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Enamorado en una vida peligrosa. por Keiko Midori 0018

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Dos días después...

La familia Taisho iba en camino hacia la ciudad vecina donde la casa de seguridad les esperaba, ese lugar custodiado por las fuerzas especiales sería perfecto para ocultarse en lo que atrapaban al hombre que los quería dañar. Todos iban serios, sin bromear, sin reír. Miraban distraídamente por la ventana hasta que el ruido de varios vehículos los hizo reaccionar, se escuchaban varias camionetas que viajaban a gran velocidad.

Pocos segundos después ya estaban rodeados por camionetas desconocidas, los oficiales les cedían el paso pero no se apartaban, les seguían a ellos.

Habían llegado a la zona de curvas y barrancos, un camino realmente peligroso. Las camionetas desconocidas trataban de volcarlos, los rechinidos de las llantas contra la autopista resonaban.

—¡Nos van a voltear!

—Kagome, ¿Qué pasa? ¿Por qué nos atacan?.

—¿Qué no te das cuenta, Miroku? Ese maldito nos quiere muertos. —La voz del menor de ellos sonó con odio al ver a ambos oficiales tratar de mantener el rumbo y a esas camionetas tratar de voltearlos a toda costa.

—¡Sujétense!. —Gritó la única mujer al sentir el fuerte impacto trasero, las camionetas desconocidas empezaron a golpear su transporte.

No pasó mucho tiempo para que esa camioneta custodiada por dos oficiales y con una familia a bordo terminara dando vueltas colina abajo, se impactó contra un árbol y quedo con las llantas hacia arriba.

Los hombres al ver la primera fase de su encargo procedieron a bajar por ese pequeño barranco y revisar a las victimas, los policías trataban de deshacerse de sus ataduras y resguardar a la familia a su cargo pero un disparo certero en la cabeza echo a perder sus planes.

Los miembros de la familia Taisho colgaban de cabeza sin conocimiento en sus asientos gracias a que portaban ese tan necesario cinturón de seguridad, se les veía heridos gracias a ese percance. Los hombres fueron liberando uno a uno a las victimas y fueron amordazados para subirlos a una de las camionetas, el encargo estaba por completarse ya que sólo quedaba entregar a las victimas y una gran suma de dinero sería la recompensa por ese trabajo un tanto sencillo para ellos.

Después de asegurar su tan valiosa carga se marcharon, debían entregarlos con bien y tendrían que excusar esas ligeras lesiones ante el jefe que seguramente estaría complacido al ver su excelente trabajo.

...

...

En la blanca y solitaria habitación de un hospital, recostado en una camilla junto a varios aparatos médicos yacía un hombre que se había mantenido inconsciente, lo que nadie sabía era que respondía al nombre del oficial Sesshomaru Asakura que había sido dado por muerto en el atentado al hotel de la zona.

El oficial empezó a despertar, sus ojos se cerraron casi de inmediato al sentir la luz dar de lleno a su rostro. Una vez acostumbrada su visión decidió inspeccionar el lugar en donde se encontraba, lo último que lograba recordar era que estaba dentro de un depósito de basura y el atentado en contra del hotel y nada más. No lograba recordar el como había acabado en ese hospital.

Trató de retirarse las vías que estaban conectadas a sus antebrazos, ignoró el dolor punzante y vio la puerta abrirse lentamente, una mujer vestida de enfermera entró y se sorprendió al verlo despierto.

—Me alegra que ya haya despertado.

—¿Dónde estoy?. —Le urgía marcharse, había recordado la declaración de su niño mimado y ansiaba su beso de recompensa.

—Está en el hospital Aiiku.

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? ¿Dónde están los hermanos Taisho?. —Había visto a su alrededor y al no notar la presencia de ninguno de los hermanos Taisho supo que ellos o no sabían que él estaba ahí o algo malo les había pasado, de estar bien ya estarían sobre protegiéndolo y mimándolo en contra de su voluntad.

—Mire, tuvo un colapso debido a que inhaló demasiados compuestos tóxicos o humo, sus pulmones no soportaron tanto y... —La mirada que le dio el oficial la hizo callar de inmediato, él no necesitaba una explicación innecesaria, necesitaba saber sobre esa familia y asegurarse de que habían salido bien de ese lugar. —Lleva casi dos semanas aquí y no sé de que familia habla, lo encontraron solo y en un callejón junto a los depósitos de basura.

—Quiero un teléfono, necesito comunicarme con mi jefe.

—De acuerdo, señor...

—Sesshomaru Asakura.

La mujer salió inmediatamente de la habitación.

Quería irse de una vez y buscar a su amado niño mimado, no sabía nada de él y eso lo desesperaba. Necesitaba comprobar con sus propios ojos que estaban todos bien y acabar de una sola vez con aquel que osó tratar de arrebatarle a su querido niño.

Pasados unos minutos la enfermera regresó, le tendió el teléfono para que pudiera comunicarse con el jefe de la estación. Si alguien sabía acerca de la familia Taisho y el desenlace de ese atentado era él. No pasó mucho tiempo cuando escuchó la típica voz cansada de su jefe.

Aquí Banryuu, ¿Quién es y que quiere?.

—Jefe, soy Asakura.

La carcajada que sonó en la otra línea lo desconcertó más espero a que terminara.

—¿Es una broma, cierto? El agente Sesshomaru murió hace unos días en el atentado al hotel Shikon no Tama, fue una de las desafortunadas victimas del ataque.

—No es una broma. Soy yo, sobreviví a ese incidente.

—Déjese de bromas, todos vimos como se quedó dentro del hotel en cuanto cayó, encontramos su placa entre los escombros. Deje de llamar o le va a pesar.

—¡Idiota!. —Gritó al escuchar el pitido que significaba que el hombre le había colgado.

Suspiró con frustración y decidió no tomarle importancia, iría a su departamento y le llamaría a Sango o a Ayame, ellas estaban en el caso y estaba seguro que sabrían darle la información que quería.

Después de pelear con los médicos para que le dejaran libre en su condición un tanto preocupante logró salir de ese lugar, odiaba estar encerrado ahí sin saber nada de sus antiguos protegidos.

Decidió que su primera parada fuera la estación de policía, iría y le mostraría a Bankotsu Banryuu que estaba vivo y molesto por su actitud, no era tan débil como para morir en esa explosión, no moriría dejando desprotegido a ese niño mimado y mucho menos con un loco obsesionado por él.

Al llegar todos sus compañeros lo veían como si de un fantasma se tratara. En realidad todos creían que se trataba de un fantasma por los hechos pasados, era imposible que haya sobrevivido o al menos eso creían todos ellos. Sin siquiera anunciarse entró a la oficina del jefe. Al igual que sus compañeros lo veía incrédulo y aun si creer si era una aparición o no. Se cruzó de brazos con molestia.

—Asa-Asakura... Está vivo. —Murmuró.

—Lo estoy, se le dije por teléfono pero eso no importa ahora. ¿Dónde están los hermanos Taisho?. —Estaba tan ansioso por saber la respuesta que era capaz de ahorcar a su jefe hasta que le contara todo detalladamente.

—Los enviamos esta mañana a una de las casas de seguridad en la ciudad vecina para evitar percances ya que pareciera que ninguno de sus compañeros es capaz de mantenerlos a salvo. Les llamaré para que se comunique con ellos.

El hombre tomó el teléfono y después de oprimir algunas teclas escucho los tonos distintivos.

—Aquí Banryuu, páseme de inmediato a alguno de los hermanos Taisho.

Jefe, los Taisho no ha arribado al lugar. ¿Está seguro que los han enviado? No hemos tenido noticias del transporte de ellos.

—¿Cómo que no han llegado? Fueron enviados esta mañana.

Colgó ante la negativa, la penetrante mirada que le dirigía el oficial prometía una tortura lenta y dolorosa. Como lo había hecho el menor de los Taisho el oficial Asakura lo tomó de las solapas del traje y esa mirada bastó para intimidar al jefe, sus ojos azules se desviaron de inmediato.

—¿Dónde están los Taisho? Exijo que me dé una respuesta. —La voz gélida hizo que el hombre temblara, era bien sabido que ese oficial era tan entregado a su trabajo que se le era sencillo intimidar incluso al hombre más rudo.

Terminó por contarle todo detalladamente, lo ocurrido en el hotel y durante su ausencia, el secuestro y todo lo que sabía al respecto.

—Si algo llega a pasarle a Inuyasha o a alguno de sus hermanos... Créame que aquí va a correr sangre y no me importara si es la suya. Esto no es una amenaza, es una advertencia.

Sin decir nada más y sin permitirle a su jefe hablar, se marchó. Necesitaba encontrarlos rápidamente antes de que a Setsuna se le ocurriera hacerles daño.

Sin saber donde empezar se dirigió a su departamento, rogaba porque los rastreadores funcionaran y que aun colgaran de su cuello.

Espérame, Inuyasha. Juro que te voy a encontrar y pagaran caro si llegas a tener aunque sea un solo rasguño.

Continuara...

 


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