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DR. JEKYLL Y VANTE por juda

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Ese día Esteban pasó a buscar a su hombre.

-Vamos a tu departamento -le susurró al oído cuando los vidrios empañados en su vehículo hablaban a las claras que adentro había cuerpos sudados.

Matías no le iba a decir que no tenía donde caer muerto.

-Mi departamento apesta, lo estoy haciendo fumigar, había ratas.

-No quiero ir a mi casa, no me gustaría que Ernesto te viese conmigo.

A Matías no le convenía, pero tampoco se lo iba a explicar.

-Ya hablaré con él esta semana y arreglaremos esto.

-De todas formas no quiero que apenas termines con él nos mostremos juntos. No es mi intención dañarlo.

-La mía tampoco!

-¡Pero quería pasar la noche contigo!

A Matías el corazón le palpitó en el dedo gordo del pie.

¿Estaba viviendo en un puto cuento de hadas? ¿Su hada madrina lo había vestido como princesa y se ganó al príncipe azul? Tenía la esperanza que a las 12 de la noche su carruaje no se convirtiera en calabaza.

-Podemos entrar escondidos. ¿Ernesto suele ir a tu habitación?

-Nunca! Por eso tenemos cada uno un piso, para tener privacidad.

Estaban uno sobre el otro en el asiento trasero del viejo fiat de Esteban, y Matías sentía que sus zapatillas desgastadas no desencajaban.

-Te parece si primero compramos comida para luego ir a cenar a mi habitación? -preguntó aferrado a su cintura y Matías cerró los ojos para disfrutar del momento porque sentía que en realidad estaba viviendo en un cuento de hadas, y tuvo miedo de que apareciera una bruja malvada que intentara destruir su felicidad.

Media hora después ingresaban a hurtadillas a la casa.

Comieron, hablaron, rieron, cogieron, se besaron, se mordieron, se acariciaron, cogieron. El espacio no existía entre esos cuerpos y así pasaron la noche, uno encima del otro, hasta que el despertador los llamó a la realidad, y huyeron de la casa a escondidas. Esteban aterrado de que su hermano lo descubriera, Matías riendo de su travesura.

Ernesto desde la escalera escuchó el hipo de su hermano y cuando espió y vio el cabello rubio del barman, supo que ese hombre había llegado para destruir el lazo que los unía.

Esteban lo estaba traicionando, su hermano, su gemelo, la extensión de su alma estaba prefiriendo a alguien más y eso tenía que acabar.

***

Durante la semana Matías puso pretextos para evitar el encuentro con Ernesto y de noche, con su hombre completo, se metían a hurtadillas en la habitación de la planta baja y se olvidaban del mundo entre chupeteos babosos y cogidas desenfrenadas.

Sábado.

"No podré verte esta noche, desayunamos mañana?" le preguntó Matías a su pelinegro y Esteban respondió el mensaje con una carita triste.

"No me mandes ese emoji!! No puedo esta noche, bebé" 

Otra carita triste.

Matías sonrió, se estaba vistiendo en el scenery y Raul lo ayudaba, el platinado estaba en desacuerdo con esa ropa que mostraba demasiado pero tampoco quería opacar la felicidad de su amigo, por fin todo se encaminaba, por fin lo veía feliz!

"Quería salir con Raul a tomar unas cervezas"

El pelinegro sonrió, se comportaba como un infante caprichoso y lo sabía, pero no podía evitar sentir que después de tanto tiempo admirando al rubio desde esquinas oscuras, por fin había entrado a su vida para quedarse y quería que esa estancia no fuera en cuentagotas sino absoluta, quería ir a dormir con él cada noche y despertar con él todas las mañanas.

"Está bien, cuídate! pero me deberás una noche"

"Prometo pagar mi deuda con los debidos intereses"

-Maty deja de escribir y ayúdame con este pantalón! Tampoco es como que nunca más lo vas a ver!!! o me ayudas o traigo aceite y te lo unto para poder meterte en esta cosa.

"No te diviertas demasiado"

"prometo aburrirme"

"te quiero"

Matías suspiró sonriente.

"te quiero" respondió antes que Raul le quitara el celular.

***

A las 11 ingresó en Stigma.

-Soy Vante -aclaró y el hombre que custodiaba la entrada se hizo a un lado y lo dejó pasar.

El salón estaba desierto, podía ver el escenario apenas iluminado, todo el lugar se encontraba bajo tenues luces rojas y la situación le supo tan mal que si no hubiese sido porque realmente necesitaba el dinero para que sus obras salieran a la luz, se habría ido del lugar en el momento.

Una puerta se abrió en el fondo a la izquierda y vio a Ernesto parado, mirándolo.

-Llegó la estrella -dijo sonriente y Matías contuvo el aire.

Se fue directo hacia él y cuando Ernesto quiso besarlo en la boca, el rubio giró un poco el rostro.

-Estoy maquillado, no quiero que se arruine el maquillaje.

Ernesto sonrió nuevamente, pensaba que el rubio seguiría jugando con los gemelos pero ahora veía que había elegido a uno de ellos y eso estaba doblemente mal, porque eligió al gemelo equivocado, Esteban no lo salvaría de lo que se avecinaba.

-Tienes razón, veo que comienzas a pensar con inteligencia. Ven, esta noche habrá dos cantantes, te presentaré al otro. Compartirán camerino, ¿todo bien con eso? 

-Por supuesto -susurró y Ernesto volteó a mirarlo mientras lo dirigía por el pasillo oscuro.

-Me alegra que sigas siendo humilde, algunos ven un poco de dinero y pierden la noción de la realidad.

¿Qué le estaba queriendo decir?

Matías evitó su mirada y lo siguió.

El pasillo oscuro giraba a la derecha y al final había una puerta. Al entrar se encontró con un muchacho alto de cabello negro.

Estaba sentado frente al espejo, derecho, duro, lo vio a través del reflejo e intuyó que el chico estaba asustado.

Era precioso, lo veía desde atrás, se cargaba una espalda ancha pero a la vez delicada. 

Cuando la puerta se cerró el muchacho giró y lo miró sin parpadear.

-¿Eres el otro cantante?

-Si!

-Dios, que suerte que llega alguien más, no sabía que este lugar podía ser tan creepy -dijo levantando los hombros tras un escalofrío y Matías tuvo la absoluta seguridad de que serían buenos amigos.

-Mi nombres es Vante.

-Vante? del Scenery?

-Si!

-Te vi varias veces, tienes una voz hermosa. Perdón no te reconocí, estás distinto.

-Es la ropa! Me obligan a usarla.

El muchacho del rostro de porcelana se paró y se señaló a sí mismo.

-A mi también. Ernesto me la compró.

Matías se sobresaltó.

-¿Tienes algo con él?

-No! por dios! ese hombre da miedo! él me contactó, soy cantante en un bar que es tu competencia! -le aclaró sonriente -por eso te conozco, fui a verte para saber qué tan bueno eras.

-De donde eres?

-Soy del Rapsodia.

Matías sonrió con la rectangularidad idílica.

-Eres Thiago!!! nunca te escuché cantar, pero sí escuché hablar de ti, dicen que eres bueno!

y Thiago sonrió avergonzado.

-Te dijeron quien cantaría primero y quien segundo?

-No, supongo que eso lo tendremos que ver nosotros.

-Me da miedo el lugar. ¿Por qué hay tantos pasillos? ¿por qué hay tantas puertas?

-Tranquilo, estaremos juntos. No me separaré de ti -replicó Matías tomándole la mano y Thiago la sostuvo con fuerza.

Decidieron que el primero en salir sería el rubio, cantaría tres canciones y luego lo haría su amigo pero que se mantendrían cerca del escenario y no se perderían de vista.

Cuando Ernesto los buscó luego de media hora, lo hicieron tal como lo habían planeado y todo fue bien.

Al menos en apariencia.

Sabían que era un cumpleaños con muy pocas personas, Matías había contados seis cabezas. No vio rostros porque las luces estaban dirigidos a ellos de manera que sólo podía percibir siluetas.

Lo hicieron bien, ¡lo hicieron muy bien!

Thiago era mucho más bueno de lo que había escuchado, el registro que tenía esa voz le ponía los vellos de punta.

Una hora después regresaban al camerino de la mano, estaban felices, la carcajada de Thiago se escuchaba en el ambiente tétrico y parecía iluminar el lugar, con ese hombre riéndose de esa manera tan peculiar, la cueva del lobo dejaba de serlo.

Estaban conversando entre ellos, programando cantar juntos nuevamente, componer una canción donde juntaran sus voces.

-Estuve ensayando "It's Definitely You" es de un drama llamado Hwarang, pero necesitaba una voz de acompañante -sugirió Thiago -deberíamos ensayarla juntos -y Matías aplaudió feliz, porque el futuro realmente brillaba.

Estaban de la mano, pegando saltitos estúpidos cuando la puerta se abrió y entró el pelinegro incompleto, sonriente, con dos sobres gordos llenos de dinero.

Los cantantes se miraron fascinados. ¡Tanto dinero y haciendo lo que amaban!

-Deberíamos ir por una cerveza para festejar -propuso Matías y antes que Thiago accediera, Ernesto cerró la puerta.

-Tienen que ir al brindis, los empresarios desean conocer a los artistas.

A los jóvenes se les fue la sonrisa.

-No nos podrías disculpar? Diles que tenemos que actuar en otro lado! -respondió el rubio cuando sintió que Thiago se aferraba a su mano y casi se escondía detrás de su cuerpo.

-Esta gente les abrirá la puerta para nuevas presentaciones, ellos pueden impulsar sus carreras hasta llegar a la tan ansiada grabación.

-¿Grabación? -susurró Thiago.

Matías giró y lo miró.

-Podríamos ir los dos, no nos separaríamos, sería un rato y nos vamos por esa cerveza -propuso el rubio y tras pensarlo dos segundos Thiago se aferró aun más a su mano y afirmó.

Al ingresar a un salón mucho amplio y con poquísima luz que estaba siguiendo varios pasillos, los dos se pegaron uno al otro.

Los asistentes aplaudieron.

Un mesero se aproximó con champagne, jugo de naranja o cerveza. Parecía que la opción era, aceptar o aceptar.

Thiago dudó.

-Toma tu la cerveza, yo tomaré el jugo. Tranquilo, si no nos separamos, todo andará bien -dijo Matías y aunque Thiago era  mayor, en esos momentos parecía un cachorrito asustado. El ambiente era raro.

Algunos se acercaron a saludarlos.

Parecían lobos.

La saliva les brillaba en las comisuras de los labios. Dios! Matías creía que si sonreían mostrando todos los dientes podría ver los colmillos.

No quería poner más nervioso a Thiago pero eso no pintaba bien. Habían pasado diez minutos, Matías creyó conveniente retirarse, se levantó de su lugar y un mareo lo tiró de nuevo a la silla.

-Dios, no me siento bien! -gimió y giró para mirar a Thiago, Thiago tenía la mirada perdida y parpadeaba fuerte. -Thiago?

-Algo, algo -balbuceó arrastrando las palabras -la bebida tenía algo.

Uno de los asistentes se acercó, lo reconoció, era Ramirez.

-Hola bonito -dijo.

"BONITO"

"¡¡BONITO!!"

dos hombres sobre él "abre la boca, bonito" "bonito", dos, dos hombres sobre él.

Los ojos de Matías se ampliaron.

Aquella noche!!! AQUELLA NOCHE FUERON DOS!!!!

Una arcada grande lo atravesó y vomitó sobre los zapatos de Ramirez, el hombre alto y de tez amarillenta retrocedió asqueado y cuando el rubio se enderezó una trompada lo tiró al suelo, a los pies de Thiago que ahora estaba casi desvanecido sobre su silla.


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