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RE- por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola ~

 

Día de Re- espero disfruten mucho este capítulo!!

Al final no fui a la cafetería, y me dirigí a casa. 


Y aquí estoy, dibujando como poseso desde que llegue, sin moverme para nada más.  Ver sonreír a Laith fue demasiado para mi, todo estallo en ideas e imágenes que tenía que plasmar rápido.  Las hojas se apilan a mi lado, hay otro reguero de papeles desechados en el suelo y trozos de viruta de los lápices. Termino el último trazo y dejo el lápiz para admirar lo que acabe.  Los dedos me dan punzadas de dolor, y los muevo con cuidado para quitarme el dolor. El reloj marca la una de la mañana.  Me levanto, y ahora es la espalda la que me da dolor. Me estiro mientras camino al interruptor de la luz junto a la puerta, y luego a la cama.  Me quito los zapatos y enciendo la lámpara de noche.


He tenido muchas lámparas de noche, y no porque tenga miedo de la oscuridad. Las lámparas que compro arrojan su luz en forma de puntos de luz por toda la habitación simulando estrellas. No tengo sueño todavía, le hecho una hojeada a mi cuaderno.


¿Cómo me van a creer? Todos temen conocer lo desconocido. Yo no creo que lo que veo sean solo sueños, pero ¿Cómo les demuestro que no miento? Además mi padre tiene razón, aunque todo eso haya pasado, ya no importa porque no estamos allá, pasado u otro mundo, ahora estoy aquí, ahora soy diferente. Me pone nervioso saber que ahora seré compañero de trabajo de Laith, ah, va a ser muy difícil trabajar con él si cada que le veo me siento feliz, extremadamente triste, emocionado, y quiera ponerme a reír y llorar al mismo tiempo, no me había pasado en mucho tiempo, desde que aprendí a controlar lo que sentía y no enojarme con Virginia por cosas que no había hecho ella (en este mundo). No me había puesto a pensar en que me está pasando, tampoco hay mucho que pensar, lo único que puedo hacer si quiero seguir en contacto con él es hacernos amigos. Pero que estoy diciendo, ese es el maldito problema, no pienso en él como alguien a quien acabo de conocer, no pienso en él como un amigo, ni siquiera pienso en él como Laith.  Si él llegara a ver mi cuaderno o si se enterara que hasta hace unos años mi habitación estaba repleta de dibujos de él por todas las paredes, pensaría que soy un acosador.


 


Mis pensamientos siguen siendo un pozo sin fondo por la mañana también. No me extraña que mi familia me vea con preocupación si hace unos días estaba casi saltando de felicidad.


— ¿Tienes clase hoy?


— Si— al menos se que no le veré allá hoy— ¿Quieres que pase a hacer las compras? No iré a la cafetería hoy.


— Te daré la lista… Everett, sé que no confías tanto en mí como en tu padre, pero puedes contarme cualquier cosa.


— lo sé.


— …


— ah, estoy muy confundido estos días. Quizá sea algo importante, ¿Sabes? Yo…— el teléfono de la casa me interrumpe. Mi mamá va a responder. Termino de desayunar, y como ella sigue entretenida en el teléfono me despido de ella con un beso en la mejilla.


 


La cafetería esta sola cuando llego, hay un montón de cajas en la entrada, y me quedo mirándolas intentando leer que es, porque Daphne no me dijo nada de recibir algo.


— Everett, que bueno que llegas. Sera un lio meter esto a la tienda yo sola ¡Se supone que llegaban la próxima semana! Ah, sí, mande a pedir mesas nuevas, las que tengo están pasadas de moda, y estas me parecieron más adecuadas para el café ¿No te parece?


— Aun están en las cajas.


— Entonces rápido, hay que acomodar todo antes de que tengas que irte— Suspiro y voy a dejar las cosas en el mostrador donde está la caja registradora. Las cajas son pesadas, y tengo me meterlas arrastrándolas por el suelo. Daphne abre la primera apenas la dejo dentro, y la dejo revolviendo el interior mientras voy por la segunda de las cinco cajas.  Daphne solo logra sacar lo que para mí son solo trozos de madera retorcidos blancos, entre los dos sacamos el resto de la mesa.  Es una mesa circular de madera,  tallada con ondas y espirales en los bordes. 


— Creo que necesitaremos un taladro para armar esto— comento cuando veo que no hay forma de que sea una mesa armable como las de plástico.  Por suerte, ella es una mujer muy independiente y práctica, por lo que sé que en la bodega que tenemos debe haber un taladro, si no, estamos en un centro comercial, alguien debe vender herramientas por aquí.  Cuando regreso con el taladro que encontré en la bodega, ella ya ha abierto otra caja y está sacando las sillas plegables.


— Al menos estas no las tenemos que armar— me sonríe. Las mesas que hay aquí son desmontables y de metal ligero. Cuando terminamos una de las nuevas, quitamos una de las viejas. Las mesas son bonitas, y cuando ella saca un mantel color rosa tenue y lo pone sobre una el cambio es muy evidente— ¿Qué tal? ¿No te gustan?— me pregunta cuando por fin terminamos, cerca del mediodía.


— Luce diferente…— la cafetería de Daphne siempre me ha parecido más una tienda esotérica, y que ahora las mesas y las sillas luzcan como un café normal me parece extraño— ¿Cómo es que desiste cambiarlas?


— vi un anuncio en internet, como son bonitas pensé que le daría un toque más agradable al lugar. No me desagrada como luce, pero si ayuda a atraer clientes entonces no me molesta cambiar algunas cosas. Por cierto, hay una entrega para la zapatería del tercer piso— Pone una bolsa de papel en el mostrador.


— ya voy.


— Te preparare algo para tomar— uso las escaleras eléctricas por pura pereza,  y cuando regreso Daphne me pasa una taza transparente con té de limón. Le agradezco y me voy a sentar a una de las mesas nuevas, junto a la ventana. Antes de que ella se acerque, entran tres mujeres a la tienda y le hablan sobre una lectura de cartas. Bien, eso no es algo en lo que pueda ayudar, así que para variar saco mi cuaderno y me pongo a dibujar—ah, ese es diferente.


— ¿Qué?— Daphne esta frente a mí, no hay nadie en la tienda.


— el dibujo. Siempre te veo dibujándole, pero ahora…— señala mi dibujo— no es como lo que siempre haces.


— Yo no veo que sea diferente.


— Esto— pone su dedo en el fondo del dibujo, donde se ve un pasillo y puertas— nunca dibujas cosas modernas.


—ah… Es tiempo de cambiar ¿no crees?— muevo la cabeza para enfatizar el cambio que hizo con sus mesas. Ella me mira un momento, y luego me sonríe.


— Si. He visto que estas asustado, Everett, y no sé qué pasa en tu vida, pero también he visto mucha felicidad.


— ¿Y todo eso en una taza de café?— bromeo, aunque sus palabras me hacen sentir un cosquilleo agradable— Creo que voy a dejar de preocuparme y solo dejar que las cosas pasen, estoy cansado de pensar— cierro el cuaderno y  me tomo el resto del té,  hay un local de comida al que me gusta llegar antes de ir a la escuela, pediré algo y lo comeré en el salón mientras espero— Después de todo, si ya paso una vez…


— ¿Ah?


— Nada, me voy. Llámame si necesitas algo más.


— lo hare. Voy a necesitar que me ayudes con propaganda, quisiera hacer unos folletos y entregarlos por el centro comercial…


— Yo me encargo— me despido recogiendo mis cosas. En la motocicleta me toma como diez minutos llegar al local de comida, otros diez minutos en lo que me preparan la comida y luego me voy directo a la escuela.  Saludo a algunos profesores y alumnos en mi camino hasta mi propio salón.


Siempre termino con el escritorio lleno: Papeles por un lado, la comida regada en donde no pueda derramarse, la bebida sobre una servilleta y yo comiendo con una mano mientras dibujo con la otra.  A veces ya ni siquiera soy consciente de lo que estoy comiendo o que lo estoy haciendo, tanta practica tengo en esto. Ya he terminado el dibujo, pero quiero darle color, me inclino para sacar la caja de colores que tengo en el escritorio, aprovechando para mirar de otro ángulo el papel… ah, los colores no están bien, ¿podré hacerlo con pintura? No he podido comprarme de nuevo una buena caja de colores y…


— ¿Qué haces?— Pego un brinco, si no hago un rayón en la hoja es porque levanto el lápiz, pero el rollo de sushi que iba a llevarme a la boca termina rodando por el escritorio hasta el suelo y los palillos con los que comía terminan en el escritorio— Ah, lo siento…


— …


— toque la puerta, pero no respondiste aunque estaba abierta. No quería asustarte— ¡Es él! está aquí, en mi salón… ¿Qué hace aquí? hoy no tenía que venir a mi clase, pensé que hoy no iba a verle.


— ¿Qué estas…? ¿Por qué estás aquí?— logro decir cuando el susto y la sorpresa me dejan hablar.


— estoy conociendo el lugar, las otras clases y en fin, solo conociendo el lugar. Esa comida huele bien.


— Eh… no tenía tiempo para ir a mi casa, a veces como aquí ¿quieres probar?— empujo la comida hacia él borde del escritorio.


— me gusta mucho la comida asiática, no tengo mucho que me mude y apenas estoy conociendo donde venden la mejor comida, aunque ¿puedes creer que no se usar los palillos? Siempre termino tirando la comida— se inclina para tomar con la mano uno de los rollos y luego se lo lleva a la boca. — ¿Y en que estas trabajado ahora? Ese dibujo…


— ¡No!— Jadeo, cerrado de golpe el cuaderno, pero tengo otro montón de hojas con el rostro de Zachelle, su rostro, regadas por el escritorio— esto no es… solo…— siento el calor de la vergüenza en la cara mientas recojo todo a manotazos. Esto es una pesadilla, es tal el horror que siento que no sé que es peor: Si el que Laith este viendo esto, o que yo este estropeando las hojas con los dibujos. Arrojo todo al cajón, me aplasto los dedos de la mano cuando cierro el cajón y luego he olvidado como girar la llave para cerrarlo, la llave gira para un lado y para otro sin que la pueda sacar— Es solo la muestra que usare para la clase— es lo único que me ocurre decir, pero ni siquiera a mi me suena verdadero.


—  ¿Te lastimaste? Tu mano…


— No, estoy bien.


— los… dibujos…


— Solo son para muestras de la clase— repito, y me atrevo a mirarle.


— bien, ¿hay algo que me quieras decir?


— Nada— él solo me sonríe, se encoje de hombros y se vuelve a estirar a para tomar otro rollo de sushi.


— tomare otro si no te importa— aun sonriendo se da la vuelta y me hace un gesto de despedida con la mano. ¿Me creyó? ¿De verdad me creyó eso que le dije?  Me quedo mirando unos momentos más la puerta, luego me levanto y la cierro. Ah, no lo puedo creer. Es vergonzoso eso que acabo de hacer ¿podría actuar más como un acosador?


Mis manos están temblando, suspiro un par de veces para pasarme la vergüenza que todavía siento, y luego regreso al escritorio a intentar arreglar los dibujos que arruine. Me duele solo verlos.  Termino de ordenarlos y de tirar la basura de la comida justo a tiempo para iniciar la clase, y  para no quedar por completo como un raro, muestro algunos de los dibujos a la clase diciéndoles que es en lo que van a trabajar las próximas clases. Se me quita la sensación de culpa por haber mentido porque ahora ya no es una mentira. Ya no se puede decir que los dibujos no son para la clase.


Las clases de arte son muy tranquilas,  así que me calmo mientas me paseo entre los cuadros y los escritorios,  no tengo mucho que decir en esta clase ya que los puntos principales del tema ya los he explicado, y aunque aun van a la mitad del trabajo no tomara mucho para que estén a la par de las otras clases y empecemos con los retratos. Las dos horas de la clase terminan y me quedo esperando a que todos salgan antes de volver a guardar mis cosas y buscar la llave de la puerta, que debió terminar en algún lugar del cajón cuando arroje todo sin cuidado.


— ¿Dónde están?— me pongo a sacar todo del cajón,  colores, lápices y papeles inservibles. Las encuentro entre algunos botes de pintura y un paquete de goma de mascar.


— ¿Terminaste tus clases?


— sí, ya…— me quedo callado cuando veo que de nuevo es él. Me sonríe, la puerta cerrada tras él, solo el sonido del seguro de la puerta flotando en el aire— ¿Olvidaste algo?


— algo así. No me gusta tener problemas, no debo tener ningún problema ahora con nadie porque en realidad, es muy importante que mantenga este trabajo.


— No tengo ningún problema contigo, ya te lo dije, no tienes que preocuparte por eso— cierro la mochila.


— Sigues diciendo eso— su voz suena más cerca de lo que esperaba— y te creo, en parte… no tienes un problema conmigo, pero sí que tienes algo conmigo. ¿Es porque me besaste esa vez?— le observo cómo no me he atrevido a hacerlo: Su cabello casi hasta el cuello, el tono castaño claro y la forma en que se ondula en las puntas. El gris de sus ojos, que me miran con una conocida curiosidad. La forma de su cara, la sonrisa en su boca. La persona con la que he soñado toda mi vida, mi Zachelle de nuevo frente a mí.


— Te confundí con otra persona. Y no me sentía muy bien— no puedo decir que lo lamento porque no lo hago.


— ¿Y me has evitado por eso?


— deja de decir que te evito, no lo hago. Si lo hiciera ya me hubiera ido y hubiera dicho que no te necesito en mis clases— ¿Soy yo o de verdad no sueno creíble? 


— ¿Te gustan los hombres, profesor Everett?


— ¿Qué?


— que si prefieres a los chicos que a las chicas, que si eres gay o quizá bi…


— ¿De dónde has  inventado eso?— él me sonríe de nuevo, me pongo nervioso solo de ver esa sonrisa. Da los pasos que le hacían falta para llegar al escritorio y pone su mano sobre el cuaderno que estaba por tomar, impidiendo que lo levante.


— yo no he inventado nada. Esa persona a la que quieres besar ¿Se parece tanto a mí?—  su voz baja, apenas un susurro mientras se inclina hacia mí. Mi boca se seca, me quedo sin palabras y solo puedo mover la cabeza, pero no sé si la muevo para decir que si o que no. él sonríe, puedo sentir su respiración en mi rostro— eres un poco torpe, eso es encantador… dime, profesor ¿estas saliendo con alguien?


— no.


— Eso es mejor…— su voz sigue siendo un susurro que me eriza la piel. Termina por inclinarse tanto que boca roza la mía, solo unos segundos antes de iniciar un beso. Ese roce es como haber encendido pólvora, nos empujamos sobre el escritorio buscando estar más cerca. Nuestras lenguas se encuentran, se me olvida como respirar, donde estoy, todo menos el sabor a soda que tiene su boca.


Las cosas caen del escritorio, siento sus manos tirando del borde de mi pantalón, mis manos en su cabello y aun besándonos como si no hubiera un mañana.  Algo cae del escritorio, mi mochila también cae haciendo un golpe sordo. No me importa.  Siento que todo comienza a dar vueltas otra vez, el pecho me arde por no respirar, pienso que podría morir así, si… morir besando…


— Everett ¿Sigues aquí?— dejamos de besarnos y los dos miramos a la puerta. Estamos casi encima del escritorio, jadeando— ¿Everett?— la perilla gira, pero la puerta no se abre. La sombra de Sarah, visible por la parte de abajo de la puerta se va. Miro a Laith de nuevo, agradeciendo su idea de cerrar la puerta con seguro. No nos movemos, y soy el primero en darle un empujón con la mano para podernos mover. Me extiende la mano para ayudarme.


— Deberíamos irnos— murmuro. Recojo las cosas que cayeron al suelo, le veo acomodarse la ropa y pasarse las manos por el cabello.  Me siento sofocado, acalorado. Si nos quedamos aquí, no sé hasta dónde seriamos capaces de llegar.


Ni siquiera entiendo que paso.


Camino hasta la puerta, el seguro esta puesto. Lo destrabo y abro. El ambiente se siente diferente fuera. Espero en la puerta a que él también salga y luego la cierro, asegurándola con la llave. Comenzamos a caminar a la salida.


— tus clases parece muy interesantes, profesor. Estoy impaciente por comenzar.


— Por favor, solo llámame Everett— él me sonríe.


— entonces nos vemos pronto Everett.  


— Laith— inclino la cabeza a modo de despedida. Él sonríe más si es que se  puede y luego cada quien sigue su camino, yo hacia el estacionamiento de la izquierda y él derecho, a puerta de reja que marca el inicio de la escuela.


No recuerdo como llegue a casa, ahora estoy aquí, mirando al techo de mi habitación sin hacer nada más que sonreír.  No sé qué paso en la escuela, si fue un delirio, un sueño o realmente estuve besándome con Laith.


 No soy idiota, aunque esté interesado, demasiado diría yo, en Laith, no me olvido de que no nos conocemos ¿Por qué hizo eso? yo sé porque le beso,  pero ¿Por qué me besa él? ¿Acaso también recuerda lo mismo que yo? le encuentro seguido en la escuela después de ese día, casi pareciera que es apropósito, pero no hablamos ya que siempre hay algo que nos impide acercarnos mucho: Estudiantes que piden hablar conmigo, profesores que le buscan o llamadas que nos hacen alejarnos.  Nos sonreímos de lejos, compartiendo ese secreto entre nosotros. El día de la clase con él, le encuentro esperando fuera del salón, reclinado en la puerta mientras presiona su teléfono.


— Hola


— Llegaste temprano.


— Solo estaba por aquí— se encoje de hombros, demasiado casual para ser cierto. Sonrió mientras me adelanto y me paro a su lado para abrir la puerta— ¿algún consejo sobre lo que hare en la clase?


—  no te muevas mucho,  si te incomoda que te miren o te cansas me puedes hacer una seña y detendré la clase para que tomes un descanso.


— que considerado— susurra, muy cerca de mi oreja, a mi espalda.


— Eso es lo que se hace siempre— me siento en la silla del escritorio, él va con una sonrisita a sentarse en una de la sillas, o eso pensé, porque en lugar de sentarse arrastra la silla para sentarse frente a mí. Apoya los codos en el escritorio y la cara en las manos.


— ¿Estas nervioso?


— eso debería preguntarte yo.


— no me refiero a la clase. Dime, Everett ¿Te pongo nervioso?


— quizá. ¿Por qué hiciste eso?— Me refiero al beso del otro día. Los dos estamos mirándonos fijamente.


— tú lo hiciste primero. No me respondiste si te gustan los hombres. Aunque creo que adivino la respuesta— claro, después de un beso como aquel quedan pocas dudas sobre las preferencias de esa persona.


— no me gustan las aventuras. Los amoríos de unas pocas semanas no me van—  su rostro deja se están tan sonriente— solo entérate que me gusta ir en serio— las risas me hacen voltear a la puerta, donde ya están llegando los chicos de la clase.  Por primera vez desde que le conocí, siento que tengo el control de las cosas, ya no siento miedo o angustia, esa extraña felicidad que me marea… decir esas palabras me ha hecho por fin respirar plenamente. Me enderezo, porque de algún modo estamos inclinados sobre el escritorio,  y como si no hubiera pasado nada comienzo a saludar y a dar instrucciones para comenzar con el trabajo.

Notas finales:

Gracias por leer, nos leemos el viernes!


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