto que lo sabes?

— ¿Alguna vez has sentido miedo?

— Aquí vamos otra vez ¿Vas a responder todo con preguntas? Porque si es así-...

— Para responder esa pregunta debo saberlo.

— ¿Y que si digo que no?

—  Diría que mientes.

—  Ya ¿Y entonces porque me lo preguntas? solo habla de una vez ¿Hace cuanto lo sabes?
— Tony

—  Por todos los...—  Tony se paseó frente a Steve primero con las manos en las caderas y luego rascándose la nuca. — Habla de una vez Rogers, se agota mi paciencia.

Pareció, durante un interminable minuto, que eso no iba a suceder. Que ahí terminaría la conversación y todas las posibilidades para los dos, pero entonces el viajero suspiró.
—  Yo si. —  respondió a la pregunta que él mismo había hecho, dando por hecho que Tony seguiría el hilo de la conversación. — El miedo paraliza, Tony. A unos cuantos de pies y manos, a otros de corazón ¿Sabes lo que es estar cerca de la felicidad absoluta y luego verla esfumarse en la nada? Eso representas para mi; la felicidad que siempre deseé. —  Hizo una pausa por si Tony deseaba intervenir, pero su silencio le alentó a continuar. — Pensé que podría conservarte para siempre si callaba. El miedo me paralizó cuando me di cuenta de que no podría proteger a quien era todo para mi, me mantuvo en silencio hasta que ese miedo se hizo realidad. No estaba preparado, a decir verdad. Pero sin IronMan no tengo intención de ser capitán américa, no más. Llegué hasta aquí porque descubrí que el amor es el antídoto del miedo. Lamento haberte ocultado la verdad, Tony, pero soy solo un humano.

Temiendo el rechazo, Steve se atrevió a mirar a tony quien para su grata sorpresa parecía inmerso en un sopor, un embeleso que reconocía cómo encanto, cómo si Steve le hubiera enamorado con todo lo que acababa de decir. Sonrió. No pudo evitarlo.

—  Tony…
— E-Eso no… —  Tony se aclaró la garganta con un rubor encantador en las mejillas. —  Eso no responde mi pregunta, pero te da algunos puntos.

—  ¿Puntos?

—  ¿Y si digo que sí? —  Prefirió abordar la siguiente pregunta en la lista. — A ir contigo, quiero decir.

— Me harías el hombre más feliz del mundo.

—  No veo mi beneficio en ello.

—  Y yo trataria de hacer lo mismo por ti, el resto de nuestros días.

 

No era justo. Quería estar enojado con él, quería poner el máximo empeño en estar furioso con Steve por la eternidad y sus palabras, su rostro gentil, sus ojos azules y enamorados lo hacía imposible. Entonces asintió, casi a regañadientes.

— De acuerdo.

—  ¿Tony?

— Iré contigo.

— ¿Lo dices en serio?

Tony asintió una vez más.

— ¡Tony! —  Por fin, tras un tiempo que le parecía imposible, despues del dolor y la desesperanza, lo tendría. Serían felices, el uno con el otro. Un hogar, un amor, felicidad, eran cosas a las que podía por fin aspirar. Se abalanzó sobre Tony estrechando su cintura, girando con el en brazos y tupiendo su rostro con besos.

— ¡Steve! ¡Oye! ¡Espera! ¡No tan rápido! ¡Aun estoy molesto contigo! ¡¿Me estas escuchando?!

¡Steeeeve!

 

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