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Buscando a Noah © [LGBT/GAY] por LotusVowMoon

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La noche había pasado muy pronto, realmente estaba feliz porque sentía que podía confiar en mis padres más de lo habitual, nuestros lazos como familia se habían reformado y Aleck había dicho que tenían algo para mí, tome una ducha rápida ansioso por descubrir que había hoy para mí, metí las cosas en el bolso, unas cuantas pijamas y cosas que Aleck y Mary habían traído para mi durante la semana que estuve en el hospital.

Salí un poco más temprano de lo esperado, así que, para no cometer errores, llamé a Aleck y le avisé que daría una vuelta por la ciudad si es que él me lo permitía, termino diciendo algo como “No puedo pasar a recogerte lindo, podemos dejar lo del castigo atrás siempre y cuando te portes bien y llegues para la sorpresa”  solo asentí, colgué el teléfono, tomé mi bolso y me encamine hacia las escaleras, me gustaba el camino largo, llegue a la planta baja y una de las enfermeras me giño el ojo antes de poner un pie en la salida se prendió de mi mejilla y dijo – “¿Sabes el susto que nos diste ayer pequeño? Tienes la travesura a flor de piel, si sigues así aquel muchacho tendrá muchos problemas –

¿Escuché bien? ¿Ella dijo muchacho? ¿de qué muchacho estaba hablando?, apreté mis labios formando un puchero y cerré los ojos tratando de entender lo que había dicho, - ¡Ahh! ¿No lo sabías? ¿Pequeño quien crees que te trajo hasta aquí? – Me interrogó aquella enfermera, - no tengo idea. – Ella sonrió amablemente y comento

- Cariño el chico que te trajo estaba muy alterado y preocupado por ti, lo único que salía de su boca era “ayúdelo, por favor” lo repetía una y otra vez, por eso pensé que tú y el muchacho tenían algo, además él te cargaba en sus brazos y se armó un escándalo cuando los médicos no lo dejaron pasar a verte, luego vino todos los días, pero aún seguía sin poder verte así que me pedía que te dejara las flores en tu cuarto. -  Me quede mirándola con la boca abierta, ¿quién habría de cargarme y llevarme así? Quería hacerle más preguntas a la enfermera, pero no quería que pensara que el “chico misterios” y yo de verdad teníamos algo. – Soy nuevo en la ciudad, es imposible tener algo con alguien que acabo de conocer. – Le sonreí y le agradecí, ella parecía querer advertirme algo, pero luego simplemente me devolvió una sonrisa y me susurro – Cuídate pequeño. –

Divague el resto de la mañana sobre los diferentes lugares del pueblo, me hacía bien estar fuera, de repente pase por una cabaña adornada de atrapa sueños e historias, y luego me llamó “ven aquí Noah” dijo la tienda, pestañee dos veces pero no volví a escucharlo, “ven aquí Noah” susurraba en mi oído, giré hacia los lados y miré con sigilo, no había nadie más que los habitantes del pueblo a mi alrededor, puse un pie en el escalón de aquella cabaña y me llene de valor para pasar por la cortina de piedritas, una mujer negra se encontraba sentada tarareando de manera serena, la miré por un momento, sosteniendo las cartas del Tarot.

– ¿Usted me llamo? – Pregunté, entonces ella abrió los ojos, estaba ciega - ¿Tu qué crees? -  me respondió, la miré algo consternado ¿Qué era lo que quería de mí? – ¿Me leerá las cartas? – interrogue, ella soltó una carcajada y agarro una de sus rastas, - Yo creo que no estás aquí para eso o si ¿Noah? – aunque ella estaba ciega parecía poder ver dentro de mí con claridad, como si supiera todas las dudas que tenía dentro de mí y al mismo tiempo tuviera las respuestas sobre ellas, pero ella no me lo diría, después de todo sería muy fácil para mí, - ¿Cómo te llamas? – inquirí, no tenía que interrogarla sobre él porque sabía mi nombre, debido a que probablemente ella ya sabía todo sobre mi, - Me llamo Clare, puedes llamarme abuela o como gustes mejor, antes de que te vayas déjame decirte una cosa Noah, alguna vez fui capaz de soñar junto a otros ciegos que iban directo a una muerte por caerse del precipicio, y entonces la verdad vino a mí, yo no era igual, aunque estaba ciega pude ver el peligro y presiento que tú también puedes ver más allá de tu forma física. –

¿Forma física? Entonces ella chasqueo sus dedos y desperté, me encontraba en el mismo lugar donde había estado antes, con una sola diferencia, aquella cabaña ya no estaba allí, mi muñeca empezó a arder, la pulsera me estaba quemando, pude ver el color de las estrellas y la corona marco una quemadura en mi muñeca, me quite la pulsera - ¡Noah! – escuche desde el frente, era Aleck - ¡Noah! Te estoy hablando – Reaccioné a la segunda vez, y extendí la manga de mi suéter para poder cubrir la marca en mi muñeca.  

Aleck me mostró la camioneta, - Esta cosa esta demasiado nueva ¿Aleck de donde la sacaste? – Aleck solo rodo los ojos y me dejó esperando respuesta. - ¡¡Aleckkk!! – entonces escuché sus carcajadas, odio que se burle así de mí, - No es mía – Respondió lo miré anonadado, esperando una respuesta, - Es tuya – Añadió.

Casi me atraganto con mi propia saliva, el siguió riéndose de mi durante los próximos cinco minutos antes de acotar, - Mi pequeño está creciendo, ya lo entendí, es solo que Meredith y yo no podremos llevarte a la escuela y el autobús no es una buena opción teniendo en cuenta lo sobreprotectores que somos. -  Esboce una sonrisa ante esto último, al menos Aleck era capaz de reconocer que es muy sobreprotector, lo miré con una sonrisa cómplice y escondí mi rostro entre su pecho, lo atrape entre mis brazos y le susurre “gracias”, Aleck solo acarició mi cabello.

Llegamos a casa, conmigo como conductor, no tenía problema con el volante pues en Rusia Aleck me enseño algunas cosas y nos metimos en problemas con Meredith debido a las travesuras, llegue a casa y mamá había hecho un pastel con chocolate, ¿a quién no le gusta el chocolate? La abracé y bromeamos mucho el resto de la tarde, - ¿Esa era mi sorpresa, la camioneta? – comenté con la boca repleta de pastel, miré hacia ambos lados de la mesa esperando una respuesta de mis padres. – No, cariño la camioneta era una compensación y ya teníamos pensado obsequiártela. – analizó mi mamá pasando una ficha de inscripción por la mesa, leí el título, decía “Campamento Nómada, Mira las estrellas junto a la familia escolar” no leí más.

- ¿Qué es esto? – Indague con una ceja alzada.

– Hijo, bueno te perdiste la primera semana escolar y aprovechando que este fin de semana los chicos de tu colegio irán al campamento, te inscribimos. – Sentenció Aleck. Mi rostro estaba desencajándose. 

– Si bebé, además solo será un fin de semana, y todo esta pagado y no habrá reembolso si cancelamos. – añadió Mary con una sonrisa nerviosa, ellos sabían cuánto odiaba los campamentos, desde que me perdí en el bosque cuando cumplí los doce, no hablé con nadie por un mes, fue una experiencia traumática para mí. Ni si quiera soy capaz de recordar lo que hizo que dejara de hablar por tanto tiempo.

Me miraron expectantes, puse las manos en la mesa y me impulsé para pararme, salí de allí sin decir nada; Aleck paso su mano por la barbilla y Mary rasco su cabello, tomé paso hacia las escaleras y me encerré en mi cuarto, no podía enojarme con ellos, no lo habían hecho con mala intención, pero si lo habían hecho a propósito.

Escuché un aullido, abrí la puerta de mi cuarto y verifique donde estaban Aleck y Mary, aún seguían en la sala, pero pueden no haber escuchado el aullido ¿cómo es eso posible?, regresé a mi habitación y me asome por la ventana, no había nada “habrá sido mi imaginación” pensé, me dispuse a llegar a mi cama, pero entonces un ruido constante me detuvo, rasgaba el vidrió de mi ventana con desespero, la abrí de golpe; era aquel perro grande, el mismo de la noche que pelee con Aleck y el mismo del hospital, pero ¿por qué siempre volvía a mí?, el perro sinvergüenza entro en mi habitación saltando sobre mí y lamió mi rostro, - ¡¡Para!!, me haces cosquillas, ja ja ja – Entonces el adopto una posición más tranquila y se sentó sobre mis pies.

Era gigante y ahora estaba sentado sobre mí, en mi habitación, - ¿Puedes pararte? – Y el animal fingió no escucharme - ¡En serio! – Giró la cabeza hacia el otro lado fingiendo no escucharme de nuevo, - Bueno, entonces si no vas a hacerme caso me dormiré. – Fue entonces cuando se bajó de mí y me ofreció su pata, me paré y luego la agarré, - ¿Puedo tocarte? – y el solo se dejó hacer, dio vueltas en el suelo y acaricie su pecho y panza, el gruñía de placer, era demasiado grande, no entiendo cómo podía caber en mi cuarto.

De repente él se paró en seco y me miró fijamente sus ojos estaban encendidos, uno más que otro por la diferencia de sus colores, y acerco su nariz hacia mí, estaba muy húmeda y luego simplemente se adueñó de mi cuello, lo olfateaba con cuidado; como si no quisiera que el olor desapareciera, ¿Por qué me olía así? Me quedé paralizado, tenía miedo de que se volviera agresivo si me alejaba, toque sus ojeras y luego saco su lengua dejándose llevar por mis caricias. - ¿Estabas preocupado por mí? – Y el solo soltó un gruñido, no muy alto.

– Tomaré eso como un sí. – El siguió mirándome y jugando conmigo durante una hora, hasta que me di cuenta de que ya se había hecho muy tarde. –Tienes que irte, hablaremos mañana. – Él solo puso ojos de cachorro regañado mientras lo echaba por mi ventana. – No hagas esto, te he dicho que te veré mañana. No me manipularas tan fácilmente. – Al final se terminó yendo después de luchar mucho con él, mañana sería un día difícil, tenía que ponerse al día con todas las tareas atrasadas de la semana que había pasado.

***

Me levanté temprano esta mañana, hoy estaba un poco ansioso por la escuela y no sabía por qué, tome unos jeans azul claros, pegados al cuerpo le doble las vastas pues me quedaba muy largo y una camisa negra, tome mi suéter de vampiros y una bufanda color roja, puse un gorrito de lana en mi cabeza y baje las escaleras, - Buenos días mamá, ¿Y… Aleck? – dije alegremente un tanto desconcertado, - Buenos días cariño,  Aleck se ha ido al pueblo, ha conseguido trabajo, se hizo amigo de los jefes de un aserradero y con lo bueno que es tu papá con la madera ha logrado que le den un puesto, lo malo es que se va muy temprano y regresa por la noche – dijo Mary algo aburrida, soltando muchos suspiros, - ¿Y qué harás mientras no estamos? – Pregunte.

 Mary alzo una ceja, - iré a una reunión y me postularé como la presidenta del barrio. – siempre dije que Mary debió ser la presidenta de Estados Unidos, ella siempre pensaba en grande, - sobre ayer…- intento decir Mary, pero no la deje hablar, - No tenemos nada que hablar sobre ayer, se me hace tarde para la escuela, adiós mamá cuídate mucho y buena suerte con tus planes de hoy-, le ofrecí un beso en la mejilla y ella a mi uno en la frente.

Aparqué mi camioneta en el estacionamiento de la escuela, tome mi mochila y acomodé dentro de mi gorrito un mechón de mi cabello que se estaba saliendo, camine hacia el edificio principal y entré a la primera clase del día lunes, la clase de música con el señor Watson, me gustaría entrar y decir que solo toco la flauta, pero no, se tocar varios instrumentos y mi favorito es el piano, aunque soy demasiado tímido para decir, ¡oigan I’m here! Y vine preparado para las burlas por mi reciente desmayo.

El profesor Watson aún no llegaba, eso hizo que no estuviera tan nervioso, apenas entré tomé sitió en el mismo lugar que la primera vez, si aquel bravucón quería pelea se la daría, no me importará patear su trasero italiano, que por cierto era muy lindo, ¿Por qué estoy pensando en esas cosas? De repente se abrió la puerta, estaba preparado para enfrentar al tonto y apareció otro tipo uno alto y blanco, con el cabello partido por la mitad y le llegaba hasta las mejillas, era rubio, su nariz era perfilada, la definición de guapo y parecía más amable, no me di cuenta de que me había quedado mirándolo tanto rato. – Hola, también es un gusto mirarte. – Me dijo y solo me avergoncé, ¿Cuánto tiempo me había quedado mirándolo?

 – H-Hola, lo siento… - dije muy bajito.

–No te preocupes. Mi nombre es Mateo. – Dijo regalándome una sonrisa, aunque no sentía nada, solo sé que él era muy agradable, tomo asiento tras de mí se arrimó hacia delante,

- ¿Noah, ya mejoro tu salud? – Salte del susto por la cercanía, ¿y cómo sabe que estuve mal?, me hice hacia atrás instintivamente.

– No, no me malentiendas, soy Mateo Astori ¿Te suena? Te desmayaste cuando mi hermanito hablaba contigo ¿recuerdas? Él te cargo y te llevo hasta el medico ese día - Así que son hermanos, genial ahora el hermano del bravucón se juntará con él para hacerme la vida imposible, y ahora sé de qué hablaba aquella enfermera en el hospital, entonces ¿el bruto ese me había cargado? Me senté más tranquilo tras aquella explicación, ahora confiaba un poco en él.

– Entonces… - me vi interrumpido por Mateo. – Entonces tu y yo, pequeño Noah vamos a ser amigos… - El agarro mi mano con confianza y yo solo le sonreí él de verdad era muy agradable. - ¡¡Mateo!! ¿Se puede saber que se supone que estás haciendo? – él estaba parado allí y su voz ronca había invadido todos mis sentidos, sus ojos heterocromáticos eran como fieras encendidas apaciguando a mis ojos débiles y azules. Él se veía enojado y de cierta forma todo el valor que tenía para enfrentarlo se había esfumado.

 – Sólo acabamos de hacernos amigos, Bruno deja de ser psicópata. – Dijo Mateo, ahora estaba seguro de que no le agradaba a Bruno, ahora sabía su nombre, pero ¿por qué me llevo al médico y fue capaz de visitarme en el hospital? - ¡Muévete! – dijo Bruno y solo rodé hacia el lado de adentro del asiento, empiezo a creer que fue mala idea sentarme allí, durante las últimas cuatro horas Bruno tenía su mirada clavada en mí, yo solo miraba mi cuaderno y trataba de concentrarme y tomar apuntes, pero todo era tan difícil con él mirándome, así como si fuera a comerme.

Alabé a la campana cuando sonó, al menos podría respirar algo de aire fresco en el receso, tomé una gelatina, budín de pan, ensalada rusa y pollo al horno, si ya se me gustan las cosas dulces no puedo evitarlo, busque un espacio libre entré las mesas de la cafetería y me senté allí, pronto una chica se sentó a mi lado y me dijo - ¡Hola Noah! - ¿Acaso todo el mundo en la jodida escuela sabía mi nombre? – No te estoy acosando ni nada, vamos en la misma clase, solo que no me había acercado ni nada, porque Bruno estaba allí, ¿son novios? – Abrí los ojos de par en par, ¿acaba de preguntarme sobre una relación con Bruno. - ¿Qué? – Pregunte con el rostro desencajado, - ¿No lo son? Ya veo. Siento ser tan entrometida, mi nombre es Zinerva. –

Sonrió con carisma y me contó muchas cosas sobre la escuela, entre conversación y conversación se me quito lo tímido y le pregunte sobre Bruno y Mateo - ¿Cariño, creíste que eran solo dos? Los Astori son nueve en total, siete hijos y dos padres, el menor es Bruno, es él menos sociable de todos, aunque aquí en la escuela solo se conocen los rostros de los dos hijos menores de la familia Astori, los rostros de los otros cinco son un misterio, casi no han sido vistos y tampoco se sabe en qué parte del pueblo residen, son de muy pocos amigos, aunque Mateo es agradable ¿Alguna otra cosa que quieras saber? – Negué con la cabeza, tenía un largo camino por recorrer.

Zinerva me guardo un puesto a su lado para las siguientes horas de clase, así que no tuve que aguantar las miradas intensas de Bruno aún las sentía, pero al menos no estaba tan cerca de él como al inicio, “¿Por qué estas sentado tan lejos de mí?” escuché dentro de mi cabeza y por puro instinto voltee hacia donde Bruno, era imposible que él me hubiera hablado e incluso si lo hizo no pude haberlo escuchado porque estamos lejos por algunas sillas, estaba jurando que escuché su voz, pero lo único que sucedió al voltearme fue perderme en su mirada, ya no se sentía tan violento, sentí como si estuviera rogando, pero no sabía que cosa.

Volteé de nuevo hacia mi lado, y no volví a escuchar nada el resto de la mañana, daban las 13:00 p.m. e iba conversando con Zinerva de cosas triviales, a los dos nos gusta leer mucho, Zinerva es muy linda, tiene los ojos verdes y es pelirroja con pecas en sus mejillas, es un poco más alta que yo, quizá diez o cinco centímetros más, pero eso es lo de menos, primer día (literalmente) y ya la quiero demasiado.

- ¿Irás al fin de semana al campamento escolar? – Indagó con el entrecejo arrugado.

– Sí, mis padres ya pagaron todo y no me gustaría que lo hayan hecho por nada, además no lo hicieron con mala intención. – Contesté, muy poco seguro de mis palabras. Zinerva se despidió de mí, le ofrecí llevarla en mi camioneta, pero ella dijo que debía pasar por la biblioteca viendo unos libros antes. Me dio un beso en la mejilla y desapareció ante la multitud.

Caminé alegre hasta el estacionamiento, ¿Dónde dejé mi camioneta? Pensé, caminé un poco más hasta que la divisé, y sentí que alguien me arrastraba consigo.


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