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Acepto... ¿En serio? por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Un nuevo capítulo mis amores que espero les guste.

El viaje a México les llevó un par de horas, DeathMask y Afrodita habían dejado al pequeño Manigoldo con los padres del sueco. Shaka había cancelado algunos casos y Milo sólo había tomado una maleta diciéndole adiós a Shaina.

Llegaron a México por la mañana, era un lugar de ensueño, con el sol sobre sus rostros y el hermoso mar exténdiendose frente a ellos. Un auto particular los esperaba en el aeropuerto para llevarlos a una casa privada los esperaba con la más bella vista al mar.

-Sí, ya llegué, te envío mensaje al rato. Sí… también yo- decía Milo al teléfono mientras DeathMask y Afrodita estaban fascinados con la vista.

Mu llevaba la capucha de su chamarra sobre la cabeza y unos enormes lentes de sol, y no miraba hacia ningún lado, no había nada qué ver.

En cuanto el auto llegó a la casa, fue el primero el bajarse sin ni siquiera mirar a los empleados que los recibían ni si sus amigos venían tras él.

-Buenos días- saludó uno de ellos y los chicos los saludaron entusiastas. El joven llevaba en las manos una bandeja con un par de bebidas. Milo enseguida se acercó para tomarlas mientras el joven le sonreía confundido.

-Lo lamento, estoy confundido, esperaba a los señores Géminis-Aries.

-Vas a esperar un largo tiempo- dijo Milo dándole un sorbo a la deliciosa mimosa y entrando a la enorme residencia.

-Esto le va a encantar- suspiró Shaka mirando la vista hermosa del mar, de verdad era un sueño -¿Dónde está?

-En el baño- respondió Afrodita un tanto serio.

Estaban ahí los cinco después de tanto tiempo, no de la manera que esperaban y Mu apenas había dicho un par de palabras en el avión. Justo ahora se encontraba en el baño, retiró la capucha de su cabeza y los enormes lentes, sus ojos lucían inflamados, rojos y apagados, así como la maraña que era su cabello. El llanto que derramaba era silencioso, doloroso y por un momento creyó que mortal.

Se miró al espejo notando todo aquello sin importarle siquiera. Estaba en una casa en donde se suponía estaría con el imbécil que lo abandonó. Lavó su rostro tratando de despejar todo aquello, como si el agua fuese capaz de tanto.

Y mientras Mu estaba en el baño, los chicos conocían la casa con ayuda de uno de los empleados que les daba un tour guiado.

-Y ésta es la suite principal- dijo con una sonrisa satisfecha abriendo las puertas de una enorme habitación. En cuanto los cuatro entraron su sorpresa se fue al suelo cuando vieron la cama cubierta de pétalos de rosas rojas formando un enorme corazón.

-No puede ser- susurró Shaka con algo de temor en cuanto vio aquello. Los demás se apresuraron a ir hasta la cama y quitar todos los pétalos colocándolos en uno de los floreros que adornaban la habitación antes de que Mu apareciera por la puerta.

-Nada de cosas de luna de miel ni de parejas- indicó DeathMask al empleado que asentía confundido.

En cuanto Mu apareció ya no había rastro de todo aquello, sólo un sutil aroma que bien podría pensarse por todas las flores del lugar. No miró a nadie, fue hasta la cama y se recostó haciéndose un ovillo.

-Será una hermosa puesta de sol- dijo Milo sonriendo tratando de animar a su amigo de salir a verla.

-Cierra las persianas- musitó el pelilila mirando hacia la ventana. Su habitación daba al mar, pero eso poco importaba, la luz le molestaba, tenía jaqueca. Shaka cerró sólo un par mirando a Mu esperando que con esa viera la puesta de sol -Todas.

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-Buenos días- saludó Shaka entrando a la habitación de Mu, quien seguía en la misma posición sólo que cubierto con una sábana, ni siquiera se había cambiado de ropa. Se desperezó medio abriendo los ojos.

-¿Estuve soñando?- el rubio negó con tristeza mientras Mu regresaba a la posición inicial y volvía a cerrar los ojos.

Por la noche entró Afrodita para ver si quizá quería cenar un poco, pero el pelilila seguía durmiendo. El sueco encendió la luz de la lámpara de la mesita de noche.

-Mu, es hora de cenar, dormiste todo el día.

-¿Y qué?- susurró cubriéndose los ojos protegiéndolos de la luz. Afrodita acarició su cabello antes de apagar la luz y dejarlo dormir de nuevo.

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Por la mañana, fue el turno de Milo, quien entraba a la habitación con el desayuno. Llevaba un poco de jugo, café, yogurt griego y frutos rojos.

-Mu, debes desayunar, por favor.

-Estoy cansado.

-Come un poco y sigues durmiendo ¿Sí?- Mu se cubrió los ojos, pero se enderezó sólo un poco par aquedar sentado.

Milo acercó la mesita hasta su regazo con una sonrisa, al menos había accedido a comer un poco. Tomó la cuchara y le dio un poco de yogurt al pelilila en la boca.

“Si tengo que alimentarlo yo mismo, lo haré” les había dicho a los chicos antes de entrar a la habitación, y por supuesto que lo haría. Entonces notó que Mu aceptaba aquello y su corazón se estrujó, era como un niño pequeño el cual lo había perdido todo.

Una vez terminado el yogurt y un poco de jugo, Milo salió de la habitación un tanto satisfecho. Mu no moriría, al menos no de inanición.

Fue hasta la terraza donde todos desayunaban un delicioso almuerzo mexicano.

-Adoro la comida mexicana.

-Shaka, son huevos escalfados.

-Pero los estoy comiendo en México- sonreía el rubio haciendo reír a DeathMask y a Afrodita. Milo llegaba hasta ellos para mostrarles la bandeja con el yogurt terminado y le dedicaron una sonrisa, eso era un avance.

Cuando estaban terminando de desayunar, la puerta que daba a la terraza de la habitación de Mu se abrió dejando salir al pelilila, quien se cubría sus esmeraldas del sol con una mano.

-¡Mu!- gritó Afrodita emocionado de por fin verlo fuera de su cueva.

-¿Hay café?

-Sí, por supuesto, cariño- respondió Milo casi al punto del llanto, de verdad eso era un avance de la catatonía de su amigo casi hermano.

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Mu tomó café y comió un poco de fruta, mientras los demás hablaban de lugar y cosas que seguramente estarían geniales para visitar, después de todo nadie había estado en México.

Después del desayuno decidieron tomar un poco el sol, esa casa privada tenía todo lo necesario para ser perfecta, como otra terraza con un par de sofás justo debajo del delicioso sol mexicano, y justo ahí estaban los cinco, con nadadores, lentes oscuros y un poco de bloqueador solar.

-Milo ¿Te depilas las piernas?- preguntó de pronto Shaka mirando las blancas y lampiñas piernas del peliazul.

-Sí, se ven geniales.

-Es lo más homosexual que he visto y soy homosexual- decía DeathMask sonriendo haciendo que Milo rodara los ojos.

-Deberías depilarte mejor otra cosa, quizá se te vea más grande- respondió Shaka haciendo que los demás rieran, excepto Mu por supuesto y Milo, quien al parecer pensaba aquello seriamente.

-¿Por qué no cenamos en el hotel ésta noche?- sugiró el pelilila un poco fuera de lugar, al parecer ni siquiera estaba escuchándolos.

-¿En serio?- preguntó Afrodita entusiasmado.

-Sí, necesito algo que me saque de mi Mexicoma.

-Claro que sí, por cierto, tu humor está mejorando, cariño- sonrió el peliceleste feliz de ver como a poco el Mu que conocían se asomaba.

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El restaurante era un lugar hermoso, como todo en México, con un toque de dioses aztecas y modernidad.

-Buenas noches, mi nombre es Alfredo- saludó uno de los meseros recibiéndolos en una mesa.

-Bien, Alfredo, comenzaremos con cinco margaritas- sonrió Milo dispuesto a pasar una buena velada.

-Oh, no, yo no bebo, sólo quiero una limonada mineral- negó Afrodita enseguida.

-Tríagame la de él- pidió Mu, en verdad necesitaba alcohol.

-Sí, claro, ¿Número de habitación?

-Estamos en la casa privada número tres- respondió mientras el mesero parecía buscarlo en su tableta electrónica. Una vez que lo encontró asintió mirándolo con una sonrisa.

-Del matrimonio Géminis ¿Cierto?, bien señor de Géminis, enseguida los atiendo- el mesero desapareció y entonces Mu hizo una mueca alzando una de sus inexistentes cejas chasqueando la lengua.

-Me lanzó una bala- los chicos se miraron entre sí sin saber qué decir, aunque lo mejor era no decir nada y mejor se dedicaron a mirar el menú.

Una vez que llegaron las margaritas, los platillos y un poco de música de marichi, Mu sonrió con sarcasmo, negando.

-Gracias a los dioses por el marichi o podrían escuchar mis pensamientos- los chicos comenzaron a beber desinhibiéndose un poco, quizá algo que necesitaba el pelilila. Y después de un par de margaritas parecía que por fin podía hablar de lo sucedido.

-Es que… no pudo salir del auto, después de diez años… después de todo lo que me hizo pasar, no pudo hacer el esfuerzo para salir del maldito auto.

-Es un gran idiota- secundó DeathMask con un poco de alcohol en las venas.

-Yo hice el esfuerzo, incluso me puse un rídiculo velo.

-Lucías muy apuesto- dijo Afrodita con una sonrisa tomando su mano.

-Es un hombre malo, siempre lo fue, los hombres malos hacen cosas malas. Debí saberlo desde que me dejó para casarse con ese modelo.

-¿Se llamaba Misty?- preguntó DeathMask tratando de recordar.

-No lo sé, pero tenía un nombre de mierda- rezongó Mu recordando aquello, aunque lo había perdonado cuando seis meses después se divorció y fue hasta París para hablar con él y reconciliarse. Maldito.

-Los hombres malos te joden y los buenos te joden- se quejó Shaka refiriéndose claramente a Aioria.

-Y los demás no saben joderte, créanme- dijo Milo arrepintiéndose enseguida ganándose las miradas curiosas de sus amigos -Eso dice Camus- se excusó sin convencer a los demás, pero dejando el tema para una mejor ocasión.

-Después de todo lo que hemos pasado, de todo lo que logré con mi nombre, tiré todo a la basura al poner su nombre en la suite matrimonial, y después vendí mi departamento y me mudé a uno que él compró. Ni siquiera me reconozco.

-Ya que vamos por ese camino, no puedo creer que mi vida comience a girar en torno a alguien más que no sea yo.

-¿Shaina?- preguntó Afrodita. Milo estaba comportándose extraño, algo había detrás de todo eso.

-Sí, antes sólo era yo, y ahora tengo que pensar en alguien más, eso me incomoda.

-Pero la amas- dijo DeathMask con una sonrisa.

-Si, pero ¿Eso significa que mencione más veces su nombre al día que el mío? No sé si esto sea amor y menos porque arruinó mis zapatos nuevos.

-Ajá, lo de los zapatos azules, pero ella lo hizo porque te conoce, Milo, jamás te pondrás esas cosas para sus reuniones.

-Te equivocas, Shaka, amé esos zapatos, pero ahora cada vez que los veo la veo a ella, y no a…- mejor calló, todos lo miraban expectantes. Milo guardaba un gordo secreto.

-¿Quién te dio esos zapatos, Milo?- cuestionó DeathMask haciendo que el peliazul negara.

-Ay, ya basta de las preguntas, mejor sigamos con más margaritas, ¡Alfredo!

-¿Más?- preguntó Afrodita un poco preocupado por la sobriedad de sus amigos.

-Descuida, estamos de vacaciones.

-Técnicamente es mi luna de miel- soltó Mu torciendo el gesto.

-No, es la ellos- señaló Milo a la mesa de enfrente en donde una pareja se besaba con frenesí.

-Así son los primero meses- negó Shaka decepcionado.

-No sólo los primeros meses ¿Cierto, amor?- sonreía DeathMask un poco alcoholizado besando el cuello de su esposo haciendo que se sonrojara.

Notas finales:

Gracias por sus lecturas y comentarios.

Besos inmensos!


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