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Historias Cortas de Inuyasha. por Keiko Midori 0018

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Notas del capitulo:

Después de saber que su novio le es infiel decide probar los placeres que un amante puede ofrecer, pues todos pueden jugar al mismo juego. 

Suspiró, era la décima vez en ese mes que su novio llegaba tarde a casa, seguro estaba revolcándose en su escritorio con su secretaria. Sería idiota si no lo veía, al lavar sus camisas estas olían a perfume barato y él no usaría un perfume floral, llegaba con marcas en su cuello y ya casi no lo tocaba, salía con su excusa de que estaba cansado... Pues claro ya había acabado sus energías con su amante.


Al principio le dolió, amaba tanto a ese hombre incluso había dejado a su familia por él ¡¿Porque le había hecho eso?! A duras penas se había atrevido a revelar su homosexualidad para presentarlo ante su familia pero este le pagaba de esa forma tan vil.


Ahora estaba sentado en la sala del departamento que ambos compartían, solo. Estaba esperando a su pareja que estaba seguro, no llegaría pronto.


―Maldito yo también puedo jugar. ―Dijo para sí mismo, antes se hubiera echado a llorar por la infidelidad de su pareja pero ahora solo jugaría al mismo juego ¿Porque? Ese idiota había matado poco a poco el amor que le profesaba y bueno tal vez encontraría un buen semental dispuesto a ayudarlo a ''sobrellevar'' su dolor.


Para eso necesitaba de su mejor amiga, ella le ayudaría a superar lo que al principio fue un corazón roto que luego se había convertido en un golpe a su orgullo. Buscó en su teléfono el nombre de su mejor amiga y después de varios tonos ella contestó.


Hola Inu ¿Que tal?.


―Hola Kag ¿Recuerdas lo que te conté?.


Ugh como olvidarlo, deberías dejar a ese imbécil, seguro encuentras a uno mucho mejor.


―Esa es mi mejor amiga, por cierto ¿A donde iras hoy?.


Iré a un antro que acaban de abrir, tal vez encuentre una increíble noche de lujuria desenfrenada ¿Me quieres acompañar? Podrías encontrar una también.


―Bien iré y espero encontrar diversión, si Naraku puede divertirse con su secretaria yo puedo buscar a alguien que me consuele.


Ese es el Inuyasha que conozco, iré por ti a las ocho.


―Te espero. ―Cortó y rió levemente se divertiría mucho esa noche ¿Como lo sabía? No tenía idea, algo en su interior se lo decía.


No sabía a donde lo llevaría Kagome pero sabía que ella era algo loca y estaba seguro que sería un lugar increíble. Se arreglo para irse, aun faltaba una hora pero era algo vanidoso y claro que quería verse bien además si iba mal vestido seguramente ahuyentaría a todos.


Encontró su vestuario perfecto, una camisa de manga larga color rojo a la que le doblo las mangas para que le llegara a los codos, un pantalón de vestir color azul marino, unos zapatos negros y ato su cabello azabache en una coleta alta. Se miro al espejo y quedo satisfecho con su decisión, revisó el reloj que traía en su muñeca y percato de que faltaban diez minutos para que Kagome llegara. 


El vibrador de su teléfono le aviso que tenía un mensaje y lo leyó.


Amor...


Surgieron unos problemas en la empresa y seguro llegare tarde o de ser posible no llegue a dormir, espero que entiendas...


Con amor Naraku.


―Descuida ''cariño'' yo tampoco llegare a dormir. ―Comento con burla al terminar de leer, en un tiempo lejano hubiera creído en ese mensaje pero ya había abierto los ojos y no le fue difícil enterarse de la verdad pero decidió callar y buscar la forma de cobrarse esa humillación hacia su persona.


Espero a su amiga y finalmente llego, ambos azabaches partieron a ese antro en búsqueda de una buena noche y de ser posible un cuerpo con el cual compartir una noche apasionada.


Al llegar se dio cuenta de que el antro era fabuloso, había muchos queriendo entrar ya que era exclusivo pero su amiga se las ideó para que los guardias les permitieran el paso.


Al entrar la música era alta pero no demasiado, en el lugar predominaban las decoraciones modernas y las luces oscuras le daban un buen toque en su opinión, la música era movida y se percato de que las parejas eran variadas, hombres con hombres, chicas con chicas o simplemente hombres y mujeres, al menos no recibiría burlas y rechazos por sus preferencias, eso le daba un punto al lugar


―Espero que te diviertas Inu, pero vamos a la barra. ―Le dijo Kagome cerca del oído para que lograra escucharle y ambos caminaron hacia ella.


Unas horas después, ya había bebido varias copas de alcohol y Kagome no estaba por ningún lado, seguro había ido a ligar y él aun no encontraba a alguien


―Disculpe, le mandan esto.


Volteó y vio a un mesero con una charola en sus manos, traía una bebida que según entendió alguien le mando, al recibirla el hombre le señalo a un peliplata que al darse cuenta que era observado levanto su copa como si diera un brindis 


―Gracias. ―Dijo y camino hacia el hombre con una sonrisa coqueta, al llegar se sentó a su lado.― Gracias por la bebida pero ¿Puedo saber por que me la mando?.


―Se podría decir que me pareciste interesante y bueno estabas muy solo, solo quería alegrarte la noche. ―Contestó y no podía dejar de observar sus tentadores labios.


Estuvieron hablando un par de minutos y decidieron bailar un poco, por suerte había visto a Kagome que bailaba con un hombre de trenza, empezaba a creer que lo había dejado solo.


Empezaron a bailar, se restregaba contra el cuerpo del peliplata con ritmo y este correspondía ¿Hace cuanto que no se divertía así? Ya había perdido la cuenta, eran las desventajas de que su novio tuviese treinta y cinco y que además fuera un tanto aburrido ya que prefería ir a cenas de negocios y ese tipo de eventos, a un hombre de veinticinco como él no le agradaban ese tipo de eventos, consideraba que asistían puros ancianos. 


Pero volviendo al tema principal... El peliplata de ojos dorados, ese hombres si que le resultaba interesante y eso que solo habían hablado de temas superficiales, había algo en él que le atraía.


Horas después...


El baile y las bebidas alcohólicas empezaban a hacer estragos en las personas que las consumían, tal vez eso explicaba porque un chico azabache estaba sentado en las piernas de un peliplata devorándose los labios mutuamente. 


Kagome desde la lejanía vio a su amigo con el peliplata y sonrió, podría dejar de lado a Naraku y encontrar amor en los brazos de otro hombre y ella igual así que volvió a buscar al moreno con el que estaba bailando.


Inuyasha saboreaba la boca del peliplata, sabía a alcohol pero no le desagradaba y eso en verdad era extraño


―Vamos a un lugar mas cómodo donde podremos estar a solas.


El tono en que le hablo el peliplata lo hizo estremecer y asintió, iría a cualquier lugar al que ese hombre lo llevara.


Subieron a un auto blanco deportivo, el camino fue silencioso pero cómodo hasta llegar a un hotel.


Llegaron a la habitación e inmediatamente se unieron en un beso que les robaba el aliento, el peliplata lo hizo enredar sus piernas alrededor de su cadera y entre besos y besos lograron llegar a la habitación.


Arrojó al azabache a la cama y separo sus piernas para colarse entre ellas, continuó con lo que inicio, era la primera vez que quería profanar a alguien con tanta necesidad.


Besó su ya descubierto pecho, siguió bajando y se entretuvo lamiendo y succionando esos  botones rosados que requerían de su atención, el azabache solo gemía con intensidad y eso solo lo hacía desearlo más.


Al llegar al plano abdomen se entretuvo lamiendo, probando cada centímetro de su bronceada piel, le encantaba, le encantaba escuchar los suspiros y jadeos que soltaba su amante del que solo conocía el nombre pero estaba seguro que sería una noche satisfactoria. 


Finalmente llego al miembro del azabache, lo lamió por sobre la ropa y este lo sujetó de la cabeza acercándolo a su cuerpo, quería que lo probara y lo hizo, hasta que estalló en su boca y se bebió todo sin desperdiciar nada.


Eso fue glorioso, ni siquiera Naraku había llegado a complacerlo así, ese peliplata era único y no se arrepentía por lo ocurrido, le ayudó a desvestirse y delineo cada musculo de su cuerpo, su pecho parecía de acero y claro que le gusto. Le retiró el pantalón con rapidez y se sorprendió del tamaño de ''eso'', no le iba a entrar, estaba seguro de ello.


Continuaron acariciándose hasta que ya sentían la necesidad de unirse.


Sintió como iba a irrumpir en su interior y recordó algo


―Espera ponte un... Agh. ―Hablo demasiado tarde, sintió como entró de una sola estocada sacándole el aire y arqueara la espalda.


Esperaron unos momentos y después empezó la acción, se movían al compás, como si estuvieran hechos para complementarse.


Las embestidas eran rápidas y certeras, esa habitación se lleno de gemidos, jadeos y demás sonidos obscenos.


Si pensara en su pareja solo tendría una cosa que decirle "Gracias por engañarme imbécil" era brusco con sus palabras pero era la verdad, estaba recibiendo la mejor noche de sexo de su vida, y todo gracias a su infiel novio.


Entre arremetida y arremetida llegaron al final juntos, esperaba que no fuera a ser la última vez que lo hicieran.


Cayeron rendidos ante el cansancio y durmieron algo separados, no era amor, era una simple noche de sexo.


Al amanecer el azabache despertó con un leve dolor de cabeza pero no le tomo importancia, se levantó y se arreglo lo mejor posible. Le dirigió una última mirada a su amante y salió de ahí rumbo a su departamento, su novio estaba por llegar y si no lo encontraba se molestaría mucho.


Tiempo después el peliplata despertó, tanteo la cama buscando el cuerpo de su amante pero no lo encontró y era de esperarse, solo había sido un enredo de una noche o al menos eso creyó hasta que encontró una pequeña nota en la mesa de noche y se percato que era un numero telefónico, había una palabra escrita y era "Llámame". Sonrío, lo haría. Hasta la fecha ese había sido el mejor amante que haya tenido y estaba seguro que no sería la última vez que se verían.


Mucho Tiempo Después...


Como bien lo había predicho el peliplata, no fue la única vez que se vieron.


Se reunían de vez en vez, ese hotel se había convertido en su punto de reunión, ambos se entregaban al placer y al acabar cada uno se iba por su lado.


El tiempo continuó su curso, sus reuniones se hacían cada vez diferentes. Anteriormente solo había sexo, ahora solo se sentaban a platicar y conocerse mejor, algunas veces ni siquiera llegaban a intimar por estar conociéndose.


La verdad era que ya no se querían reunir para saciar su libido pero temían que si ya no se entregaban ya no se verían nuevamente.


Una vez más estaban en el hotel, estaban en el sofá platicando y el azabache tomo una desición.


—Sesshomaru.


—¿Que pasa?.


—Creó que ya no deberíamos reunirnos más. —El peliplata se levantó con brusquedad y lo sujetó de ambos brazos molesto.


—¿Porque? ¿Ese imbécil sospecha? ¿Que no te complazco lo suficiente?. —Estaba furioso, no quería apartarse aún si solo fuese el amante, ese que solo tenía derecho a su compañía un par de horas, ese que tenía que resignarse a compartir con otro, ese que por idiota se había enamorado.


—No es eso. —Aparto la mirada, era tan difícil lo que sentía. Tampoco quería apartarse pero era necesario, eso se lo repetía a sí mismo con cada visita.


Forcejeo con él hasta lograr liberarse, le dio la espalda, no era capaz de mirarlo a los ojos.


—No podemos seguir con esto.


—¿Porque?.


—...


—¡Responde!.


Suspiró, era difícil y la furia de su amante no ayudaba en nada.


—No podemos seguir viéndonos porque...


—¡Habla ya!.


Sesshomaru estaba furioso sin no decir impaciente, el azabache le daba muchas largas al asunto, se le miraba bastante nervioso.


—¿Y bien?.


—No puedo decírtelo.


Se desespero, una vez más lo aprisiono pero este desvío la mirada, estaba seguro que si no lo obligaba, este no iba a decirle nada.


—Mas te vale hablar o no respondo por mis acciones.


Inuyasha no quería decir la verdad, sentía que sería un error pero solo respiró profundo y con una cara de determinación lo encaró.


—Me he enamorado de ti imbécil, ese es lo que ocurre. Me duele pensar que nuestras reuniones solo son para saciar la pasión que nos carcome, me duele que cuando te aburras me dejes. —Empezo a golpear su pecho con los puños, quería desahogarse.— Por eso quiero dejarte, antes de que en verdad no pueda apartarme y la despedida sea mas dolorosa.


Estaba en shock, no se esperaba esa respuesta. Lo detuvo, tomo sus manos entre las suyas y noto sus ojos acuosos, lo besó, sentían lo mismo.


—Yo  también te amo Inuyasha. —Hablo al separarse, era un alivio que su azabache sintiera lo mismo que él pero no quitaba que seguía siendo únicamente el amante. —Pero...


—¿Pero?.


—No podríamos estar juntos, sonara egoísta pero yo no te quiero compartir, aborrezco cuando te marchas al lado de tu novio, aborrezco que ese infeliz te toque, sé que solo soy tu amante pero no soportaría más este dolor que me carcome el alma.


Inuyasha lo miro, acaricio su mejilla y sonrió.


—No tienes que compartirme, solo te pertenezco a ti ahora.


— ¿Y Naraku?.


—Termine con él hace un tiempo, le conté que sabía sobre su aventuras con su secretaria. Fue como a la tercer cita que tuvimos, de ahí en más nadie me a tocado que no fueras tú.


—Entonces quedate a mi lado, no sé que me hiciste pero quiero estar contigo y no alejarme nunca.


—Me quedare hasta que te canses de mí, cuando ese día ocurra acaba con mi vida porque sin ti ya no tendría sentido seguir. —Unieron sus labios en un beso, este fue mas dulce, sin prisas, con amor.


La vida sería distinta ahora, se amaban y lo habían revelado. ¿Quien iba a decir que una noche de pasión te llevaría a conocer el amor? Una noche de copas podría traer mas que una simple noche de sexo, que podría pasar de eso a una que te llevara al amor y todo por...


El amante.


Fin.


 


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