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LA CASONA por juda

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El hombre mandó a sus sicarios con la orden de no matar a Facundo, sólo dejarlo fuera del juego, y eso hicieron.

Uno de ellos se preparó para pegarle un disparo en la pierna en caso de que los atacara, pero cuando lo soltaron, el pelinegro cayó rendido, gritando, arañando el suelo, dejando las uñas entre las rocas.

Después de media hora las extremidades respondieron a las órdenes que daba el cerebro, caminó con paso inseguro hasta su amor. Tenía los ojos abiertos mirando la nada y los labios tan azules que lo primero que pensó es que tenía frío. Se sacó el abrigo y lo cubrió, le tomó la mano de dedos largos y les dio su aliento para que se entibiaran. Su Martín estaba helado y no ayudaba ese charco rojo en el que estaba recostado, manchando su pelito hermoso.

Gruñó. Un alarido horrible le quebró las cuerdas vocales y rugió a la vida, a la muerte, a los dioses, al infierno.

RUGIÓ!

El mundo tembló bajo su odio.

Los ángeles se escabulleron con la cola entre las patas.

Los demonios se mearon escondidos entre las serpientes.

RUGIÓ!

El alma de Martín, asustada, sin entender todavía su nueva situación, escuchó rugir a la bestia y se escondió aterrado. Ya llegaría su Facundo y lo salvaría.

Facundo, ya más monstruo que humano, tomó en brazos a su dulce durmiente y lo llevó al ático. El ático tenía una cama angosta y una cuna a un costado. Una pequeña ventana oval daba al este y habían decidido que ese sería el cuarto del hijo que adoptarían... ahora el futuro estaba helado sobre el colchón y su cuerpo entraba rápidamente en rigor mortis.

Facundo se acostó a su lado... rugiendo... lo abrazó para darle calor pero su rubio estaba cada vez más frío, entonces lo cubrió con todo su cuerpo... rugiendo... lo beso, le acomodó el cabello, le besó la herida, apoyó la cabeza en su pecho y extrañó los latidos.

Facundo dejó de ser Facundo.

El humano se transformó en monstruo. El humano había fallado en su tarea de proteger a su bello durmiente y se propuso como monstruo, protegerlo en la muerte.

El monstruo ralentizó su respiración y nunca más se separó del cuerpo de su amor.

Raul pestañeó llorando fuerte, en el segundo pestañeo apareció el iris.

-Ya sé donde está Facundo -gimió mirando a su amigo -Tenemos que abrir la puerta del ático.

-NO -Chilló Daniel -En el ático hay un monstruo, Martín le teme, me dijo que mataría a mi Fran.

Raul se levantó, sosteniéndose del cuerpo de su amigo, las piernas le temblaban tras el esfuerzo realizado al comunicarse con el pasado.

-El monstruo es Facundo -sentenció Raul mientras se dirigía con paso seguro hacia las escaleras.

***

Francisco tenía un martillo tipo maza en la mano y se disponía a golpear en el sector de los goznes oxidados, Daniel lloraba a su espalda, había rogado que no abrieran la puerta y ante la negativa de su amor, se puso detrás, aferrado a él, abrazándolo fuerte para que si el monstruo salía y atacaba... los atacara a ambos.

En el cuarto golpe, cedió el gozne de arriba, la puerta se tambaleó y el monstruo comenzó a rugir advirtiendo que no podrían entrar. Fran se puso de cuclillas y Daniel casi lo cubrió con su cuerpo, esa vez en el segundo golpe la puerta se desprendió y cayó hacia el interior del ático.

Raul apartó a sus amigos y se puso en la entrada.

Un demonio gigante y negro rugió, expulsando humo denso por las fosas nasales, abrió la boca inmensa y aulló haciendo temblar las paredes de la casona.

-MARTÍN CREE QUE LO ABANDONASTE -gritó Raul y el monstruo volvió a rugir -MARTÍN TE TEME! FACUNDO, NO ERES ESTO! MARTIN ESTÁ ESPERÁNDOTE Y NO DESCANSARÁ HASTA VERTE POR ÚLTIMA VEZ.

La bestia rugió retrocediendo un paso.

Raul hizo un paso al frente y el monstruo nuevamente rugió para que no avanzara más.

Raul miró al interior del habitáculo: en una cama angosta, junto a una cuna olvidada, yacían los amantes. Momificados, resecos, con los anillos plateados brillando en medio del polvo, las manos de ambos unidas.

-MARTÍN TE TEME. ESTÁ SOLO Y DESPROTEGIDO.

"Desprotegido"

El monstruo retrocedió de nuevo.

-MARTÍN NO SERÁ FELIZ NUNCA SI NO TE TIENE A SU LADO!

El monstruo siguió retrocediendo hasta chocar con el muro. Poco a poco la bestia cedió a la forma humana y se adivinó el cuerpo del pelinegro entre la aberración.

-Martín está abajo, nunca se fue -aclaró Raul y Facundo confundido miró hacia la cama.

-Ese no es Martín, ese cuerpo ya no es Martín. El verdadero Martín está en el salón, esperándote!

Fran miraba desde el corredor y Daniel tenía oculta la cara en su espalda, decidido a no soltarlo.

Facundo caminó inseguro y dudó antes de cruzar el umbral.

***

Raul llegó al salón.

-MARTÍN! Facundo regresó. Facundo está aquí.

Silencio.

Facundo confundido miró hacia arriba, hacia el lugar en el que había dejado solo el cuerpo de su amante. Bufó dejando salir humo de las fosas nasales, su cuerpo estaba por mutar de nuevo cuando una voz grave lo paró.

-Facundo?

El pelinegro giró y lo encontró. Después de 90 años de ausencia... lo encontró y era tan hermoso como lo recordaba!!

El rubio hizo dos pasos hacia él, dudando, Facundo levantó la mano y mostró su dedo anular con el anillo plateado. Martín sonrió, imitó el movimiento y por fin, por fin!!! corrió hacia él.

***

Los cuerpos se encontraron en mitad de la sala, en el mundo de los vivos.

Martin volteó sonriente y miró a Daniel, por un segundo el semblante se puso serio y le advirtió "no te quedes aquí!" luego retornó hacia su amor para besarlo por todos los tiempos en los que no pudo hacerlo.

Se convirtieron en fuego, se amalgamaron perdiendo las formas humanas, convirtiéndose en uno solo y dejaron el limbo. Partieron juntos, nunca sabremos hacia donde fueron, pero lo hicieron juntos.

***

La casa quedó muda, atontada ante su nueva situación de soledad.

***

Raul le sonreía a Fran en la calle, junto al auto. Estaba por irse y el hombre alto había decidido que tenía que disculparse, pero se enredaba en las palabras y los gestos de vergüenza.

***

Fran le decía algo de que era un escéptico y que en esa época era un chiquillo estúpido, que lo disculpara, que... Raul había dejado de prestar atención. La casa comenzó a palpitar. Miró la tierra negra que elevaba pequeños tentáculos como raíces podridas que corrompían la base de la casona. Francisco le vio el rostro y volteó, pero él no veía nada e ignoraba porque el rostro de Raul estaba cada vez más pálido.

-Fran, qué datos tienes de esta casa?

-Fue construida hace 100 años. -le dijo sin entender, mirando alrededor, todo en calma como siempre.

-¿Qué te dijeron sobre la tierra? ¿de quienes eran estas tierras?

Fran dudó.

Raul le clavó los ojos encima, Fran sabía algo más.

-¿De quienes eran las tierras?

-De nadie.

-¿Del estado?

Negó.

-Tienen que haber pertenecido a alguien!

-Era tierra de indios. El estado las reabsorbió.

Los tentáculos negros y podridos se metían por la puerta principal y dejaban un rastro baboso por donde pasaban.

Raul se llevó la mano al pecho, el origen de la maldición no fueron los amantes. Los amantes habían sido víctimas de la tierra.

-¿Qué tenían aquí los indios? ¿sus aldeas?

Francisco miró la casa inquieto mientras seguía negando con la cabeza.

-No. Tenían un cementerio. Pero era un cementerio antiguo. Cuando escavaron ni siquiera quedaban huesos.

-Es la casa -susurró gimiendo y Fran se espantó cuando lo vio llorar.

-¿Qué?

-La casa necesita sentir a los muertos junto a ella. No quiere gente viva... quiere gente muerta.

Francisco retrocedió espantado.

Raul se encogió sobre si mismo mientras se ponía en cuclillas y se agarraba del cabello para llorar.

Fran corrió hacia la casa, ingresó desesperado y encontró a su amor hermoso parado en el barandal del tercer piso, en un equilibrio precario.

Su hombre bello tenía los ojos blancos, un viento helado se había desatado en el interior de la casona y las cortinas antiguas volaban enloquecidas.

-DANIEEEEEEEEL -Gritó al borde de una crisis de histeria.

Daniel suspiró elevando el rostro hacia el techo, una lágrima se escapó resbalando por la mejilla e hizo un paso al frente


 

FIN


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