Un único alma. por Junsuhiroishiwata

El hechicero contemplaba la ciudad, desde una proyección astral muy biek planificada. Hacía tiempo que no se atrevía a recordar a ancestral, no por melancolía, si no como una autosuperacion sobre su pasado. Ya nunca sería el mismo de antes, por ende era mucho más sagaz. Más prudente y menos arrogante, sí. Tenía inquietud, de saber que al final su plan sirvió. Pero no como lo imagino, lo ideo y proyecto. Un enorme riesgo de dividir las acciones por separada. El mismo lo supo desde la primera instancia, desde el último suspiro que dio antes de desvanecerse junto a medio mundo...
Así no tenían que salir las cosas, nadie más tenia que morir.

«Pero que... » Se dijo desganado, súbito sobre lo que el otro hacía. ¿En que cabeza entraba esa realización tan errónea? Pues al parecer tony Stark tenía más de suicida de lo que todos pudieron creyer. El no esperaba eso, es más. No espero ni siquiera la llegada de thanos desde una primera instancia. Pero ahí estaban...

Revueltos en aquel mundo que emergieron en miseria y desconsuelo. Pues, el mismo. Atrapado en el limbo de la irrealidad lo sintió, lo percibió. No murieron con el chasquido...

"Crack" el sonido sordo de un objeto cayendo lo alertó en demasia, dejando de lado su meditación sobre los recientes asuntos. Sobre la culpa indirecta que percibía. Por todo y por la nada que había causado.

─ Quién es. ─ pregunto tranquilo. Pensando que podría ser wong. Incluso cualquier otra visita no prevista. Un aprendiz en busca de consulta. Quizás...
Pero frente a la puerta no se postró lo que esperaba, en su lugar la silueta uniforme de un hombre se contorneada.

Dejando un rastro de aspereza, podría jurar que ya lo había visto con anterioridad. En alguna reunión, y plausiblemente se indujo en hacer un reconocimiento minucioso.

─ Stephen Vincet strange. ─ La figura le nombró con voz apagada. Aún en plena luz el rostro no se mostró en totalidad. Pero la voz, parecía escasamente conocida, bueno. En realidad nada del otro le era identificable, pero si servía de algo. Se alegró en demasia de que las intenciones no representarán una amenaza.
No estaba de humor, y para acabarla. Estaba tan ocupado que apenas si le entraba el alma con plenitud al cuerpo.

─ El mismo. Que se le ofrece. ─
Y, sin traer puesta la capa de levitación. Se acercó a paso lento, firme pero inseguro en su andar. Después de todo, después de la batalla ya nada le era tan fácil de conservar. Él no pidió que aquel hombre se muriera, ante un poder que por obvias razones nunca podría controlar.

─ Tengo ciertos problemas... Que, siendo francos parecen demasiados anormales. Quizás, y me atrevo a decir que llegan a ser casi mágicos ─ y en lo último se escuchó un dejo de preocupación, que haría el si. No podía ¿ayudar? Si no tenía ni la menor idea la cosa con la que podría tratar, si eso era verdad.

Y suspiró, por que desde un principio. Le pareció. Una: muy sospechoso que alguien ajeno a las aprendices de magia supieran de su ubicación. Y dos, aquel desesperado hombre parecía tener razones de sobra para reflejarse consternado. ─ Bien, que le parece. Sentarse, y explicarme a detalle su inquietud. ─ propuso trémulo, con las manos nerviosas, temblando con ímpetu sobre la superficie de un viejo libro que por mera casualidad no había soltado desde yace varios días.

Clint, sin embargo. No se lo tomó con calma. En verdad anhelaba hacer parar aquel viraje en su vida donde nada le regresaba a comodidad. Y es que ciertamente pensó en su momento que sería difícil. Y más que eso, complicado.
Como daría con el. ¿como saber dónde se alojaba el hechicero supremo? ¿Cómo dar con él? Bueno, todo y eso más le fue contestado por la extraña fuerza que le acechaba. Dándole pistas claras, migajas de un camino amarillo por donde pisar.

Ahora, justo ahora todo quedaba a disposición de su propia voluntad.

─ Antes. Quería verificar que fuera Strange. Creía, haberlo visto en el funeral. Pero es extraño dar tan rápido con una persona con la que nunca has hablado. ─ confess, con el rostro hecho un desastre. En realidad, algo le aseguraba que era el ser que más buscaba. Pero, por otro lado y temiendo lo peor. Suponía que la locura y poca cordura se burlaban a carcajadas de sus creativas crisis de identidad.

─ Lo soy. ─ proclamó, con las brazos ciertamente cruzados. Y una mirada inquisitiva tan penetrante. Que a clint no le quedó más remedio que sentarse. Mirar hacia el frente y esbozar con sumos nervios.

─ Creo. Que una parte de mí aún conserva una gema... ─

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