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Enamorado en una vida peligrosa. por Keiko Midori 0018

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El oficial Asakura llegó a su departamento, tomó su computadora y rastreó las placas que anteriormente les había entregado a los hermanos, dos de ellas estaban a uno metros de él.

Decidió buscarlas, estaban en su departamento. Sus pies lo llevaron a la habitación de huéspedes y en la pequeña mesa de noche junto a la cama había una placa, era la de Koga y la otra estaba en el baño de la misma habitación, esa pertenecía a Miroku.

Significaba que sólo una placa quedaba y rezaba porque ese niño terco aun la trajera en su cuello o sería difícil encontrarlo. Suspiró con frustración, la angustia lo estaba matando lenta y tortuosamente.

Se tomó el tiempo de rastrearla, no quería ni un solo error o podría ser fatal.

No pasaron muchos minutos cuando finalmente logró dar con la ubicación, estaba a varios kilómetros de él y sólo restaba calcular el lugar exacto de donde se encontraba.

...

...

Los Taisho estaban amarrados y amordazados a unas sillas. El lugar era oscuro y sólo la luz de una lámpara del techo los alumbraba, ya era de noche.

En la oscuridad de esa pequeña bodega un hombre les observa, sentado en una silla mientras bebe una copa de vino. Veía complacido como el único platinado de los vástagos de Inu no Taisho mantenía la cabeza baja, sin ser consciente de su situación. Necesitaba acabar con ese niño y que mejor que arrebatarle lo que más ama justo como lo hizo con él. Una sonora risa escapó de su boca, su venganza en contra de él y su familia estaba casi lista.

—Despiértenlos. —Ordenó a sus subordinados, no sería divertido si ellos no estaban conscientes y no quería perderse la cara de dolor de ese niño al ver lo que les pasaría.

Un hombre les arrojó agua helada y despertaron de golpe, después de revisar visualmente su entorno sus ojos recayeron en ese elegante hombre que los miraba con algo de burla.

—¿Tú eres Takemaru no Setsuna?. —Preguntó Kagome después de unos segundos observándose en silencio. –Siento que ya te he visto antes pero... ¿donde?. –

—Estás en lo correcto, niña. Yo soy Takemaru.

—¡Suéltame, maldito! ¡Te voy a matar!. —El menor de los Taisho empezó a forcejear con brusquedad, sus brazos atados tras su espalda empezaban a irritarse por la fricción pero ignoró el escozor y siguió tratando de liberarse con rabia.

—Inu, tranquilo.

—Bestia, no lo provoques.

—¿También me vas a matar, pequeño asesino?. —Su voz cargada de burla confundió a los presentes.

—¿De que está hablando? Nuestro hermano no le ha hecho nada. —Habló inmediatamente Miroku al ver la mirada de desprecio que ese hombre le dirigía a su hermano.

—¿No lo sabían? Este niño mató al amor de mi vida, por eso mismo le haré sufrir tanto que deseara que lo mate de una vez.

—¡No digas tonterías! ¡Tú mataste al amor de mi vida!. —Gritó dolido, sus intentos por liberarse no habían cesado. —¡Mataste lo que más amaba!.

—Entonces ahora sabes lo que se siente pero he esperado mucho para hacer esto, verás morir todo lo que amas frente a tus ojos y serás condenado a vivir completamente solo y recordando lo que perdiste justo como yo ahora lo hago.

—¿De quien está hablando? ¿Quién es ella?. —Preguntó Miroku, estaba seguro que ese hombre sólo daría su monologo cual villano de película así que le respondería, sus hermanos en especial Koga estaban conmocionados por lo dicho hasta ahora.

—¡Hable ya!. —Exigió Kagome, ese lugar no era digno de sus hermanos y estaban en peligro junto a ese loco.

—¡Ese mocoso mató a Izayoi!. —Gritó mientras le apuntaba con el dedo.

—No sea idiota, la tía Izayoi murió en un accidente de tránsito.

—Koga tiene razón, madre murió en un accidente.

—Eres un imbécil, mataste a Sesshomaru por una tontería.

El hombre rió sin gracia ante la venda que los cubría.

—Si mataban al niño Izayoi sobreviviría pero maldito sea el amor de madre que le impidió deshacerse de él. ¿Verdad, pequeña Kagome? Tú lo has sabido desde siempre.

Las miradas se posaron en la chica, la mirada incrédula de Koga y Miroku le recordaba que ellos eran pequeños como para recordar lo pasado y la mirada de su hermanito destilaba incertidumbre.

—¿Él miente, verdad Kagome?.

—Eso no puede ser cierto.

—Kagome, ¿verdad que yo no mate a nuestra madre?.

Kagome decidió que debía hablar aunque no sabía como es que ese hombre sabía sobre ello, nadie sabía sobre eso.

—Lo que dice es cierto. El embarazo de madre era de alto riesgo y había muchas probabilidades de que muriera al dar a luz pero no quiso interrumpir su embarazo para salvar la vida de Inuyasha.

Todos quedaron impactados ante esa revelación y el hombre empezó a reír ante la expresión del único albino.

—¡Eso es mentira! ¡yo no mate a nuestra madre!.

—Esa es la verdad, niño. Tú madre no quería deshacerse de ti y yo le rogué para que te abortara cuanto antes pero no lo quiso, me había resignado a que ella nunca me amaría pero me mantuve a su lado. No quería que por culpa de un chiquillo muriera pero se negó. Acudí con Inu no Taisho para que la hiciera desistir pero tampoco lo logró y cuando tú naciste le juré que lo pagarían caro ustedes dos.

—¿Por eso me odiabas, Kagome? ¿Me odiabas por matar a madre?. —Su voz dolida hizo que la chica asintiera, ninguno podía creer lo que pasaba.

—Madre estaba enferma cuando estaba embarazada, muchas veces padre le rogó que finalizara el embarazo pero nunca lo permitió. Ella decía que si mataba a su hijo jamás se lo perdonaría. Por eso mismo te odiaba, madre murió para que tú vivieras aun si significaba que nos dejaría solos a mí y a Miroku. Con el paso de los años mi odio hacia ti crecía, en cuanto padre murió y tuve que hacerme cargo de ustedes mantuve cierta distancia contigo. Un día simplemente comprendí que no tenías la culpa y hasta que te rogué por tu perdón y me lo diste me sentí feliz. Desde ese entonces me he encargado de enmendarme y darte todo lo que deseas y mantenerte a salvo pero veo que no funcionó, solo quiero decirte que me perdones por todo lo que te hice.

—Entonces yo... ¿Yo mate a nuestra madre?.

—Eso no es cierto, Inuyasha. Me di cuenta que eso no fue tu culpa, madre así lo decidió.

—Kagome tiene razón, Inu. No es tu culpa, eso no es algo que pudieras hacer tú.

—Por supuesto, bestia. La tía Izayoi así lo decidió y no debes culparte por ello.

—¡Claro que la tengo! Siempre pierdo lo que amo y prueba de ello es que también perdí a Sesshomaru. Ustedes también están en peligro por mi culpa. —Su voz dolida hizo eco en el lugar, eran observados por Takemaru que amaba ver las esperanzas de ese niño romperse con cada palabra ahí mencionada.

—Que conmovedor. ¿Sabían que su padre no murió gracias al accidente?. —Obtuvo la atención de los presentes.— Su padre tuvo la culpa al igual que este niño de la muerte de Izayoi y debía pagar, contrate a unos hombres para que le provocaran un accidente pero el maldito suertudo de Taisho sobrevivió. ¿lo recuerdas, Kagome? Tenías once años pero habías estado con tu padre.

La chica empezó a recordar, ella había estado con su padre durante su estadía en el hospital y un hombre extraño había entrado con él en el momento en el que ella lo dejaba y al recordar el rostro de tal desconocido logró visualizar el rostro de Takemaru.

—¿¡Que le hiciste a mi padre!? ¡Tú entraste después de mí!.

—Digamos que quise acomodar su almohada y una cosa llevo a la otra y terminó asfixiado por esa inofensiva y mullida almohada.

Los hombres trataron de liberarse ante esas palabras, trataban de arrancarse las ataduras y matar de una vez a ese hombre que les había causado mucho sufrimiento.

Continuara...

 


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