Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Esta es una historia pedida y hecha para una amiga especial de Wattpad. Para entenderla hay que leer la historia ''La madre de los príncipes de la calamidad''. Esto solo es un ''Y si...?'' de esa historia. Espero que también la disfruten!.

Adv: Intento de Inozaya por pedido.

Adv2: Nada de esto es canon.

¿Y si Izaya se volviera humano por una noche?.


El segundo príncipe no entendía lo que pasaba con su propio cuerpo, no se sentía igual a cualquier otro día. Mientras estaba en el laboratorio de su maestra, Izaya se sentía adormilado. Si no fuera porque su hermana de enseñanza lo había despertado, tendría graves problemas con su maestra gracias a la poca atención que le estaba poniendo. Izaya estaba tan cansado que deseaba encerrarse y enterrar la cara en uno de sus almohadones. Pero, lo raro era que la noche anterior había dormido para recargar sus energías, mas parecía que no lo había hecho en mucho tiempo. Y no solo eso, su olfato parecía estar disminuyendo a medida que pasaba el día, incluso su visión. Para rematar, sentía que su propio poder estaba menguando.


Cuando terminó la clase y siguió la hora de su entrenamiento, Izaya deseó descansar pero no podía hacerlo. El concejo había estado hablando de él nuevamente, su nulo interés en el combate era algo parecido a una ofensa para el reino demoníaco. Obviamente su madre no lo sabía, los ancianos querían vivir por un par de siglos más por lo que habían sido cautelosos con sus palabras y su padre, el Rey Demonio, no hacía nada para resolver aquello. Pero Izaya sabía que era algo que debía hacer por sí mismo, él debía demostrar que era una Calamidad y no una farsa como empezaban a creer en el concejo. Solamente que ese día en particular, no sería posible. Tenía la motivación pero no la fuerza suficiente para lograrlo.


Mientras Izaya se dirigía al patio de entrenamiento, se topó con su hermano mayor. Inu no Taisho caminaba hacia sus aposentos, su espada descansaba sobre su hombro y no denotaba cansancio o algún desgaste físico. Izaya notó que su hermano lo miraba fijamente, la seriedad en su expresión le recordó a su padre. Sin embargo, Inu no Taisho parecía analizarlo a fondo e Izaya se preguntó el porqué. Y de un momento a otro, Inu no Taisho se inclinó sobre su hermano pequeño y olfateó su cuello. Izaya se escandalizó por un momento pero no había hecho ni un solo movimiento.


―Hueles diferente. ―Mencionó al ver la expresión avergonzada del segundo. ―Hueles a humano, ¿otra vez te encontraste con ese hombre?.


Y gracias a ese comentario, Izaya podría jurar que su rostro competía con la tela de Rata de Fuego que su padre le obsequiaba a su madre para protegerse. La expresión de su hermano era tan impasible como siempre, pero pudo notar cierta curiosidad en su voz. Ciertamente Izaya se había topado con el Héroe por segunda vez, pero en esa ocasión si dio la alerta y este escapó antes de que su padre lo matara de un golpe. Y como era de esperarse, todos empezaron a sospechar que se había aliado con el Héroe a pesar de que el mismo Izaya no sabía porque aquel humano siempre aparecía con él. 


―¡No!. ―Chilló, la expresión de su hermano hacía que sintiera una extraña vergüenza. ―¡No sé que pasa pero no estoy confabulando con ningún humano!.


Las expresiones de su hermano siempre eran difíciles de leer, se dijo Izaya. La reina parecía ser la única persona que podía saber que pensaba el primero con tan solo mirarlo, sabía diferenciar cada expresión y todos creían que era gracias a su convivencia con el rey. Mas Izaya vio a su hermano asentir simplemente y continuar su camino, seguramente tenía mejores cosas que hacer en lugar de estar cuestionando sus acciones.


...


...


Izaya estuvo pésimo en su entrenamiento, su agilidad y destreza habían disminuido considerablemente. Todos notaron su debilidad y lo atacaron con más ímpetu, Izaya a duras penas logró salir con pocos golpes y cortes. Luego de que se cansara con una patética rapidez, el mismo Jaken detuvo el entrenamiento. El pequeño demonio había visto la condición del segundo y decidió que pararan, debía alertar a los gobernantes acerca del príncipe.


Lastimosamente para Jaken, el Rey Demonio no estaba en el castillo y la Reina de la Calamidad estaba descansando, la tercera calamidad se estaba desarrollando con normalidad y las doncellas tenían la orden directa del rey de no molestarle a menos de que fuera sumamente importante. Incluso Jaken pensó en decirle a la hechicera, pero ella estaba velando el descanso de Inuyasha después de eventos pasados y el diablillo sabía que no podía contar con el concejo, ellos verían la debilidad del príncipe como algo malo y lloverían los malos comentarios. A pesar de que Jaken decía odiar al cachorro por desobediente y escandaloso, le tenía un poco de afecto, lo suficiente para no ponerlo en bandeja de plata. Y como su tutor principal, Jaken dejó que el segundo príncipe se retirara a sus aposentos.


...


...


Izaya terminó acostado en su cama, sintiéndose mejor. Ya no se sentía cansado, pero sus sentidos no volvían y se volvían cada vez más débiles. Se mantuvo encerrado por casi todo el día, pero su estomago había hecho un ruido tan extraño que nunca había oído antes en su persona. «¿Así se siente tener hambre?» pensó. Hizo que le llevaran la comida y sació su hambre, el día anterior había comido en gran cantidad y normalmente comería en uno o dos días más, hasta ese momento nunca había sentido hambre realmente. Ese día se estaba tornando cada vez más raro. Para sus cortos dos meses de vida, había sentido cosas que no acostumbraba y empezaba a preocuparse.


Cuando llegó la noche, Izaya ya no podía ver en la oscuridad. Apenas había caído el sol y sus ojos ya no eran capaces de ver con claridad en la oscuridad de su habitación. Un extraño dolor sobre su cabeza lo hizo llevar sus manos a ese lugar, casi grito al no sentir sus orejas y cuando llevó sus manos a los laterales, sintió sus orejas que en realidad eran como las que su madre tenía, eran orejas humanas. No pasó mucho antes de que Izaya se diera cuenta que su apariencia era igual a la de su madre, era un humano. Antes de que Izaya se dejara llevar por un ataque de pánico, la puerta de su habitación se abrió estrepitosamente. Su hermano y su padre estaban ahí, con sus armas en la mano y parecían alterados. La madre los apartó y se sentó frente a Izaya que se había envuelto en mantas.


―¿Estás bien, Izaya?. ―Preguntó Inuyasha, sin darse cuenta del estado de su hijo.


El Rey Demonio apartó a Inuyasha de Izaya y le gruñó con desconfianza, incluso Inu no Taisho parecía tan confundido como su padre. Izaya no sabía qué era lo que ocurría, su nariz y vista eran inútiles. 


―¿Qué es lo que te ocurrió, cachorro?. ―Preguntó el Rey Demonio. Guardó su espada tras eso y se acercó, la desconfianza aún prevalecía. 


Izaya estaba cubierto hasta la cabeza, a la falta de sus sentidos demoníacos, estaba asustado y más al ver que todos se portaban de manera extraña. Su padre había enfundado su arma pero su mano sostenía peligrosamente la empuñadura y su hermano mayor ocultaba a su madre detrás de sí, ellos dos parecían desconocerlo. Izaya podía distinguir sus formas gracias a la intensa luz que se filtraba por el ventanal, pero él sabía que sin colmillos, garras e incluso sus orejas caninas, lo hacía ver como si fuera un humano, esos a los que su padre odiaba con intensidad. Antes de que Izaya hablara, Inuyasha ya estaba de nuevo a su lado, este había notado la expresión temerosa de su hijo. Inuyasha instó a Izaya a descubrirse y cuando las sábanas bajaron a sus hombros, los tres hombres restantes vieron que Izaya parecía un humano más.


El Rey Demonio se acercó a su hijo, incluso lo olfateó. El rey no pudo sentir ni un ápice de energía demoníaca en su segunda cría, eso lo estaba alterando más de lo que le gustaría admitir. Nadie sabía que estaba pasando, el rey y el primer príncipe solo habían dejado de sentir la esencia demoníaca del segundo príncipe, por eso subieron inmediatamente para verificar que todo estuviera en orden, nunca se esperaron ver algo así. Y nadie sabía qué hacer o decir, solamente escucharon los lloriqueos del segundo príncipe que estaba tan asustado y desconcertado como ellos. Inuyasha terminó abrazando a Izaya, él sabía que era su pequeño pese a que tenía unas ligeras diferencias en su aspecto. Izaya se veía igual, solamente que sus orejas se habían esfumado junto a sus garras y colmillos, con sus dotes demoniacos y sus habilidades.


Después de que Inuyasha le hiciera ver al rey y al primer príncipe que Izaya era el mismo pese a su repentino cambio, se decidió que el segundo príncipe sería vigilado junto a su madre en los aposentos del rey. El lugar estaba completamente protegido y el Rey Demonio prefería mantener a su cría humana junto a su reina, en un lugar en donde no les quitaría la mirada de encima. Averiguarían en su momento como devolver al príncipe a la normalidad o si era alguna treta de los humanos. Lo último era preocupante, si había algo capaz de hacer que una Calamidad perdiera sus poderes, estaban en graves problemas.


...


...


Izaya descansaba en la gran cama con su madre, Inuyasha se había dormido apenas se acostó y el rey estaba a escasos metros de ellos, recargado contra un muro y con los ojos cerrados. Izaya no podía distinguirlo en la oscuridad, tampoco podía olerlo o sentirlo. La ansiedad y el miedo no le permitían dormir, Izaya no sabía que pasaba consigo mismo y se sentía demasiado extraño. Simplemente decidió salir de ese lugar y dar un paseo nocturno, la brillante luna podría ser algo reconfortante de ver. Cuando el príncipe se levantó a hurtadillas y salió de la habitación, no fue capaz de ver ese oro iridiscente que había enfocado cada uno de sus movimientos.


Mientras caminaba ignorando a la muralla de guardias, Izaya sintió frío como nunca antes lo había sentido. Un sonido parecido a un «burrr» escapó de sus labios mientras se abrazaba a sí mismo, era la primera vez que sentía frío y odiaba la sensación. Aún así, Izaya miró la luna en el firmamento y antes de que diera un paso fuera, algo cálido cayendo sobre sus hombros lo sobresaltó. Su padre le puso encima una prenda que asemejó con las que el rey solía vestir, no lo había sentido acercarse.


―Los humanos son frágiles, no deberías estar aquí. ―Comentó simplemente e Izaya se aferró a la cálida prenda que lo cubría. ―Vuelve antes de que algo malo pase.


―Quisiera dar un paseo, mi mente está en caos ahora mismo. ―El Rey Demonio no dijo nada pero se retiró e Izaya lo tomó como un permiso para hacerlo.


Después de que el Rey Demonio se marchara, Izaya se aseguró de cubrirse bien con aquella prenda que olía ligeramente a su padre aunque apenas lograba distinguirlo. El segundo príncipe caminó por los pasillos, todo era silencioso y solo había guardias alrededor, nadie más vagaba como él. Izaya prefirió eso, no deseaba que nadie lo viera en ese estado o temía recibir aún más rechazo. Era un humano, los demonios los odiaban y se supone que él también debería, pero en cambio se había convertido en uno por alguna extraña razón. Sus divagues llevaron a Izaya hasta el área de entrenamiento, se sentía el silencio pero siguió avanzando.


Ante Izaya, la figura del primer príncipe apareció y se vio tan gallardo como siempre. El primer príncipe entrenaba a solas; dando piruetas, saltos y atacando objetivos imaginarios con su espada. Para Izaya, su hermano parecía protagonizar una danza letal, se veía tan preciso pero peligroso. El segundo príncipe admiró todos y cada uno de los movimientos de su hermano mayor, vio como su cabello flameaba al viento y brillaba gracias a la luz de la luna llena. Su hermano sin duda era una gran perfección letal. Izaya no podía dejar de mirarlo, atrapado ante sus movimientos. Solo fueron unos minutos, el primer príncipe lo notó y enfundó su espada.


―Deberías estar descansando. ―Le dijo el primero a su hermano mientras se acercaba a él. ―En ese estado, eres demasiado frágil.


―No podía dormir. ―Murmuró haciendo un mohín, se cruzó de brazos tras eso. ―Me siento raro y no me gusta.


―Ya resolveremos esto, mañana haré que la hechicera busque en los libros antiguos alguna pista sobre lo que pasa o si pasará con todos. ―Le despeinó el cabello a su hermano, tratando de hacerlo cambiar esa expresión molesta y funcionó, Izaya sonreía otra vez. ―Ya verás, volverás a la normalidad en poco tiempo.


―No me imagino al primer hermano como humano. ―Ocultó una risilla tras el dorso de su mano. 


El primer príncipe guio a su hermano a las gradas del campo y se sentaron, miraron el firmamento nocturno y se sumieron en un silencio tranquilo. La brillante luna fue testigo de ese silencio apacible. Mientras miraban la luna, sus manos que descansaban en su asiento, se rozaron ligeramente. Ninguno apartó su mirada del cielo, pero el primer príncipe sujetó la mano de su hermano y escuchó como los latidos del humano a su lado se aceleraban. Esa mano se sentía diferente, ligeramente más pequeña y delicada, ni siquiera las durezas de un arduo entrenamiento de espada se reflejaban en aquellas manos sin garras. El primer príncipe inspiró profundo, regodeándose en el aroma del segundo, pero era diferente a lo usual, era completamente humano. El príncipe mayor se dijo a sí mismo que traería a su hermano de vuelta, no podía dejar que se quedara como un humano. No podía dejar que fuera tan frágil y efímero como uno, no quería perderlo a él también.


Luego de unos minutos, Izaya se sintió adormilado y se recargó contra su hermano, cerró los ojos sintiendo sus mejillas sonrosadas. Se mantuvieron así hasta que el primer príncipe escuchó aquellos latidos y la respiración, acompasarse dando a entender que su hermano se había dormido. Ante eso, Inu no Taisho hizo que Izaya descansara la cabeza en su regazo y lo cubrió con aquella prenda que olía a sus padres. Miró a su hermano dormir, se veía demasiado frágil y por un momento temió herirlo con solo un toque. El primer príncipe miró el cielo, como si este pudiera decirle como recuperar la esencia demoníaca de Izaya. Inu no Taisho buscó la forma de recuperar la longevidad de su hermano pequeño en los puntos titilantes sobre su cabeza. Lo hizo hasta que empezaron a ser opacados con los colores claros del pronto amanecer.


Al darse cuenta, Inu no Taisho volteó a ver a su hermano y este seguía durmiendo cómodamente a pesar de que estaban sentados sobre asientos de piedra. Pero eso no fue lo importante, el primer príncipe sintió como la esencia demoníaca de su hermano empezaba a fluir en cascadas y su aroma volvía a ser el de siempre; vio como fruncía la expresión ligeramente, de entre su cabello desordenado aparecieron un par de orejas mullidas y eso bastó para que el príncipe empezara a despertar. Izaya se sentó y bostezó, Inu no Taisho notó un par de colmillos afilados asomarse entre aquellos rosados labios. Cuando el sol salió completamente, el primer príncipe pudo notar que su hermano había regresado a la normalidad.


«¿Qué fue lo que lo provocó y porque lo devolvió?. No creo que haya sido obra de los humanos, ¿tendrá algo que ver la luna?», pensó seriamente Inu no Taisho. No pasó mucho antes de que su hermano pequeño se tirara a sus brazos, impulsándolo hacia atrás. Izaya ocultó el rostro en el cuello de su hermano.


―¡Volvieron!. ―Exclamó con alegría en aquel lugar y se separó de su aún aturdido hermano. ―¡Mis poderes volvieron!.


―¿Y como pasó?. ―Sonó la voz del Rey Demonio.


Ambos se callaron, Inu no Taisho notó que su hermano estaba sentado sobre él y en una posición un tanto comprometedora. No solo eso, lo estaba sosteniendo de la cintura y por la expresión de su padre, sus brazos cruzados y su mirada helada, supuso que malinterpretó todo y no lo culpaba, habría pensado lo mismo si no supiera las circunstancias. Pero lo peor era que Izaya parecía no darse cuenta, solo bajó de un salto y empezó a brincotear alrededor del padre, contándole sobre la noticia. Su hermano era demasiado ingenuo e Inu no Taisho pese a tener una mentalidad y un cuerpo mayor a la de su edad, no sentía alguna clase de deseo o algo parecido. Pero eso posiblemente no lo sabía el rey.


El primer príncipe se mostró incomodo, la mirada de su señor padre parecía congelar todo lo que mirara, pero no decía nada. Solo escuchaban los parloteos del segundo y padre e hijo se miraban con atención, ni uno bajó la mirada. Inu no Taisho decidió que mostrarle debilidad a su rey padre era indigno, por ello se mantuvo alerta pero el Rey Demonio solo negó y le ordenó a Izaya volver al interior del castillo, había mucho que investigar y encontrar la razón de su anterior estado. Además de que Inuyasha se había preocupado por su ausencia.


El rey le dio una última mirada a su hijo mayor, una que el príncipe no supo interpretar y lo vio marcharse con su hermano. Antes de que Izaya se marchara, volteó a ver a Inu no Taisho y le brindó una radiante sonrisa traviesa, luego de eso caminó junto a su padre y ambos se perdieron tras los pasillos. El primer príncipe solo suspiró profundamente y negó con la cabeza, su hermano siempre sería así, lastimosamente le gustaba eso de él. Pero verlo así, alivió la angustia del día anterior y su pequeña cita nocturna quizá podría repetirse nuevamente...


A la luz de la luna llena.


Fin.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).