Había 12 muchachos en una mesa larga, almorzando.
Algunos conversaban, otros miraban sus celulares.
Matías sonreía mientras le daba clic a la compra de unos nuevos óleos.
Thiago odiaba verlo sonreír, hubiese preferido verlo enojado, pateando cosas, recibiendo palizas y no con esa conformidad idiota. Al segundo año Vante había comenzado a sonreír y reconciliarse con su entorno.
-Por qué no ser feliz? -le había preguntado una vez cuando Thiago le reprochó la normalización de la situación -tenemos comida, un lugar donde dormir, pinto, canto y me pagan por coger.
-Porque no lo elegiste, Vante!!! -susurró esa vez mientras se duchaban en el baño comunitario, intentando no llamar la atención de los guardias.
Había chicos que llegaban al Gladiador por voluntad propia y Thiago no tenía problemas con ello, cada uno hacía con su culo el decorado que quisiera... pero ellos estaban ahí por la fuerza. Él no dejaría de intentar salir de ese mundo aunque se le fuera la vida en ello.
Se acercó un guardia joven y le puso la mano en el hombro a Matías.
-Gustavo Smith quiere verte en su despacho.
-Ok -contestó sonriente el ahora pelirrosa.
El muchacho metió varios bocados de comida en la boca y sin mirar a Thiago (por qué sus ojos eran el hueco que lo transportaba hacia una vida que ya no podría tener) se dirigió hacia la cocina, lavó sus utensilios, los puso a secar y mientras se acomodaba la ropa se dirigió hacia la oficina del jefe máximo.
Golpeó dos veces e ingresó.
Gustavo estaba apoyado en su escritorio y hablaba por el celular. Le hizo una seña con la mano para que se acercara y cuando lo tuvo cerca le acarició el rostro.
Matías sonreía.
El hombre, sin dejar de hablar, bajó el cierre del pantalón, sacó la pija y Vante se arrodilló solícito para hacerle la mamada que pedía el que le daba todas las pinturas, los lienzos, el cuarto solo para sus obras de arte, la posibilidad de seguir siendo pintor y cantante.
Gustavo cortó la comunicación y apoyando las manos en el escritorio, cerró los ojos y se dedicó a disfrutar. Escuchaba los ruiditos de la saliva del pelirosa, el muchacho que estaba de rodillas sabía que esos sonidos lo ponían a mil y los hacía a conciencia, con el volumen elevado de la voz para que fueran música ambiental para el gran jefe.
-Bebito hermoso -susurró agitado -hoy te toca el turno del primer piso? -el primer piso era una eufemismo para "hoy te toca vender el culo"?
-Si -respondió dejando de lado la polla solo lo necesario.
Gustavo se acomodó mejor y dejó que el pelirrosa terminara el trabajo.
No le gustaba cogerlo cuando le tocaba trabajar en el primer piso porque no quería compartir, el cerebro del gran hombre funcionaba de esa manera. Los otros días podía hacer uso y abuso del cuerpo del pintor, pero cuando le tocaba coger con otros...no, mejor no. Le daba un poco de asquito.
Le agarró de la cabeza, primero le acarició el cabello, pero a medida que se acercaba el orgasmo comenzó a tironear el pelo para que la pija llegara hasta la úvula, no había sensación más hermosa que sentirlo vomitar. Matías se aferró a sus caderas y las sujetó intentado no poner demasiada fuerza como para dañarlo, pero no quería vomitar el almuerzo, ya era suficiente martirio tener que meterle alimento al cuerpo (el primer año sufrió de anorexia nerviosa y su cuerpo aun demasiado delgado no terminaba de acostumbrarse a las comidas).
Gustavo sacó la pija en el último momento y le dirigió el chorro al rostro, era poético ver al cantante de rodillas con toda la cara embadurnada con su semen, era la analogía sobre su poder.
Le alcanzó una toalla húmeda y lo observó mientras se limpiaba la cara. Vante era hermoso, con o sin semen cayéndole por la nariz... era hermoso.
El pelirrosa, una vez limpio, se acercó, lo abrazó y le besó los labios.
-Ya puedo irme? quiero terminar unos retratos.
-Ya puedes irte -susurró besándole el rostro.
Vante corrió hacia la puerta dando saltitos, era un niño, siempre había sido un niño en el cuerpo de un hombre.
Abrió la puerta y como recordando algo, la cerró nuevamente y lo miró de costado.
-No envíes a JR, prefiero cualquier otro guardia.
-Por qué?
-No me gusta como me mira! y tampoco cuando se acerca demasiado y me toca.
-Te toca? -preguntó poniéndose derecho.
-No quiero meterlo en problemas, sé que lo hace de manera inconcie...
-¿Cómo que te toca?
-No me toca de manera sexual, Gustavo! a veces cuando se acerca a ver lo que pinto se apoya en mi espalda. Creo que lo hace sin darse cuenta, pero me hace sentir incómodo. Puedes mandar a otro guardia?
-Dalo por hecho -siseó Gustavo.
Y JR desapareció esa misma noche.
Era el tercero que debía hacer desaparecer en lo que iba de ese año porque se tentaban de tocar a su preferido, no le habría importado que se sobrepasaran con cualquier otro, pero ellos sabían que Vante era uno de los pocos a los que consentía tanto. Lo dejaba prostituirse porque los clientes nunca faltaban y era muy solicitado, pero tenía la esperanza que en un par de años nada más, Vante se dedicara a la pintura y la música con exclusividad, ahí podría cogerlo cuando quisiera y hasta que se cansara de él, por supuesto.
***
Matías se dedicó toda la tarde a pintar, a veces utilizaba como modelo a algunos de sus compañeros, todos eran hermosos y dignos de ser inmortalizados en el lienzo. Esta vez estaba pintando a Thiago, no se lo mostraría, Thiago no era agradable últimamente. Vivía de mal humor. Le habría gustado verlo sonreír como antes de llegar al Gladiador, pero estaba seguro que algún día lograría hacer que esa sonrisa volviera. Terminó de pintar el lienzo y antes de lavar los pinceles, lo firmó: Le pintó una pequeña cicatriz en el pómulo derecho. Era su marca de agua, su firma. Todos los rostros llevaban ese detalle. Retrocedió 4 pasos y lo observó a la distancia.
-¿Qué te parece? -le preguntó al guardia y el guardia evitó mirarlo. Matías tenía fama de que no era lo que mostraba, entre los guardias se corría el rumor de que mientras le daba el culo a Gustavo Smith le hacía también lavado de cerebro. Entre ellos hablaban en voces apenas imperceptibles sobre el pelirrosa hermoso, no era tan tonto como parecía y sí... bastante peligroso.
***
Era viernes y le tocaba cantar a Thiago, Matías le había dicho esa semana que no subiría, quería compenetrarse en sus pinturas y Thiago no objetó, cada vez que lo veía sonreír como estúpido y acudir al despacho de Smith sin chistar, le daba nauseas. A veces quería darle unas buenas trompadas para volverlo a la realidad, que viera la mierda en la que estaba inmerso.
Odiaba pensar que prefería al Matías del primer año que se dejaba morir de hambre a éste: condescendiente y doblegado.
Thiago tenía nuevamente su cabello negro, se vistió con frac y una camisa blanca abierta hasta el centro del pecho. Eligió la máscara que iba con su atuendo (todo era anónimo en El Gladiador, tanto clientes como empleados, cantantes y trabajadores sexuales llevaban máscaras que les tapaba la mitad del rostro) y salió al escenario. Ese mes había compuesto una canción para él mismo, para su resistencia, para su valor, para ayudarse a no bajar la cabeza, nunca, jamás!
Era la una de la madrugada y sentado en un piano, Thiago comenzaba a cantar Epiphany.
Era la una de la madrugada y Carlos sacaba un turno para uno de los trabajadores sexuales más sensuales que tenía la lista, lo había escogido de un "menú" que le dejaran sobre su mesa junto al trago pedido, mientras escuchaba la voz del cantante y sentía que su soledad se hacía más honda.
La voz de ese hombre parecía calar en cada uno de sus sentidos y hacerlos vibrar al compás de su ritmo.
El nombre del trabajador sexual era "V" y cuando preguntó quien era el cantante, le contestaron que "T". No estaba haciendo algo malo, solo necesitaba distensión y esta gente estaba dispuesta a dársela a cambio de un precio módico, no había nada de malo en pagar por un servicio que estaba legalizado.
No?
No! Era todo legal.
Suspiró y tomó su trago mientras escuchaba la voz del hombre y esperaba que llegara su turno para coger con V.