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DR. JEKYLL Y VANTE por juda

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-NO! NO! -gritó Esteban y se tiró sobre la puerta intentado abrirla, cuando se dio cuenta que le había puesto llave, comenzó a empujarla con el hombro. Raul dejó de llorar y aterrado ayudó al pelinegro.

Esteban le pegó con el hombro tres veces, Raul dos patadas y la puerta salió del marcó con un crujido grueso. El hombre completo entró corriendo, miró en todas direcciones y vio sus piecitos desapareciendo por el ducto de ventilación.

Corrió, trepó a la mesita que le había servido como apoyo el muchacho que huía y se aproximó al hueco que era demasiado chico para su cuerpo, estiró las manos en su dirección y gritó.

-MATÍAS, MATÍAS POR DIOS! MATÍAS, AMOR!

El cuerpo del que supo ser su amante se arrastraba con ligereza, antes de perderlo de vista en un recodo, lo escuchó detenerse.

-TE AMO, ESTEBAN! -gritó llorando su pelirrosa perdido y sus piernas desnudas desaparecieron.

Bajó mareado, sin saber qué hacer, Raul se tapaba el rostro desesperado y Carlos intentaba contenerlo.

-Maty, Matyyyyy -venía gritando la voz de Thiago por el pasillo y cuando ingresó y los vio a todos debajo del ducto, comprendió.

Jeremías lo tenía sostenido por la cintura, como si tuviera miedo de que el mundo se convirtiese en una garra inmunda y tuviese el tupé de arrebatárselo de nuevo.

-Dijo a donde fue? -preguntó agitado y Esteban negó con la cabeza.

Los sonidos de disparos se habían detenido, varias pisadas de botas subieron por las escaleras y aparecieron policías cubiertos enteros con trajes antibalas y máscaras.

-AFUERA, TODOS AFUERA -Gritaron varios y comenzaron a empujarlos en dirección a la escalera. Cuando entraron al cuarto Carlos y Raul aun estaban sin lograr comprender la dimensión de toda la violencia que estaban viviendo, tres uniformados los sacaron arrastrando.

Thiago, Jeremías, Raul y Carlos bajaron agitados, temblando. En el salón aun gritaba gente, algunos estaban heridos por la cruzada violenta entre policías y guardias del Gladiador y otros intentaban huir. Las personas se empujaban entre sí. Por un instante Jeremías dejó escapar el cuerpo de Thiago, sus dedos se resbalaron, dejaron de tocarlo y vio su cabello oscuro e intentó con todo su esfuerzo golpear y chocar hasta llegar a él, pero las cabezas se movían, chillaban bocas, las linternas de los guardias los enfocaban directamente a los ojos... todo fue tan confuso! Cuando se dio cuenta que lo había perdido nuevamente entró en crisis, pero la marea humana se lo llevaba fuera del lugar.

***

Thiago logró soltarse de las manos de Jeremías y se deslizó hacia un costado, una vez fuera del río de gente pudo tomar el pasillo que lo dirigía hasta la escalera de incendios y subió nuevamente.

***

Cuando las voces se alejaron, Esteban salió de abajo de la cama y se metió por los pasillos.

***

Escuchaba ruido de gritos y algunos disparos en los pisos de arriba.

***

Matías pateó una de las rejillas e ingresó a la habitación de Thiago, se bajó. Se había vestido para atender a un cliente así que en esos momentos vestía solo una camisola grande y un boxer plateado. Corrió al baño, sacó el tubo de las cortinas de la ducho y hurgó... ahí estaba!!! el cuchillo que su amigo escondió delante suyo.

Armado, salió nuevamente al corredor y se dirigió hacia las escaleras, antes de llegar lo vio: su hombre completo iba delante, confuso por la escasa luz que emergían de las luces rojas de emergencia, perdido en un lugar que no conocía. 

Caminó descalzo, en puntas de pie hasta estar justo a su espalda.

Debía evitarlo, podía meterse en otra de las habitaciones y huir por los ductos, pero no podía, no podía, por Dios, por Dios!! él estaba ahí, si estiraba los dedos acariciaría su cabello.

Tanto tiempo sin verlo! tanto tiempo pensándolo, amándolo a la distancia, sintiendo que la existencia lo ahogaba cuando se soñaba junto a él para despertar solo en un lugar al que no pertenecía.

El ruido fuerte de arriba contradecía la calma que había en ese piso solitario, se acercó hasta estar a milímetros de él y olió su ropa, su hombre completo seguía caminando despacio, el pecho le temblaba tanto!!! y era tan injusto!!! hubiese preferido no encontrarlo nunca en ese estado, pero ahora que lo tenía al alcance de su olfato se le aflojaban las rodillas ante su cercanía.

Esteban sintió una presencia y volteó: sus ojitos redondos cubiertos de lágrimas, su carita manchada con la suciedad de los ductos, su pelito rosa despeinado, su cuerpito demasiado delgado, demasiado corrompido, demasiado violentado.

Matías lo miró, cerró los ojos y aspiró con fuerza, quería tener su olor en su sistema por toda su corta existencia y Esteban se aferró a él, temblando. Lo abrazó gimiendo, sin animarse a besarlo porque no quería que huyera de nuevo.

-Nos tenemos que ir -jadeó -salgamos de aquí, una vez que te vea afuera me iré, te dejaré vivir tu vida, pero necesito sacarte de aquí. No me importa si ya no me quieres -lloró -solo quiero verte sano y a salvo.

Matías seguía con los ojos cerrados, aspirando su aroma. Arriba se escuchaban más gritos. Las voces de los guardias llamando al despacho de Gustavo Smith.

Matías le tomó el rostro y le buscó la boca, quería besarlo por última vez, una vez más su lengua, su saliva... por favor! por favor!!! una vez más, sólo una!!

Y su lengua encontró la lengua del hombre completo y sintió la misma electricidad que sentía cuando lo besaba en aquella época, allá en el tiempo, en otras vidas pasadas.

-Tengo que hacer una última cosa, espérame afuera -gimió sobre su boca y Esteban lo abrazó fuerte, inmovilizándole las manos, lo levantó y corrió hacia el sector donde las escaleras lo llevarían hacia la planta baja y luego a la salida de El Gladiador.

-Noooo, Esteban, noooooooooooooooo -gritó Matías intentando liberarse, pero su delgadez y su poca fuerza le impedían hacer algo.

-JUDAS ISCARIOTE! -tronó una voz por los parlantes que tenía cada pasillo. -JUDAS ISCARIOTE VEN A MI DORMITORIO!

Esteban se topó con Thiago que subía corriendo y escucharon un sonido tan fuerte que el edificio tembló.

Matías miró a Thiago con horror.

-Cerraron las puertas! -gimió el cantante de pelo negro.

Las compuertas había sido activadas y El Gladiador se estaba convirtiendo en un trampa de la que no había manera de escapar.

Un reventón se producto en el piso más alto, todo tembló y Esteban cayó hacia un costado, volteando el cuerpo de su amor.

-VANTE, SI NO VIENES A MI DORMITORIO, NO ABRIRÉ LAS PUERTAS Y TODOS MORIRÁN CON NOSOTROS. QUIERES UNA TUMBA PARA TUS AMIGOS?

Matías desde el piso miró con horror a Thiago, Thigo escuchaba la voz de Jeremías llamándolo desde las escaleras.

-Yo lo arreglaré -susurró el de pelo rosa.

Otra explosión!

La voz de la policía anunciando la retirada.

Los agentes que bajaban corriendo.

Hoseok se detuvo junto a ellos y les dijo que debían huir. El tercer piso estaba siendo destruido. Gustavo Smith desde algún escondite estaba activando las explosiones. 

El Gladiador se extinguía apagado por su mismo creador.

-VANTE, TE ESTOY ESPERANDO, CUANDO LLEGUES ABRIRÉ LAS PUERTAS PARA QUE ELLOS ESCAPEN.

Escuchó el llanto de un muchachito en el altavoz.

Era la criatura que estaba cautiva en el subsuelo.

-Y TIENES QUE VENIR SOLO O TODOS MORIRÁN.

Hoseok lo miró.

-Tengo que al menos intentarlo -jadeó Matías.

Otra explosión!

La policía pasaba corriendo, les veía el horror en los ojos, eran todos tan jóvenes, tan humanos lanzados a la nada misma.

-Está mintiendo, no abrirá las puertas -jadeó Esteban.

-Pero tengo que intentarlo -rogó el pelirrosa tirado aun en el piso, Esteban ya no lo tenía agarrado pero él se sostenía a su cuerpo, sintiendo su calor en medio del infierno que se alzaba en torno a ellos.

Jeremías llegó. Se aferró a la espalda de su hermoso cantante una vez que lo encontró y se quedó abrazado a él, respirando con dificultad sobre su cuello, temblando. El Gladiador se venía abajo y por un instante tuvo miedo de morir sin él. Ahora ya podía abrirse la tierra, ya no le importaba nada, dejaría de existir abrazado a su amor.

-Iré -les dijo.

Thiago lloraba mientras se aferraba a las manos que lo tenían sujeto desde atrás con fuerza y afirmó con el rostro, dándole permiso.

Esteban negó. 

Hoseok hizo un gesto positivo. 

Entonces Matías se levantó como pudo, trastabillando cuando el corredor temblaba ante las explosiones. Esteban aulló elevando los brazos para sostenerlo y Thiago y Hoseok se tiraron sobre él para impedir que agarrara nuevamente al pelirrosa.

Matías volteó para mirarlo por última vez. Tomó lo que Hoseok le daba e ingresó a una habitación, hizo a un lado una de las rejillas y se perdió en los ductos de ventilación sin volver a mirar atrás, porque si lo miraba por última vez, tal vez no habría fuerzas y se quedaría a su lado para morir junto a él.

Esteban gritó su nombre con tanta desesperación que escupió sangre ante la garganta lastimada por el horror. Hoseok tuvo que golpearlo para reducirlo y lo cargó en su hombro. Jeremías, Thiago, Jung y el hombre completo escaparon del piso que temblaba entero ante las explosiones que seguían sucediéndose en cadena y llegaron al salón.

En ese sector los policías intentaban abrir la puerta de acero que los tenía prisioneros. Raul chillaba adherido a Carlos. Sólo unos pocos empleados que no habían podido huir a tiempo antes que las compuertas se cerraran temblaban abrazados unos a otros, aterrados ante el horror del gigantesco Gladiador cayendo sobre sus cabezas.

***

Matías pateó la rejilla y sacó medio cuerpo.

Gustavo apuntaba hacia ese sector, tenía a sus pies al muchachito que lloraba aterrado y estaba parado ante un tablero grande.

-Abre las puertas!!! -gritó el pelirrosa y Gustavo con el rostro pálido y alienado, sonrió.

-Baja, amor. Abriré las puertas cuando sepa que moriremos juntos. Quiero mi último beso, el de la traición. Quiero que estés aquí conmigo cuando todo termine.

-Yo no te traicioné!

-Baja. No abandonaré el barco y tu tampoco lo harás. Mi Gladiador está preparado para dejar de existir, no me llevarán a la cárcel. Gustavo Smith nunca pisará un lugar de sucios delincuentes.

-Libera a ese niño y activa las compuertas.

-Baja! -ordenó

Matías bajó dejando en el ducto el arma que le diera Hoseok, se acercó con paso inseguro.

Gustavo lo miró sonriente, presionó otro botón y una nueva explosión hizo temblar todo.

El chiquillo gritó nuevamente.

-Quiero mi beso -susurró Gustavo Smith, ya no le apuntaba a él, ahora tenía el arma apoyada en la cabeza del menor. El pelirrosa se aproximó, se puso en puntas de pie y le besó la boca. Gustavo le acarició el rostro y cuando se aferró a él con su brazo libre, cuando la lengua lo penetró y se adueñó de todo su interior... disparó.


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