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DR. JEKYLL Y VANTE por juda

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T y V terminaron de cantar y saludaron al público.

Carlos tenía su trago en la mesa, no podía tomarlo, las manos le temblaban tanto que era incapaz de sostenerlo y no mojarse entero.

Seguramente estaba equivocado! no era descabellado que un muchacho de voz gruesa muy similar al del desaparecido tocara el saxofón... pero tampoco podría vivir en paz consigo mismo si no se aseguraba.

Tenía un nudo en la garganta.

A la media hora el camarero le puso una mano en el hombro y Carlos casi escupe el hígado por el susto.

-Señor, su turno.

-Gracias!!!

Lo siguió. El camarero golpeó dos veces la puerta del primer piso y se retiró. V apareció con el cabello aun goteando por el baño que se había dado con celeridad y lo hizo pasar, sonriente... LA SONRISA. POR DIOS! QUE ESTÚPIDO FUE! NO ERA PARECIDA... ERA LA MISMA SONRISA!

-Anoche vine.

-Recuerdo su voz -dijo el hombre de pelo rosa mientras cerraba la puerta.

-No sé si te conozco, te escuché cantar, tu voz, el saxo -susurró agitado, en pánico, temblando, Matías lo notó e inclinó el rostro sin comprender.

Carlos recordaba perfectamente que el muchacho le había dicho que podrían estar escuchándolos así que fue absolutamente frontal: se sacó la máscara.

y la respuesta del cantante fue contundente, primero se sobresaltó y luego de unas décimas de segundos en las que el cerebro procesó la información, reaccionó: retrocedió espantado hasta dar con la pata de la cama, cayó de costado y tras un par de arcadas que lo doblaron en dos, vomitó bilis.

Carlos se apresuró hasta él, se arrodillo a su lado, el muchacho lo vio, nuevamente se paró y se alejó con las manos apretando la máscara, hizo dos pasos y cayó de nuevo. El médico, de rodillas se acercó a él, todo en el más absoluto silencio y por fin el cantante de pelo rosa, con la boca abierta en un llanto mudo, se sacó su propia máscara.

Era Matías. 

Matías Yanasus, el amor desaparecido de Esteban.

Pasaron solo dos años y medio, pero estaba cambiado, se lo veía muchísimo más delgado de lo que recordaba, el rostro se le había endurecido como si hubiese pasado por un infierno durante una eternidad. La mirada era durísima y había una arruga en el entrecejo, pero era Matías y seguía siendo el saxofonista hermoso de su mejor amigo.

-No estaba seguro de que fueras tú, pero no podía quedarme con las dudas. La voz y el saxofón -gimió el médico en un susurro.

Carlos lloraba, le pasó la mano por el rostro y Matías se tiró sobre él para abrazarlo.

-Vante -casi grita ahogado y Matías le tapó la boca, negando desesperado.

Se levantó y corrió hacia el baño, abrió el agua y regresó a la habitación.

-Cliente, ya está lista la ducha.

Carlos intentó pararse pero no podía, las piernas le temblaban tanto, la mente no dejaba de procesar lo que estaba viviendo, tenía que hablar con Esteban, Esteban tenía que saber!! Esteban estaba buscando un cadáver y su saxofonista del infierno estaba vivo!! vivo después de dos años y medio de silencio, de nada, de la policía sin poder encontrar su rastro!!

Unas manos de dedos largos lo sostuvieron y lo levantaron.

Carlos llegó encorvado, parecía que él hubiese atravesado el infierno y no el pelirrosa que intentaba ayudarlo para que recobrara la compostura.

Sacó el celular y Matías le puso la mano encima, el médico lo miró y el muchacho perdido y reencontrado negó con la cabeza.

-Tienes que hablar con Esteban.

-No.

-No entiendes -gemía el médico, casi doblado sobre si mismo -Esteban cree que estás muerto!! -intentó marcar y el pelirrosa le quitó el aparato.

-No!

Y ahí por fin le prestó atención, seguía llorando, los ojos duros del muchacho no paraban de llorar, pero tenía el ceño fruncido y una actitud firme.

-Tenemos que sacarte de aquí!

-No. Promete que no le dirás a Esteban que me viste.

-Qué?

-No puedo abandonar El Gladiador.

-Esteban está colaborando con la policía, vendrán a buscarte, ya no tienes que temer.

-No le temo a nada. Ya hay infiltrados de la policía trabajando aquí. El reinado de Gustavo Smith está por caer, no puedo irme ahora, ahora no. No le digas nada a Esteban, no quiero verlo. Cuando esto se acabe me iré hacia otro lado. Prefiero que Esteban siga pensando que estoy muerto.

-Estás loco? No puedes hacerle esto!

-Hace un año que me prostituyo, prefiero morirme a que Esteban me vea así!

-Esteban no te juzgará. Esteban necesita saber esto. Es extraño que la policía no le dijera nada, estuvo metido en todos los rastrillajes que se hicieron!

-La policía que se encarga de la trata de personas no está infiltrada, ellos no encontrarían nada, Gustavo tiene todos los papeles en regla. La gente de Drogas Peligrosas recopila información para dar el batacazo final. No estaré mucho aquí. Pero cuando esto acabe, será peligroso, necesito que te contactes con Jeremías... tiene que sacar a Thiago.

-Thiago? El que era pareja de Jeremías está contigo? el otro muchacho que desapareció esa noche?

Matías asintió.

-Es el hombre que viste en el escenario conmigo recién. Thiago está pensando en escaparse nuevamente y terminarán por matarlo.

Carlos asintió, lo quedó mirando unos segundos y arremetió de nuevo.

-No le hagas esto a Esteban!

-Esteban no se tiene que enterar que estuve aquí y mucho menos lo que pasó entre nosotros.

-Entre nosotros? -y abrió grande los ojos, tenía la mente hecha un lío y todavía no había relacionado a Matías con el hombre de la máscara que se había cogido la noche anterior. SE HABÍA COGIDO A MATÍAS! tragó saliva con fuerza, si Esteban se enteraba de ese detalle lo dejaría eunuco!

-Promete que verás la forma de sacar a Thiago en silencio y que nunca... nunca le dirás a Esteban que me viste. Esteban tiene que seguir pensando que estoy muerto.

-Lo sabrá por Thiago y...

-Promete!!

-Lo prometo.

Matías afirmó con el rostro duro. Dios! ¿qué había pasado con el saxofonista casi niño? ¿dónde había quedado aquel muchacho salvaje que era capaz de matar a medio mundo por su Esteban?

-Le quedan 15 minutos, cliente -dijo en voz natural dirigiéndose al cuarto, apoyándose en la pared cuando las piernas se negaban a sostenerlo.

y Carlos negó la cabeza desde el baño.

-No voy a tocarte -susurró desde ahí.

Matías se sentó en la cama, cruzó las piernas y comenzó a gemir mientras tenía la mirada fija en el pequeño micrófono que había en el techo. Carlos lo escuchaba asustado desde el baño, jadeaba y gemía con tanto fervor que la pija se le había puesto semidura y se quiso dar de cabezazos en la pared por estar reaccionando a los casi gritos del pelirrosa.

10 minutos después salía de la habitación.

Salió sin mirar hacia los costados, hasta que no estuvo en su auto, no pudo dejar de pensar que en cualquier momento lo detendrían.

Arrancó mientras llamaba y ponía la llamada en el altavoz.

-Carlos, que tengas insomnio no significa que yo también lo tenga.

-Esteban, tienes que venir cuanto antes. No el lunes, no mañana, tienes que venir ya! ya!

-Carlos, ¿qué te pasa? ¿estás bien? ¿te pasó algo?

-Comunícate con Jeremías.

La línea se silenció.

-Esteban?

-Por qué Jeremías?

-Dame su número! lo llamaré yo!

-Por qué Jeremías?

-Vi a Thiago, está cantando en un club, está retenido ahí. No daré el nombre del lugar hasta que me siente a hablar con Jeremías para diagramar cómo sacarlo sin poner en riesgo nada más. Jeremías deberá entender que no podemos entrar a lo rambo porque podríamos poner en peligro numerosas vidas.

Carlos escuchó ruido de papeles que caían.

-Esteban?

-Thiago está vivo?

-Dame el número de Jeremías.

-Estás seguro que era Thiago?

-Si. Dame el número de Jeremías.

Se escuchaba ahora la respiración agitada de Esteban y la manipulación del aparato, sentía el roce del celular con cosas.

-Esteban, respira hondo.

-Estoy bien -habló quebrado por el llanto.

Una notificación. Carlos miró el celular, había entrado el mensaje con el número de Jeremías.

Se quedó en silencio, respetando el llanto de su amigo, esperando la pregunta obligada.

Luego de unos largos segundos pareció calmarse y tomar el suficiente aire.

-Está bien Thiago?

-Creo que si. Sólo lo vi de lejos. Está cantando en un club. Está viviendo en ese mismo edificio, tenemos que actuar pronto.

Silencio. Se dio cuenta de que Esteban no tenía el valor para preguntar.

-Necesito que te calmes, si es posible quiero que vengas con Jeremías, no creo que estés en condiciones de conducir.

-Estoy bien -susurró.

-Matías no quiere que te diga que lo vi. No quiere que sepas que aun vive. Creo que se avergüenza de su condición, de lo que tuvo que hacer para sobrevivir.

y el aparato se golpeó con algo, supuso que lo había tirado, se escuchaba el llanto fuerte de su amigo del alma.

-Esteban! Esteban!

Seguía llorando.

-Hasta hace 10 minutos estuve hablando con Matías, Matías está vivo, viviendo en el mismo lugar que Thiago.

***

Eran las cinco de la mañana y un auto se trasladaba a una velocidad alta por la ruta. Esteban iba como copiloto agarrado de lo que podía.

-DIOS, JEREMÍAS! QUIERO LLEGAR VIVO PARA VERLO!

-CALLATE! -gritó Jeremías y Esteban cerró los ojos con fuerza.

El viaje que debería haberles llevado 9 horas, fue realizado en 7 horas y media.


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