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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

Un perro acostumbrado a los maltratos se encuentra con un humano que le brinda un poco de compasión, gracias a eso se da cuenta que no todos son iguales y le pide ayuda a Tsuki para estar junto a él.

Inspirado en la canción ''La intrépida gata que se enamoro'' de Gumi

 

 

Nuevamente caminaba solo en la lluvia, cojeaba de una pata, si una pata, tenía patas pues era un perro. Había sido golpeado por un humano pues el hambre lo orillo a intentar robar algo de carne en una carnicería ¿porque le había golpeado? Tan sólo tomo un trozo pequeño, él tenía muchos y ya tenía mucho tiempo sin comer, su pata sangraba debido a que el humano lo golpeo muy fuerte ¿que podía hacer? Necesitaba alimentarse.

Siguió su camino, buscó un lugar donde reposar, escuchó unos pasos tras él, era un humano y se aterró, camino lo mas rápido que su magullado cuerpo le permitió y entró a un callejón pero el humano lo siguió y quedo acorralado así que se hizo ovillo en una esquina mientras temblaba.

―Tranquilo, no te haré nada. Estás muy lastimado y yo te curare. ―Le dijo el humano y sacó de una extraña cosa que traía en su lomo una especie de tela corta, no entendía que hacía o que eran esas cosas.

Con sumo cuidado y sin importar que se estaba mojando empezó a curar la herida del can de blanco pelaje y ojos dorados. Al terminar se levantó y vio su pata vendada.

―Eres lindo. ―Acarició su pelaje. ―Quisiera llevarte a casa pero madre es alérgica a los perros. ―Se dio la vuelta y recordó algo, de su mochila saco un collar hecho de cuentas de madera en forma de círculos y colmillos para ponérselo al perro que lo miraba sin siquiera moverse.

Vio a ese extraño humano, él no le había golpeado, no lo había ahuyentado inclusive había curado su pata herida y le colocó un extraño objeto alrededor del cuello. Finalmente el humano se fue, sentía que le debía la vida al humano, sentía que debía estar con él, lo seguiría para pagarle ese favor.

El tiempo paso, seguía al humano pero este parecía haberlo olvidado y por más que trataba de llamar su atención este simplemente lo acariciaba y se iba, lo veía entrar a un lugar lleno de humanos de su edad. Estaba molesto, sí, era un perro pero también sentía, después de todo era un ser viviente, no sabía porque pero quería estar a su lado, quería ser un humano, ¿porque? Era obvio quería estar con él, veía humanos con sus parejas en los parques donde buscaba comida y él quería hacer eso con él.

Una noche de luna llena vio el cielo, estaba en el parque junto al lago acostado mirando su reflejo y la luna se reflejaba en el lago y pensó...

''¿Acaso mi deseo de amar tan imposible es, que no se hará real? ¿Por qué debe ser así? Tsuki, te lo pido por favor ¡tu magia préstame!''

Una extraña luz emergió del reflejo del lago, una hermosa mujer apareció ante el perro que miraba su reflejo en el agua.

―Hola pequeño, no te asustes que no te haré daño. ―Le habló pero instintivamente gruñó

Aléjate, no confió en ti. ―Gruñó.

Obviamente cualquiera veía a un perro ladrando a la nada pero solo ellos dos podían verse y entenderse.

―Lo sé, estas acostumbrado a que todos te hieran menos él ¿cierto?.

¿Tú como lo sabes?.

―Soy una enviada de Tsuki para ayudarte a cumplir tu deseo.

¡¿Enserio?!. ―Movió su cola alegre y no pudo evitar emocionarse, podría acercarse a él.

―Sí, pero tengo una advertencia.

Ya sabía yo que no podría tener lo que deseara y todo por ser un perro callejero. ―Sus orejitas bajaron, todo su entusiasmo se había ido al demonio. ―¿Al menos podré estar con él?.

―Sí podrás estar con él, el detalle es que no podrás tocarlo o volverás a tu verdadera forma.

Bien, hazlo quiero ir con él.

Una luz lo envolvió, un calor lo albergó en su anterior y al acabar el efecto se dio cuenta que podía ver a colores, el piso estaba mas lejos de su cabeza, miro al lago y su reflejo era diferente, era humano y sin saberlo estaba desnudo pero su percepción de perro le impedía darse cuenta de ello o avergonzarse 

―Iré por él ¡muchas gracias!. ―se cubrió la boca, era la primera vez que hablaba y eso lo sorprendió, no podía estar más feliz pero ella lo detuvo de inmediato.

―Sé que al ser tú un perro no lo comprendes pero no puedes ir de esa forma, te daré un don extra para que puedas sobrevivir en el mundo humano. ―Le toco la frente y una luz la ilumino, abrió los ojos sorprendido y los colores subieron a su rostro, se tapo lo que pudo con sus manos, era la primera vez que sentía vergüenza. ―Tranquilo un regalo más.

Nuevamente una luz lo envolvió, al esta disiparse se vio cubierto con ropa humana normal y se relajó.

 ―Por cierto ¿tú si tienes nombre?.

―Sí, me llamo Kagome y tú te llamas Inuyasha, ese es el nombre que te da Tsuki ya que tú no posees uno.

―Gracias Kagome, gracias Tsuki. ―Finalizó mirando al cielo, la luna llena brillaba en todo su esplendor.

Decidió esperar al día siguiente para verlo, sabía su ruta diaria y lo interceptaría ahí.

El día llego, lo vio caminar solo y se acercó para hablarle aunque estaba nervioso pero seguro, no desperdiciaría la ayuda brindada por Tsuki.

―Hola ¡Buenos días!. ―Saludó alegre y sorprendió al chico ya que no lo conocía

―¿Buenos días?.

―Sí, por cierto soy Inuyasha.

―Genial yo soy Sesshomaru Taisho.

El chico extendió su mano para saludarlo pero el perro instintivamente la oculto tras de sí, el peliplata mayor se desconcertó pero decidió no tomarle importancia a ese extraño rechazo del demasiado alegre peliplata que tenía enfrente, lo vio, tenía el cabello plata como él, ojos brillantes color sol pero lo que más le sorprendió fue que en su cuello descansaba un rosario idéntico al que le había puesto a un perro hacia ya mucho tiempo.

El tiempo pasaba, ambos se habían vuelto amigos aunque el perro humano sabía que se había enamorado de ese humano gracias a su entendimiento otorgado por la enviada de Tsuki, la verdad cuidaba por todos los medios el evitar aunque fuera un roce de parte de su amado, por más que deseara sentir su piel no podría tocarlo pero al menos su simple compañía lo alegraba mucho, a él y su solitario corazón.

Sesshomaru al principió se sentía extraño con el menor peliplata, sentía que esos brillantes ojos dorados ya los había visto antes más no recordaba donde, el segundo motivo era que ese joven no permitía que lo tocase ¿porque? No lo sabía pero aun así quería estar con él aunque no sabía el porque.

―Oye Inuyasha ¿ya te dije que hoy te ves de maravilla?. ―Halagó sacandóle un leve rubor en sus mejillas, Kagome había usado un cuerpo terrenal y lo había en listado en el instituto en el cual Sesshomaru estudiaba como un ''regalo extra'' y eso era aprovechado por Sesshomaru para coquetearle.

―No, muchas gracias. ―Contestó un poco avergonzado.

Así pasaron los días, el peliplata mayor trataba por todos los medios por enamorarlo sin saber que su corazón ya le pertenecía, quería tocar su piel, sentir que tan cálida y suave era pero el perro humano no se lo permitía, al preguntarle este cambiaba el tema inmediatamente y se resigno a que nunca se lo contaría.

―¿Ya me dirás porque no me dejas tocarte?.

―Oye ¿terminaste la tarea?. ―Contestó con otra pregunta y el peliplata mayor bufó, una vez más el joven no le contaría lo que le ocurría.

―Bien Inuyasha me voy a casa, mi madre volverá temprano hoy.

―De acuerdo, nos vemos mañana. ―Contestó triste, dolía no poder cumplir su sueño completamente.

Algo lo alertó, al voltear vio a Sesshomaru cruzar la avenida pero también vio un auto que pasaba por allí rápidamente, lo iba a atropellar.

―¡Sesshomaru!. ―Gritó  y corrió lo mas rápido que pudo para ayudarle, lo empujó y ambos cayeron del otro lado ilesos, recordó algo. ―¡Oh no!.

Sesshomaru estaba aturdido por la caída y al recuperarse vio a Inuyasha en el suelo pero también noto que tenía una cola y orejas caninas ¿que pasaba? Pero este se levantó con rapidez y empezó a correr, su vista se nublaba y perdía los colores, había roto la advertencia. 

En el suelo estaba el rosario que colgaba de su cuello y lo levantó decidido a ir por él.

Siguió corriendo, en su cabeza ya descansaban un par de orejitas peludas, lagrimas surcaban por sus mejillas, era la primera vez que hacía eso pero era porque dolía, no pudo declararle sus sentimientos al amor de su vida y pensando en él, lo escuchó, él venía corriendo tras de él 

―¡Inuyasha! ¡Espera!. ―Lo ignoró, no quería que se enterara de la verdad, ya no veía a colores, ya no poseía orejas humanas, sus uñas crecían hasta volverse garras pero no se detenía por suerte Sesshomaru se había rendido y ya no le seguía.

Caminó mas lento, de igual manera empezaba a cambiar y sin darse cuenta llegó al lugar donde había conocido a Sesshomaru, había llegado al callejón donde todo empezó.

Ya era un perro nuevamente, ¿porque no le declaro sus sentimientos a su amado? Tal vez sería menos doloroso así.

...

...

Estaba desconcertado por la actitud de su amigo, Inuyasha lo salvo e iba a agradecerle pero también iba a preguntarle porque poseía orejas y cola pero huyó sin permitírselo y eso era extraño, a decir verdad Inuyasha era extraño.

...

...

Días después, Inuyasha sabía que ya no podría estar con su amado pues ¿quien se enamoraría de un perro? Nadie, y eso dolía. Fue al lago para mirar su triste reflejo en el agua, eso le recordaba su miseria pero a final de cuentas era como si fuese un hermoso sueño, al menos le agradecía a Tsuki que haya cumplido su sueño mas anhelado.

Se quedo dormido junto al lago, en la noche la luna ya brillaba y sin que se percatara una luz salió del reflejo de la luna que estaba en el lago, nuevamente emergía Kagome que se acercó a él y empezó a acariciar su pelaje despertándolo.

¿Kagome?. ―Se levantó y empezó a mirarla con su semblante triste.

―Hola Inuyasha, Tsuki me ha enviado.

¿Que desea de un perro callejero?.

Ella solo lo envolvió en una brillante luz, nuevamente era humano y estaba sumamente feliz pero debía saber el porque del cambio de planes.

―Tsuki dijo que todo fue una prueba, quería saber que tanto amabas a ese humano y nos dimos cuenta que en verdad lo amas demasiado.

―Muchas gracias Kagome― la abrazó muy contento, volvería a ver a Sesshomaru aunque debía buscar una forma de que no le preguntara lo sucedido y sobre su extraña desaparición. 

―Todo es por tu causa Inuyasha, así que anda, busca a Sesshomaru.

―¿Podré tocarlo?. ―Preguntó con temor y ella sonrió.

―Todo lo que desees, ya no volverás a ser un perro porque Tsuki así lo decidió.

―Gracias por ayudarme.

Ella volvió al lago y él se sentó en la orilla para pensar, quería ver a Sesshomaru pero era preferible esperar a que el día iniciara, vio sus manos, eran humanas y así serían siempre.

Al día siguiente, caminó al mismo lugar donde Sesshomaru lo había visto como humano la primera vez, al llegar lo vio caminando y noto que Sesshomaru traía en su cuello el rosario que le dejo el día que se había roto el acuerdo, sonrió, supo que Sesshomaru también le quería. Se acercó con lentitud, estaba algo inseguro, ¿le perdonaría?

―¡Buenos días!. ―Saludó por su espalda y Sesshomaru paró en seco, al voltear se encontró con la radiante sonrisa del peliplata menor, estaba sorprendido y paralizado.

Ver a Sesshomaru nuevamente alegró su desolado corazón y no pudo evitar que lágrimas de alegría surcaran sus sonrosadas mejillas y sin previo aviso se abalanzó contra él y fundió sus labios en un beso.

Saboreo los labios del peliplata menor, eran dulces y algo salados por las lagrimas, lo tomo por la cintura y profundizo el beso, si bien estaba sorprendido siempre había deseado probar esos tentadores labios, estuvieron así hasta que sintieron el oxigeno acabarse y se separaron, vio las mejillas encendidas del peliplata menor, como había extrañado eso.

―Sesshomaru ¡te amo! ¡te amo!. ―Repitió varias veces y lo besó nuevamente, hace mucho había deseado decir eso y ahora podría hacerlo.

―Inuyasha, ¿donde has estado todo este tiempo? creí que estabas herido, creí que te había pasado algo malo. ―Lo apretó contra sí, había estado angustiado desde que lo vio correr sin siquiera voltear.

Le contó todo, pues ¿para que mentir? La verdad era algo ilógico y no creíble, Sesshomaru creyó que le estaba tomando el pelo pues... ¿La luna concediendo deseos? ¿un perro convertido en humano? Tal vez ese día del accidente se había golpeado la cabeza muy fuerte. La verdad estaba seguro que cuando noto las orejas y cola era parte de alguna secuela por el golpe que se había dado así que no le había tomado mucha importancia y ahora se sentía culpable por el estado de su amigo y amor de su vida.

Inuyasha se molesto pues Sesshomaru no le creía y bueno ¿quien creería algo así?.

―Mira. ―Sacó un trozo de venda de su bolsillo, había conservado la venda con la que le curó. ―Un humano me curó, no le importó que solo fuera un perro callejero herido, él se tomo el tiempo para hacerlo, sin importar la lluvia que caía lo mojara, él lo hizo y yo siempre le agradeceré eso incluso me regalo un rosario.

―¿Como sabes eso?―preguntó algo sorprendido, a nadie le había contado sobre el perro que ayudó ni siquiera a su madre.

―¡Ya te lo dije!―Exclamó molesto, Sesshomaru se tomo unos segundos para meditarlo y si Inuyasha  le había dicho algo que no le contó a nadie tan exacto como si estuviera estado presente era justo que él también le creyera por más loco que sonara.

―Esta bien, te creo pero debes admitir que todo esto es algo increíble.

―Bueno tienes razón, si es algo extraño―lo abrazó, gracias a Tsuki podrían estar juntos de nuevo.

Así fue la historia de un perro, un perro que por un deseo se volvió humano para estar con su amado y salvador, que le ayudo cuando nadie mas lo hizo, le brindo un poco de cariño cuando nadie se lo había brindado y eso siempre se lo agradecería y le agradecería a Tsuki por su ayuda, gracias a ella era feliz y todo por ser...

El perro que se enamoró.

Fin.

 


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