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DR. JEKYLL Y VANTE por juda

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Ernesto dejó a Matías en el Bar, era de madrugada pero el rubio insistía que tenía una reunión con Raul y que aunque las luces estaban apagadas, su platinado amigo lo esperaba en el sótano.

Cuando el gemelo partió en su lamborghini plateado, recién se animó a entrar al Scenery y sacar su bicicleta, ni de coña dejaría que lo llevara a la pocilga en la que vivía. Ernesto era dulce, pero también un patán engreído, lo había visto tratando con desprecio a unas enfermeras una vez que lo acompañó al hospital, y sabía que a veces cuando le decía que lo esperara dentro del auto era porque se avergonzaba de su apariencia.

A la segunda semana de estar viéndose le regaló ropa, se la notaba carísima, así que esa misma noche la vendió y pagó un mes del alquiler, ahora solo faltaba que reuniera dinero para completar los otros dos meses atrasados. El arrendatario lo amenazó con tirar sus cosas a la calle y le había dado tiempo hasta ese día. Por eso prefirió ir hasta su departamento en lugar de dormir en las mesas del bar y cerciorarse que sus pocas pertenencias siguieran en su habitación.

Cuando llegó entró por el pasillo en puntas de pie y al llegar a su puerta, la encontró abierta.

Adentro estaba el gordo asqueroso de su arrendatario jugando a las cartas con dos gordos más.

-Matías -gritó el hombre sin mirarlo mientras fumaba y acomodaba sus cartas -mis amigos vinieron para ayudarme a vender tus cosas!!

Venderlas??

El rubio giró y miró su ropa, algunas pinturas, unos cuantos lienzos... no podía venderla!!!

Regresó la mirada y el viejo lo estaba observando.

-No voy a tirarlas porque será muy fácil para ti tomarlas e ir a estafar a otro, así que veré que puedo obtener de todo lo que hay aquí, te aconsejo que te vayas.

-Me surgió un trabajo, puedo darle más plata este sábado -gimió, era verdad, Ernesto le propuso cantar para un grupo de viejos ricos que hacían donaciones para el hospital.

-No, Matías, ya mentiste suficiente. Vete -gruñó riéndose, sin dejar de mirar sus cartas, los otros gordos lo observaban de arriba hacia abajo.

-Por favor, le juro que...

-Te ofrecí la alternativa y te negaste. Vete -gritó y Matías contuvo el aire.

-No me puede estar pidiendo que...

-Te metes debajo de la mesa, haces tu trabajo y te perdono los dos meses que me debes!

-ESTÁ USTED LOCO!

-Vayan sacando los cuadros, chicos, creo que por esos mamarrachos que pinta nos pueden dar algo de dinero.

Los dos gordos se levantaron y Matías entró en pánico.

-No, por favor, no!!! -gritó corriendo hacia las pinturas, pero uno de los hombres lo sostuvo por la espalda y el otro, mientras silbaba, comenzó a levantarlas. Eran óleos, tres, y tenía la esperanza de algún día presentarlos en una galería de arte. No los llevó, en su momento, al sótano del bar porque temía que la humedad los estropeara. -Esos no, por favor, noooo!!!!

-Te esperé suficiente, a ninguno de mis otros inquilinos dejo que me deban tanto. Saca las pinturas y déjalas en mi casa -rugió el gordo líder y cuando el hombre salía Matías logró liberarse de los brazos del hombre y corrió hacia el arrendatario.

-Lo haré, haré lo que me pide, pero por favor deje mis cosas!!!

Una sonrisa babosa le brilló en la cara.

-Chicos, dejen los cuadros y váyanse, voy a cobrar la renta -ordenó sacándose el cigarrillo y tirándole humo en la cara al rubio que temblaba frente a él. -Métete bajo la mesa y haz tu trabajo -dijo y Matías miró de reojo esperando que los hombres se fueran.

Cuando quedó solo en la sala con el hombre gordo y sucio, gimió. El viejo tenía olor a sudor y suciedad, una arcada grande le subió por la garganta y se tapó la boca.

-Si lloras será peor porque te golpearé, me gusta golpear mientras me la maman -le aclaró y Matías contuvo el asco, el llanto, la desesperación, se puso de rodillas, se metió debajo de la mesa y pagó los dos meses de renta que debía.

Una hora después, Matías ingresaba al Scenery con un bolso de ropa, bocetos y sus tres oleos preferidos, todo lo guardó en el sótano y lo cubrió con mantas para evitar que Raul preguntara. 

Cuando terminó de saldar lo que debía, cuando el viejo lo agarró por la garganta y lo obligó a tragar el semen, decidió que no regresaría nunca más a ese lugar y se lo dijo, se lo dijo cuando hizo una arcada y vomitó lo poco que tenía en el estómago y el viejo inmundo prorrumpió en carcajadas, se lo dijo cuando se descubrió agarrando un palo que estaba cerca de su mano y lo golpeó tantas veces que si no fuese porque los otros gordos lo escucharon chillar como chancho y regresaron a ayudarlo, lo habría matado.

Se bañó con el agua fría de los lavabos del Scenary, vomitó un poco más y se recostó a dormir en el piso del bar, detrás de la barra, justo donde siempre hacía su trabajo.

Se despertó cuando escuchó la llave de Raul en la puerta y se arrastró hasta la entrada del sótano. Cuando su platinado amigo entró, fingió que recién llegaba y que estaba acomodando sus cosas.

-Qué cara que tienes.

-Es que me costó despertarme, creo que aun estoy dormido -contestó riéndose pero el platinado no sonrió.

-Estás amarillo, Maty. Te sientes bien?

-Tomé más de la cuenta anoche, me pegó como bomba atómica en el hígado, me la pasé vomitando.

-Le puedo decir a Susana que venga a ayudarnos, con ella y Laura te cubriremos. Ve a tu casa a descansar.

-no, Raul, estoy bien! -aseguró. Era jueves, y los jueves subía al escenario para tocar el saxo o cantar y esa noche habían convenido con su platinado que cantaría, y quería hacerlo, porque sabía que Esteban estaría ahí y quería cantar para él (aunque él no lo supiera).

La vida estaba construida a base de dificultades, cada obstáculo superado lo hacía sentir más fuerte, más hombre, más en sintonía con la mierda que le tocaba vivir. Se sentía un sobreviviente, lo del gordo inmundo y la polla en la boca era un obstáculo superado, podía con todo. Si, si. Era fuerte, podía con todo. 

***

Ernesto ya está sentado en una mesa cerca del escenario, con su ropa cara y su porte de hombre adinerado que no quiere relacionarse con gente que no esté a su nivel. Tiene una sonrisa hermosa que muestra los dientes de conejito, pero le falta la cicatriz y le sobra megalomanía.

Matías ha estado preparando durante la semana Hi the road Jack de Ray Charles porque sabe que le gusta el jazz a Esteban. Hay mucha gente en el Scenery pero su mirada va una y otra vez hacia el rincón donde está seguro que se sentará el hombre completo (el de la cicatriz en la cara). Entre tantas cabezas que van y vienen, entre la luz en plena cara, ve la silueta de él ingresando al local. Lo reconoce. Sabe que es y sonríe. Ernesto le devuelve la sonrisa porque cree que su cantante está emocionado por el arte, pero no, el cantante se emociona por el enamoramiento que le hace temblar las cuerdas vocales.

La música comienza, Raul hace el coro:

"hit the road Jack and don't you come back no more, no more, no more, no more

Hit the road Jack and don't you come back no more"

Tae tiene el rostro hacia abajo, lo levanta y canta:

"Oh woman, oh woman, don't treat me so mean

You're the meanest old woman that I've ever have seen

I guess if you say so

I'll have to pack my things and go"

Sonríe, porque imagina a su hombre de la cicatriz moviendo el cuerpo levemente como lo ha visto hacer siempre que se compenetra con la música, dirige su mirada hacia la esquina oscura y lo ve: está sonriente, hermoso, mueve los hombros levemente y lo señala mientras le habla en al oído a un hombre joven que lo acompaña. Tienen los dos los mismos uniformes y seguramente los mismos gustos y también las mismas charlas y apuesta que compartirán preocupaciones similares.

Y Matías levanta los ojos hacia el techo y canta. Canta con el alma, porque el sonido y la pintura lo curan, porque son lo único que lo mantienen en pie y vivo.

Su hombre completo (el que tiene la cicatriz) ha llegado con un acompañante y está bien, está bien, está bien, está bien.

y si todo está bien... ¿por qué el pecho le tiembla y siente que no, que nada está bien, que nada está bien, que nada está bien...?

https://www.youtube.com/watch?v=0rEsVp5tiDQ


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