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LA CASONA por juda

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Francisco se había tirado en el piso para mirar por debajo de la puerta cuando escuchó el llanto histérico de Daniel. Se le contrajo el estómago con el aullido lastimero. Se arrastró los 3 primeros metros porque de pronto las piernas no le respondieron y luego bajó corriendo.

Al llegar al primer piso, lo vio: Su amor parado en el barandal, en un equilibrio precario, con los brazos extendidos en cruz, la cabeza elevada hacia el techo de la casona, llorando histérico. Si hubiese volteado habría visto a un rubio observar la escena, sacando la cabeza por la puerta principal de la habitación.

-DANIEL! -Gritó.

Y su hombre hermoso se balanceó de atrás hacia adelante en un movimiento pendular que lo dejó sin aire.

Daniel aun tenía en la mente el cuchillo en el cuello del rubio y el dolor, la ausencia, el olvido y la muerte le taladraban los sesos. Quería paz! Bajó el rostro, miró hacia la planta baja y se tiró.

Se tiró.

El pecho del hombre hermoso se hizo hacia adelante, sus pies dejaron el apoyo de la baranda y un brazo se aferró a su cintura. Francisco pegó un alarido ronco cuando él mismo quedó casi colgando, sosteniendo a su amor por la cintura.

Daniel parpadeó fuerte, como volviendo en si, y recordó al amor de su vida, elevó los ojos y lo vio. Su Fran lo miraba aterrado y una vena gruesa le latía en el cuello por el esfuerzo de sostenerlo.

El muchacho se aferró al brazo de Fran, luego al barandal hasta lograr trepar y quedar junto a él.

Llorando se abrazó a su hombre, pero Fran lo alejó violentamente, tomándolo por los brazos y sacudiéndolo.

-QUE MIERDA ESTABAS POR HACER?! QUE MIERDA TE PASA?! QUE MIERDA ESTABAS HACIENDO?!

Francisco estaba histérico, Daniel lo miró a los ojos y luego la mirada se desvió hacia un rincón del techo. Fran giró y por fin lo pudo ver: un hombre vestido con una camisola blanca estaba adherido al rincón más alto de la casa. Tenía el rostro casi azulado y los labios violetas, el cabello rubio le caía sobre los ojos blanquecinos y una cortada profunda y grotesca le abría la garganta. 

Fran retrocedió chocando a Daniel.

-Lo mataron, él vivía aquí hace 100 años -susurró su hombre hermoso y Fran tembló.

El hombre rubio se desplazó por la pared, con las manos y los pies adheridos al muro como si de una araña se tratara y se alejó de ellos hasta desaparecer en uno de los cuartos del fondo del pasillo.

-Me dijo que estabas en el ático y que si abrías la puerta el monstruo te devoraría.

Francisco volteó a mirarlo, estaba hiperventilando.

-Se escuchan ruidos en el ático -le aclaró el hombre alto casi sin voz -Hace casi 100 años aquí vivía un narcotraficante, en un ajuste de cuentas entraron a la casa y mataron a su amante. Luego él se suicidó.

Daniel retrocedió.

-Sabías que habían muerto dos personas en este lugar y aun así compraste la casona?

-Daniel, yo no pensé...

-Por qué no me lo dijiste?

-Por que imaginé que no querrías venir a vivir aquí. La casona estaba prácticamente regalada.

Silencio.

Silencio.

-Ahora sabes por qué la estaban regalando! -sentenció Daniel y Francisco no pudo decir nada, le caían grandes lágrimas por los nervios, el terror, la adrenalina.

-Si el chico rubio es el amante asesinado, no sabe que su Facundo regresó y luego se suicidó. Él cree que lo abandonó.

-Facundo?

-Es el nombre que no deja de repetir una y otra vez.

-Arriba, en el ático, se escuchan ruidos. La puerta está cerrada con llave desde adentro. La pude ver cuando quise mirar por el ojo de la cerradura.

-Pasaron muchísimos años! Seguramente los dueños que tuvo esta casa intentaron abrirla muchas veces.

Ahí había otro detalle que Fran sabía y que no se lo contaría a Daniel porque su amante se lo sacaría en cara toda la vida: la casona había sido construida hacía 100 años. El narco y su amor vivieron en ella durante una década hasta que las muertes coartaron la historia su amor. La casa fue vendida solo dos veces más y ninguno de los nuevos dueños estuvo más de un mes en ella.

 -Qué habrá en el ático? -preguntó Daniel en un susurro mientras escuchaba los golpecitos que provenían de arriba -el muchacho dice que es un monstruo, se nota que tiene miedo.

Sin mediar palabra, se tomaron de la mano y comenzaron a subir las escaleras.

El rubio los miraba sacando la cabeza desde una de las habitaciones, negaba moviendo su pelito rubio sobre el rostro casi azulado y susurraba: no no no no no no no no no no no no.

Daniel y Francisco estaban frente a la puerta, podían escuchar perfectamente el ir y venir de unos pies sobre la madera. Después de lo que había visto en el primer piso, Fran ya no pensaba que eran ratas, estaba convencido que alguien se escondía en ese lugar.

-QUIEN ESTÁ AHÍ? SALGA! -gritó Fran golpeando la puerta con el puño y Daniel pegó un salto.

Lo agarró del brazo y lo alejó temblando.

-Dios! que mierda te pasa? cómo vas a gritar así?

-La puerta esta cerrada desde adentro, Daniel. Alguien está escondido en ese cuarto.

-Pero podría ser un demonio, un un un espíritu, algo malo, algo que podría matarnos!!

Estaba por acercarse de nuevo y golpear cuando un rugido hizo temblar todo el piso. Daniel retrocedió espantado, chillando, tapándose los oídos con ambas manos. Francisco quiso abrazarlo pero su hombre giró y escapó corriendo.

Daniel escuchaba que Fran lo seguía, pero al llegar al primer piso se topó con el rubio que lloraba tirándose del cabello:

-No despierten al monstruo!!! Un día saldrá y me hará daño!!! NO DESPIERTEN AL MONSTRUO!!! Necesito seguir aquí hasta que mi amor llegue, yo sé que él volverá a buscarme -aulló el rubio mientras su cuerpo se deshacía en el aire.

Fran llegó hasta él, lo tomó por el brazo y siguieron bajando hasta llegar a la cocina. En ese lugar parecía haber calma.

-Cuando cenamos no sentimos nada en esta zona. Creo que nos convendría pasar la noche aquí -jadeó Fran.

-Es que sin saber nos metimos en la habitación que supo ser la suya. De todas maneras no podemos seguir huyendo! qué haremos?

-No podemos irnos, Daniel. Todos nuestros ahorros están invertidos aquí.

-No nos va a dejar vivir!!! -gimió Daniel y Francisco miró la hora, eran las 5 de la madrugada, en unas horas más amanecería.

-Tengo un amigo que es medium.

-Qué?

-Nunca creí en lo sobrenatural. Es un amigo de la infancia. Cuando me dijo que podía ver cosas, allá en la adolescencia, me reí en su cara. Luego, con el tiempo, me enteré que se había dedicado de lleno a eso. Nos reunimos una o dos veces al año junto a todos los chicos de esa época para tomar algo, pero él nunca volvió a mencionar ese tema. Lo llamaré.

-Hazlo ahora!

-Amor, son las 5, esperemos un poco más.

Estaban en el piso, apoyados contra una pared, intentaron no quedar dormidos pero el sueño los venció.

Fran se despertó cuando el rubio los observaba desde abajo de la mesa.

Se sobresaltó. Brincó en el lugar.

El rubio se llevó el dedo largo y azulado hacia la boca y dijo SHHHHHHHHHH.

Luego salió de su escondite, se apoyó en la pared y como si fuera un insecto de patas pegajosas, se trasladó por el muro y se escabulló por la ventana.

Miró el reloj: las 8 de la mañana.

La gente de la limpieza llegaría en un par de horas más, llamó a la empresa que los ayudaría con ese tema y pidió que postergaran el evento hasta la tarde.

Cortó. Ahora sólo faltaba hablar con su amigo médium.

Daniel comenzó a despertar, lo miró con el celular y se quedó abrazado a su hombre, a la expectativa.

Francisco marcó de nuevo.

El sonido de llamado sonó una vez, dos veces, a la tercera atendió alguien.

"Fran?"

"Hola, Raul."


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